sábado, 30 de diciembre de 2023

La delicadeza como virtud (I)


"El amor [la caridad] no es maleducado ni egoísta”, o, en otra traducción, es “decoroso”. El amor es hasta tal punto entrega al otro, un darse al otro, que lo respeta en todo incluso hasta límites insospechados, y, en ese respeto en todo al otro, incluye la delicadeza, que es suavidad y paciencia en el crecimiento del otro, que es educación en el trato.
 



Se aprende esta delicadeza de alma, verdadera virtud, muy exquisita, al mirar la delicadeza de nuestro Señor. Dios es muy delicado en el trato con cada alma; es un amor educado y suave. 

La historia de la salvación es un fluir de infidelidad del hombre, pero fidelidad de Dios, y Él renueva la alianza, la amplía. No destruye, aguarda paciente a que el pueblo de Israel recapacite, se convierta, vuelva a su Señor. Tan delicado es su amor fiel, que se da y se revela progresivamente según Israel sea capaz de acoger y comprender.

jueves, 28 de diciembre de 2023

Silencio durante la imposición de manos (Silencio - XXXIII)



“La imposición de manos y la Plegaria de Ordenación son el elemento esencial de todas las Ordenaciones… Mientras se imponen las manos, los fieles oran en silencio, pero participan en la Plegaria de Ordenación escuchándola…” (PR 7).



            Se reitera en las rúbricas; en la ordenación episcopal: “El obispo ordenante principal impone en silencio las manos sobre la cabeza del elegido. A continuación, acercándose sucesivamente, lo hacen los demás Obispos también en silencio” (PR 45); en la ordenación de presbíteros: “El Obispo impone en silencio las manos sobre la cabeza de cada uno de los elegidos. Después de la imposición de manos del Obispo, todos los presbíteros presentes, vestidos de estola, imponen igualmente en silencio las manos sobre cada uno de los elegidos” (PR 130); por último, en la ordenación diaconal: “El obispo impone en silencio las manos sobre la cabeza de cada uno de los elegidos” (PR 206).

            No suena el órgano, no se canta nada, nada se dice. Es el silencio de la acción del Espíritu Santo comunicándose por la imposición de manos.

            Con la belleza acostumbrada y dominio de la palabra, explicaba Benedicto XVI este silencio:

lunes, 18 de diciembre de 2023

Una obra de la gracia (Palabras sobre la santidad - CXVI)



            Algo más hay en los santos que cualidades naturales o rasgos de temperamento: la gracia potenció y elevó lo que en ellos había por naturaleza, y así los puso al servicio de Dios. Realmente un santo no es un superhombre o alguien muy especial y distinto porque hayan nacido así, sino porque Dios obró en ellos, la gracia actuó y los fue transformando. Si la santidad fuera sólo una naturaleza humana genial, diferente, ni los santos habrían sido santos y nosotros tendríamos que renunciar ya a completar nuestra vocación a la santidad. No podríamos ser santos.


            Es Dios quien hace santos, a cada uno de un modo distinto y confiriéndoles gracias distintas, diversas. Reza por ejemplo la liturgia: “Oh Dios, que diste a san Raimundo de Peñafort una entrañable misericordia para con los cautivos y los pecadores” (OC, 7 de enero). Este santo, tal vez por nacimiento, pudiera ser sensible al dolor y al sufrimiento ajeno, teniendo empatía, pero “la entrañable misericordia” que lo llevó a la santidad fue Dios quien se la dio.

            La oración colecta del gran san Eulogio de Córdoba prosigue en esa misma línea: “Señor y Dios nuestro: tú que, en la difícil situación de la Iglesia mozárabe, suscitaste en san Eulogio de Córdoba un espíritu heroico para la confesión de la fe” (OC, 9 de enero). Hay caracteres más apocados y otros más atrevidos y lanzados; caracteres más cohibidos y los hay más arriesgados… pero la defensa de la fe en la Iglesia mozárabe hasta el martirio no le vino a san Eulogio por su natural carácter, sino por una actuación de Dios que suscitó en él “un espíritu heroico”. La santidad es obra de Dios. Al ver lo que obró en los santos, le pedimos que actúe igualmente en nosotros ahora: “Te rogamos, Señor, nos concedas el espíritu de fortaleza…” (OC, 20 de enero, san Sebastián).

jueves, 14 de diciembre de 2023

Extender las manos (Ritos y gestos - II)



            Las manos son muy elocuentes, según la postura que tomen. Nuestra oración, sobre todo en la celebración litúrgica, sólo es completa y expresiva cuando el gesto y la acción se unen a la palabra. Todo el cuerpo se convierte en lenguaje: los ojos que miran, las posturas del cuerpo, el canto, el movimiento, las manos...


            Las manos son como una prolongación de lo más íntimo del ser humano. Representan una admirable fusión del cuerpo y del espíritu. Cuando la Biblia habla del poder de Dios, usa muchas veces "la mano de Dios", el "dedo de Dios", todo es "obra de sus manos" (Sal 18). El poder de la mano de Dios pasó a Cristo: "el Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano" (Jn 3,35).

            También nosotros expresamos algo con las manos en la liturgia.

Brazos abiertos y elevados, manos extendidas


            Es la postura típica del hombre orante, que aparece en las pinturas de las catacumbas. "Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote" (Sal 62) "El alzar de mis manos como ofrenda de la tarde" (Sal 140). A los Padres les gustaba comparar esta figura con el Crucificado: los brazos extendidos son el Crucificado que ora por mi voz y el Padre escucha mi oración porque rezo unido a Cristo crucificado[1].

martes, 12 de diciembre de 2023

Para crecer: la fortaleza, la paciencia...



5. En el crecimiento y desarrollo del alma hasta alcanzar la imagen de Cristo, adquiriendo las distintas virtudes, es necesaria la virtud cardinal de la fortaleza para no desistir de alcanzar un bien arduo o difícil. 



La fortaleza enardece la voluntad para que no desista ni se canse, por grandes que sean las dificultades, sobre todo en los inicios donde el enemigo hará más daño, ya que “si el demonio conoce que no está con gran determinación de perseverar, no le dejará ni a sol ni a sombra” (Sta. Teresa, C 23,4).  

 En la vida espiritual y en el camino hacia la perfección, la virtud cardinal de la fortaleza se hace necesaria, porque en el camino de la virtud hay gran número de obstáculos y dificultades que es preciso superar con valentía si queremos volar hasta Dios y superar lo terreno y mundano que hay en nosotros. 

Para ello es menester mucha decisión o “determinada determinación” que dice Sta. Teresa, para emprender el camino cueste lo que cueste; mucho valor para no asustarse frente a los ataques del Maligno que querrá asustarnos y cansarnos; mucho coraje y valentía para atacarle, rechazando sus tentaciones y entregándonos a la oración, y mucha constancia y aguante para llevar el esfuerzo hasta el fin sin abandonar las armas en medio del combate. 

domingo, 10 de diciembre de 2023

Te Deum - y II (Respuestas - LV)



3. El lenguaje y los términos que emplea el Te Deum lo sitúan en el siglo IV o, como muy tarde, siglo V. Veamos algunos indicios que apuntan en esa dirección.

            Los títulos cristológicos más antiguos no se encuentran ya en el Te Deum como sí se encuentran en el “Gloria in excelsis” (que es más antiguo), títulos tales como Cordero de Dios, Señor, Padre todopoderoso. Se seguirán usando, pero no con tanta frecuencia porque hay una nueva sensibilidad cristológica y nuevas controversias con el dogma cristológico que requieren expresiones más precisas aún.



            Destacan las afirmaciones sobre la naturaleza divina de Jesucristo en plena polémica antiarriana: “Tú eres el Hijo único del Padre” o la expresión “Tú aceptaste la condición humana”. Cristo no es una criatura, ni un ser intermedio entre Dios y el hombre, sino el Hijo único y eterno del Padre.

            Otras expresiones nos ubican en el siglo IV: “el coro de los apóstoles… los profetas… el blanco ejército de los mártires”, señalando cómo la Iglesia ya daba culto a los apóstoles, a los profetas y a los mártires, celebrando el “dies natalis” de éstos, el día de su nacimiento al cielo por el martirio. San Cipriano tiene una expresión semejante a ésta del Te Deum. Escribe: “Allí el coro glorioso de los apóstoles, allí el gozoso grupo de los profetas, la multitud innumerable de los mártires”[1]. Con la suma de todos estos elementos, habrá que situar al anónimo autor del Te Deum en el siglo IV, y no faltan autores que indican a Nicetas de Remesiana como su autor, como lo parecen señalar la coincidencia de distintos manuscritos antiguos.

sábado, 2 de diciembre de 2023

Silencio en el Bautismo y Penitencia (Silencio - XXXII)



 En el bautismo de niños se cita la posibilidad de guardar unos momentos de silencio tras la homilía: 


“Esta celebración de la palabra de Dios consta de una o varias lecturas de la Sagrada Escritura, de la homilía, que puede acompañarse de un momento de silencio, y de la oración de los fieles…” (RBN 17).




También se marca el silencio para la celebración del Sacramento de la Penitencia en la forma B, es decir, celebración comunitaria con confesión y absolución individual.

            El rito inicial, tras el “Oremos” de la colecta, siempre deja el momento de silencio necesario para poder orar de verdad y que luego la oración del sacerdote “recolecte”, “recoja”, todas esas súplicas personales proferidas en silencio interior: “A continuación invita a todos a orar, y, después de un momento de silencio, dice la oración” (RP 23).

jueves, 30 de noviembre de 2023

Soberana libertad (Palabras sobre la santidad - CXV)



            Nunca se aferraron ni se ataron a nada como algo propio. Su corazón estaba tan por completo en Dios, que fueron total y absolutamente libres en su corazón. Por eso los santos nada querían ni nada buscaban sino que su voluntad estaba completamente identificada con la voluntad de Dios. Eso los hizo libres.



            Incluso sus propias obras apostólicas, o sus fundaciones, no retuvieron su corazón ni les quitó libertad alguna. Porque vieron sus obras no como algo suyo propio que tuvieran que defender a rajatabla, sino como obra de Dios, y eso era más importante que considerarla un producto de ellos que custodiar y legar a la posteridad. Dios se encargaría si le era grato, Dios la sacaría adelante si era su voluntad.

            San Ignacio declaraba que si el Papa suprimiera la Compañía de Jesús, le bastaría un cuarto de hora para recobrarse y vivir en paz. ¿Acaso no amaba la Compañía y las excelentes obras y misiones que la Compañía llevaba adelante? No ciertamente. Pero no puso su corazón ni su vida en su obra, la Compañía, sino en Dios. La Compañía la amaba en cuanto que era de Dios, pero si Dios permitía su supresión, su corazón era libre y no se derrumbaría. No estimaba la Compañía como algo suyo, aferrándose a ella como fin propio de su vida. Era más libre, era libre en Dios.

domingo, 26 de noviembre de 2023

Inclinaciones y genuflexiones (Ritos y gestos - I)



            La inclinación y la genuflexión son signos que entraron en la liturgia porque expresaban con mayor plasticidad la entrega y adoración a Dios.


            El hombre es cuerpo, y el cuerpo también forma parte de la liturgia, y tiene que expresar la fe, también corporalmente. Las posturas corporales, por una parte, expresan la actitud de fe de cada persona, y por otra alimentan y favorecen esa misma actitud. Y lo mismo sucede a nivel comunitario:

           “Los gestos y posturas corporales, tanto del sacerdote, del diácono y de los ministros, como del pueblo, deben tender a que toda la celebración resplandezca por el noble decoro y por la sencillez, a que se comprenda el significado verdadero y pleno de cada una de sus diversas partes y a que se favorezca la participación de todos. Así, pues, se tendrá que prestar atención a aquellas cosas que se establecen por esta Instrucción general y por la praxis tradicional del Rito romano, y a aquellas que contribuyan al bien común espiritual del pueblo de Dios, más que al deseo o a las inclinaciones privadas.
           La uniformidad de las posturas, que debe ser observada por todos participantes, es signo de la unidad de los miembros de la comunidad cristiana congregados para la sagrada Liturgia: expresa y promueve, en efecto, la intención y los sentimientos de los participantes” (IGMR 42).

viernes, 24 de noviembre de 2023

Para crecer: virtud de la docilidad, fortaleza



3. La docilidad es una virtud muy cuestionada, porque va vinculada al sometimiento libre y obediente a otra persona. Eso cuesta, tanto más que hoy se pretende una libertad que es libertad salvaje sin referencias a la Verdad y al Bien.



La docilidad es una virtud que se constituye en gran herramienta de trabajo interior para el desarrollo de lo humano, porque la docilidad acepta –sin rebelarse- las indicaciones y correcciones de las personas que tienen en la Iglesia la misión de forjar nuestra alma. 

martes, 14 de noviembre de 2023

Silencio al comulgar (Silencio - XXXI)



Hay que evitar la precipitación, o incluso los modos desenfadados: el sacerdote comulga con reverencia el Cuerpo y luego la Sangre del Señor, pronunciando en silencio una plegaria: “El Cuerpo de Cristo (o: la Sangre de Cristo) me guarde para la vida eterna”.



“El sacerdote dice en secreto:
El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna.
Y comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo.
Después toma el cáliz y dice en secreto:
La Sangre de Cristo me guarde para la vida eterna.
Y bebe reverentemente la Sangre de Cristo” (Ordo Missae, 147).

            No puede ser un acto mecánico, rápido, para bajar a distribuir la comunión lo antes posible. Es el encuentro sacramental del sacerdote con el Señor.

viernes, 10 de noviembre de 2023

Caminantes dóciles (Palabras sobre la santidad - CXIV)



            Hay un rasgo que es muy común en los santos, que se suele repetir con variaciones distintas: fueron caminantes. Lo cual significa que siguieron a Cristo y que Cristo les iba marcando el camino por el que transitar. Ellos fueron dóciles, obedientes, e iban caminando sin rechistar.



            Tal vez, en un momento dado, al principio, soñaron con un modo de vida, un proyecto, una tarea, y dieron los primeros pasos. Pero Dios irrumpió de mil formas distintas y hubieron de abandonar el proyecto inicial, el camino que ellos habían decidido, por otro, tal vez muy distinto, pero que era el plan concretísimo de Dios.

            Santa Ángela de la Cruz pensó que su vocación era ser carmelita descalza y vivió como tal en su vida seglar, pero no fue admitida. Tampoco cuajó su experiencia de postulantado en las Hijas de la Caridad. Dios quería otro camino para ella: el servicio de la caridad de los pobres fundando la Compañía de la Cruz.

miércoles, 8 de noviembre de 2023

Para crecer: virtud de la humildad, la oración...



Nuestra alma creada, nuestro ser personal, nace con muchas posibilidades y riquezas interiores para desarrollar y vivir; nunca una persona está acabada o plenamente desarrollada en todo su ser, sino que, como peregrinos, el hombre es un caminante, un peregrino hacia la meta de su propia plenitud. 



Quien cree que ya lo sabe todo, que ya lo ha visto todo, que ya ha dado todo de su ser, está paralizado, está muerto. Siempre en crecimiento, siempre avanzando, ¿hasta dónde? “hasta la medida de Cristo en su plenitud” (Ef 4,13), o, lo que es lo mismo, hasta plasmar en nosotros “la imagen del Hijo” (Rm 8,29). 

Todo lo humano, todas las posibilidades del alma se desarrollan para ser cristificados, para tomar la forma plena de Cristo en las almas porque es Cristo la verdadera medida de lo humano. Quedarse estancado es frenar el proyecto de Dios en nosotros; detenerse no es tan sólo pararse, quien se detiene en verdad está retrocediendo.

En este proceso de cristificación –crecimiento de lo humano- una serie de virtudes orientan y ayudan al propio progreso del alma. Todo vivido con la sencillez de quien quiere alcanzar la plenitud en Cristo ya que el mismo Cristo es quien llama a esa plenitud de lo humano, transformándonos con su Gracia. Cristo con su Gracia suscita el deseo de plenitud y nos hace ponernos en camino, y su Gracia –que se realiza en nuestra naturaleza y no la suple- auxilia nuestro trabajo interior (ascesis) y corona el trabajo espiritual dando toda plenitud.

lunes, 6 de noviembre de 2023

El velo/los velos en la liturgia (Elementos materiales - XI)



            Los paños tienen también un uso ritual y litúrgico. Se les llama velos. Cubren respetuosamente hasta que algo sea desvelado-mostrado, son signos del Espíritu Santo descendiendo y haciendo sombra –como sobre la Virgen María en la Encarnación-, son una muestra de respeto hacia algo.




El velo en el sacramento del Matrimonio


            La costumbre romana presentaba al rito sagrado a la esposa ya velada con el flammeum, entre los cristianos era el sacerdote quien lo imponía con una bendición (Righetti, II, p. 1008). Pero la velación no entró nunca en los ritos orientales, quedó en el ámbito litúrgico romano y en el hispano.

            En Occidente, en la Edad Media, el velo se imponía a la esposa, y más tarde, a ambos. El velo solía ser blanco y se colocaba sobre la cabeza de los dos esposos, o bien era suspendido sobre ellos, por sus cuatro esquinas, por cuatro personas. Terminada la bendición sobre la esposa, se retiraba (Righetti, II, 1014).

            En el rito hispano se mantuvo. Según su tradición, el velo es rojo y blanco, rojo de caridad (y Espíritu Santo), y blanco de pureza.

sábado, 4 de noviembre de 2023

Te Deum - I (Respuestas - LIV)



1. En el siglo V se comienza a emplear en la Iglesia un himno festivo de acción de gracias, el Te Deum. Se emplea en solemnes ocasiones de acción de gracias a Dios convocando al pueblo cristiano al canto del Te Deum.



            En la actual Liturgia de las Horas, el Te Deum se canta o se recita al final del Oficio de lecturas, antes de la oración conclusiva, en los domingos, fiestas y solemnidades (exceptuando los domingos de Cuaresma). Así dicen las rúbricas de la IGLH:

            “En los domingos, excepto los de Cuaresma, en los días de la Octava de Pascua y de Navidad, en las solemnidades y fiestas, después de la segunda lectura, seguida de su responsorio, se recita el Te Deum, el cual se omite en las memorias y en las ferias. La última parte de este himno, desde el versículo “Salva a tu pueblo, Señor” (Salvum fac populum tuum) hasta el fin, puede omitirse libremente” (IGLH 68).

            Es costumbre además en Monasterios, comunidades cristianas, Asociaciones, Adoración Nocturna, etc., terminar el año civil recitando el Te Deum como acción de gracias por el año transcurrido. Esta piadosa costumbre está enriquecida con indulgencia plenaria: “Al fiel cristiano que rece en acción de gracias “A ti, oh Dios, te alabamos” se le concede indulgencia parcial. La indulgencia será plenaria el día uno de enero y en la solemnidad de Pentecostés, si este himno se reza públicamente” (Enchiridion, 2).

            En el rito de ordenación episcopal, terminado la comunión y la oración de postcomunión, se entona el Te Deum, mientras el nuevo obispo con mitra y báculo, acompañado de otros obispos, va por la nave del templo bendiciendo a los fieles presentes antes de dirigir una alocución final (PR 61-62).

lunes, 30 de octubre de 2023

Silencio y oración antes de comulgar (Silencio - XXX)



“El sacerdote se prepara para recibir fructuosamente el Cuerpo y la Sangre de Cristo con una oración en secreto. Los fieles hacen lo mismo orando en silencio” (IGMR 84).



            El silencio orante del sacerdote, recitando una plegaria, es momento adecuado para que todos también oren en silencio preparándose al gran don de la comunión sacramental eucarística.


            “Hay dos hermosas y profundas oraciones que preceden a la recepción de la comunión [del sacerdote] y entre las que ahora –para evitar un silencio demasiado largo- se debe elegir una. Pero aunque ahora tenga que rezar sólo una de ellas, el sacerdote debería rezarla realmente en un silencio más recogido, como una preparación personal para recibir al Señor, que lleve también a los demás al silencio ante la sagrada presencia, de manera que el camino para recibir la comunión no se quede en mera exterioridad. Esto es más necesario porque en la ordenación actual el saludo de la paz origina con frecuencia gran alboroto en la asamblea, que choca de forma excesivamente brusca con la invitación a contemplar al Cordero de Dios. Si en un instante de silencio todos dirigen verdaderamente los ojos del corazón al Cordero, este momento puede convertirse en un tiempo bendito de silencio”[1].





[1] RATZINGER, El espíritu de la liturgia, 123.

domingo, 22 de octubre de 2023

Otras virtudes en la relación con el prójimo

4. Virtudes para la comunicación. Ser persona es vivir en relación, comunicarse y abrirse a los demás, viendo el icono que encontramos en la Santa Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu, en Amor y continua relación personal.



Se facilita y se le da fluidez a la relación con los demás si quitamos algunos obstáculos, entre ellos, la tozudez en querer llevar la razón siempre, discutiendo siempre e imponiéndose. ¿Qué provocará sino que esa persona quede aislada, jamás se le diga nada? Personas que siempre quieren imponer sus criterios, de forma violenta, sin escuchar a nadie, destruyen la concordia.

Otro obstáculo, también se puede superar, es la incapacidad de escuchar; no se sabe escuchar atentamente la vida y las circunstancias de la otra persona, falta capacidad de escuchar porque saltamos inmediatamente, no dejamos hablar sino que ponemos siempre nuestros problemas y circunstancias antes que acoger y escuchar el corazón de los demás.

Un obstáculo grave es no aceptarse a uno mismo y, por tanto, no aceptar a los demás tal como son. Amar al otro y poder entrar en comunión con otro requiere primero aceptarse a uno mismo para luego poder aceptar a los demás, aunque no se coincidan en gustos, opiniones o caracteres, pero a pesar de las diferencias, se puede entrar en comunicación y que brote en algo la concordia y la paz.

jueves, 19 de octubre de 2023

Nuevos modelos de santidad (Palabras sobre la santidad - CXIII)



            La santidad es muy diversa y plural, con muchas tonalidades y colores, jardín de muy bellas flores, bien lejos de la uniformidad del molde único, de una fabricación en serie que no admitiese otra forma o modelo, tentación ésta muy frecuente cuando alguien se cree que su carisma, su espiritualidad o su movimiento es el único, el mejor, el exclusivo. ¡Cuánta cerrazón hay en esto!, ¡y cuánto orgullo espiritual que crea división, separación entre católicos de primera clase y el resto como una masa amorfa!


            Es Dios el autor de la santidad, y Él crea “nuevos modelos de santidad”, dice la colecta de S. Alfonso Mª de Ligorio (1 de agosto). Con la santidad de los apóstoles y de los mártires, Dios nos dio un nuevo modelo de santidad, el de la virginidad consagrada, esponsalidad con Cristo, viviendo el mundo y señalando el único Amor absoluto.

            Otro modelo más fueron los anacoretas: abandonaron la ciudad para vivir en oración constante en el desierto; es la radicalidad del seguimiento de Cristo, ya sea solos o formando comunidades, cenobios.

            De aquí nacerá el modelo nuevo de santidad monacal, iglesia en pequeño, que reza y trabaja, lo transforma todo, situando al monje ante Dios a quien alaba con el Oficio divino, y se despoja de sí mismo en humildad y conversión.

martes, 17 de octubre de 2023

Glorificando a Dios por la liturgia



La liturgia se define como el ejercicio del sacerdocio de Cristo en la que los signos sensibles significan y realizan la santificación del hombre[1] y se glorifica a Dios. 

La liturgia cristiana es el "culto en Espíritu y verdad" (Jn 4,23) que se tributa al Padre adorándole.



Una glorificación de Dios que conlleva la santificación del hombre, el vivir en comunión con el Dios salvador:

De la liturgia, sobre todo de la Eucaristía, mana hacia nosotros, como de su fuente, y se obtiene la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y aquella glorificación de Dios, a la cual las demás obras de la Iglesia tienden como a su fin[2].

Esta glorificación de Dios por medio de la liturgia tiene una nota especial y característica: se realiza en comunión con Jesucristo, presente en su Iglesia, y se hace, no a título personal, sino en comunión con toda la Iglesia. Es por tanto, la glorificación más perfecta.

sábado, 14 de octubre de 2023

La corona de Adviento (Elementos materiales - X)



            La corona de Adviento es un signo más, pero no la panacea y cumbre de la espiritualidad de Adviento: antes estarían las lecturas bíblicas, los textos litúrgicos de las oraciones y preces y la presencia de la Virgen María. Tiene un sentido festivo y pedagógico, marcando la cercanía de la Navidad:



           "La colocación de cuatro cirios sobre una corona de ramos verdes, que es costumbre sobre todo en los países germánicos y en América del Norte, se ha convertido en un símbolo del Adviento en los hogares cristianos. La corona de Adviento, cuyas cuatro luces se encienden progresivamente, domingo tras domingo hasta la solemnidad de Navidad, es memoria de las diversas etapas de la historia de la salvación antes de Cristo y símbolo de la luz profética que iba iluminando la noche de la espera, hasta el amanecer del Sol de la justicia (cf. Mal 3,20; Lc 1,78)" (Directorio para la piedad popular y la liturgia, n. 98).

Para quien quiera usar la corona de Adviento le puede ser útil saber lo que indica el "Bendicional":

jueves, 12 de octubre de 2023

Silencio en la plegaria eucarística (Silencio - XXIX)



La gran plegaria eucarística es pronunciada sólo por el sacerdote, sin intervención de nadie, ni cantos añadidos, ni música; mientras, todos se unen en un silencio religioso, lleno de unción, para oír la gran plegaria e interiorizarla, haciéndola suya y poder, al final, responder con toda verdad: “Amén”.


            “La plegaria eucarística, que por su naturaleza es el culmen de toda la celebración, es una plegaria de acción de gracias y de consagración y tiende a hacer ciertamente que toda la congregación de los fieles se una con Cristo en el reconocimiento de la grandeza de Dios y en la ofrenda del sacrificio. Dicha oración es recitada por el sacerdote ministerial, que interpreta la voluntad de Dios que se dirige al pueblo, y la voz del pueblo, que eleva los ánimos a Dios. Solamente ella debe resonar, mientras que la asamblea, reunida para la celebración litúrgica, mantiene un silencio religioso” (Carta Eucharistiae participationem, 8).

            El silencio sagrado, religioso, de todos durante la gran plegaria eucarística es un medio de participación activa; no es una contradicción: participar activa y fructuosamente es también, en silencio, unirse a esta gran oración pronunciada por el sacerdote:

            “La proclamación de la plegaria eucarística que, por su naturaleza, es como el culmen de toda la celebración, está reservada al sacerdote, en virtud de su ordenación. Por tanto, es un abuso hacer decir algunas partes de la plegaria eucarística al diácono, o a un ministro inferior o a los fieles. La asamblea, sin embargo, no permanece pasiva e inerte; se une al sacerdote con la fe y el silencio, y manifiesta su adhesión a través de las diversas intervenciones previstas en el desarrollo de la plegaria eucarística: las respuestas al diálogo del prefacio, el Sanctus, la aclamación después de la consagración y el “Amén” final, después del Per ipsum, que también está reservado al sacerdote. Este “Amén” en particular ha de resaltarse con el canto, dado que es el “Amén” más importante de toda la misa” (Inst. Inestimabile donum, 4).

domingo, 8 de octubre de 2023

Otras virtudes: la puntualidad y la dignidad (II)


2. Puntualidad. La puntualidad es el orden en tiempo. ¡Parece imposible! Nuestro tiempo está desordenado, vivimos improvisando, a la carrera, y siempre pensando que la otra persona va a llegar tarde, por lo que uno se permite retrasarse.



 
 La puntualidad favorece el encuentro y la armonía entre las personas. No somos quiénes para dejar a los demás esperándonos, perdiendo su tiempo. 

La puntualidad es una virtud cristiana; algunos dirán que eso es ser “esclavos del reloj” y que los cristianos somos libres, sin embargo, es la caridad cristiana, que es delicadeza, la que pide la puntualidad para no impacientar al prójimo ni hacerle perder su tiempo.

La exquisitez en la puntualidad es cualidad de la caridad, y revela mucho del respeto que se tiene a los demás. 

Quien es puntual lo es siempre y con todos; no llegará con mucho tiempo antes, sino minutos antes del tiempo fijado; pero tampoco es delicadeza de caridad llegar siempre tarde cinco o diez minutos. 

viernes, 6 de octubre de 2023

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu - y II (Respuestas - LIII)



3. Al parecer, ya en el siglo IV se había extendido por todas partes la costumbre de terminar el canto de cada salmo con el “Gloria al Padre”, costumbre ininterrumpida.

        La Introducción General a la Liturgia de las Horas determina el uso del “Gloria al Padre”. Esta doxología concluye la invocación inicial “Dios mío, ven en mi auxilio” (IGLH 41). Cada salmo y cada cántico concluye también con esta doxología (a no ser que expresamente se diga lo contrario, como ocurre con el Cántico de las criaturas de Dn 3): “al final de cada salmo se mantiene en vigor el concluir con el “Gloria al Padre” y “como era”. Pues el Gloria es la conclusión adecuada que recomienda la tradición que da a la oración del Antiguo Testamento un sentido laudatorio, cristológico y trinitario” (IGLH 123).

            El Gloria cantado al final de los salmos eleva el canto a la Trinidad, alabando, y mirando a Cristo Jesús. Un elemento original, “una característica típicamente cristiana fue, luego, la doxología trinitaria, que se añadió al final de cada salmo y cántico: “Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo”. Así cada salmo y cántico es iluminado por la plenitud de Dios” (Juan Pablo II, Aud. General, 4-abril-2001). Es un magnífico remate para culminar cada salmo con una luz cristiana-trinitaria: “Si se sienten y se viven así, la doxología trinitaria que corona todo salmo se transforma, para cada creyente en Cristo, en una continua inmersión, en la ola del Espíritu y en comunión con todo el pueblo de Dios, en el océano de vida y de paz en el que se halla sumergido con el bautismo, o sea, en el misterio del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Ibíd.).

            Esta doxología menor resalta cómo toda oración cristiana es trinitaria:

martes, 26 de septiembre de 2023

Silencio en el ofertorio (Silencio - XXVIII)



Si no hay canto, está la posibilidad, muy aconsejable, de que el sacerdote recite en silencio la oración sobre la patena y el cáliz al depositarlas en el altar, sin que sea ni mucho menos obligatorio decir en voz alta "Bendito seas, Señor, Dios del universo..." Es un momento de reposo interior para todos, de silencio que se podría calificar de "oferente".



"141. El sacerdote, en el altar, recibe o toma la patena con el pan, y con ambas manos la tiene un poco elevada sobre el altar, diciendo en secreto: Bendito seas, Señor, Dios. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.

142. En seguida, el sacerdote de pie a un lado del altar, ayudado por el ministro que le presenta las vinajeras, vierte en el cáliz vino y un poco de agua, diciendo en secreto: Por el misterio de esta agua. Vuelto al medio del altar, toma el cáliz con ambas manos, lo tiene un poco elevado, diciendo en secreto: Bendito seas, Señor, Dios; y después coloca el cáliz sobre el corporal y, según las circunstancias, lo cubre con la palia.

Pero cuando no hay canto al ofertorio ni se toca el órgano, en la presentación del pan y del vino, está permitido al sacerdote decir en voz alta las fórmulas de bendición a las que el pueblo aclama: Bendito seas por siempre, Señor."

viernes, 22 de septiembre de 2023

Palmas y ramos (Elementos materiales - IX)



            Ceremonia popular y muy expresiva, arraigada en el sentir del pueblo cristiano, es la conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén, al inicio de la Semana Santa, en el llamado “Domingo de Ramos en la Pasión del Señor”.



            El origen hay que buscarlo en Jerusalén en el siglo IV. Allí la liturgia se desarrolla en los mismos lugares en los que Cristo vivió y se procura visualizar, desarrollar dramáticamente, en cada sitio concreto. Por eso, se comienza la Semana Santa entrando procesionalmente en Jerusalén con ramos y palmas, cantando a Cristo, reuniéndose obispo y pueblo en el monte de los olivos.

            Influyó esto mucho en Occidente por medio del relato de la peregrina Egeria. No sabemos cuándo se comenzó esta procesión en Occidente. Aparece en el rito hispano (LiberOrdinum). Beda el Venerable (+ 735) conoce la fiesta ya “In Dominica Palmarum” y parece conocer la procesión. En ámbito franco-carolingio (s. IX) se desarrolló más y se compuso el himno “Gloria, laus et honor”. En Roma no tenemos vestigio hasta el siglo X, donde encontramos, en el Pontifical romano-germánico, el ritual de la procesión de las palmas y las oraciones de bendición.

            La entrada de Jesús en Jerusalén se conmemora en la primera parte de la liturgia con la lectura del Evangelio, la bendición de los ramos y palmas (que todos tienen ya en sus manos) y la procesión alegre y festiva hasta el templo (por cierto, sin ningún canto con “Aleluya”). 

miércoles, 20 de septiembre de 2023

Otras virtudes: el orden (I)



A veces lo más sencillo se nos olvida; lo normal de vivir lo pasamos por alto. Estamos atentos a las grandes cosas, los grandes acontecimientos, queremos ser fieles en lo importante, sin embargo, las cosas pequeñas, lo de cada día, la caridad en la vida ordinaria, se nos pasa por alto muchas veces. 



En las relaciones personales, en el trato con los demás, en la convivencia fraterna o familiar, fallamos muchas veces en las pequeñas cosas que pueden hacer la vida más agradable y fraterna. Las relaciones personales entretejen nuestra vida y la misma caridad pide el ejercicio de una serie de virtudes que faciliten el vivir juntos en concordia.

Si observamos atentamente, hay muchas virtudes que hoy están mal vistas y se entienden mal. Se confunde la libertad y que no hay que ser esclavo de nada con ir por libre y no tener delicadeza con nadie. La sinceridad y transparencia con la brusquedad, arrojando la verdad en la cara; la educación y el saber estar se miran como etiquetas pasadas de moda. 

Para no ser “esclavos de la hora” se está perdiendo la puntualidad, retrasando a todos y provocando distracción si se llega tarde. Parece que espontaneidad y naturalidad es hablar alto, llamar la atención, hablar cuando no se debe pero parece eso más simpático, y preguntarlo todo. Estas confusiones en el orden de la convivencia crean malestar, incomprensiones e incomodidad.

lunes, 18 de septiembre de 2023

Orar glorificando a Dios



Según la espiritualidad más clásica de la Iglesia, la oración de mayor excelencia es la de alabanza; se glorifica a Dios por su amor misericordioso y entrañable. Y esto está mucho antes que una oración de petición o meditación. Impregnar nuestra vida de esta oración de alabanza es reconocer que todo nos viene del Señor, que sigue dándonos sus bienes.



Una alabanza -glorificación- que se traduce también por anuncio kerygmático: "anunciad a toda la tierra que el Señor hizo proezas. Gritad, exultad, habitantes de Sión: ¡Qué grande es en medio de ti, el Santo de Israel" (Is 12,1-6). Así se hace partícipes a los hombres de la salvación de Dios. No es tanto el cristianismo una ortopraxis, una moral o ética, cuanto un "cantar eternamente las misericordias del Señor" (Sal 88,2).

Una oración por excelencia de alabanza es la Liturgia de las Horas[1], puesto que ella es "principalmente oración de alabanza y de súplica, y, ciertamente, oración de la Iglesia con Cristo y a Cristo" (IGLH 2). Este sacrificium laudis es el oficio clave que marca la sucesión de las horas y los días, en que la Iglesia, asociada a Cristo, alaba constantemente la gloria de Dios. Es una glorificación eclesial por excelencia en unión con Cristo y por Cristo, sujeto y objeto de esta alabanza litúrgica.

sábado, 16 de septiembre de 2023

La respuesta son los santos (Palabras sobre la santidad - CXII)



            La santidad es profundamente provocadora, a nadie deja indiferente la presencia de un santo que nos remite a Dios y cuestiona sin palabras un modo de vivir cristiano anodino, mediocre, rutinario.



            La santidad es creativa porque están muy atentos los santos a las mociones del Señor, a las inspiraciones del Espíritu Santo para entregarse, para darse, para ofrecer respuestas originales a las necesidades de su tiempo, sin temor ante la reacción de desconfianza o prejuicio de los hombres.

            Ellos son entonces la respuesta de Dios a las necesidades y desafíos de la Iglesia. Son la respuesta más completa que puede dar la Iglesia.

            La Iglesia, su organismo sacramental, su magisterio vivo, su gobierno pastoral, su forma de vivir en comunidad, está por completo al servicio de suscitar y acompañar la santidad de sus hijos: ¡sólo para eso!, ¡nada más y nada menos que para eso!

domingo, 10 de septiembre de 2023

El Evangeliario (Elementos materiales - VIII)



            Fue siempre considerado un símbolo de Cristo. Recibió honor religioso y litúrgico especial. Contiene las perícopas del Evangelio de la Misa.



            Los códices con sus textos estaban escritos con letras unciales de oro y plata sobre finísimos pergaminos de púrpura suntuosamente encuadernados y guardados en cajas preciosas (Righetti, I, p. 278). Era una encuadernación en oro, plata, piedras preciosas y marfil (casi todas las placas de marfil de los museos provienen de los antiguos Evangeliarios).

            Tenemos testimonios en la época patrística por ejemplo de S. Ambrosio (Ep. IV, 1) y de S. Jerónimo (Ep. 22, 32), pero el esplendor de los Evangeliarios comenzó con Carlomagno, con los grandes calígrafos. Esto se enriqueció aún más cuando después del siglo XII se le añadieron a los Evangeliarios la iluminación con bellísimas miniaturas. El Misal plenario dio al traste con los Evangeliarios, perdiendo casi del todo su importancia.

            Desde finales del siglo V el Evangeliario fue colocado sobre el altar al principio de la Misa y llevado en la procesión de entrada (¡el único libro que se puede depositar sobre el altar!), leído en la Misa entre cirios e incienso, poniéndose todos en pie para su lectura, honrado con el beso, usado en la consagración de obispos… Y el Evangeliario, entronizado, preside todos los Concilios de la Iglesia.

miércoles, 6 de septiembre de 2023

Silencio y oración en la liturgia de la Palabra (Silencio - XXVII)


Antes de la lectura del Evangelio, el sacerdote profundamente inclinado ante el altar, recita en silencio una oración para disponerse a la lectura del Evangelio.




            “En primer lugar, está una breve oración preparatoria antes de la proclamación del Evangelio. Debería ser rezada por el sacerdote en actitud de auténtico silencio y recogimiento, con la conciencia de la responsabilidad que supone proclamar correctamente el Evangelio; sabiendo que, para ello, tenemos necesidad de purificar los labios y el corazón. Si el sacerdote cumple con esto, la comunidad podrá también ser introducida en la dignidad y la grandeza del Evangelio, y reconocerá la maravilla que supone el hecho de que la Palabra de Dios esté en medio de nosotros; se creará así un clima de reverencia y de escucha. Es imprescindible, una vez más, la formación litúrgica para reconocer el sentido del acto y para que en este momento todos se pongan en pie no sólo corporalmente, sino también elevándose interiormente para abrir los oídos del corazón al Evangelio”[1].


lunes, 4 de septiembre de 2023

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu - I (Respuestas - LII)



1. Muy especialmente en la Liturgia de las Horas, y en devociones tales como el rosario, una de las plegarias por las que participamos en la liturgia es el “Gloria”. Se le llama “doxología menor” para diferenciarla de la “doxología mayor” que es el himno “Gloria a Dios en el cielo”.



            Ya desde muy antiguo, la Iglesia alabó así, brevemente, a la santísima Trinidad, nombrando a las Tres Personas y confesando que sólo a Dios se le debe la gloria, la alabanza, el honor y el poder. Así esta doxología es una alabanza y una confesión de fe al mismo tiempo: “Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo”.

            Las doxologías o alabanzas[1], que la Iglesia canta en su liturgia dependen de las del NT, y éstas, a su vez, guardan relación con las doxologías del Antiguo Testamento. En el NT hay una serie de doxologías dirigidas sólo al Padre; otras dirigidas al Padre por Cristo y algunas solamente a Jesucristo. Se entonan estas doxologías considerando los atributos de Dios, o las obras de su creación y sobre todo sus maravillas en la historia de la salvación y de la redención de los hombres.

sábado, 2 de septiembre de 2023

La modestia como virtud



3. A la discreción y a la sencillez, les acompaña siempre una virtud pequeña y escondida, la modestia, que evita alardear y fanfarronear, el presumir ostentosamente avasallando a los demás, presumiendo de lo que se tiene, de lo que se ha comprado, etc. 



No es la falsa modestia, que en el fondo es hipocresía disfrazada; la modestia verdadera es sencilla, le cuesta que la ensalcen, se siente mal, perdiendo el tesoro de la sencillez. La modestia verdadera –no tiene que ir en contra de la autoestima- hace las cosas de corazón y por el Señor y evita todo lo que no sea la discreción, el vivir ocultos en Dios.

La modestia consiste en la mansedumbre y en la paciencia, porque es preferible esconder y no mostrar a todos (venga o no a cuento) lo bueno que se posee para no caer en vanagloria, pero esto es diferente a esconder o enterrar los talentos regalados por Dios que humildemente, con sencillez, deben ser entregados y desgastados por el bien de la Iglesia. La modestia es la cualidad más apropiada para el cristiano, y encuentra su ejemplo en Santa María:

 
“María, en cambio, cuanto mayor era su dignidad, más se humillaba en todo y más que todos. Con razón la última ha llegado a ser la primera, pues era la primera de todos y se hizo la última. Con razón se ha convertido en señora de todos, la que actuaba como esclava de todos. Y con razón ha sido ensalzada sobre los ángeles... Hijos míos, practicar esta virtud si amáis a María; si queréis complacerla, imitad su modestia; es la cualidad más humana y más propia del cristiano” (S. BERNARDO, Dom. dentro de la Octava de la Asunción, 11).