sábado, 30 de abril de 2011

Sana laicidad: proponer las grandes cuestiones

En el tiempo de la Pascua, la Iglesia recibe el impulso de su Señor para anunciar en el mundo que Cristo es el Señor; el impulso para afrontar un diálogo que acompañe a los hombres en el descubrimiento de la Verdad, planteando las grandes cuestiones: Dios y el hombre, la Verdad y la Vida.

La propuesta de anuncio se ha plasmado en una experiencia nueva, el "Atrio de los gentiles" para dialogar la fe y la razón y ofrecer las propuestas en un clima de sana laicidad (en palabras del propio Papa). Se trata de iniciativas grandes para la cultura de hoy, para los hombres de pensamiento de hoy, para el mundo de la cultura, de la universidad, los ámbitos en los que se forja una sociedad, su forma de vivir, de comunicar, de relacionarse.

Un videomensaje del Papa al primer encuentro de este "Atrio de los Gentiles" en París me parece que llama la atención y que deberíamos pensarlo, sobre todo, para ser sensibles a las nuevas cuestiones que se han de afrontar y adquirir una nueva mentalidad (mens) saliendo de los localismos, de la "pastoral de campanario" donde no se ve más allá que las mínimas cuestiones (devocionales, por ejemplo, o problemas domésticos-parroquiales) en las que estamos enredados.

"En el corazón de la Ciudad de las Luces, frente a esta magnífica obra maestra de la cultura religiosa francesa, Notre-Dame de París, se abre un gran atrio para dar un nuevo impulso al encuentro respetuoso y amistoso entre personas de convicciones diferentes. Vosotros jóvenes, creyentes y no creyentes, igual que en la vida cotidiana, esta noche queréis estar juntos para reuniros y hablar de los grandes interrogantes de la existencia humana. Hoy en día, muchos reconocen que no pertenecen a ninguna religión, pero desean un  mundo nuevo y  más libre, más justo y más solidario, más pacífico y más feliz. Al dirigirme a vosotros, tengo en cuenta todo lo que tenéis que deciros: los no creyentes queréis interpelar a los creyentes, exigiéndoles, en particular, el testimonio de una vida que sea coherente con lo que profesan y rechazando cualquier desviación de la religión que la haga inhumana. Los creyentes queréis decir  a vuestros amigos que este tesoro que lleváis dentro merece ser compartido, merece una pregunta, merece que se reflexione sobre él. La cuestión de Dios no es un peligro para la sociedad, no pone en peligro la vida humana. La cuestión de Dios no debe estar ausente de los grandes interrogantes de nuestro tiempo.

viernes, 29 de abril de 2011

Pero, ¿qué es la resurrección de Jesús? (I)

Normalmente, cuando llega la fiesta anual, fiesta de las fiestas, la santa Pascua, apenas se explica bien qué es la Resurrección gloriosa que celebramos.


Como resulta difícil explicar la "resurrección según la carne", se adopta el lenguaje modernista (secularizado, alegórico) y se dicen expresiones equívocas, erróneas; 

  1. una de ellas es que "resucita Jesús en los corazones": una clara mentira, porque Jesús no es un sentimiento que resucite en los corazones, de modo subjetivo, sino una verdad ocurrida en la historia, un hecho, que los corazones reconocen. No, no resucita en los corazones, resucita de verdad, Él mismo, en la verdad de su carne. 
  2. Otra de las mentiras habituales es que resucita el ideal de Jesús (el Reino, la paz, la solidaridad), con lo que se reduce a Jesús a mero mensaje ético-social que se ha despertado en los apóstoles y la Iglesia naciente. Cristo mismo es una excusa y daría igual si siguiera muerto porque lo importante es "su causa revolucionaria".
  3. Otros lo enfocan erróneamente diciendo que Jesús ha resucitado, es decir, "ha resucitado su espíritu". Pero, ¿acaso alguna vez muere el alma, muere el espíritu? ¡Si son inmortales por definición! Por eso los relatos evangélicos le dan tanta importancia a que la tumba estaba vacía y al verla (y viendo las vendas y el sudario enrrollados en un sitio aparte) comprendieron que Jesús estaba vivo, que aquel cuerpo había vuelto a la vida, y lo hallaron glorioso cuando se les apareció, se les dejó ver.
El segundo volumen de Ratzinger, "Jesús de Nazaret" presenta con un lenguaje asequible la verdad de esta resurrección. Necesitamos asimilarlo, porque se juega la verdad de nuestra fe, de nuestra redención y de nuestro futuro. ¡Tengamos conceptos claros!

"Los testimonios del Nuevo testamento no dejan duda de que en la "resurrección del Hijo del hombre" ha ocurrido algo completamente diferente. La resurrección de Jesús ha consistido en un romper las cadenas para ir hacia un tipo de vida totalmente nuevo, a una vida que ya no está sujeta a la ley del devenir y de la muerte, sino que está más allá de eso; una vida que ha inaugurado una nueva dimensión de ser hombre. por eso, la resurrección de Jesús no es un acontecimiento aislado que podríamos pasar por altoy que pertenecería únicamente al pasado, sino que es una especie de "mutación decisiva" (por usar analógicamente esta palabra, aunque sea equívoca), un salto cualitativo. En la resurrección de Jesús se ha alcanzado una nueva posibilidad de ser hombre, una posibilidad que interesa a todos y que abre un futuro, un tipo nuevo de futuro para la humanidad...

jueves, 28 de abril de 2011

El saludo pascual

Costumbre inmemorial, al menos en el ámbito oriental, es felicitar la Pascua, con los dos besos (o tres en algunos sitios), diciendo uno:

"¡Cristo ha resucitado!"

Y responde el otro:

"¡Verdaderamente ha resucitado!"

Es, simplemente, un saludo pascual y una costumbre cristiana, muy propia, muy nuestra. 

Así saludé a mis católicos ucranianos de la parroquia, terminada la Vigilia pascual, con tres besos y tres veces diciendo: "¡Cristo ha resucitado!", "Христос воскрес! Воістину воскрес!" (Chrystos voskres! Voistynu voskres!), como ellos me enseñaron.


Pasó no hace mucho. Una buena mujer, de no mucha cultura pero sí de saber cristiano, terminada la Vigilia pascual, se dedicó a felicitar la Pascua y llegó a otra mujer, que se suponía de muy excelente formación, comprometida, apostólica, con cursos de retiro anuales, pero que nada de eso ha entrado en su corazón -más bien es una devota, una "beata" con barniz-; la besó y le dijo: "¡Cristo ha resucitado!". Y la señora, "tan formada ella", se revolvió y bruscamente responde: "¡Pues claro que ha resucitado! ¿A mí me lo vas a decir? ¡Eso ya lo sé yo!"

Lo que esta señora, tan formada ella, desconocía -como tantas cosas que desconocerá- es que es un saludo pascual cristiano. Pobre ignorante.

Pues sí, es un saludo cristiano, el propio y tradicional de la Pascua. Aclaremos también de paso algo más: solemos felicitar la Navidad, y solemos decir "Felices Pascuas", porque su Nacimiento es el paso del Padre a este mundo. Pero ahora es la Santa Pascua, y se felicita diciendo "Feliz Pascua". ¡Que también alguien, al ser felicitado así, corrigió al otro diciéndole: "¿Feliz Pascua? ¡Eso es en Navidad!". No, hijo de mi alma, no. La santa resurrección del Señor es la Feliz Pascua que nos deseamos unos a otros.

miércoles, 27 de abril de 2011

El alcance del "Aleluya"

Aleluya es una exclamación hebrea que se compone de dos palabras: “Hallelu” que quiere decir “alabad” y "Yah” que es abreviación de Yahvé, el nombre de Dios. Significa, por tanto, alabad al Señor, y mientras se invita uno a otro a alabarlo, ya lo está alabando: "Aleluya".

Es canto de júbilo, de fiesta y de alabanza. Tan querido es el canto del "Aleluya", que la palabra hebrea ha permanecido en su lengua original (como le pasa a "Amén").


"Aleluya" es la alabanza del pueblo de Dios a su Señor; "aleluya" es el cánto de júbilo por la liberación; "aleluya" es la expresión del corazón agradecido a Dios, que reconoce su intervención.

¡Aleluya!

Ese será el himno de la Jerusalén reconstruida, imagen y anticipo de la imagen del cielo y de la Iglesia celestial:

martes, 26 de abril de 2011

En el huerto, en el jardín... encontramos a Cristo

Desde la mañanita, bien temprano, después de rezar la Liturgia de las Horas y salir para celebrar la Misa, llevo cantando todo el tiempo un canto que más de una vez habrá entonado nuestra amiga "Desde Sevilla". "Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo me lo llevaré. -María. -Rabboni..."

(Me acaban de dar el enlace al canto; por favor, oídlo: http://parroquiasanjeronimo.net/wp-content/uploads/2010/06/Noli-me-tangere.mp3 A mí me gusta y me trae muchos recuerdos)

Es un encuentro delicioso, gozoso, amoroso.


Está situado en el huerto: en un huerto Adán y Eva se encontraron por vez primera; en un huerto-jardín el Amado y la esposa del Cantar de los cantares se buscan y se encuentran. Y aquí, en un huerto, Jesús resucitado y María se encuentran, como símbolo nupcial: es Cristo y la Iglesia, su Esposa, por tanto, Cristo y cada uno de nosotros.

Todo este encuentro, descrito por san Juan, tiene como trasfondo el libro del Cantar de los cantares. 

Entonces me he acordado de que bastantes veces, al predicar los Ejercicios espirituales, una de las meditaciones de la 4ª semana -alegrarse con el gozo del Señor resucitado y demandar gracia- que introducía era este encuentro.

lunes, 25 de abril de 2011

Sugerencias para la liturgia de la Pascua

Cada vez me convenzo más de la necesidad de la formación litúrgica, en tono de catequesis y de mistagogia (: introducción), por la tremenda ignorancia que nos rodea. Para ello hay que volver una y otra vez a los mismos temas, profundizarlos, repetirlos al llegar cada ciclo litúrgico...

De verdad: es necesaria la formación litúrgica. Recordad, por ejemplo, las dos anécdotas que me pasaron en la celebración del Viernes Santo y que puse en un comentario en la catequesis del día 22. Sólo una gran ignorancia (por supuesto entre católicos "super - mega - hiper comprometidos") puede sonreírse con sonrisitas y codacitos cuando se hace la gran postración, rostro a tierra, al inicio de la acción litúrgica del Viernes Santo.

Entiendo que puedo ser muy insistente, pero para eso es un blog de catequesis. Un querido amigo, otro joven que se nos ha incorporado al blog, Joaquín, me escribía en tono de humor: "Que sepas que he empezado a seguir tu blog. Es interesante, pero a veces, para mi gusto (tosco y vulgar por supuesto), demasiado litúrgico. Pero bueno, me gusta".

Unas sugerencias para la liturgia de la Pascua pueden ayudar a los sacerdotes pero también al pueblo cristiano para que sepan el porqué de algunas cosas y se fijen en elementos que pueden pasar desapercibidos.

El saludo inicial del sacerdote, para los cincuenta días de Pascua, debería ser: 

"El Dios de la vida, que ha resucitado a Jesucristo, rompiendo las ataduras de la muerte, esté con todos vosotros".

Los domingos, en lugar del acto penitencial, se podría realizar la aspersión con el agua bendecida y un canto bautismal.

Si se hace el acto penitencial, la invitación para los domingos y los días de la octava de Pascua sería ésta:

"En el día en que celebramos la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, reconozcamos que estamos necesitados de la misericordia del Padre para morir al pecado y resucitar a la vida nueva".

domingo, 24 de abril de 2011

¡¡Santa Pascua del Señor!!

"Pascua del Señor, Pascua, lo digo por tercera vez en honor de la Trinidad: Pascua.

Esta fiesta es, para nosotros, la fiesta de las fiestas, la solemnidad de las solemnidades, que eclipsa a todas las fiestas, no solamente a las fiestas humanas y terrenas, sino también a las fiestas del mismo Cristo, que se celebran en su honor, lo mismo que el sol eclipsa a las estrellas"

(S. Gregorio Nacianceno, Oratio 45, 2).


¡¡Feliz y santa Pascua a todos!!

¡Resucitó el Señor!
¡Verdaderamente ha resucitado!

sábado, 23 de abril de 2011

Silencio de Sábado Santo

Un gran silencio envuelve la tierra. El Señor, el Rey, duerme.

¡Despierta, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz!


No es Sábado de gloria, sino Sábado santo. La Gloria vendrá en la noche de la Pascua.

Hoy es día de meditar y rezar en silencio. No está vacío de contenido ni debemos pasar por el alto el contenido de este día: a ello nos ayudarán los textos de la Liturgia de las Horas.

Silencio.

Y esperanza. 

La esperanza sostenida por María y María sosteniendo la esperanza contra toda esperanza.

Silencio. 

Y ayuno, el ayuno pascual, 
hasta poder romper el ayuno con la comunión eucarística de la Vigilia pascual.

Silencio. Esperanza. Ayuno.


R/ Se alejó nuestro pastor, fuente de agua viva, a cuya muerte el sol se oscureció; ya que fue apresado aquel mismo que retenía cautivo al primer hombre. * Hoy nuestro Salvador destruyó las puertas y las cerraduras del imperio de la muerte.

V/ Destruyó ciertamente la cárcel del abismo y arruinó el poder del enemigo. * Hoy nuestro Salvador...

viernes, 22 de abril de 2011

Vigilia pascual, ritos (y II)

Ya estamos en el primer día del Santísimo Triduo pascual. Hoy celebraremos la Cruz santa de Cristo, su Pasión y Redención. Ya vimos hace unos días la catequesis sobre esta Liturgia austera y solemne a la vez.

Pero ya el Viernes Santo, entrando en el Triduo pascual, mira a su Corazón, que es la Vigilia pascual. Nuestros templos hoy, formando una sola y gran comunidad católica, deberán estar atestados de fieles, y los mismos fieles mañana por la noche se reunirán para vivir el "desenlace".

Seguimos donde nos quedamos en la catequesis sobre la Vigilia pascual.




III. LITURGIA DEL BAUTISMO

La Redención de Cristo se comunica por los sacramentos, signos visibles que comunican la gracia y toman su fuerza de la Pascua del Señor.

Es el momento del Bautismo, de la Pascua personal; para ella se han preparado los catecúmenos durante un tiempo (más de un año) y éste es el momento de renacer y vivir.

a) Si hay bautismos

Tras la homilía, se toma el cirio pascual y van en procesión los ministros, catecúmenos y sus padrinos, hasta la fuente bautismal mientras se cantan las letanías de los santos.

Entonces se bendice el agua bautismal con una plegaria antiquísima que recomiendo su lectura meditada. "Oh Dios que por medio de los signos sacramentales tú obras con invisible potencia las maravillas de la salvación..." Cuando llega el momento de invocar la bajada del Espíritu Santo sobre las aguas, se introduce el cirio pascual en el agua, porque el Espíritu viene por el Resucitado.

A los catecúmenos que van a ser bautizados, y en el caso de niños, a sus padres y padrinos, se les pide la renuncia al pecado y la profesión de fe, y uno a uno son bautizados. 

Entonces, en el caso de los niños, se les unge con el santo Crisma. Se revisten de las vestiduras blancas, se les entrega un cirio encendido a cada uno y, a los adultos, se les crisma confiriendo el Sacramento de la Confirmación. Vuelven al presbiterio en procesión cantando.

Finalmente, a todos los fieles presentes, se les pide la renovación de las promesas bautismales y se les asperja con agua bendecida.

b) Si no hay bautismos

Si no hay bautismos ni los va a haber al día siguiente, se bendice el agua en un recipiente dentro del presbiterio. (Si habrá bautismos sí se cantan las letanías y la plegaria solemne de bendición del agua). Una vez bendecida con una fórmula breve, se procede a la renovación de las promesas bautismales y a la aspersión. ¡Qué gracia más infinita esta noche! Actualizamos la gracia de nuestro Bautismo para que no se extinga, sino que florezca llevándonos a la santidad de vida. Por cierto, la renovación de las promesas bautismales esta noche tiene indulgencia plenaria (Enchiridion, n. 44; con las condiciones de siempre).

Luego la liturgia bautismal culmina con la Oración de los fieles. Por primera vez los nuevos bautizados, como hijos de Dios, van a orar como fieles, siendo sacerdotes por el bautismo para pedir e interceder.

El diácono propone la intención y los fieles oran: "kyrie, eleison", "Señor, escucha y ten piedad". Esta oración de los fieles -que es la respuesta de todos- conviene que se cante para que la oración propiamente dicha sea solemne, cantada, resaltada en su importancia.

IV. LITURGIA EUCARÍSTICA

El clima espiritual se suaviza, pero no para acelerar y acabar rápido por cansancio o por supuestas "razones pastorales".

Los neófitos, como sacerdotes por el bautismo, pueden ofrecer por vez primera. Ellos llevarán toda la ofrenda de pan, vino y agua: tantas patenas, copones y cálices como sean necesarios.

Se inciensa y somos incensados: una única y misma ofrenda es la que está en el altar y cada uno de nosotros con Cristo.


Comienza la plegaria eucarística, la solemne y Gran plegaria eucarística de la Pascua; cantada, expresiva, orante. "Es justo y necesario glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en esta noche en que Cristo nuestra Pascua ha sido inmolado... Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria..."

El Canon romano o plegaria eucarística I es la más adecuada esta noche, cantada por completo, porque posee textos propios en esta noche: "Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar la noche santísima...", "Acepta, Señor, en tu bondad..." por los nuevos neófitos.

La Comunión nos permite participar de la Vida del Señor Resucitado para resucitar con Él, para recibir su vida eterna. Siempre que sea posible, la Comunión de la Pascua debería administrarse con las dos especies.

Noche de Pascua.

Cristo resucita glorioso, victorioso. Ha sido constituido Señor de cielo y tierra.

La Iglesia, cada uno de sus fieles, goza con su Señor. ¡Ésta es la noche!

jueves, 21 de abril de 2011

Vigilia pascual, ritos (I)

Estas catequesis tendrían que haber venido antes, pero entre los "Ejercicios" como transformación personal, las catequesis sobre el Padrenuestro (en razón del catecumenado en Cuaresma) y la formación moral (las cinco catequesis sobre el pecado de envidia, hemos ido llenando la Cuaresma.

Dos catequesis breves sobre la Vigilia pascual deben orientarnos en su celebración y alentarnos a su vivencia, tanto más espiritual cuanto más solemne es este sagrado rito, centro de todo el año litúrgico.

Así que hoy, acomodaos en este salón virtual de catequesis, tomad el cuaderno para escribir algunas "notas", añadid la ilusión de una preparación inmediata a algo importante, y nos lanzamos.

¡Llega la Santa Pascua del Señor!
La estructura clásica de la Vigilia pascual consta de cuatro partes:


1) Lucernario (es una introducción, un prólogo al rito, y no es lo más importante)

2) Liturgia de la Palabra (última catequesis a los "electi", los catecúmenos que después van a ser bautizados)

3) Liturgia bautismal: bautismo de niños y adultos, crismación-Confirmación de éstos, renovación de las promesas bautismales de todos los fieles y aspersión con el agua bautismal, terminando con la oración de los fieles (la respuesta cantada a la intención que se nos proponga).

4) Liturgia eucarística: el sacrificio pascual del Señor se hace presente en el altar; el banquete de bodas del Cordero se anticipa en la Eucaristía de la Pascua.

miércoles, 20 de abril de 2011

Dos noches, dos vigilias

Ofrezco como catequesis hoy un resumen del último artículo que publiqué para el Boletín de la Adoración Nocturna (Córdoba), a petición de un buen amigo que ahora preside el Consejo diocesano de ANE (¡gracias, Juan, por tu confianza!).

Sabemos por experiencia que adorar al Señor la tarde del Jueves y la ya noche del Viernes Santo, es práctica común en movimientos y grupos eucarísticos así como en Monasterios; sin embargo, la noche de la Vigilia pascual -¡¡que es también noche de adoración!!- sigue en la mentalidad general como una celebración más bien vespertina y que no debe durar mucho ni ser muy nocturna.


Relacionemos las dos noches y las dos adoraciones y lo comprenderemos todo.

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Dos noches importantes marcan la vida cristiana y espiritual: una la noche del Jueves Santo, noche de adoración silenciosa y contemplación del Señor en la Eucaristía para entrar en el Triduo pascual; la otra noche, la noche única y santísima de la Vigilia pascual, la madre de todas las santas vigilias. Una noche conduce a la otra; de la vigilia de adoración del Jueves Santo a la vigilia de celebración de la Pascua; una noche prepara a la otra, una noche anhela la otra. El centro de todo el año litúrgico es la Vigilia pascual.

    Veamos una y otra noche, su liturgia y su sentido.

    Jueves Santo, Misa in Coena Domini, gran y solemne prólogo del Santísimo Triduo pascual: es todo un anticipo y una disposición de ánimo de la Iglesia-Esposa para la Pascua de su Señor y Esposo.

 “Invítese a los fieles a una adoración prolongada durante la noche del santísimo Sacramento en la reserva solemne, después de la misa “en la Cena del Señor”. En esta ocasión es oportuno leer una parte del Evangelio según san Juan (capítulos 13-17).

Pasada la medianoche, la adoración debe hacerse sin solemnidad, dado que ha comenzado ya el día de la Pasión del Señor. Terminada la misa se despoja el altar en el cual se ha celebrado... No se encenderán velas o lámparas ante las imágenes de los santos" (Cong. Culto divino, Carta sobre las fiestas pascuales, nn. 48-57).

martes, 19 de abril de 2011

Se aproxima la noche más esperada

A base de repetir y explicar, de volver una y otra vez sobre lo mismo con diferentes argumentos y con distintos enfoques, se puede lograr que algo se vaya asimilando. Me daría por satisfecho si este blog (sesión de catequesis de adultos y clase de teología "virtual") sirviese realmente para que todos fuéramos viviendo la noche de la Vigilia pascual como lo más deseado e importante, la celebración anual en la que volcamos todo nuestro ser católico para morir y resucitar con Cristo. 


¡Es tan hermosa la Pascua! 
¡Es tan desconocida aún...! 
Digámoslo una vez más: nuestro ser católico se verifica de modo concreto en nuestra asistencia y participación amorosa en la Vigilia pascual.

¿Qué es esta Vigilia?

"La tristeza pascual de la Iglesia está también empapada en esperanza. Estos días se entrega especialmente a la oración y a la lectura de la Escritura, porque en ella la luz de Cristo la ilumina y en los tipos de la Escritura ve anunciadas en todas partes la Pasión y la victoria de su Esposo. A la luz de la Profecía, ve que el Señor, que se cargó con todo por amor, no se queda en la muerte, sino que volverá a la vida y a ella misma la hará participar de esa vida.

Así entra la Iglesia en la más santa de todas las noches, en la gran Vigilia Pascual, durante la cual, según una disposición de la Iglesia antigua, nadie puede dormir, sino que todos tienen que velar para salir al encuentro del Esposo, cuando venga, con las lámparas encendidas

La Iglesia antigua creía que el Señor volvería en la Noche Pascual; si no había llegado para la medianoche, rompía el ayuno con el banquete eucarístico en santa alegría y llena de júbilo. 

lunes, 18 de abril de 2011

Viernes Santo, la Cruz Gloriosa

Entramos en el primer y Gran día de la Pascua: Cristo, el Señor, el Cordero de Dios, va a ser inmolado. El centro de todo el Viernes Santo es la acción litúrgica de este día: en ella participamos, en ella contemplamos su Amor, en ella se nos da la Cruz de Cristo, en ella oramos por la redención de toda la humanidad.

No puede decrecer la participación en esta acción litúrgica porque es el primer día de Pascua; al contrario, de la Misa vespertina del Jueves Santo a la celebración de hoy se debería notar un aumento en el número de fieles y para eso -imagino, espero, supongo- se habrá predicado durante la Cuaresma en homilías, catequesis, retiros parroquiales, charlas cuaresmales.

Día de ayuno y abstinencia de carne: comienza el ayuno pascual hasta la Vigilia. Nuestro alimento es ya otro: Cristo mismo en la Eucaristía pascual. 

La Cruz, elevada sobre la tierra, atrae a todos hacia Cristo.

La Cruz permanece, mientras que el mundo gira y gira, cambiante, inestable.

La celebración consta de tres momentos fundamentales: la Palabra proclamada, la Adoración de la Cruz, la sagrada comunión como alimento durante el ayuno pascual a la espera de poder celebrar la Eucaristía en la gran Vigilia pascual. Recordemos además que posee indulgencia plenaria con las condiciones acostumbradas la participación en esta Acción litúrgica adorando la Cruz (Cf. Manual de indulgencias, 13, 1; no tiene porqué ser con un beso ya que si son muchos los asistentes y se va a prolongar en exceso, se adora en silencio estando todos de rodillas algunos momentos).

La descripción litúrgica y el desarrollo ritual de esta celebración pascual nos vienen por la Carta de la Congregación para el culto divino sobre la preparación y celebración de las fiestas pascuales; a la par que señala cómo se realiza, nos va introduciendo en el sentido:

domingo, 17 de abril de 2011

Jueves Santo, la Misa en la Cena del Señor

Cada año, el Santísimo Triduo pascual convoca a toda la Iglesia. Sí, sé bien que en el lenguaje más popular se habla sólo de "Semana Santa", que se piensa que ésta acaba el Sábado Santo y que la palabra "Pascua" o "Vigilia pascual" o "Triduo pascual" aún no forman parte de nuestro lenguaje, ni siquiera entre los mismos católicos, catequistas, miembros de nuestra parroquia. 

Sin embargo el Triduo pascual es el corazón del año litúrgico y su cumbre máxima la Vigilia pascual. Cada año, una y otra vez, a todos se debe ofrecer la catequesis de preparación al Triduo pascual explicando los ritos, su sentido y su vivencia espiritual.

El Triduo pascual se comienza la víspera del Viernes Santo: su oficio de vísperas no es el rezo de la Liturgia de las Horas, sino la celebración de la Eucaristía vespertina, la que se llama "Misa en la Cena del Señor".

El Jueves Santo por la tarde, la Iglesia se reúne en una única Eucaristía en cada iglesia, para conmemorar la institución de la Eucaristía por el Señor en el marco de la Ultima Cena, la Cena pascual, la institución del sacerdocio (en virtud del “haced esto” dicho a los apóstoles) y el mandato del amor fraterno. Esta Misa vespertina del Jueves Santo “en la Cena del Señor” es el oficio de Vísperas que nos permite entrar en el inicio del Triduo pascual, el gran prólogo a todo el Misterio pascual que viviremos el Viernes y Sábado Santos y el Domingo de Pascua. Ésta es la perspectiva justa para vivir espiritualmente la Misa in Coena Domini: una solemne introducción a los días grandes y santos. Su carácter de prólogo e introducción ya debe situarnos espiritualmente: lo más importante viene después, el Viernes Santo y la noche de Pascua. Quien se detiene en un prólogo, no lee la obra completa. Esta Misa del Jueves Santo nos ayuda a sumergirnos ya en la profundidad del Misterio que la liturgia hará presente los tres días siguientes.

sábado, 16 de abril de 2011

El pecado de envidia (y V)

"Y, porque la envidia procede de la soberbia, la medicina contra este veneno es amar la humildad y aborrecer la soberbia que es madre de muchos vicios y de seguro de la envidia. El soberbio no puede sufrir superior o igual alguno. Fácilmente tiene envidia de aquellos que en alguna cosa le aventajan, por parecerle que él queda más bajo si ve a otros en más alto lugar.

Esto lo captó muy bien el apóstol Pablo, cuando dijo: "No seamos codiciosos de la gloria mundana compitiendo unos con otros y teniendo envidia unos de otros" (Gal 5,28). Pablo, según esto, pretendiendo cortar las ramas de la envidia, cortó primero la raiz amarga de la ambición, de donde la envidia procede.

Por igual razón debemos apartar el corazón del amor desordenado de los bienes del mundo y amar la heredad celestial y los bienes espirituales. Estos no se hacen menores porque muchos los posean, sino que más se dilatan cuanto más crece el número de los que los gozan. Todo lo contrario de lo que acontece con los bienes materiales, cuanto entre más poseedores se los repartan. Y en esto reside el por qué la envidia atormenta tanto el alma de quien los ambiciona. La razón es que recibiendo otro lo que él codicia, o del todo se lo quita o al menos se lo disminuye. Es natural que el envidioso sienta pena si otro posee lo que él desea, e incluso cree necesitar.

El gran remedio contra la envidia es hacer al prójimo el mayor bien que se pueda. No debe contentarse uno con no tener pesar de los bienes del prójimo sino que debe trabajar por hacer todo el bien que se pueda y pedir al Señor que haga él lo que nosotros o no sabemos o nos sentimos incapaces de hacer.

viernes, 15 de abril de 2011

Catequesis: "Padre nuestro" (IX)

"Y líbranos del mal".

“Y líbranos del mal”, que quiere decir, líbranos del Maligno, del demonio. El Maligno es el príncipe y padre de la mentira (Jn 8,44), miente, engaña, se opone a Cristo, lo rechaza porque Jesucristo es la Verdad; quiere separarnos (diablo, en griego, es separar) del Amor de Dios; nos engaña diciéndonos que Dios no nos ama, que cómo permite tales cosas en tu vida... Mentiras tras mentiras, engaños, para que dudes de Dios, para que murmures y reniegues de Jesucristo. ¡No te lo creas! La Virgen María, creyó, incluso en la oscuridad de la fe; por el Amor de Dios en su vida, rechazó toda tentación, el Maligno no pudo tocarla.

    “Aleja las insidias del enemigo” dice la liturgia. Aleja de nosotros tanto engaño, tanta falsedad, del Maligno, que es el Soberbio, el que quiso ser como Dios y envidió al hombre, la criatura más amada por Dios Creador. El demonio es un ángel, pero un ángel que se rebeló contra Dios, lleno de odio y de muerte, y quiere llevarnos a la muerte, meter el odio en nuestro corazón. No lo vemos, incluso muchos no creen que exista el Maligno, pero está ahí, en el mundo, sembrando odios, rencillas, discordias, guerras, desánimos, desconfianzas, envidias...

  
 “Este capítulo sobre el demonio y sobre el influjo que puede ejercer lo mismo en cada persona que en comunidades y sociedades enteras, o en los acontecimientos, sería un capítulo muy importante de la doctrina católica que habría que estudiar de nuevo, mientras hoy se estudia poco. Algunos piensan que van a encontrar en los estudios psicoanalíticos y psiquiátricos o en experiencias espiritísticas, hoy por desgracia tan difundidas en algunos países, una compensación suficiente. Se teme recaer en viejas teorías maniqueas, o en terribles divagaciones fantásticas o supersticiosas. Hoy se prefiere mostrarse fuertes y sin prejuicios, adoptar una actitud positivista, aunque después se den crédito a tantas gratuitas ideas supersticiosas, mágicas o populares, o, aún peor, se abra la propia alma -¡la propia alma bautizada, visitada tantas veces por la presencia eucarística y habitada por el Espíritu Santo!- a las experiencias licenciosas de los sentidos, a aquellas deletéreas de los estupefacientes o también a las seducciones Ideológicas de los errores de moda, fisuras éstas a través de las cuales el maligno puede fácilmente penetrar y alterar la mentalidad humana.
No es que todo pecado se deba directamente a la acción diabólica; (cf. S. Th. 1,104,3) pero sin embargo, es cierto que quien no vigila sobre sí mismo con cierto rigor moral (cf. Mt. 12,45; Et. 6,11), se expone al influjo del mysterium iniquitatis al que Pablo se refiere (2Tes 2,3-12) y que hace problemática la posibilidad de nuestra salvación...

jueves, 14 de abril de 2011

Enamorarse de Cristo (Ejercicios IX)

Todo proceso cristiano que sea tal, y merezca tal nombre, desemboca simplemente en que Cristo es realmente “Amado”, lo más amado, lo más querido, lo más deseado, lo más soñado. Dicho con otras palabras: la experiencia cristiana conduce a enamorarse completamente de Cristo.

    ¿Enamorarse?

    Vivir con todo el amor, con toda la capacidad afectiva, en Cristo; entregarle a Él todos los afectos y empezar a compartir su vida, sus sentimientos, su mente, su pasión y la fuerza de su resurrección, de manera que no haya división entre Cristo y yo, sino unidad y unión. Incluye los sentimientos porque son humanos, pero supera el mundo del sentimiento llegando más allá, a la plena identificación entre uno mismo y Cristo.

¡Oh cristalina fuente,
si en esos tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados! (Canc. 12).
“Hay otro dibujo de amor en el alma del amante, y es según la voluntad, en la cual  de tal manera se dibuja la figura del Amado y tan conjunta y vivamente se retrata en él, cuando hay unión de amor, que es verdad decir que el Amado vive en el amante, y el amante en el Amado; y tal manera de semejanza hace el amor en la transformación de los amados, que se puede decir que cada uno es el otro y que entrambos son uno. La razón es porque en la unión y transformación de amor el uno da posesión de sí al otro, y cada uno se deja y trueca por el otro; y así, cada uno vive en el otro, y el uno es el otro y entrambos son uno por transformación de amor.
Esto es lo que quiso dar a entender san Pablo (Gal 2,20) cuando dijo: Vivo autem, iam non ego, vivit vero in me Christus, que quiere decir: Vivo yo, ya no yo, pero vive en mí Cristo. Porque en decir vivo yo, ya no yo, dio a  entender que aunque vivía él, no era vida suya, porque estaba transformado en Cristo, que su vida más era divina que humana; y por eso dice que no vive él, sino Cristo en él” (San Juan de la Cruz, CB 12,7).

    Además, enamorarse de Cristo es posible y concreto. La experiencia de Cristo es lo más real que nos puede suceder en la vida, el verdadero Acontecimiento que responde a lo que somos, buscamos, deseamos y necesitamos. Si este Acontecimiento se reduce, pierde su fuerza, y se reduce cuando se limita a Cristo a un ideal por el que luchar identificado con un éthos, una ética, una ideología; se limita a Cristo cuando lo situamos al nivel de causa por la que “hacemos cosas”, “nos comprometemos”, pero Él está situado más arriba de la propia experiencia de lo que somos y vivimos. Hacemos cosas “por Él” pero al final “sin Él” como si Él fuera un lema de actuación, una pancarta; es reducido el Acontecimiento cuando la percepción de Cristo es tan lejana, que acudimos sólo en los momentos de apuro para una oración de petición sin la relación previa con Él: lo ponemos a nuestro servicio...

   

miércoles, 13 de abril de 2011

El adoctrinamiento fuera de lugar (Oración de los fieles - IX)

No por abundante y extendido, esta forma de proponer las intenciones responde a la naturaleza de esta plegaria u oración de los fieles: sólo se pide “por nosotros”, luego ya no es universal, y con matices moralistas, “para que nos convenzamos, seamos, etc...”. 

Se suele entonces manipular las intenciones de la plegaria con breves fórmulas que sólo miran a los miembros de la asamblea y, desde el moralismo más radical, suplicar una y otra vez el “tomar conciencia” para que luego se vaya al compromiso. La liturgia se concibe como una obra catequético-pedagógica para transmitir mensajes que calen o, más simplemente, como el lugar del compromiso activo y la transformación, en el orden secular. La liturgia se vuelve pretexto, se torna antropocéntrica.
Traer algunos formularios más, nos permitirá captarlo mejor:
  • “Para que nos convenzamos de nuestra situación de pecadores y no nos creamos mejores que los demás...

  • Para que no nos engañemos a nosotros mismos, aprendamos qué significa “misericordia quiero y no quiero sacrificios” y nos convirtamos sinceramente” (Libro de la sede, Dom. X T. Ord., ciclo B).

  • Para que sepamos decir, con nuestra solidaridad, a todos los que sufren, quién es el verdadero consuelo...

  • Para que sepamos decir, con la entrega de nuestra vida, a los que yacen sin esperanza quién es la vida para el mundo...

  • Para que sepamos decir, con nuestro respeto y amor a todos, que la vida debe ser procurada, defendida, acrecentada” (Libro de la sede, Dom. X T. Ord., ciclo C).

Difícilmente se podría considerar que los dos anteriores formularios son universales, porque las realidades que presenta son la excusa para pedir una y otra vez por los presentes, por el "nosotros", cargado de moralismo. Porque se hace de tal forma que más que pedir, se intenta convencer a los oyentes, "adoctrinarlos" de algún modo en vez de ayudarlos a orar. El formulario anterior se tendría que haber transformado en: "para que los cristianos vivamos en humildad", "para que alcancen la conversión quienes se han alejado de Dios", "para que la vida sea respetada desde el mismo instante de su concepción hasta su muerte natural"...

martes, 12 de abril de 2011

Catequesis: "Padre nuestro" (VIII)

1. “No nos dejes caer en la tentación”.  

La vida del cristiano es un combate, una lucha, y sólo los esforzados (que dice el Evangelio, Mt 11,12), los que se arriesguen, ganarán. Hay que correr hasta la meta para ganar la corona prometida. Por eso dirá S. Pablo: “un atleta se impone toda clase de privaciones” (1Cor 9,24), es decir, sabe cuál es su objetivo y su meta, y no le importa renunciar a muchas cosas con tal de estar preparado para la competición. Nosotros también: tenemos una meta, la vida eterna. Vale la pena imponernos muchas privaciones con tal de correr y llegar a la meta. Las tentaciones son todas aquellas cosas, pensamientos, deseos, que nos restan fuerza y pueden hacernos caer y salirnos de esta carrera, quedar descalificados.

    El cristiano vive su vida como combate: luchar contra aquello que resulte obstáculo para vivir la vida de los hijos de Dios. Somos tentados de muchas formas: en primer lugar nuestra carne, nuestra debilidad, nuestro ser herido por el pecado original; la comodidad es una tentación, la medianía, la tibieza, en entregarnos a la vida cristiana; también el egoísmo, que nos hace buscarnos a nosotros mismos, buscar nuestra propia gloria, nuestro protagonismo. El mundo nos tienta, diciendo que hay que creer en el Evangelio, pero “no ser exagerados”, “no hay que pasarse”; el demonio también, muy sutilmente, llevándonos a pereza, a desconfianza, a desesperarnos, a no creer en el amor de Dios y hacernos pensar que no tenemos remedio, que no podemos ser santos... ¡Son tantas las tentaciones! Y es verdad, bien entendido, que los tres enemigos del alma son: mundo, demonio y carne.

lunes, 11 de abril de 2011

El pecado de envidia (IV)

"Entre los muchos sufrimientos que asedian al envidioso se encuentra el esfuerzo cosntante que debe realizar para que no se descubra su propia envidia. Quiere perjudicar al que provoca su envidia y, a la vez, quiere que no se note el sentimiento que le empuja a ello. La rabia le impulsa a realizar el mal, pero el temor le contiene y le sujeta. Suele sucumbir al miedo, porque este vicio es propio de personas pusilánimes. Por esto mismo se sirve del anonimato, de la denuncia cobarde, de las palabras con doble sentido, de las insinuaciones encubiertas, de los medios que no le comprometen, pero con los que difícilmente logra sus propósitos y sólo consigue la propia amargura. Porque el envidioso vive en un tormento de desesperación y de rabia, en un fuego que abrasa sin consumirse y que más se enciende cuanta más felicidad ve en los otros.

Parece, a veces, que Dios se divierta sacando al envidioso ileso de sus intrigas contra sus víctimas, ascendiéndolas al lugar más destacado. ¡No es así! Lo que sucede es que no pueden las nubes ocultar por mucho tiempo el azul de cielo ni deja la luna de seguir su majestuoso camino a pesar de los aullidos de los lobos. Pero, quien es dominado por la envidia, tampoco puede satisfacerse cuando logra su objetivo. Si alguna vez el ser humano, dominado por la envidia, logra gozarse en la desgracia de alguien, la voz de su conciencia le recrimina entonces y arroja sobre su alegría la amargura del remordimiento [esto si no ha deformado su propia conciencia].

Desde que el mundo es mundo
 
Cuando uno considera la envidia que existió no sólo entre los dos hermanos que fundaron Roma, sino entre los dos primeros hermanos que poblaron la tierra, la cual fue tan grande que bastó para matar uno al otro; y la que hubo entre José y sus hermanos, la cual les hizo venderle como esclavo; y la que hubo entre los mismos discípulos de Cristo antes que sobre ellos viniese el Espíritu Santo; y, sobre todo, la que tuvieron Aarón y María, hermanos y escogidos de Dios, hacia su hermano Moisés, ¿quién podrá imaginar lo que harán los otros seres del mundo, donde no hay esos vínculos de parentesco, esa comunión de ideales ni ese influjo especial de Dios? Tristemente se trata de un vil comportamiento que se enseñorea desde siempre, y me temo que enseñoreará siempre y en todo tiempo de la tierra, y la tiene sometida.

domingo, 10 de abril de 2011

Catequesis: "Padre nuestro" (VII)

1. “Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. 

Cristo incluyó en la plegaria lo que es nuclear y propio del cristianismo: el perdón. El perdón demuestra un corazón grande, la riqueza de una persona, su libertad, los sentimientos nobles y puros. Pues bien, el primero en perdonarnos ha sido Dios nuestro Padre, nos ha reconciliado con Él. Dios ha dado su perdón al hombre “entregando a su único Hijo” (Jn 3), que nacerá por nosotros, que muere en la cruz por nuestros pecados y resucita abriéndonos las puertas del cielo. “Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y que viva” (cf. Ez 33,10). Al que reconoce su pecado, y se arrepiente y vuelve al Señor confesando sus pecados, Dios lo recibe y lo perdona.


    Recordemos que dice la Escritura: “Bautizaos y se os perdonarán los pecados” (cf. Hch 2,38): el Bautismo perdona los pecados;  en la Eucaristía suplicamos al iniciarla que “Dios tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados” y siempre el mismo Cristo, por boca del sacerdote, pronuncia las palabras sobre el cáliz diciendo: “Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados”. Y  el mismo Cristo entrega a la Iglesia un sacramento para el perdón de los pecados, el sacramento de la Penitencia, de la Reconciliación, donde se da gratis el perdón y la misericordia a aquél que arrepentido confiesa sus pecados y el sacerdote, imponiendo las manos sobre la cabeza del penitente, le regalará el perdón de Dios.

    Todo es gracia y misericordia; todo es perdonado por Dios, si alguien vuelve a Él. Dios ES MISERICORDIA, y María es colaboradora en la obra de la Redención, intercede por nosotros, es refugio de pecadores.

    2. Si Dios ha perdonado tan generosamente al hombre, si Dios le ha perdonado, el modo de vivir y ser cristianos, es perdonar. ¿Quiénes somos nosotros para negar el perdón, y un perdón de corazón a aquél que nos ofende, o nos injuria, o nos traiciona, o nos rechaza? El perdón que un hermano ofrece a otro hermano brota de esa experiencia de la cruz y del perdón de Dios providente, Padre amoroso.

    “¿Cuántas veces?” Es la pregunta del corazón frío, calculador, egoísta. “¿Esto es obligatorio? ¿Cuándo sí y cuándo no?” El amor no pregunta esas cosas: siempre está disponible y receptivo; el perdón al otro no se mide ni se contabiliza: se otorga, se da, se regala, sin llevar cuentas de nada. Cuando uno vive en el perdón de Dios, ¿cómo puede negar ese perdón al hermano?

    Recordemos la enseñanza de Cristo sobre lo que es el núcleo de la moral evangélica, del vivir como cristianos; dice el Señor:

    “Habéis oído que se os dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra; al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto...
    Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos?” (Mt 5,38-46).

    

sábado, 9 de abril de 2011

La consagración del myron en el rito copto (y II)

Al amanecer del viernes, que es el último viernes de Cuaresma, la mezcla cocida la víspera se filtra para separar el aceite de las hierbas.

Entonces, a este aceite que ha sido cocido cuatro veces, se le mezcla 4 asâtîr y medio de storax rojo.

El aceite de las cuatro cocciones se pone de nuevo a cocer con este storax rojo. El fuego se alimenta entonces con carbón vegetal de encina. Cuando el aceite comienza a hervir se le añade el ámbar rojo. La mezcla se deja en el fuego hasta que el storax rojo y el ámbar rojo se hayan disuelto. Esta nueva cocción enseguida se deja enfriar durante la noche del sábado.

Al amanecer del Sábado de Lázaro la cocción de la víspera se filtra para separar el aceite de los residuos de las hierbas aromáticas y se comienza entonces la última mezcla llamada "sifah des aromates" [sifah de las hierbas aromáticas]. Hay que tomar para esto:

Macis
-20 dirhams de dâr-sînî (canela en clavo: culilawan) mezclada con azúmbar puro.
-20 dirhams de madera de áloe indio (agallochum)
-21 dirhams dos tercios de corteza de salîkhah roja (canela de China: China cassia).
-6 dirhams de basabâsah (macis: cáscara de la semilla de nuez moscada).
     Estos ingredientes son triturados juntos y luego cribados lo más posible. Estos productos son enseguida mezclados con 60 dirhams de bálsamo puro. La mezcla obtenida así se diluye en un recipiente de vidrio con el aceite que ha sido cocido anteriormente. Todo se pone un mortero para ser bien mezclado y enseguida se vierte en el resto del aceite que fue cocido durante la semana. Esta nueva mezcla se coloca entonces en recipientes de vidrio, después de haber sido bien removida con una vara de madera de olivo.


viernes, 8 de abril de 2011

Mi relación con la realidad y lo creado (Ejercicios VIII)

Cuando se sigue a Cristo, y se le busca con auténtico amor, todo recuerda al Amado, todo habla del Amado, acrecentando el deseo de Cristo. Varias canciones del Cántico se refieren a ello:

¡Oh bosques y espesuras,
plantadas por la mano del Amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado!
Decid si por vosotros ha pasado (Canc. 4).

Después del ejercicio del conocimiento propio, esta consideración de las criaturas es la primera por orden en este camino espiritual para ir conociendo a Dios, considerando su grandeza y excelencia por ellas (San Juan de la Cruz, CB 4,1).

El alma mucho se mueve al amor de su Amado Dios por la consideración de las criaturas, viendo que son cosas que por su propia mano fueron hechas (CB 4,3).
 Las criaturas, todo lo creado, dan al alma señales de su Amado. Nada ni nadie se ha dado a sí mismo la existencia, sino que todo viene del Creador. La creación entera tiene el rastro de la hermosura y excelencia del Amado y quien las contempla ve cómo se le va aumentando el amor, le crece el dolor de la ausencia de Cristo y el deseo apasionado de verle. El alma desconfía de todo remedio que no sea la Presencia de Cristo. Este deseo le hace decir:

¡Ay, quién podrá sanarme!
Acaba de entregarte ya de vero;
no quieras enviarme
de hoy más ya mensajero,
que no saben decirme lo que quiero (Canc. 6).

“Donde es de notar que cualquier alma que ama de veras no puede querer satisfacerse ni contentarse hasta poseer de veras a Dios, porque todas las demás cosas no solamente no la satisfacen, mas antes, como habemos dicho, le hacen crecer el hambre y apetito de verle a él como es. Y así, cada vista que del amado recibe de conocimiento o sentimiento, u otra cualquier comunicación (los cuales son como mensajeros que dan al alma recaudos de noticias de quién él es aumentándole y despertándole más el apetito, así como hacen las meajas en grande hambre), haciéndosele pesado entretenerse con tan poco, dice: Acaba de entregarte ya de vero” (CB 7,4).
    Y sigue el mismo argumento:

¿Por qué, pues has llagado
aqueste corazón, no le sanaste?
Y, pues me le has robado,
¿por qué así le dejaste
y no tomas el robo que robaste? (Canc. 9)

    Recibimos signos de Cristo constantemente: la creación y todas las criaturas, pero también comunicaciones y noticias en nuestra oración y en nuestro pensar que nos inflaman más de amor a Cristo. Pero a Él, aún, no lo poseemos. El deseo es cada vez más creciente, está en tensión hacia Él. Es el deseo, absoluto y total, sin comparación con otros pequeños deseos que puedan nacer. Este deseo unifica a la persona y la dirige al Objeto que desea, vertebra actos, pensamientos, sentimientos, opciones, decisiones. A este deseo se supeditan todos los demás deseos: si acrecientan en mí el deseo de Cristo, son legítimos y válidos, pero si me desvían de mi Destino fundamental, si restan fuerza al deseo de Cristo, entonces hay que domesticarlos.

  

jueves, 7 de abril de 2011

El sacerdote, amigo de Jesucristo por la oración


Ya no os llamo siervos, sino amigos. Este es el significado profundo del ser sacerdote: llegar a ser amigo de Jesucristo. Por esta amistad debemos comprometernos cada día de nuevo. Amistad significa comunión de pensamiento y de voluntad. En esta comunión de pensamiento con Jesús debemos ejercitarnos, como nos dice san Pablo en la carta a los Filipenses (cf. Flp 2, 2-5). Y esta comunión de pensamiento no es algo meramente intelectual, sino también una comunión de sentimientos y de voluntad, y por tanto también del obrar. Eso significa que debemos conocer a Jesús de un modo cada vez más personal, escuchándolo, viviendo con él, estando con él. Debemos escucharlo en la lectio divina, es decir, leyendo la sagrada Escritura de un modo no académico, sino espiritual. Así aprendemos a encontrarnos con el Jesús presente que nos habla. Debemos razonar y reflexionar, delante de él y con él, en sus palabras y en su manera de actuar. La lectura de la sagrada Escritura es oración, debe ser oración, debe brotar de la oración y llevar a la oración.

Los evangelistas nos dicen que el Señor en muchas ocasiones -durante noches enteras- se retiraba "al monte" para orar a solas. También nosotros necesitamos retirarnos a ese "monte", el monte interior que debemos escalar, el monte de la oración. Sólo así se desarrolla la amistad. Sólo así podemos desempeñar nuestro servicio sacerdotal; sólo así podemos llevar a Cristo y su Evangelio a los hombres.

miércoles, 6 de abril de 2011

Catequesis: "Padre nuestro" (VI)

1. El Padrenuestro es una oración muy breve, y sin embargo, no olvida nada que afecte al hombre. El pan, lo que es necesario para nuestra vida material, está incluido. De Dios nos viene todo bien y por eso le pedimos sus bienes: tener con qué vestirnos y calzarnos, qué comer y dónde vivir... Dios, como Padre providente volcado en sus hijos, preocupado por ellos, que cuida de ellos. Así nos enseñó Cristo que nos abandonásemos a la Providencia de nuestro Padre:


    “Por eso os digo... No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento y el cuerpo que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta...” (Mt 6,25-26).
    ¿Qué nos aporta María para conocer mejor esta petición? Ella la rezó, una vez formulada por su Hijo, sin embargo, Ella vivió con el espíritu de esta petición desde siempre. Dijo “Sí”, “aquí está la esclava”, siempre disponible, renunciando a sus propios proyectos, a sus, a lo mejor, ilusiones. No se hizo planes. Aceptó y se encarnó el Verbo. Vivió con la sorpresa del Misterio día a día. Su fe se mostraba en un absoluto abandono a los planes de la Providencia, viviendo cada día según el Padre le diseñaba. Su parto fue en una cueva oscura en Belén, luego, viviendo de fe, huyó con su hijo a Egipto, luego se estableció en Nazaret, y no pasaba nada extraordinario, más tarde la predicación pública de Jesús, la pasión, la muerte, la espera del sábado santo, la Resurrección de su Hijo. En total abandono, sin discutir los planes de la Providencia. Vivió de lo que Dios en su vida le iba marcando. No lo entendía, pero se abandonaba en Dios y meditaba en su corazón.

    En esta petición,  suplicamos “danos hoy”, no acumular bienes; “danos hoy”, viviendo en la pobreza evangélica de estar en manos de Dios Padre, sin poner nuestro corazón en las riquezas, el dinero y los bienes de este mundo: “Atesorad tesoros en el cielo” (Mt 6,20). Vivamos al día con sencillez y confianza; del mañana, Dios se ocupará; los que somos hijos de Dios sabemos que “Dios proveerá” (Gn 22,8a), y “ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo” (Col 3,1): el dinero (lo que la Biblia llama la concupiscencia del mundo) nos esclaviza, la fe en el amor de Dios, por el contrario, nos hace libres. Es la tentación del Maligno a Jesús: “haz que estas piedras se conviertan en pan”. El pan de cada día, ganado con el sudor del trabajo de José; el pan necesario, viviendo una vida austera. Santa María, cotidianamente, experimentaba la providencia de Dios, el pan que el Padre le proporcionaba.

    2. Pero decir “danos hoy nuestro pan” va más allá. Es una profesión de fe, un acto de fe en Dios, Padre providente, y es también un situar el afán de tener y de poseer en el sitio justo: sólo lo que necesitamos “hoy”, “cada día”. Todo lo material lo ponemos en las manos amorosas de Dios que cuida de nosotros.

    Recordemos también otro pasaje evangélico: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo” (Jn 6,51). ¿Quién sino Cristo Jesús es el Pan vivo? “Yo soy el pan de la vida” (Jn 6,48). ¿Quién sino Cristo Jesús es nuestra vida, y transforma el pan en su Cuerpo glorificado? “Mi carne es verdadera comida” (Jn 6,55). ¿Quién sino Cristo Jesús se ofrece como verdadera comida, más que los alimentos que comemos en casa?

   

martes, 5 de abril de 2011

Miedo al Maligno (Ejercicios VII)

“Ni cogeré las flores
ni temeré las fieras
y pasaré los fuertes y fronteras”

A los demonios, que es el segundo enemigo, llama fuertes, porque ellos con grande fuerza procuran tomar el paso de este camino, y porque también sus tentaciones y astucias son más fuertes y duras de vencer y más dificultosas de entender que las del mundo y carne, y porque también se fortalecen de estos otros dos enemigos, mundo y carne, para hacer al alma fuerte guerra (San Juan de la Cruz, CB 3,9).

    El demonio ronda siempre buscando a quién devorar. Sus acometidas son temibles y hay que hacerse fuerte en esta pelea. El Maligno a las almas mediocres o tibias no les hace nada, porque ellas nada bueno ni malo hacen, sirven para poco. Pero quien quiera amar a Cristo y que Él lo sea todo, quien quiera seguirle y entregarse a Él, encontrará la oposición del Maligno: incluso es buena señal de progreso interior ver sus ataques, por diferentes flacos y de diversas maneras.

    Una primera forma de ataque: se reconoce su táctica y su huella cuando, sin razón, todo se vuelve adverso. El Maligno, que se aparta de la Verdad y de la razón, es completamente ilógico e irracional. En sus ataques se ve su falta de lógica con tal de hacer daño al alma. Son, por ejemplo, circunstancias enrevesadas, malentendidos, tergiversaciones, medias verdades, rumores e infundios; y lo que antes era lineal, recto, esforzado, de pronto se tuerce sin razón de ser y sin que la persona haya hecho nada malo. Lo inextricable, lo que carece de razones, el cambio fortuito de personas que se produce con tanta rapidez que no se entiende, todo este mundo ilógico es un ataque del Maligno.    

    Y una segunda forma de ataque:

    El Maligno plantea tentaciones, pero a medida en que el alma está más unida a Cristo, las tentaciones son más sutiles, más refinadas. Se disfrazan bajo capa de bien, el ángel de las tinieblas se disfraza de ángel de luz. Son pensamientos que nos llevan a algo aparentemente bueno, pero que no es la voluntad de Dios sino que, en el fondo, nos aparta de la voluntad de Dios para caer en el capricho o en la veleidad. Son tentaciones sutiles donde uno se siente de pronto inclinado a realizar aquello que siente; pero, sabiendo esto, el discernimiento debe ser el modo normal de vivir. Hay que pasar por la criba de la oración y de la consulta si aquello que experimentamos o sentimos es una tentación o es una moción de Dios que llama a algo. Cuando viene de Dios, aunque se nos pida algo costoso o difícil, en el fondo del alma tenemos paz; pero aquello que se disfraza de bien, si lo analizamos, en el fondo del alma no deja paz sino inquietud y amargura, no hay certeza.

  

lunes, 4 de abril de 2011

El pecado de envidia (III)

La autora del artículo detalla las características de la persona envidiosa; a mi gusto, con una minuciosidad y exactitud sorprendentes.

"Se pueden señalar al menos seis características de la persona envidiosa:

1. Al envidioso le produce pesar o descontento el bienestar y la fortuna de los demás. Ve los bienes del otro, pero no las dificultades inherentes a su conducta, ni las privaciones y desventajas que, a veces durante casi toda la vida, ha tenido que superar para conseguirlos.


Su principal arma es la lengua. La verdad no tiene ante sus ojos valor alguno, ni la espiritualidad le infunde el más mínimo respeto. En todas las acciones y las palabras de las personas que le son superiores en algún aspecto buscan un motivo de crítica y de censura. Suelen ser maestros en el arte de la murmuración, y lo ejercen confiando en ella el éxito de sus perversos deseos. Ocultan con esmero el fin que se proponen, y hacen ver que sólo al bien y al interés general se dirigen sus palabras. Para no alertar y poner en su contra el ánimo de quienes les escuchan, comenzarán alabando al que desean derribar con sus palabras. Expresarán, de muchas y variadas maneras, la peculiar forma de apreciarles y el dolor que les causa ver disminuidas con defectos las apreciadas cualidades que tiene esa persona digna de elogio. Si oyen elogios que vayan dirigidos a la persona a la que envidian, se cuidan mucho de mostrar la más mínima señal de indignación, y hasta asentirán -el envidioso suele ser adulador- si no encuentran ningún medio para hacer daño. A pesar de ello, más tarde sembrarán las dudas, disminuirán el valor de su virtud y lanzarán insinuaciones maliciosas. A veces, con el silencio dirán más que con palabras y, en ocasiones, su gesto, la tensión de sus rasgos serán más elocuentes que un largo discurso de censura.

2. El envidioso es una persona próxima al envidiado: próxima en espacio y en fortuna, dando razón a santo Tomás. Yo no puedo envidiar a un Rockefeller, pero sí a don Achille, mi párroco, que es un gran filósofo. la gran desigualdad provoca admiración, mientras que la desigualdad mínima provoca envidia y ojeriza.

domingo, 3 de abril de 2011

La consagración del myron en el rito copto (I)

El santo crisma -que pronto consagraremos- es la materia sacramental por la que el Espíritu Santo consagra y santifica. Entre nosotros, latinos, rito romano, el santo crisma es relativamente solemne al prepararlo en la misma misa crismal, mezclando el aceite de oliva con bálsamo perfumado. Al menos debería oler bien, olor a perfume. Os recuerdo una catequesis sobre el buen olor del crisma que tuvimos aquí.

Pero las liturgias orientales llaman al crisma "myron" y es realmente un óleo perfumado. La liturgia copta lo elabora concienzudamente y creo que es ilustrativo para nosotros el conocerlo. Ojalá nuestro crisma huela cada vez mejor (lo que no es ni mucho menos frecuente, restándole valor al significado espiritual y teológico del crisma: ¡claro es que son muy pastorales para hacer algo así, significativo!

Tomo y traduzco la consagración del myron de Gérard Viaud, Les Coptes d´Egypte, Librairie d´Amérique et d´Orient, Paris 1978, pp. 54-59. Respeto términos técnicos en árabe y egipcio al no saber exactamente a qué pueden equivaler en español.

"Al final de la Cuaresma y durante la Semana Santa la Iglesia Copta prepara y consagra los Santos Óleos que son el Myron, o Santo Crisma, y el óleo de alegría también llamado Ghâlilâûn.

Esta consagración de los óleos no se realiza cada año, sino únicamente cuando la provisión se ha agotado. La primera consagración se hizo, según relata la tradición, en Jerusalén con los perfumes que sirvieron para el embalsamiento de Cristo. Cuando en 1930 el patriarca copto Juan XIX consagró el Myron, hacía ya 110 años que esto no había pasado. La última consagración se hizo en 1967 [recordemos que el autor escribe en 1977-1978].

La confección y la consagración del Myron se hace por el Patriarca rodeado de sus obispos.

En 1967 el rito de la consagración de los Óleos comenzó en la tarde del sexto domingo de Cuaresma y terminó en la tarde del Jueves Santo. La confección de los Óleos santos es sumamente complicada y conlleva diversas cocciones.
Filipéndula 

PRIMERA COCCIÓN

La primera cocción del Crisma comienza en la tarde del sexto domingo de Cuaresma; se toman entonces diversos productos:
-Flores de qandûl (filipéndula - flor de los prados) que es también el dâr-shîska´aân (asphodel).