jueves, 31 de julio de 2014

Participar en la liturgia es orar


            Tal vez incluso alguien se sorprenda al identificar estos dos verbos, participar = orar, y sin embargo no hay participación verdadera sin oración y la oración (personal y común en la liturgia) es un modo importantísimo de participación.


            La liturgia es, ante todo, oración, la gran oración de la Iglesia que se une a Jesucristo y participar, por tanto, será orar en la liturgia, orar la liturgia. 

           “La liturgia es también participación en la oración de Cristo, dirigida al Padre en el Espíritu Santo. En ella toda oración cristiana encuentra su fuente y su término. Por la liturgia el hombre interior es enraizado y fundado (cf Ef 3,16-17) en "el gran amor con que el Padre nos amó" (Ef 2,4) en su Hijo Amado. Es la misma "maravilla de Dios" que es vivida e interiorizada por toda oración, "en todo tiempo, en el Espíritu" (Ef 6,18)” (CAT 1073). 

             Y también enseña el Catecismo cómo la liturgia es una de las fuentes de la oración, durante la liturgia misma y después de la liturgia, a modo de prolongación e interiorización:

martes, 29 de julio de 2014

Cristianismo y dolor

El cristianismo no es dolorismo: no ama el dolor por el dolor, ni mucho menos. Más bien, el cristianismo muestra cómo el dolor, el sufrimiento, pueden ser vividos, ofrecidos, otorgándole así un valor redentor, salvífico.

Las presentaciones doloristas del cristianismo, tan en boga en otras épocas y en ciertos ámbitos, no corresponden a la verdad. El cristiano no sufre por sufrir, ni ama el dolor por el dolor mismo. El cristiano sí sabe cómo vivir el sufrimiento y el dolor cuando se presentan. Además, las mortificaciones que pueda (debe) practicar no buscan tanto el dolor, o el fastidio, cuanto el vencimiento de la voluntad, el ejercicio de la reparación y la unión con el Señor crucificado.

El cristianismo es una escuela de vida que tiene por Maestro al Señor Jesucristo. Y vivir, muchas veces, es saber encajar el dolor y el sufrimiento, al que nadie nos prepara, únicamente el Señor nos da lecciones sublimes.

domingo, 27 de julio de 2014

La luz de los santos (Palabras sobre la santidad - V)

Cuando Cristo dice: "Vosotros sois la luz del mundo", y el Apóstol señala que los cristianos son estrellas en el firmamento: "Uno es el resplandor del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en resplandor" (1Co 15,41), vemos estas palabras cumplidas sobradamente en los santos, en cada santo, en su existencia particular, concreta, histórica.



Los santos son luz en el mundo, lámparas en la ciudad, estrellas que no producen una luz propia sino que reverberan la luz que reciben de Jesucristo, Sol de justicia. Así se erigen como luz para nosotros, brillando en la noche del mundo, para que nuestros pasos se encaminan siempre hacia Cristo. Son luz para entender las Escrituras, pues ellos son una plasmación de la Palabra misma; son luz para señalar caminos nuevos de santidad, de comunión y de misión en cada época y generación.

sábado, 26 de julio de 2014

Oración del laicado católico

Es ésta una plegaria escrita por Pablo VI para el Congreso del Apostolado de los laicos en 1967. Podría muy bien ser la oración del apóstol católico, del seglar católico, que lleno de Cristo, respaldado y acompañado por la Iglesia, está ante el mundo y la vida pública desarrollando su vocación laical.


"Nosotros, hombres de este siglo, Laicos del Pueblo de Dios, Católicos deseosos de ser fieles y activos, hijos y hermanos en Tu Santa Iglesia,

Te miramos a Ti, Jesucristo nuestro Señor, Maestro y Salvador de la humanidad, como a la Luz del mundo, e iluminados por Ti, Te pedimos nos hagas comprender este resplandor Tuyo sobre nosotros como una vocación. –Amén.


jueves, 24 de julio de 2014

Magisterio: sobre la evangelización (XVIII)

¿Retomamos para la nueva evangelización algo que hemos perdido?

Lo hicimos en su momento y fue enriquecedor. La cultura recibió magníficas expresiones y formas, transidas de belleza y espiritualidad, cuando la fe buscó cauces de expresión. Una larga historia lo avala, si se recorre con objetividad.


En vez de ser antagónicas, pensando que la fe es subjetividad y sentimiento, y la cultura es objetividad y razón, la alianza de ambas fue fecundísima.

Pero en un cierto momento, fruto de la modernidad y de otras causas, los caminos se bifurcaron sin llegar a encontrarse. La fe se refugió mucho en sus iglesias perdiendo su influjo en la sociedad, su capacidad de belleza en muchos casos,  y la cultura prescindió de la espiritualidad cristiana para transitar senderos que, en muchas ocasiones, acababan en precipicios.

Hagamos memoria.

martes, 22 de julio de 2014

5 años de este blog

Un 22 de julio de 2009 tuvo inicio esta aventura laboriosa: un blog, uno más, en la red, que se abría camino con unas líneas claras.

"Comenzamos" fue el título de la primera entrada.

¿Cuál es el objeto, el tema, el fin de este blog?


Desde luego formar un comunidad virtual, católica, con clara identidad católica, que buscara formarse sólidamente en la doctrina atendiendo a la teología, a la liturgia y a la espiritualidad.

La "declaración de principios" siempre presente en el blog afirma:

"Éste es un blog que pretende ser formación y catequesis de adultos, mistagogia de la liturgia, pensamiento teológico, vida espiritual y aliento para la santidad. Y lo pretende con fidelidad a la Iglesia, al sentir eclesial y a la Tradición. ¡Sé bienvenido!"

 Después de cuatro años en una parroquia impartiendo catequesis de adultos semanalmente (con unas 40 personas aproxidamente), se pensó continuar esa experiencia de otro modo: la red de Internet permite estas cosas. Creamos un salón parroquial virtual para la catequesis de adultos; catequesis una tras otra, a veces diaria y últimamente cada dos días; diálogos y preguntas en los comentarios; el compromiso de rezar unos por otros.

lunes, 21 de julio de 2014

Salmo 110 (2ª parte)

Los salmos son nuestros primeros instrumentos y materia de oración, oración personal y de litúrgica. 


El salmo 110 es una acción de gracias, que brota de la admiración ante lo bueno que es el Señor y ante las cosas maravillosas que hace el Señor. Si miramos de verdad a Dios, el corazón salta de júbilo y alabanza, siempre y por todo.

    En primer lugar, la dimensión cristológica del salmo: todos los salmos hablan a Cristo, Cristo reza los salmos. Cristo dice: “Justicia y verdad son las obras de sus manos”. Dios no es un Dios injusto, no es un Dios parcial, Dios no es un Dios de tinieblas ni de mentira, Dios no ama al que convive con el pecado, Dios ama al que convive con la sabiduría. “Justicia y verdad son las obras de sus manos”.

    Dice Cristo al Padre: “todos sus preceptos merecen confianza”. La palabra de Dios es Palabra viva y verdadera, que, como un tesoro, cuando se proclama nos va dando luz, consuelo, guía. Las Palabras de Dios son palabras verdaderas; las palabras de los hombres son muy falsas: duran hoy y mañana ya no; y andamos con mentiras o con medias verdades. “La Palabra de Dios dura siempre”. “Son estables para siempre jamás” los preceptos del Señor, “se han de cumplir con verdad y rectitud”. Son preceptos de vida. Recordad la propuesta tan tremenda que nos dice el Señor en el libro del Deuteronomio (30,15-20): aquí tienes dos caminos, el camino de la vida y de la muerte, ¡escoge! El Señor, además, nos da a escoger el camino de la vida: libertad, justicia, entrega, pobreza en Cristo, misericordia, abnegación, cruz, resurrección. ¡Escoge! Por eso “los preceptos del Señor son estables”, son buenos para nosotros, sólo tenemos que escoger la vida o la muerte, lo que queramos.

    “Envió la redención a su pueblo”, y la envió en Cristo encarnado en el seno de Santa María. “Envió la redención a su pueblo, ratificó para siempre su alianza”. La ratifica con la sangre de la cruz, la ratifica con la sangre en el cáliz: “sangre de la alianza nueva y eterna”, y el vino ya no es vino, sino el mismo Cristo  entregado.  


domingo, 20 de julio de 2014

Caminando en la voluntad del Señor

Las parábolas del Reino elevan el corazón: vivimos en tensión hacia el Reino de los cielos, vivimos en la esperanza del cielo, sabiendo que, nuestra patria es el cielo, nuestro hogar el cielo y nuestra felicidad, el cielo; o sea, Dios mismo.


El Reino de los Cielos orienta nuestros pasos y, por tanto, Dios mismo nos va guiando paso a paso, día a día, para que nuestra voluntad se oriente según Dios y quede iluminada, no desviándose por el pecado, sino dirigida por la gracia.
¡Caminamos hacia el cielo!

viernes, 18 de julio de 2014

Crecer en el Misterio de la Iglesia

Situémonos en el Misterio de la Iglesia. Sabemos que ella es Misterio, participación en la vida divina, y supera cualquier categoría sociológica que impongamos, pensando en ella en términos humanos: un grupo, una ONG, una estructura social-ética...


La Iglesia es el Pueblo de Dios, el Cuerpo de Cristo y el Templo del Espíritu Santo. En ella nos insertamos, en ella vivimos y en ella crecemos.

"...ser “Pueblo de Dios” en camino, de ser Iglesia, comunidad peregrina en la historia hacia su cumplimiento escatológico en Dios. Esto significa reconocer que la Iglesia no posee en sí misma el principio vital, sino que depende de Cristo, del que es signo e instrumento eficaz. En la relación con el Señor Jesús, esta encuentra su propia identidad más profunda: ser don de Dios para la humanidad, prolongando la presencia y la obra de salvación del Hijo de Dios por medio del Espíritu Santo. En este horizonte comprendemos que la Iglesia es esencialmente un misterio de amor a servicio de la humanidad para su santificación. El Concilio Vaticano II afirmó sobre este punto: “Fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo, que le confesara en verdad y le sirviera santamente” (Lumen Gentium, n.9). Vemos aquí que realmente la Palabra de Dios ha creado un pueblo, una comunidad, ha creado una alegría común, un peregrinaje común hacia el Señor. El ser Iglesia, por tanto, no viene de una fuerza organizativa nuestra, humana, sino que encuentra su origen y su verdadero significado en la comunión de amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: este amor eterno es la fuente de la que viene la Iglesia y la Trinidad Santísima es el modelo de unidad en la diversidad y genera y plasma la Iglesia como misterio de comunión.

miércoles, 16 de julio de 2014

Buen Samaritano, Jesucristo

Los Padres de la Iglesia, fruto de un método de lectura muy concreto y de una meditación sapiencial constantes de las Escrituras, ofrecen interpretaciones de los pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento realmente sabrosas. En todos los pasajes, en todos los acontecimientos, en todas las profecías, en todos los salmos, buscan a Cristo "escondido" bajo la letra.

Las Escrituras se interpretan cristológicamente: tienen por centro a Cristo y sólo hay que escarbar en la tierra del versículo para hallar los tesoros escondidos. Todo en la Escritura se refiere a Cristo, anuncia a Cristo, comunica a Cristo.

Los Padres toman, por ejemplo, la parábola del buen samaritano y la ven como una visión cristológica, una descripción de Cristo sobre sí mismo. Más allá de la letra de la parábola sobre hacerse prójimo, más allá de la lectura moralista (tan en boga hoy, tan cansina) del "compromiso y opción por los pobres", los Padres ven en el buen samaritano al mismo Señor.

Es de admirar el amor de Jesucristo al encarnarse. Vino del cielo a la tierra porque la humanidad estaba apaleada, herida, tirada en el camino. La cargó sobre su propia humanidad, la llevó a la Iglesia-posada, la curó con vino y aceite (sacramentos de la redención) y encomienda al posadero (el ministerio, el Espíritu) el cuidado del género humano convaleciente, hasta que Él vuelva a pagar todo. Mucho tiene que amar Jesucristo para obrar así con nosotros.

San Agustín aludía a esta parábola para explicar la grandeza de la Encarnación:

martes, 15 de julio de 2014

Misionar aquí

Nuestra tierra, España, y en general todo el mundo occidental, es un terreno hoy de misión, puro y duro, casi de misión ad gentes en buena medida. Hay que comenzar una nueva evangelización aquí y ahora, entre nosotros, a poco que seamos capaces de ver la realidad con la suficiente capacidad de análisis y frialdad.


Una nueva cultura pagana se ha instalado a lo largo de la modernidad y la postmodernidad. Esta cultura, lo sabemos, ha relegado a Dios como "inútil", imperando una cultura del egoísmo, aunque se revista de lenguaje ampuloso sobre la solidaridad. En realidad, sigue imponiéndose el poder del fuerte sobre el débil. La Verdad ha sido reemplazada por la nada, con la igualdad de opiniones y el relativismo, y el Bien se sustituye por la creación de cada uno "en su conciencia". El bien es determinado por lo que cada cual cree mejor o conveniente, siendo una subjetividad muy cambiante la creadora de la norma moral.

lunes, 14 de julio de 2014

Participar es rezar juntos en alta voz


            La liturgia es una acción sagrada, un drama sagrado, con una continua interacción entre el sacerdote y los fieles, de manera que éstos no son pasivos y mudos espectadores, que miran de lejos lo que un sacerdote hace en el altar y reza en silencio, aguardando a que todo acabe. 


“La Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores” (SC 48).

            Desde el principio, la acción litúrgica se configura con un constante diálogo entre el sacerdote y los fieles, o entre el diácono y los fieles, que responden, que aclaman o que rezan juntos en alta voz. Es una acción común en la que todos los fieles toman parte participando así con sus respuestas, su asentimiento o su plegaria con una sola voz y un solo corazón. No hay que minusvalorar esta forma de participación, antes bien, resulta el modo adecuado de implicarse en la acción litúrgica.


sábado, 12 de julio de 2014

La consolación del Espíritu

La acción de consolar la encontramos de manera muy frecuente en las Escrituras y nos presenta una acción de Dios que llena de esperanza. Dios no se muestra distante del sufrimiento de sus hijos, sino que lo asume, y se vuelca para aliviar. Dios está cercano, próximo, en la aflicción.


Las promesas de Dios a lo largo de la historia de Israel eran promesas de salvación, y a su pueblo elegido y tantas veces infiel y de dura cerviz, que experimentó diversas pruebas, lo consoló en la tribulación y lo alentó en la esperanza de la salvación: “Como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo, y en Jerusalén seréis consolados” (Is 66, 13), “los alegraré y aliviaré sus penas” (Jer 31,13). En todo momento, “el Señor consuela a su pueblo y se compadece de sus pobres” (Is 49,13) y pide a sus profetas: “Consolad, consolad a mi pueblo” (Is 40, 1).

Dios es siempre “fuente de toda paciencia y consuelo” (Rm 15,5), “consuela a los afligidos” (2Co 7,6) y el consuelo es expresión de su amor infinito: “Dios nuestro Padre, que nos ha amado tanto y nos ha regalado un consuelo permanente y una gran esperanza, os consuele internamente” (2Ts 2,6). 

jueves, 10 de julio de 2014

La crisis cultural o factores de la cultura hoy

Como si estuviéramos en un salón de catequesis de adultos, pasamos un texto de reflexión y a partir de ahí estudiamos y analizamos. En este caso, una descripción de la cultura secularizada en la que estamos inversos y el laicismo de la mano de Mons. Fernando Sebastián.

A veces, con un gran simplismo, pensamos que la apostasía silenciosa de masas que se han ido alejando de la Iglesia se debe a pequeñísimas cosas, incluso de índole litúrgica (tal o cual forma celebrativa) y que cambiando esto, esas masas retornarían deseosas. Sueñan que las cosas se arreglarían radicalmente con condenas y excomuniones a tal teólogo y la prohibición de aquel otro libro pernicioso.

Pero el fenómeno que vivimos es más amplio y muchísimo más complejo: es la cultura en la que estamos viviendo y de la que somos hijos, el momento histórico de ruptura interna de una civilización y la necesidad de reconstruir algo nuevo y verdadero sobre estas ruinas. Y los hijos de la Iglesia son hijos de su tiempo... y quienes se han alejado o no han llegado ni siquiera a entrar (entrar de verdad, porque sí se han bautizado y hasta casado en la Iglesia) son hijos de este tiempo y piensan y miden todo según las categorías culturales en boga.

Vamos pues a estudiar esta realidad que vivimos.

"El clima general de nuestra sociedad, la cultura dominante, la cultura que cuenta con el beneplácito de las instituciones públicas, con el apoyo del gobierno y de la mayoría de los medios de comunicación, la cultura que más influye en la formación de la mentalidad de las nuevas generaciones y de la gran mayoría del pueblo, es una cultura de raíces ateas, centrada en el bienestar terrestre e inmediato del individuo, sin horizonte de espiritualidad ni de inmortalidad, una cultura materialista, prepotente y cruel, que se reviste de apariencias de solidaridad, pero que en realidad destruye y niega cuanto puede oponerse al logro fácil e inmediato del mayor bienestar material posible. 

martes, 8 de julio de 2014

Lex orandi, lex credendi

Es un antiguo principio que debemos asimilar: "lex orandi, lex credendi". Viene a significar que "la ley de la oración es la ley de lo que se cree". ¿Qué se quiere afirmar con ello?


Lex orandi, lex credendi. Lo que se reza en la liturgia es siempre expresión de la fe de la Iglesia. De ahí el altísimo valor que poseen los textos litúrgicos pronunciados en la divina liturgia. Ellos son una fuente de referencia primera de la fe de la Iglesia.

Antes incluso de la formulación de los distintos dogmas, precisando el contenido de la fe ortodoxa, la fe se hallaba ya celebrada y cantada por oraciones, himnos y plegarias de la Iglesia, así como por los ritos con los que se celebra.

domingo, 6 de julio de 2014

El porqué de las parábolas

Comienza una serie amplia de parábolas sobre el Reino de Dios en las lecturas del evangelio de estos domingos. El Señor emplea el recurso de las parábolas para enseñar, recurso que incluso sorprende a sus discípulos. "¿Por qué les hablas en parábolas?"



El lenguaje de las parábolas es sugerente, abre pistas, señala, apunta, pero no define, no cuadricula, no ofrece conceptos. Es un modo de explicar por el cual el oyente recibe una enseñanza que es dulce y suave, sin ningún tipo de explicación escolástica o académica.

Y es que el lenguaje de Dios, o sobre los misterios del Reino, el lenguaje sobre las realidades divinas y trascendentes no es nada fácil. Muchas cosas se pueden definir por la Revelación misma, pero nuestro lenguaje siempre es incapaz de aprehender, de abarcar por completo las realidades sobrenaturales. Deus semper maior, Dios es siempre mayor de lo que podamos pensar o concebir de Él. Al hablar de Dios y de las realidades divinas, hemos de hacerlo con sumo respeto; mucho podemos decir, pero más aún lo que apenas podemos balbucir porque nos supera. 

viernes, 4 de julio de 2014

Salmo 150: Alabad al Señor en su templo, alabadlo...

Prosiguiendo la catequesis de interpretación y lectura espiritual de los salmos, llegamos hoy a un salmo que es una pequeña perla dentro del salterio, el salmo 150, el último de los salmos. Forma parte del grupo de los salmos “Laudate”, porque estos salmos invitan a la alabanza, o “aleluyáticos”, que también se llaman, porque aunque nosotros traducimos por “alabadlo”, en el original se emplea la palabra “Aleluya”. 


Este salmo es la corona de todo el libro de los Salmos, del Salterio entero. Representa este salmo el colofón de la alabanza, cerrando el Salterio con un cántico de grandeza proclamando las maravillas de Dios, y, por tanto, al contemplar la gran obra de Dios y contemplar a Dios mismo que se nos da en Cristo, la respuesta es la alabanza y la adoración.
   
 “Alabad al Señor en su templo, 
alabadlo en su fuerte firmamento, 
alabadlo por sus obras magníficas, 
alabadlo por su inmensa grandeza”. 

Estas son las obras magníficas: la creación, la encarnación del Verbo, la pasión y la muerte porque es la obra de nuestra salvación, el descenso a los infiernos, la resurrección, la ascensión Pentecostés, el nacimiento  de la Iglesia. ¡Son magníficas las obras de Dios! “Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza”. Dios es grande, Dios es un Misterio, Dios es el Misterio; podemos conocer algo de Dios pero siempre será mayor lo que no conozcamos, mayor que nuestros pensamientos, Dios es mayor que nuestra experiencia (a veces decimos eso de “experiencia de Dios”, con un lenguaje impreciso, porque Dios sobrepasa nuestra experiencia que es muy limitada). Dios es Dios. Dios es el único Señor.

    E invita a la alabanza con una serie de instrumentos. Presenta en el fondo como una sinfonía donde todos tienen algo que aportar para elevar un único canto de alabanza al Señor. 

¿Cómo es esta sinfonía? 

Utilizando trompetas, arpas, cítaras, tambores y danzas, trompas y flautas. Es el homenaje de la música, cuando es música de calidad –armónica, melodiosa, nada estridente, sagrada-; la música cuando es verdadera eleva el espíritu, es de las expresiones más nobles de la humanidad, de las expresiones más bellas que elevan, que trascienden. Por eso se invita a hacer una sinfonía musical, una alabanza, un único canto al Señor. “Alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes”. El espíritu al alabar al Señor con esa música, con ese canto, se eleva pero gozando en su máxima expresión, “con platillos sonoros, con platillos vibrantes”. Nada de estar apagados, que estamos adorando al Señor.


miércoles, 2 de julio de 2014

La construcción de la ciudad (política y oración)

La vocación apostólica del laicado en el mundo es la construcción de la ciudad secular según el diseño de la Ciudad de Dios; es ordenar las realidades temporales según el Espíritu de Cristo y por tanto transformar las realidades sociales en una cultura de la vida.

Lo propio del laicado es el mundo y el orden civil, social y político, para aportar según Cristo construyendo según los patrones de lo bueno, lo verdadero y lo bello. Sostenido, respaldado y enviado por la Iglesia, el laicado católico tiene una vocación grande, la de buscar el bien común de la ciudad sin plegarse a la cultura secularizada, sino inyectando vida verdadera en todo.

"La promoción y la defensa de la dignidad y de los derechos de la persona humana, hoy más urgente que nunca, exige la valentía de personas animadas por la fe, capaces de un amor gratuito y lleno de compasión, respetuosas de la verdad sobre el hombre, creado a imagen de Dios y destinado a crecer hasta llegar a la plenitud de Cristo Jesús (cf. Ef 4, 13). No os desaniméis ante la complejidad de las situaciones. Buscad en la oración la fuente de toda fuerza apostólica; hallad en el Evangelio la luz que guíe vuestros pasos" (Juan Pablo II, Disc. al Congreso sobre el apostolado laical, 25-noviembre-2000).

De modo particular y más directo, movidos por la identidad católica y llenos de fe, los políticos, parlamentarios y gobernantes reciben un mandato del mismo Cristo para desarrollar su vocación política y pública en consonancia con la fe, sin compartimentos estancos o reduciendo la fe a lo privado. 

martes, 1 de julio de 2014

Mirada a la Iglesia

Miremos a la Iglesia.

Miremos a la Iglesia con la perspectiva de fe de quien descubre en ella el Misterio, lo sobrenatural, la Gracia.

Ella es el ámbito de la salvación, el signo de la nueva humanidad, la Casa y Morada de Dios con los hombres; Ella, la Iglesia, es Madre, Esposa, Virgen; Ella es Templo de Dios, Cuerpo de Cristo.

Sólo con la mirada de la fe se percibe la grandeza de la Iglesia; entonces, cada uno, miembro de Ella, dará gracias por estar en Ella, por ser una pequeña parte de la Iglesia.

En definitiva, es sentir y amar la Iglesia, y que la Iglesia renazca en las almas, con un sentido grandísimo de agradecimiento porque somos miembros de la Iglesia.

""Pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo" (v. 28). Aquí encontramos una palabra central sobre la Iglesia. La Iglesia no es una organización que se ha formado poco a poco; la Iglesia nació en la cruz. El Hijo adquirió la Iglesia en la cruz y no sólo la Iglesia de ese momento, sino la Iglesia de todos los tiempos. Con su sangre adquirió esta porción del pueblo, del mundo, para Dios. Y creo que esto nos debe hacer pensar. 

Cristo, Dios creó la Iglesia, la nueva Eva, con su sangre. Así nos ama y nos ha amado, y esto es verdad en todo momento. Y esto nos debe llevar también a comprender que la Iglesia es un don, a sentirnos felices por haber sido llamados a ser Iglesia de Dios, a alegrarnos de pertenecer a la Iglesia