sábado, 16 de septiembre de 2023

La respuesta son los santos (Palabras sobre la santidad - CXII)



            La santidad es profundamente provocadora, a nadie deja indiferente la presencia de un santo que nos remite a Dios y cuestiona sin palabras un modo de vivir cristiano anodino, mediocre, rutinario.



            La santidad es creativa porque están muy atentos los santos a las mociones del Señor, a las inspiraciones del Espíritu Santo para entregarse, para darse, para ofrecer respuestas originales a las necesidades de su tiempo, sin temor ante la reacción de desconfianza o prejuicio de los hombres.

            Ellos son entonces la respuesta de Dios a las necesidades y desafíos de la Iglesia. Son la respuesta más completa que puede dar la Iglesia.

            La Iglesia, su organismo sacramental, su magisterio vivo, su gobierno pastoral, su forma de vivir en comunidad, está por completo al servicio de suscitar y acompañar la santidad de sus hijos: ¡sólo para eso!, ¡nada más y nada menos que para eso!


            Lo que la Iglesia puede y debe ofrecer al mundo para la vida y la salvación del mundo es una floración abundante de santos. La misión última de la Iglesia no es favorecer un nuevo orden mundial, paganizado. No es lanzar proclamas ecologistas, ni realizar tareas humanitarias de suplencia ante las carencias de los Estados ni acrecentar el irenismo en el que todo vale porque ya nada vale ni es verdadero (el relativismo). Nada de esto es lo que la Iglesia puede ofrece para salvar el mundo.

            Tampoco una pastoral que no conduzca a la santidad, porque sería una pastoral vacía, muerte desde su inicio: reuniones que son mera exposición e intercambio de sentimientos de unos y otros, revisiones constantes de planes pastorales que parecen una lista de objetivos empresariales, una formación o catequesis que sólo son experiencias y opiniones de los asistentes… con una liturgia desacralizada donde sólo se celebran a sí mismos, con un tono horizontal, no trascendente, mera fiesta humana. Esta pastoral está fracasada: no crea hombres nuevos, convertidos, con sentido eclesial, sólida formación, cultura católica, gusto por la liturgia, oración constante, apostolado en el mundo. Ante la más mínima dificultad, se vienen abajo; ante un simple traslado de sacerdotes, se sienten desarraigados y abandonan (porque se cultivó una relación personal excluyente, no eclesial); ante una exigencia de radicalidad, no saben responder; ante la cruz o la enfermedad, se derrumban sin tener respuestas ni certezas. ¿Esa pastoral se puede seguir manteniendo? ¿No vemos sus nulos resultados?

            ¡La respuesta son los santos! Ante la apostasía silenciosa, la Iglesia sólo puede ofrecer nuevos santos, engendrar nuevos santos, no nuevos planes pastorales y reuniones. Ante la secularización agresiva de la sociedad y la cultura, la respuesta que debe dar la Iglesia es una nueva generación de santos. Ante la necesidad de una nueva evangelización, la respuesta son los santos, que fueron los más auténticos evangelizadores, no simplemente multiplicar eventos y católicos encerrados en sus ambientes eclesiales, girando en torno a sí mismos, con clara autosatisfacción.

            Y como la respuesta son los santos, hay que vigilar y proveer para que la Iglesia despliegue su mejor pedagogía de la santidad en la catequesis, en la predicación, en la escuela, en la dirección espiritual, en la formación permanente, en el estudio de la teología, en la vida parroquial entera. Ésta sí será verdadera pastoral y entonces la Iglesia podrá remontar y responder a los desafíos. No estará jugando ni perdiendo el tiempo. Todo en función de la santidad (porque si no, no vale) ya que la respuesta son los santos.

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