martes, 24 de enero de 2023

Las unciones (Acciones sacramentales - II)



            El aceite siempre tuvo en la antigüedad una gran importancia y era usado para dar masajes, como tonificador, como elemento curativo.



            En las Escrituras

            a) El aceite es considerado, junto con el trigo y el vino, como signo de bienestar y de las bendiciones de Dios. "Aceite perfumado alegra el corazón, la dulzura del amigo consuela el alma" (Prov 27,9), "ved qué dulzura y qué delicia, convivir los hermanos unidos: es ungüento precioso en la cabeza" (Sal 132).

            b) El aceite es signo de la fortaleza que otorga Dios: "tus enemigos perecerán... pero a mí me das la fuerza de un búfalo y me unges con aceite nuevo" (Sal 91).

            c) El aceite derramado por la cabeza era el signo de la consagración que Dios otorgaba a una persona. Así David fue ungido rey (1Sm 16,13), Aarón como Sumo Sacerdote (Ex 29,4), Eliseo como profeta (1R 19,16).

            d) Se ungen también los lugares destinados al culto y a la liturgia para que sean santificados: Tienda, Arca, Mesa de los Sacrificios, el Templo (Lv 8, Ex 30).

domingo, 22 de enero de 2023

Mística del silencio: San Juan de Ávila (Silencio - XV)



El silencio es una actitud del corazón que necesita un cierto ambiente externo que lo favorezca y proteja.

            El silencio de las facultades humanas (memoria, inteligencia y voluntad) ante la grande de Dios es ya una forma de alabarlo y glorificarlo. Es silencio de adoración y admiración: “Y este silencio es honra muy propia de Dios, porque es confesión que se le deben tales alabanzas, que son inefables a toda criatura” (AF 31).



            La misma oración, en muchísimas ocasiones, más se ha de expresar con el silencio que con las palabras; esto es así porque las facultades humanas son más movidas por la gracia que por el propio esfuerzo de concentrarse:

            “De tal manera obrad vuestro ejercicio que estéis arrimada a las fuerzas del Señor, que os ayuda para pensar. Y, si esto no supiéredes hacer, y sentís que la cabeza o sienes sienten trabajo notable, no prosigáis adelante, mas sosegaos, y quitad aquella angustia del corazón, y humillaos a Dios con sosiego y simplicidad, pidiéndole gracia para pensar como Él quiere” (AF 75,2).

viernes, 20 de enero de 2023

La liturgia en la unidad de la Iglesia



La liturgia es la vida de la Iglesia y expresa la unidad de la Iglesia. La unidad de rito es expresión de esa unidad interior, de esa nota de la misma Iglesia. Por eso la liturgia pertenece a la Iglesia, no a nadie particular ni a ningún sujeto privado, y es la Iglesia la que reglamenta la liturgia y la ofrece así íntegra a todos.

            En este sentido, en esta dirección, hay afirmaciones tajantes de la constitución Sacrosanctum Concilium que han sido postergadas, silenciadas, ignoradas, sustituidas por una afirmación del etéreo “espíritu del Concilio” donde se magnifica la adaptación de cada cual, la improvisación, la innovación, las modificaciones, los cambios. La liturgia –según ese “espíritu del Concilio”- como es una “fiesta” pertenece al grupo, comunidad, asamblea, que puede recrear la liturgia constantemente y lo justifica señalando que es “por pastoral” porque “la liturgia no es pastoral”. Pero nada de esto se encuentra ni se puede justificar con el Concilio Vaticano II. Más bien hallamos todo lo contrario.


            1. Ya es significativo que este Concilio dedique una Constitución “sobre la sagrada liturgia”, y la califique así, “sagrada”, como algo santo y no manipulable. Expresión ésta que repetirá varias veces a lo largo del documento (título del cap. I; nn. 9, 12, 13, 14, 15, etc.).

            La sagrada liturgia es presentada como acción de Cristo y de la Iglesia. Pertenece la sagrada liturgia a todo el cuerpo eclesial, a la Iglesia misma, porque su naturaleza es eclesial. A la Iglesia misma “le corresponde de un modo particular proveer a la reforma y al fomento de la sagrada liturgia” (SC 1).

            Cristo y la Iglesia realizan juntos la obra de la liturgia: “el Cuerpo místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro” (SC 7), de forma que la liturgia es vivida por la Iglesia de un modo santo: “por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia” (SC 7).


miércoles, 18 de enero de 2023

La virtud de la humildad (III)

5. Humildad muy elevada es la de quien es pobre de espíritu, y pone su vida entera en las manos de Dios, con gran desprendimiento, viviendo en el abandono más perfecto (dentro de lo limitado de nuestro ser humano), dejando que la vida, las circunstancias, los problemas, la cruz, todo, lo lleve y resuelva el Señor, confiando plenamente en Él. 



Es una gran libertad de espíritu para vivir desprendidos, poniendo toda la confianza en el Señor. Este abandono sólo lo puede hacer el humilde, pues el soberbio pretende en todo llevar las riendas de su vida y se alza orgulloso contra Dios protestando y rebelándose.

Una preciosa definición de la pobreza de espíritu unida a la verdadera humildad, la da S. Juan de Ávila en uno de sus sermones: 


“¿Quién es pobre? Pobre es aquel que desconfía de sí mismo y confía sólo en Dios; pobre es aquel que desconfía de su parecer propio y fuerzas, de su hacienda, de su saber, de su poder; aquel es pobre que conoce su bajeza, su gran poquedad; que conoce ser un gusano, una podredumbre, y pone juntamente con esto su arrimo sólo en Dios y confía que es tanta su misericordia, que no le dejará vacío de consolación. Los deseos de estos tales oye Dios” (Serm. 27 Domingo infraoctava de la Ascensión).

lunes, 16 de enero de 2023

Dimensión espiritual de la liturgia (Nicolás Cabasilas)

En "Explicación de la divina Liturgia", de Nicolás Cabasilas, hallamos cómo, para educar en la verdadera espiritualidad litúrgica, se comenta desde los mismos textos y ritos.

Pero los comentarios que ofrece no están cargados de alegorías complicadas, ni tampoco son comentarios de corte moral.




La liturgia, fuente de espiritualidad, es comentada en el orden dogmático, en las verdades de fe que contienen y se expresan y en el orden espiritual o modo de vivir santamente.


Veamos solamente algunos ritos de la Divina Liturgia resaltando la dimensión espiritual que el autor comenta.

*  En las otras fórmulas para la oblación, después de la preparación del pan con los misterios del Salvador, se indica la fórmula y se explica: 

     “¿Qué significa esto? Que la acción de gracias a Dios y la súplica constituyen la ocasión, el motivo de la presentación de las ofrendas... Esto es lo que sucede de manera manifiesta en cuanto a las oblaciones y ofrendas presentadas a Dios con estas dos intenciones: es porque ya hemos recibido y es a fin de recibir que damos gracias a Dios o le suplicamos. Acción de gracias por los favores recibidos, súplicas por los favores que vamos a recibir, de tal manera que las oblaciones son a la vez eucarísticas e impetratorias” (X, 5. 6). Así se indica el modo de ofrecer y disponerse.

sábado, 14 de enero de 2023

Lenguajes de la gloria del Señor: la nube



         Recorriendo las Escrituras, podemos ir descubriendo un rico y amplio lenguaje bíblico para irnos describiendo la gloria del Señor. En un breve análisis, veamos los distintos términos.




La nube:

         Tanto en el libro del Éxodo como en Ezequiel, la gloria del Señor (kabod Yahvé) se manifiesta en forma de nube que lo invade todo y lo llena todo, una presencia que es bien visible a los ojos de todo el pueblo de Israel.

         La nube tiene unas características que son propias[1], en las que cabe destacar su volumen; no es una cortina de humo, es algo más que tiene consistencia en sí mismo y que no permite que haya nadie en el espacio sagrado; Moisés no podrá entrar en el Santuario "pues la nube moraba sobre ella y la gloria de Yahvé llenaba la Morada" (Ex 40, 35) y, por eso, los sacerdotes no podrán oficiar cuando llegue la nube al templo (1Re 8,11), nube que se describirá siempre como "densa" (Ex 20,21).

jueves, 12 de enero de 2023

Formación litúrgica más profunda (y II)



3. Y así, para una formación litúrgica, de manera cíclica, volviendo una y otra vez, un año tras otro, se recuerda que “puede ser útil tratar del año litúrgico y explicar sus diversos tiempos a medida que son celebrados. Así también el estudio de la liturgia de los sacramentos se podrá unir convenientemente con el estudio de su teología”[1].


            Por eso:

            a) Cada ciclo litúrgico requiere ser presentado cada año: sentido que tiene, su historia y formación, ejes de espiritualidad, ritos particulares que pueda tener, estructura, la selección de textos bíblicos en el leccionario, los textos litúrgicos, etc. Esta presentación ayudará a asimilar el desarrollo del año litúrgico, renovarlo anualmente, también en retiros y predicaciones, en homilías y grupos de formación, así como en la asignatura de liturgia.


            b) A la hora de explicar cada sacramento, hay que recurrir también a su liturgia con el respectivo ritual. En cada sacramento se explica su teología, la gracia santificante y particular, la materia y la forma, el ministro, su desarrollo dogmático a lo largo de la historia, su fundamentación bíblica y patrística, etc., pero esto sería incompleto si no se enseñase a vivirlo en su celebración concreta hoy: sus ritos, sus oraciones, los textos litúrgicos. Las asignaturas de teología sacramental deben incluir la liturgia del sacramento con el estudio sosegado del respectivo ritual.

martes, 10 de enero de 2023

Cordero de Dios - y II (Respuestas - XLIV)




3. Al ser un rito que duraba tiempo, como hemos visto, pronto apareció un canto que lo acompañase, apropiado para ese rito eucarístico tan entrañable.

            Por ejemplo, en el rito hispano-mozárabe, el pan se parte (y luego se colocan 9 trozos en forma de cruz sobre la patena evocando cada misterio de Cristo) mientras se canta la “antífona ad confractionem”, la antífona para la fracción. El Ordinario ofrece varias:

            “Cristo, acuérdate de nosotros en tu reino, y haznos dignos de tu resurrección”.

            “Acepta, Señor, en tu presencia nuestro sacrificio, y sea de tu agrado”.


            “Danos, Señor, la comida a su tiempo, abre tu mano, y sacia nuestras almas con tus bendiciones”.

            “Descienda sobre nosotros, Señor, tu misericordia, como la esperamos de ti”.

            Y en el santo tiempo pascual: “Venció el león de la tribu de Judá, la raíz de David, aleluya”.

            El rito romano introdujo a finales del siglo VII una letanía de origen griego: “Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo”. Según el Liber pontificalis, un Papa de origen griego, Sergio I (687-701) fue quien introdujo esta letanía.

domingo, 8 de enero de 2023

Santidad, reforma y pecado en la Iglesia (Palabras sobre la santidad - CIV)



            El tema da para mucho: una Iglesia santa que contiene y experimenta el pecado en su interior y que continuamente debe reformarse. Sí, reformarse, ¿pero hacia dónde?, ¿en qué sentido?, ¿en qué dirección?, ¿en qué condiciones? Y también: ¿quiénes llevan a cabo una reforma verdadera?, ¿quiénes serán capaces?



            La Iglesia es santa, hermosamente santa. Es la Esposa de Cristo, “revestida con oro de Ofir” (cf. Sal 44). Si la Iglesia es en sí misma santa e infalible, sólo puede serlo porque es de Dios y en cuanto es de Dios, no como construcción humana o mera comunidad de seguidores de Jesús, como algunas malas eclesiologías propagan. Lo que es de Dios, lo que a Él le pertenece es santo porque recibe de su misma santidad.

            La Iglesia es santa porque es de Dios. “La santidad de la Iglesia y la de los fieles se apoya siempre en lo que en ellos es de Dios, pero comporta un estatuto de mayor interioridad; hay una comunicación real de la santidad de Dios a la Iglesia y a los fieles. De hecho, la Iglesia antigua ha tenido conciencia de sí misma como organismo de vida espiritual comunicada desde lo alto. Sea cual fuera la fecha en que se dio a sí misma el predicado de “santa”, ha sido el primero por el que se la caracterizó: es verdaderamente la santa Iglesia” (Congar, Y. M., Verdadera y falsa reforma en la Iglesia, Salamanca 2014, 91).

miércoles, 4 de enero de 2023

Bautizar - imposición de manos (Acciones sacramentales - I)

La liturgia es un conglomerado muy amplio donde se unen diversos elementos para formar el culto cristiano. No sólo palabras (oraciones) y silencios, sino también la liturgia son acciones sacramentales, acciones que deben ser expresivas, significativas, elocuentes. La liturgia la componen elementos materiales (agua, incienso, ceniza, velas, anillos, manteles...) así como ritos y gestos (bendecir, imponer las manos, velar, arrodillarse, besar, etc.). Todos estos elementos del culto cristiano requieren su mistagogia para vivirlos y entenderlos. Así comenzaremos una larga serie de catequesis en tres grupos: 1) Acciones sacramentales, 2) Elementos materiales, 3) Ritos y gestos.

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            Bautizar es todo un signo. Por una parte el agua es signo de limpieza, y en el bautismo se lavan y se borran todos los pecados. Por otra parte también es signo de la Pascua, pasar por el Mar Rojo para alcanzar la tierra prometida. Igualmente es, siguiendo a S. Pablo, Rm 6, signo de muerte y de vida, es decir, ser sepultado en el agua -la muerte de Cristo- y salir del agua -la resurrección del Señor.

            Siguiendo la simbología paulina, el Bautismo se aplicó en la Iglesia siguiendo dos modos:

                        a) por inmersión: meter a toda la persona en la fuente bautismal tres veces, invocando el nombre de cada una de las personas de la Trinidad en cada inmersión (el neófito se sumerge en la vida de Dios).

                        b) Por infusión: derramar el agua sobre la cabeza del néofito. Es un signo más pobre.

            Con la reforma de la liturgia, los rituales indican que lo normal debería ser por inmersión, más fácil de realizar en el caso de los niños. ¡Cuestión de acostumbrarse! Por la visibilidad del gesto y por su claridad y sencillez, explicar la sepultura y resurrección en Cristo se expresa mejor por la inmersión que por unas pocas gotas de agua en la cabeza.

La Imposición de manos es uno de los gestos más repetidos en la liturgia, muy polivalente, con la elocuente expresividad de unas manos que se extienden sobre la cabeza de una persona o sobre una cosa, a ser posible con contacto físico. Su sentido queda concretado por las palabras que le acompañan:

                        a) "Yo te absuelvo de tus pecados..."

                        b) "Santifica, Señor, estos dones con la efusión de tu Espíritu..."

                        c) "Envía, Señor, la fuerza de tu Espíritu sobre estos siervos tuyos..."

                   d) "Envía sobre ellos la gracia del Espíritu Santo, para que tu amor, derramado en sus corazones, los haga permanecer fieles en la alianza conyugal".

            Es un gesto heredado de la Escritura y de la liturgia sinagogal. A veces significa bendición, como Jacob bendice a sus nietos Efraín y Manasés (Gn 48,14-16); otras veces es la consagración para una tarea, como Moisés que le impone las manos a Josué (Nm 27,18-23), o la identificación con el sacrificio, así el Sumo Sacerdote impone las manos sobre el animal que se va a sacrificar significando a todo el pueblo que se ofrece a Dios (cf. Lv 1,4; 3,2).

            También aparece en el NT, como bendición: Jesús imponía las manos a los niños (Mt 19,13-15); también es signo de curación, como Jairo le pide a Jesús para su niña (Mc 5,23). Es signo y transmisión del Espíritu para una misión: "hicieron oración y les impusieron las manos" (Hch 6,6) enviando a Pablo y Bernabé a evangelizar. Y consagración del hombre a Dios, como iniciación cristiana: "les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo" (Hch 8,17). Con la imposición de manos también se cura y se atiende a los enfermos: Pablo cura a un enfermo imponiéndole las manos: "entró a verle, hizo oración, le impuso las manos y curó" (Hch 28,8-9).

            La imposición de manos es siempre signo del Espíritu Santo que se comunica para curar, enviar, santificar o consagrar.

            La imposición de manos se debe realizar muy lentamente, de forma expresiva, tocando la cabeza de aquellos a los que se les comunica la gracia. Es cercanía de Dios que envía hoy su Espíritu.