jueves, 12 de enero de 2023

Formación litúrgica más profunda (y II)



3. Y así, para una formación litúrgica, de manera cíclica, volviendo una y otra vez, un año tras otro, se recuerda que “puede ser útil tratar del año litúrgico y explicar sus diversos tiempos a medida que son celebrados. Así también el estudio de la liturgia de los sacramentos se podrá unir convenientemente con el estudio de su teología”[1].


            Por eso:

            a) Cada ciclo litúrgico requiere ser presentado cada año: sentido que tiene, su historia y formación, ejes de espiritualidad, ritos particulares que pueda tener, estructura, la selección de textos bíblicos en el leccionario, los textos litúrgicos, etc. Esta presentación ayudará a asimilar el desarrollo del año litúrgico, renovarlo anualmente, también en retiros y predicaciones, en homilías y grupos de formación, así como en la asignatura de liturgia.


            b) A la hora de explicar cada sacramento, hay que recurrir también a su liturgia con el respectivo ritual. En cada sacramento se explica su teología, la gracia santificante y particular, la materia y la forma, el ministro, su desarrollo dogmático a lo largo de la historia, su fundamentación bíblica y patrística, etc., pero esto sería incompleto si no se enseñase a vivirlo en su celebración concreta hoy: sus ritos, sus oraciones, los textos litúrgicos. Las asignaturas de teología sacramental deben incluir la liturgia del sacramento con el estudio sosegado del respectivo ritual.


Pero también la catequesis debe obrar así: un Cursillo prematrimonial debe incluir la catequesis de la liturgia matrimonial sin limitarse a un breve ensayo del consentimiento y entrega de los anillos. O dígase lo mismo de un Cursillo prebautismal para padres y padrino… O la formación permanente de adultos y grupos cristianos en nuestras parroquias cuando abordan los sacramentos.


4. Valga un inciso necesario: Los rituales hay que trabajarlos en la asignatura de liturgia y de sacramentos, así como en formación y catequesis. Para ello hay que reconocer la utilidad y sentido de cada parte del ritual:


1.      Prenotandos: Al principio de cada ritual, los prenotandos ofrecen una teología de cada sacramento, explican la celebración y sus partes, realizan oportunas advertencias pastorales.

2.      Las rúbricas: Son las normas o indicaciones escritas en tinta roja (: rubrum), obligatorias, que señalan cómo se realiza el transcurso de la celebración. La obediencia a las rúbricas posibilita la unidad al celebrar en cualquier sitio evitando el caos de la improvisación y la inventiva particular.

3.      Los textos litúrgicos: Antífonas, oraciones, plegarias, preces, etc., que deben meditarse y exponerse porque reflejan –repitámoslo una vez más- la fe de la Iglesia.


Todas estas líneas, unidas, van marcando un programa de formación y estudio necesario para todos y tanto más urgente cuanta mayor es la necesidad de que la liturgia sea cuidada, se viva bien y santamente, esté llena de unción espiritual y de sentido de Dios, se participe plena, interior, activa y fructuosamente, desterrando cuando entorpece o desfigura la liturgia de la santa Iglesia.



[1] FLS, Apéndice, n. 3.

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