domingo, 28 de marzo de 2021

Reverencia y reverencias (Sacralidad - IX)



Centro de todo, protagonista absoluto de la liturgia, es Jesucristo y su Misterio pascual (cruz y resurrección) que se hacen presentes. Nada debe entorpecer esto, nada oscurecerlo, nada impedirlo.

            Todo en la liturgia debe estar medido, y gozar de prudencia, discreción y sentido común, para que sólo destaque el Señor, ni siquiera el sacerdote que debe ser tan humilde que sea mediador, nada más, y se ajuste a las partituras de esta sinfonía, es decir, que se ajuste y realice todo y sólo lo que marcan las normas litúrgicas, sin las notas disonantes que a él se le puedan ocurrir y que chirrían en la liturgia. Así el propio sacerdote “desaparece” y se convierte únicamente en instrumento y servidor.



            En el momento en que se reviste con las vestiduras litúrgicas para oficiar, él debe desaparecer, revestirse sólo de Cristo y no de sí mismo, y con profundo espíritu de fe, permitir que sólo Cristo sea el centro de todo: sus actitudes, su devoción, sus gestos e inclinaciones, su silencio y su mesura, permitirán que nadie se distraiga de lo fundamental, sino que todo transcurra, sin espectáculo alguno, en clima de fe sobrenatural. ¡Esto es profundamente “pastoral”!, porque esto sí conduce a todo el rebaño de Cristo a buscar y vivir sólo del Buen Pastor y apacentarnos en sus pastos, no en la hierba envenenada de los protagonismos, espectáculos y desacralización.

            Ha de brillar la gracia, no el propio sacerdote. Ha de brillar el Misterio, no el sacerdote micrófono en mano, improvisando, alterando la liturgia, de modo desenfadado y casi vulgar, como en una feria popular, en una tómbola ruidosa y llamativa.

            “La celebración litúrgica es canal y cauce de la gracia de Dios, lo que nos obliga a preguntarnos si en la celebración litúrgica se realiza esta comunicación misteriosa de la salvación de Cristo a los hombres; con otras palabras, la buena celebración litúrgica es siempre fructuosa, porque es siempre una celebración verdadera, que permite a la asamblea entrar en el propio perfeccionamiento, conociendo quién es uno y quién debiera ser. Pero esta fructuosidad presupone la ascesis de los celebrantes y de la asamblea y la confesión de la verdadera fe en el acto celebrativo, que da fuerza y creatividad, pues aparece no la exaltación del yo, el protagonismo, sino la adoración de Dios” (Fernández, P., La sagrada liturgia, 260).

viernes, 26 de marzo de 2021

La ira (S. Basilio - y VII)

Sabiendo entonces reconocer qué es la ira, cómo brota y los males que acarrea, habremos de dominar en nosotros tal impulso ciego.

Por si no bastaran los argumentos que S. Basilio ha ido ofreciendo, acudamos al ejemplo mismo de nuestro Señor y de los santos: cómo dominaron la ira, aun cuando estaban siendo escarnecidos, maltratados, injuriados.


Pero la respuesta ante tantos ataques fue la humildad, la mansedumbre, y no la respuesta airada, ni la palabra hiriente ni el gesto ofensivo.

            n. 7. Entonces, ¿de qué modo no ha de alcanzar la pasión lo que no debe? ¿Cómo? Si aprendes la humildad que el Señor dispuso de palabra y demostró con sus obras, bien cuando dijo: El que quiera ser el primero entre vosotros, sea el último de todos, o bien cuando soporta benigna y tranquilamente a quien lo hiere. El Creador y Señor del cielo y de la tierra, el que es adorado por toda criatura racional y sensible, el que sostiene todo con su palabra poderosa, no envió al impío vivo al infierno, abriendo bajo él la tierra, sino que le advirtió y le enseñó: Si he hablado mal, da testimonio de ello, pero si bien ¿por qué me hieres?. Ciertamente, si te habitúas a ser el último de todos conforme al mandato del Señor, ¿cuándo te enfadarás, como si ultrajasen tu dignidad? Cuando un niño pequeño te insulta, sus insultos te causan risa, y cuando un demente te dice palabras injuriosas, lo consideras más digno de piedad que de odio.

miércoles, 24 de marzo de 2021

Sentencias y pensamientos (XX)



5. Tu corazón, inflamado en santos deseos, quiere amar, ¡amar!, la perfección de todo que es el amor. Vivir cada instante en el amor es posible con la Gracia, la Eucaristía (celebrada y adorada en el Sagrario) y la plegaria, que yo traduciría en reír con los que ríen, llorar con los que lloran, hacerse todo a todos, sufrir con todos, ser un pequeño cascabel de alegría para los demás, servir a todos (en la medida de lo posible) en aquello que necesiten; una sonrisa, un gesto, una delicadeza... El amor es creativo e inteligente para expresarse y darse a los demás. Y para ti, el Sagrario, donde hallarás al Amor de los amores.





6. [Para contemplativas:] Siempre digo que la clausura es para personas muy maduras, porque si no, infantiliza, se vuelve uno un crío, donde está pendiente de pequeños detalles y cosas de los demás y hace un mundo de insignificancias. La clausura es para corazones maduros y libres, que se entregan al Señor y saben volar. Edith Stein decía en un pasaje de una obra suya que los muros de la clausura son muy altos, que quedaba como única solución para crecer, echar buenas raíces, y crecer hacia lo alto, hacia Dios desde lo interior.



7. Si los deseos son santos, vienen acompañados de paz y alegría, aunque experimentemos que no estamos a la altura de nuestros deseos santos; pero esos deseos los inspira el Señor.




lunes, 22 de marzo de 2021

La ira (S. Basilio - VI)

Hay una cólera, que san Basilio valora como buena, en lo referente al bien: lucha por el bien, sin atisbo de ira, y sin entremezclarlo con el orgullo herido.

Esa cólera buena es celo por las cosas del Señor, valor para afrontar lo que Él determine. Pero nada tiene que ver con la ira que arrasa contra todos y contra todo.

Sus matices y discernimiento los expone así:



            n. 6. Así pues, no convirtamos en ocasión de pecado para nosotros mismos lo que el Creador nos ha dado para nuestra salvación. Así también la cólera produce valor, paciencia y fortaleza, cuando es suscitada como conviene; pero si obra contra la recta razón, se convierte en locura. Por eso, también el Salmo nos advierte: Irritaos, mas no pequéis. El Señor extiende su juicio contra el que se encoleriza sin motivo, pero no rechaza que contra estas cosas sea necesario servirse de la ira como de una especie de remedio, pues aquello de pondré enemistad entre ti y la serpiente y lo de enemistaos con los madianitas, es propio de quien enseña a servirse de la cólera como de un arma.

           Por eso, Moisés, el más benigno de todos los hombres, para castigar la idolatría, armó las manos de los levitas, para que mataran a sus hermanos: Cíñase cada uno su espada al costado –dijo-; pasad y repasad por el campamento de puerta en puerta, y matad cada uno a su hermano, a su amigo y a su pariente. Y a continuación se añade: Y dijo Moisés: Llenasteis hoy vuestras manos para el Señor, cada uno en vuestro hijo y en vuestro hermano, sobre vosotros caiga la bendición.

sábado, 20 de marzo de 2021

Jesucristo, Hijo único de Dios



La reflexión de la Iglesia nunca dejó de profundizar en el ser y en la misión de Jesucristo porque se jugaba ahí la verdad, el sentido y el alcance de la propia redención. Los primeros concilios –Nicea, Éfeso, Calcedonia, los de Constantinopla- fueron fijando con precisión el contenido de la fe mediante la formulación de los dogmas, para señalar la verdad sobre Cristo rechazando los errores. Lo definido en estos Concilios queda reflejado en el Credo: “Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos... engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre...”. Sin embargo, siguen dándose formas erróneas, reducciones cristológicas que se extienden mucho pero no responden a la fe de la Iglesia; algunas de estas reducciones han alcanzado gran difusión y han perturbado la fe sencilla de los católicos.



            a) Cristo sólo en el pasado

            Para algunos, Jesucristo es un personaje del pasado, de una historia que aconteció y que rememoramos una y otra vez, hacemos memoria de él, pero al igual que nos podemos acordar y acercar a cualquier personaje de la historia. Lo miramos lejano, consideramos la santa Misa como un ejercicio de memoria colectiva, y se olvida su santa resurrección, es decir, que realmente está vivo y glorioso, que no es simple memoria la Misa, sino presencia real del Señor, que de nuevo se hace presente, amable, cercano y salvador. 

Nos hemos fijado sólo en su vida terrena, en su dolor y pasión, vinculando la fe a la devoción a una imagen concreta de Cristo, sin vivir una plena relación personal de comunión y amistad con Jesucristo glorioso. Es significativo y triste, la ausencia de una espiritualidad pascual y el modo irrelevante de vivir los cincuenta días de Pascua, incluso la poca asistencia y participación en la liturgia anual más solemne, la santa Vigilia pascual. Para muchos, que Cristo haya resucitado no les significa nada, incluso les daría igual. Muchos católicos piensan y viven como si Cristo hubiese quedado para siempre enterrado; todo terminado en el Sábado Santo. La relación con Dios es difusa, piensan y hablan de un Ser superior, Alguien más allá, pero no lo experimentan como Padre de nuestro señor Jesucristo. 

miércoles, 17 de marzo de 2021

La ira (S. Basilio - V)

Hay que frenar, siempre y en todo momento, la ira.

Se puede sentir el movimiento interno de la ira, el enfado que va a estallar, pero se puede domar, como a un potro salvaje, para mantener el semblante tranquilo y la palabra amable.

Los ejemplos de las Escrituras y las exhortaciones paulinas piden ese dominio de uno mismo para no ceder ante ningún movimiento interior de ira, por más que pensemos que hasta podría estar justificada.


            n. 5. Que cada una de estas consideraciones penetre en tu mente y calme tu exasperación. En verdad, tales preparaciones y disposiciones conducen los razonamientos a la estabilidad y a la tranquilidad, como si suprimieran los sobresaltos y pulsaciones del corazón. Esto era seguramente lo que expresaba David: Estoy preparado y no estoy perturbado.
  
          Así pues, conviene calmar ese frenético y terrible movimiento del alma con el recuerdo de ejemplos de varones justos. ¡Con cuánta indulgencia el gran David soportó la impertinencia de Semei! Ciertamente, no dio ocasión a que la ira lo exaltase, sino que volviendo su mente a Dios, dijo: El Señor dijo a Semei: Maldice a David. Por eso oyéndose llamar sanguinario e inicuo, no se irritó contra aquél, sino que se humilló a sí mismo como si se le adjudicara el insulto con justicia.

domingo, 14 de marzo de 2021

Comunión con Roma (S. Cipriano)

En la mens de san Cipriano, expuesta en su obra "La unidad de la Iglesia", toda Iglesia local, así como el episcopado universal, debe mantener la unidad, la comunión, con Roma, con el Papa, con el sucesor de Pedro.



La Iglesia de Roma es para Cipriano "matriz y raíz de la Iglesia Católica" (Epist. 48,3), y la califica como "la cátedra de Pedro e Iglesia principal de la cual deriva la unidad episcopal" (Epist. 59,14). 

Reconoce Cipriano una cierta autoridad al obispo de Roma como garante de la unidad del episcopado, mas esta "cierta autoridad" no es una primacía de jurisdicción, sino una primacía de honor, situando al obispo de la sede romana como "primum inter pares." Así "cuando Pedro que había sido elegido el primero por el Señor y sobre quien edificó su Iglesia, tuvo aquella controversia con Pablo sobre la circuncisión, no reclamó arrogantemente ninguna prerrogativa ni se mostró insolente con los demás diciendo que tenía el primado y que debía ser obedecido" (Epist. 71,3).

 Este primado de Roma no ejerce jurisdicción en las Iglesias, puesto que cada obispo es independiente en su Iglesia. "cada obispo manda y gobierna a su manera, con obligación de dar cuenta de su conducta a Dio" (Epist. 55,21) ya que "lo que fue Pedro lo eran también ciertamente los demás apóstoles, dotados de igual participación de honor y potestad, pero el origen proviene de la unidad, a fin de que la Iglesia de Cristo se muestre una sola... Quien no mantiene esta unidad de la Iglesia, ¿cree que mantiene la fe?" (De Unit. Eccl. 4). Estos son los pastores nuevos que iban a suceder a los pastores antiguos (Test. I, XIV), los que muestran que la Iglesia es una. 

viernes, 12 de marzo de 2021

La ira (s. Basilio - IV)

La ira no permite acceder al Reino de Dios, sólo la mansedumbre..

Nunca es justificación que el otro nos provoque o ver en el otro ira y cólera, y querer responder poniéndonos a su nivel, igualmente ciegos como él.

Realmente, nunca hay justificación que nos permita encendernos de ira.




            n. 4. ¿Qué más hay que decir? Al iracundo su maledicencia le cierra el reino de los cielos, pues los injuriosos no heredarán el reino de Dios; a ti, en cambio, el silencio te prepara el reino, pues el que persevere hasta el final, ese se salvará; pero si te vengas y te enfrentas de igual manera contra el injurioso ¿cómo te excusarás? ¿Qué él te provocó primero? Y eso ¿qué perdón merece? En verdad, ni aunque el libertino impute la culpa a su compañera, porque lo incitó al pecado, es por ello menos digno de condena.


            No hay coronas sin contrincantes, ni derrotas sin adversarios. Escucha a David, que dice: Mientras estuvo ante mí el impío, no me irrité ni me vengué, sino enmudecí, me humillé y guardé silencio por las cosas buenas. En cambio, tú te exasperas por la ofensa como por un mal, pero de nuevo le imitas como si fuera un bien; pues mira, haces lo que repruebas.


miércoles, 10 de marzo de 2021

Espiritualidad de la adoración eucarística



Puesto que la santidad y la oración son objetivos prioritarios pastorales para “Caminar desde Cristo” según la NMI, el culto eucarístico ayuda, ¡y mucho!, a plasmar este itinerario. 



Todo en la Iglesia, absolutamente todo, “debe situarse el camino pastoral que es el de la santidad” (NMI 30), como “urgencia pastoral” (ibíd.) y la Eucaristía  adorada nos hace ir por ese “alto grado de vida cristiana” (NMI 31) que es la santidad, “plenitud de la vida cristiana y perfección del amor” (cf. NMI 30).

 Para una verdadera y sabia pedagogía de la santidad” (NMI 31), “es necesario un cristianismo que se distinga ante todo en el arte de la oración” y además es preciso “aprender a orar”, “desarrollando un diálogo con Cristo que nos convierte en sus íntimos” (cf. NMI 32).

La misma adoración eucarística nos permite “aprender esta lógica trinitaria de la oración cristiana, viviéndola plenamente ante todo en la liturgia, cumbre y fuente de la vida eclesial, pero también de la experiencia personal, es el secreto de un cristianismo realmente vital” (NMI 32).

El culto eucarístico está muy en la órbita y NECESIDAD de vivirlo (y ofrecerlo) al inicio del Tercer Milenio, y es camino de Iglesia.          
          

lunes, 8 de marzo de 2021

La ira (s. Basilio - III)

Para no caer en la ira, hay que ser calmado y templado ante las injurias de los demás, pensando que solamente son palabras y, siendo indiferentes, no pueden dañarnos.

El dominio de uno mismo pasa por "pensar", utilizar el raciocinio, en vez de ceder ante la pasión y el impulso que salta y ciega.


            "n. 3. No curéis un mal con otro mal ni intentéis superaros unos a otros en hacer daño. En los conflictos graves es más digno de compasión el que vence, porque se lleva la mayor parte del pecado. No pagues, pues, un mal favor, ni te hagas peor deudor de una mala deuda. ¿Te ha injuriado el iracundo? Resiste al mal en silencio. Recibe en tu corazón la ira del otro como un torrente e imita los vientos, que con su soplo rechazan lo que les es arrojado.

            No tengas a tu enemigo por maestro, ni emules aquello que odias. No seas como un espejo del irascible, mostrando en ti mismo su imagen. Él se enciende, y tú ¿no te has encendido? Sus ojos arrojan sangre, y los tuyos, dime, ¿miran serenamente? Su voz es bronca, ¿la tuya es amable? Ni el eco en los desiertos regresa tan perfectamente al que lo pronunció como los insultos se vuelven contra el que injuria. Es más, el eco vuelve tal cual, pero el insulto retorna aumentado.

viernes, 5 de marzo de 2021

"Te rogamos, oyenos" - II (Respuestas - XXII)



4. La oración de los fieles, aunque parezca una obviedad, es la oración de todos los fieles presentes: “Te rogamos, óyenos”, “Señor, escucha y ten piedad”… Cuando todos oran juntos así, entonces se está realizando la oración de los fieles.

            Pero ha ocurrido un desplazamiento insano: parece y se ha asumido que la oración de los fieles es la petición que se lee; que oración de los fieles es que algunos fieles pueden -¡como un derecho!- leer una petición para intervenir (“participar”, lo llaman confundiendo qué es participar y qué es intervenir). Es camino equivocado.


  
          Se ha desplazado lo importante hacia algo muy secundario; de importar la oración en común de todos a una indicación-monición que orienta, a dar todo el peso o importancia a que sean muchos (o varios) lectores los que lean la correspondiente petición. “De los fieles” no es sinónimo de que varios fieles tengan que leer las peticiones, sino de que todos los fieles oren juntos. ¿Se ve con claridad cómo ha cambiado en la práctica realmente el enfoque?

            En las liturgias orientales, siempre y exclusivamente es un diácono, y solo un diácono, quien enumera las intenciones, normalmente breves, para que el pueblo santo ore y encomiende; también así, con un diácono, lo señala el rito hispano-mozárabe en sus dípticos.

miércoles, 3 de marzo de 2021

La ira (S. Basilio - II)

Uno de los siete pecados capitales, y suele ser habitual caer en él, es la ira, con explosiones de cólera. Es un pecado muy irracional, pues nubla la mente y se deja llevar por la pasión.

  
          2. "¿Quién podrá describir este mal? Los propensos a la cólera, encendida con cualquier excusa, gritan, provocan y atacan más abiertamente que cualquier animal venenoso; no desisten hasta que la ira ha estallado en ellos como una burbuja y hasta que la inflamación se ha disipado por este gran e implacable mal. Ni el filo de la espada, ni el fuego, ni cualquier otra cosa por terrible que sea, es capaz de contener un ánimo encendido por la ira; son igual que los poseídos por el demonio, de los que en nada difieren los iracundos, ni en el aspecto, ni en la disposición del ánimo.

           En efecto, a los que anhelan la venganza les hierve la sangre en derredor del corazón, como excitada e inflamada por la fuerza del fuego. Cuando sale al exterior, muestra al colérico en una forma distinta a la acostumbrada y conocida por todos, mudada como una máscara teatral. Se desconoce su mirada propia y habitual, y su expresión extraviada despide fuego; afila sus dientes como los jabalíes cuando embisten; su rostro se encuentra lívido y enrojecido; la masa de su cuerpo se hincha; sus venas estallan, se altera su espíritu por la tempestad interior; su voz es áspera y tensa, y sus palabras inconexas y proferidas al azar, pronunciadas sin lógica, sin orden, sin acierto. Cuando se encienden hasta el colmo de su exasperación, lo mismo que una llama con abundancia de combustible, entonces se ven espectáculos que ni con palabras se pueden contar, ni en realidad se pueden soportar.