7.
Vives para Cristo en aquello que Cristo te ha puesto en tu vida. Vives en
tensión entre el deseo y el cumplimiento, entre el deseo y las promesas de
Dios. Te toca vivir minuto a minuto, imposible programar para ti. Al menos vive
ese minuto que es el “hoy” de nuestra salvación con plena consagración y pasión
a Cristo. La unidad interior de vida, los momentos de reencontrarse con uno
mismo y con Jesucristo están en la oración litúrgica y los ratos de Sagrario
que puedas. Minuto a minuto. Sí, pero con el corazón lleno de pasión y amor por
Jesucristo.
8.
Que nadie ni nada te robe la esperanza. Luego que vengan las humanas
incoherencias, depresiones, momentos bajos, y todo aquello que conforma tantas
veces el tejido de lo humano en nosotros, junto con los momentos de Tabor que
estoy convencido el Señor te da de vez en cuando para que no desfallezcas.
9.
En este juego de la vida, misterio de Gracia y Providencia, estamos deseando
permanecer en pie ante la venida del Hijo.
10.
Tu oración, llena de amor, llegará a todos los rincones; tu reparación –que para
ti debe ser sólo Sagrario y actos de adoración, y el trabajo diario ofrecido en
las Laudes- fecundará la humanidad, tu comunidad, tu parroquia...