La primera parte de este discurso de Pablo VI nos orientaba a considerar la fe como vigilancia, estudio, atención: habría que estar formados e informados, así se evita estar dormidos o ingenuamente expuestos a cualquier viento de doctrina.
El segundo paso, necesario, es el impulso, el apostolado, el estímulo, la presencia activa en el mundo. La fe es diligente y laboriosa. Cada cual, según su capacidad, multiplica por dos los talentos recibidos. Sale a los caminos y los recorre por mandato del Señor. Es estímulo que lanza a la tarea apostólica siendo ancla para permanecer firmes, fijos en la verdad inmutable, sin adulteraciones ni acomodaciones.
"Sentido critíco ante el mundo en transformación
Otro punto de reflexión nos lo brinda la realidad en que nos encontramos. Se trata de observar atentamente un fenómeno elemental pero de la máxima importancia.
¿No os dais cuenta que estamos en un período de transformación y que las cosas cambian rápidamente? Realmente, nuestro tiempo es sumamente evolutivo. Surgen nuevas costumbres; se desarrollan los medios de bienestar a disposición de la vida; se elevan las clases sociales; aumenta la instrucción del pueblo; se extienden las relaciones entre los pueblos, etc. Con frecuencia se escucha el fácil apelativo de "superados", dado a los ancianos; y por todas partes se difunde una inquietud permanente porque la palabra novedad se considera casi palabra y orientación definitiva de nuestra vida. Queremos vivir a la moda, se oye decir. Anhelamos las cosas del futuro y nos asociamos, incluso inconscientemente, al movimiento que arrastra a nuestra sociedad a no pocas transformaciones. ¿Cómo gobernarnos entonces ante las transformaciones en curso que afectan a nuestras costumbres personales, sociales, domésticas, culturales, etc.?