jueves, 30 de septiembre de 2021

Sentencias y pensamientos (XXV)

1. La parroquia, la comunidad cristiana, el grupo o movimiento deben suministrar:
Los medios de santificación, la vida sacramental, la oración.
La necesaria formación doctrinal
El acompañamiento y el apoyo cristiano.




Y esto, no para encerrar a los cristianos en lo afectivo del propio grupo o parroquia, sino para lanzarlos a dar vida al mundo. ¡Su lugar es el mundo!





2. ¿Un laico recibe algún encargo de la Iglesia? ¡Sí! El dinamismo propio del bautismo, concretado en su vocación laical, lo lleva a vivir su vocación en el mundo asumiendo tareas que le pertenecen por su propia naturaleza. ¡Ah!, ¿pero no es la pura pasividad? ¡No! El fiel laico posee una vocación y una misión, irrenunciable, insustituible. Le pertenece a él, no al sacerdote; es suya, no del religioso o consagrado.
 
 

 
3. La oración con Cristo es un intercambio de miradas que llegan al corazón: "Mire que le mira", dice santa Teresa de Jesús (V 13). "Solo os pido que le miréis" (C 42,3).

El Señor nos mira y nos ama... y tan sólo hemos de dejarnos mirar por Él, amarle y entregarle el corazón. "Sin Ti, ¿Qué soy yo, Señor?" (cf. MC 4).

 

martes, 28 de septiembre de 2021

Integridad profesional y testimonio cristiano



Hay un campo en el que se puede mostrar claramente los principios de vida cristiana para ser testigos y evangelizadores con la propia conducta: el campo del trabajo, de la propia profesión. 

Se trabaja no sólo para ganar el propio sustento, ¡que ya es importante y necesario!, sino también colaborando con Dios en su obra creadora. ¿Ser cristiano, cristiano?



Uno se santifica en el ejercicio de su propia profesión, de su trabajo, realizado con espíritu de fe, mirada sobrenatural, a conciencia, con laboriosidad..., ¡con profesionalidad!

Trabajando así se da ya un testimonio de fe porque es la fe en Cristo la que conduce a vivir profesionalmente así, aunque reine la mediocridad en el ambiente o la dejadez.

            A) Los cristianos han de ser verdaderos profesionales. Esto es, fiel al Evangelio, y sabiendo que todo trabajo está al servicio de los demás, el cristiano debe ser un verdadero profesional de calidad en su trabajo, porque éste está al servicio de los demás y, como es un servicio, debe estar bien hecho, no de cualquier forma, tratando bien a los demás, con educación y amabilidad, con puntualidad, con respeto. El maestro, un buen maestro. El abogado, un buen abogado. El fontanero, buen fontanero. El arquitecto, el albañil, los funcionarios, el chófer de autobús, los que despachan en un comercio... todos realizando bien su trabajo: ¡santificarse en el trabajo!, pero respetando la justicia, la equidad...

domingo, 26 de septiembre de 2021

Mecanismos de la liturgia (II)

Demostrando que la liturgia sólo necesita ser explicada, y que no es por tanto ni complicada ni extraña, seguimos desgranando los mecanismos de la liturgia, las leyes internas que la sustentan y le dan forma.

Entonces nos daremos cuenta de que es bastante más fácil la liturgia de lo que nos podemos creer a primera vista.





            2. La liturgia, con el canto, subraya lo propio de cada tiempo. La música y el canto litúrgico poseen una gran capacidad evocativa, en sus textos y en la bondad y belleza de la forma musical. 

Los cantos propios señalan la idiosincrasia de cada tiempo y no se requieren grandes y largas moniciones: el mismo canto educa y eleva el espíritu. Así es suficiente el “Rorate Coeli” o su versión castellana (“Cielos, lloved vuestra justicia”) para orar en Adviento deseando al Redentor; o que en Navidad resuene dulcemente el “Adeste fideles” para adorar al Verbo hecho carne; o que enPascua resuene un vibrante “Aleluya” antes del Evangelio o se cante durante cincuenta días el “Regina Coeli, laetare, alleluia”, para dar una tonalidad y colorido propios a cada tiempo.

            De este modo, cantar durante todo un ciclo litúrgico un mismo canto así, da unidad e inculca los sentimientos propios de la liturgia en las almas.


viernes, 24 de septiembre de 2021

La fe es luz



La profusión del Magisterio pontificio puede hacer que algunos documentos pasen desapercibidos, tienen que atender otros nuevos, o discursos más popularizados o más difundidos. Sería una pena que la encíclica Lumen fidei, del papa Francisco, aparecida a principios del verano de 2013, se relegase al olvido o a la ignorancia.



Esa encíclica completa la trilogía sobre fe, esperanza y caridad que Benedicto XVI ofreció a la Iglesia para centrarnos en el fundamento, mirando a lo esencial.

"Lumen fidei" es el título, es decir, "la luz de la fe".
 
Y es que la fe es lo mejor y lo más necesario que podemos recibir, porque modifica la vida, le da contenido, la transforma, la eleva. 

¿Vivir sin fe? ¡Es malvivir!, es desorientarse, es quedar sin respuestas a todas las preguntas auténticas y comprometedoras. ¿Vivir la fe como una emoción, un sentimiento sin más hacia una imagen, al margen de todos y de la Iglesia misma? ¡Es edificar sobre arena, pronto se derrumba todo!

Es por ello necesario adentrarse en ver la fe en sus dimensiones, en su incuestionable hondura y necesidad.

Una experiencia desconcertante es la oscuridad: no vemos, no sabemos cómo andar ni qué tocar, puede que nos tropecemos con cosas, nos provoca inseguridad. La luz, por el contrario, nos da seguridad, nos permite confiar, distinguir. Pensemos el efecto que causa la luz del amanecer en la noche en vela de un enfermo: le parecía inacabable la noche, pero el destello de luz de la mañana lo pacifica. Con estas experiencias tan humanas, podemos acercarnos al tema que nos ocupa y captar la gran aportación que nos ofrece.

miércoles, 22 de septiembre de 2021

"Los oficios eclesiásticos" de S. Isidoro

De Ecclesiasticis Officiis de San Isidoro sería considerado como el primer manual de liturgia, un comentario y explicación de la liturgia, muy amplio, destacando los elementos que forman la liturgia y los ministerios que en ella se ejercen. 



No llega a ser exhaustivo, faltarían desde la perspectiva actual algunos elementos que presentar y comentar, pero resulta apasionante por sus argumentos y su descripción así como por introducirnos en el mundo hispano-visigodo con su peculiar rito litúrgico. 

La obra pertenece a un estilo nuevo, un nuevo género literario, 

“los tratados explicativos de la liturgia en general, obras de tipo sintético, o mejor, monografías sobre puntos particulares. En este género literario se verifica un doble desarrollo respecto al género mistagógico precedente: los destinatarios no son ya sólo los catecúmenos y neófitos, sino todos los fieles; a veces algún grupo más aventajado de fieles; con frecuencia, los mismos clérigos y los monjes. Se explican no sólo los ritos de iniciación, sino también, más o menos integralmente, las otras partes de la liturgia”[1].

Esta pequeña y, realmente, fascinante obra, presenta una comprensión del misterio de la liturgia que se va desgranando a partir de su descripción y de las razones que san Isidoro presenta, casi como evidente, sin polemizar, al escribir.

San Braulio, obispo de Zaragoza, discípulo y amigo joven de san Isidoro, al hacer un compendio de todas las obras de san Isidoro que conocía, explica así el De Ecclesiasticis Officiis: 

lunes, 20 de septiembre de 2021

La "nube" en las Escrituras

Hace ya algunos años, en este blog, hicimos un recorrido lo más completo posible sobre el fundamental y clave episodio de la zarza ardiente, Dios revelándose a Moisés.

Ahora vamos a entrar, poco a poco, en un tema bíblico semejante e igualmente bello: la nube, la nube en las Escrituras.





         Al escoger este tema, aparentemente insignificante, lo hacemos movidos por la importancia que revela en el libro del Éxodo y por las referencias que a este libro nos encontramos implícita y explícitamente en el N.T. La nube esconde una teología muy profunda, que, a primera vista, es difícil de captar. Nos hemos centrado en un texto del éxodo, (40,34-38), y, a partir de ahí, hemos ido desarrollando textos paralelos y funciones o lecturas teológicas que tiene la nube, basándonos, sobre todo, en los textos pertenecientes a la escuela sacerdotal. Desembocaremos, finalmente, en dos textos claves del N.T. donde aparece la nube, a saber, la Anunciación del Señor y la Transfiguración de Jesús.

         Terminaremos con una reflexión teológica sobre el tema de la nube, desde la exégesis y la Tradición de la Iglesia que tanto usó del tema de la nube como prefiguración y tipo del Espíritu, del mismo Cristo Jesús, del Bautismo...

sábado, 18 de septiembre de 2021

Lo sagrado es propio de la liturgia (I)



            Afirmar la sacralidad de la liturgia no es corriente hoy; más bien, concurriendo diversas causas para esto, se afirma lo contrario, desacralizándola, haciéndola vulgar y banal, de modo que no haya diferencia alguna entre la liturgia y lo profano, entre la liturgia y lo cotidiano. En gran medida, se ha relegado a Dios al segundo plano para exaltar al hombre y la comunidad, sus emociones, su subjetividad. La desacralización de la liturgia ha sido una opción querida y buscada, potenciando lo lúdico, lo festivo y lo didáctico.



            La liturgia es glorificación de Dios y santificación de los hombres. En la liturgia ha de cumplirse lo que Cristo recordó a Satanás en el desierto: “Al Señor, tu Dios, adorarás, y sólo a Él darás culto” (Mt 4,10). El culto divino, la expresión humana de adoración a Dios, se realiza en la liturgia de la Iglesia.

            Tampoco acaba de ser cierta la afirmación de que Cristo ha roto la separación entre lo sagrado y lo profano cuando al expirar se rasgó el velo del Templo, porque la redención aún no se ha completado y el mundo sigue siendo mundo, secular, dominado por el Príncipe de las tinieblas (cf. Jn 12,31; 2Co 4,4), el padre de la mentira (Jn 8,44), mientras que la Iglesia –y su liturgia- es el ámbito claro de lo divino, del encuentro con Dios y de su actuación salvífica. Por eso la liturgia marca un hiato, una ruptura, entre lo profano (aún por redimir) y lo sagrado, entre el mundo terreno en el que nos desenvolvemos y las realidades celestiales que pregustamos en la liturgia.

viernes, 17 de septiembre de 2021

La virtud teologal de la esperanza (y III)



6. ¿En qué radica nuestra esperanza? Nuestra esperanza está en su misericordia. Nuestra esperanza está en que Él es Fiel, Él es bueno, guarda su alianza con nosotros por siempre. Somos criaturas, pequeños, muy frágiles, pero es el Señor nuestra garantía: “él permanece fiel” (2Tm 2,13). 

Lo más humano y razonable, en toda situación, a cada paso del camino, es poner toda nuestra confianza en el Señor. 



Sí, lo más humano es fiarse plenamente de Dios y esperarlo todo de Él. 

A los demás que hay amarlos intensamente, es bueno la confianza entre las personas, pero jamás hemos de sentirnos decepcionados cuando falle esa confianza; ¡sólo Dios! 

Solamente Dios es el único que no nos decepciona, que no nos falla. Esperar y confiar, pues, sólo en Dios: “Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor” (Sal 26); o con palabras de otro salmo, el 61: “Sólo en Dios descansa mi esperanza, porque él es mi salvación; sólo él es mi roca y salvación, mi alcázar: no vacilaré... Pueblo suyo, confiad en él, desahogad ante él vuestro corazón, que Dios es nuestro refugio” (Sal 61).

jueves, 16 de septiembre de 2021

Petición y efectos de la bendición del Óleo de enfermos

La plegaria de bendición del Óleo de enfermos, la antigua oración "Emitte", al explicitar el efecto que desea alcanzar el sacramento, habla de la curación de la enfermedad, del alivio del dolor y de la sanación del cuerpo.


Así dice la plegaria:




Señor Dios, Padre de todo consuelo,
                       que has querido sanar las dolencias de los enfermos por medio de tu Hijo:
escucha con amor la oración de nuestra fe
y derrama desde el cielo tu Espíritu Santo Defensor sobre este óleo.

Tú que has hecho que el leño verde del olivo
produzca aceite abundante para vigor de nuestro cuerpo,
enriquece con tu bendición + este óleo,
para que cuantos sean ungidos con él
sientan en el cuerpo y en el alma
tu divina protección
y experimenten alivio en sus enfermedades y dolores.

Que por tu acción, Señor,
este aceite sea para nosotros óleo santo,
en nombre de Jesucristo, nuestro Señor.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.


El efecto se quiere hacer sentir, por gracia, tanto en el cuerpo como en el alma; se evita así una espiritualización como una mera acción corporal, que bien podría caer en superstición, como en algún momento de la historia ocurrió.


martes, 14 de septiembre de 2021

¡Cristianos cabales! (testimonio)



Llamados a ser luz, sal del mundo y signo de Dios como una ciudad puesta en lo alto del monte, los cristianos han de buscar constantemente cómo ser fiel al Evangelio y responder a las llamadas del Espíritu en el seguimiento de Cristo. 

La Iglesia está embarcada en una impresionante tarea, la nueva evangelización, de todos conocida, también aquí, en Occidente, en Europa, en España, entre nosotros. 



Pues bien, uno de los caminos, arduos y lentos, pero eficaces a largo plazo, es el hecho de que los cristianos sean cristianos para que puedan evangelizar con sencillez y constancia. Cristianos, cristianos. No es una verdad lógica que se sabe y se comprende. 

Los cristianos han de ser cristianos de verdad, a fondo y con todas sus consecuencias, con una fe que llegue a mover montañas, confiando totalmente en Dios, providente y misericordioso, reunido en el nuevo Israel que es la Iglesia, de donde recibe la fe, la vive y la celebra; por tanto, vinculado a la parroquia, que es pequeña célula de la Iglesia, “la Iglesia entre las casas de sus hijos e hijas” (Juan Pablo II).

Para una nueva evangelización hoy, los cristianos no pueden seleccionar del Evangelio y de la Iglesia sólo aquello que les guste, que les sea cómodo o fácil, relegando al olvido e ignorando en la propia existencia los aspectos del Evangelio y la vida eclesial que le resulten más difíciles. 

domingo, 12 de septiembre de 2021

Los siete dones del Espíritu en las almas



La acción del Espíritu Santo se ejerce en nuestras almas mediante sus siete dones que se nos infunden por el sacramento de la Confirmación, como reza la oración sacramental. Estos siete dones aparecen enumerados como gracias que tiene el Mesías ungido en el libro de Isaías (11,1ss) y que Cristo hace partícipes a quienes han sido ungidos por el Espíritu Santo; es una participación derivada.



“El nombre de dones del Espíritu Santo –enseñaba Juan Pablo II-, en el lenguaje teológico y catequético, se reserva a las energías exquisitamente divinas que el Espíritu Santo infunde en el alma para perfeccionamiento de las virtudes sobrenaturales, con el fin de dar al espíritu humano la capacidad de actuar de modo divino” (Audiencia general, 3-abril-1991). 


Es una capacitación en el organismo sobrenatural del hombre, para que actúe según Dios. “Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas” (CAT 1831), “son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo” (CAT 1830).


viernes, 10 de septiembre de 2021

Mecanismos de la liturgia (I)



A veces se escucha o se lee, con tremenda audacia, que “la liturgia es complicada y extraña”, y quienes así opinan no tienen reparos ninguno en modificarla, o en introducir elementos que les parecen más “sencillos” y comprensibles, o también en reducir su vitalidad e importancia en favor de elementos devocionales o estéticos.



Subyace en el fondo una radical incomprensión de la naturaleza y de las líneas teológicas y espirituales tanto de la liturgia como del año litúrgico, y se vive la liturgia como un ceremonial que hay que cumplir sacrificada y aburridamente, mientras que para la fe son mejores otras cosas y otros elementos.

Piensan, quienes así hablan, que la liturgia es para gente muy refinada espiritualmente, muy formada, pero que para los demás, la gran masa del pueblo cristiano, el pueblo santo de Dios, la liturgia no es pastoral, no es educativa, no es espiritual. Sin embargo, dichas opiniones reflejan en quienes las defienden, una gran ignorancia.

Si consideramos las leyes litúrgicas, aquellos principios que rigen la vida litúrgica de la Iglesia, comprenderemos mejor qué es la liturgia y cómo ni es complicada ni es extraña.

miércoles, 8 de septiembre de 2021

La Virgen, Aurora de nuestra salvación



La piedad cristiana goza cuando contempla a la Virgen María. Y siempre ha invocado a la Señora con confianza y filial devoción. Tanto y tan grande es el amor por la Madre, que los fieles cristianos la han llamado de diferentes maneras, con distintas advocaciones, algunas más ligadas a la zona geográfica donde se vive (Valle, Araceli, Fuensanta), otras advocaciones vinculadas a las necesidades del pueblo cristiano que la invoca (Socorro, Auxilio, Piedad) y otras advocaciones relacionadas con el horizonte de la revelación y de la salvación (Esperanza, Gracia, Inmaculada, Asunción).



Cuando llamamos a la Virgen “Aurora”, la estamos contemplando e invocando con un título que se refiere a la salvación y a la misma persona de Cristo. A Jesucristo se le llama “Sol que nace de lo alto” en el cántico del Benedictus que proclama Zacarías, padre de Juan Bautista, y que la liturgia entona cada mañana en Laudes. ¡Cristo es el Sol de justicia! ¿Por qué? Porque la noche expresa, con gran simbolismo, la situación del hombre y del pecado: es oscuridad, tiniebla, muerte. No se ve, no se sabe por dónde caminar. Se vive paralizado, aterrorizado. 

Pero Cristo es el Sol verdadero, “resplandor de la luz eterna, sol de justicia”: disipa las tinieblas, avanza y crece iluminando todo y llenándolo todo de alegría y de vida. El Sol de la mañana ahuyenta el terror de la noche, la angustia del enfermo que se acrecienta durante la noche. 

Todo es nuevo con el sol, todo es nuevo con Cristo, el verdadero Sol. La misma Escritura Santa, para anunciar la salvación que trae Cristo, pronuncia un precioso oráculo: “sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor”.

lunes, 6 de septiembre de 2021

Beneficios de la liturgia para la vida de la Iglesia (SC - IV)



La Iglesia vive de la liturgia para ser la Iglesia del Señor. En la liturgia, la Iglesia lo recibe todo del Señor, se santifican sus hijos y crece como Iglesia en el mundo.

            En la liturgia, la Iglesia es fortalecida para la misión evangelizadora y enviada al mundo con la fuerza del Espíritu Santo. El dinamismo apostólico y evangelizador halla su impulso claro y real en la liturgia que sostiene su vida. No es, entonces, un buenismo moral, ni el compromiso de los esforzados, ni la solidaridad natural: ¡es la liturgia transformando e impulsando, redimiendo y enviando al mundo, dando las gracias necesarias y capacitando!



            Todo esto lo expresa el Concilio Vaticano II afirmando:

            “Al edificar día a día a los que están dentro para ser templo santo en el Señor y morada de Dios en el Espíritu, hasta llegar a la medida de la plenitud de la edad de Cristo, la liturgia robustece también admirablemente sus fuerzas para predicar a Cristo y presenta así la Iglesia, a los que están fuera, como signo levantado en medio de las naciones para que debajo de él se congreguen en la unidad los hijos de Dios que están dispersos, hasta que haya un solo rebaño y un solo pastor” (SC 2).

           
            1. Siguiendo lo que san Pedro afirma en su carta (1P 2,5) que los cristianos son las piedras vivas que edifican el Templo vivo de Dios, la liturgia, según la Sacrosanctum Concilium, edifica a los fieles.

            Esta edificación de los fieles hay que entenderla no sólo en el sentido moral, o en sentido instructivo, sino en un sentido pleno y muy real. La edificación de la Iglesia, su crecimiento, su vitalidad, se opera en la liturgia por la acción del Espíritu Santo. Los fieles crecen en la liturgia, reciben gracia suficiente, se incorporan más plenamente a la Iglesia y así, la Iglesia misma, como Templo del Dios vivo, crece y se edifica constantemente.

sábado, 4 de septiembre de 2021

"Levantemos el corazón..." (Respuestas - XXVIII)




1. Heredado de la liturgia sinagogal, este diálogo se introdujo fácil y rápidamente en la liturgia cristiana y lo hallamos en todos los ritos de las distintas familias litúrgicas tanto occidentales como orientales: “El Señor esté con vosotros… -Levantemos el corazón / Lo tenemos levantado hacia el Señor. –Demos gracias al Señor, nuestro Dios / Es justo y necesario”.



            Actualmente, en el rito romano, este diálogo se realiza al inicio de la plegaria eucarística y el diácono durante el canto del pregón pascual, en la noche de la santísima Vigilia pascual. Antes, y tenía su razón de ser, y era muy expresivo, se realizaba también este diálogo en la plegaria de bendición del agua bautismal en la Vigilia pascual y el obispo al iniciar la gran plegaria de consagración del santo crisma; hoy esto se ha suprimido.

            Veamos las rúbricas de la Ordenación General del Misal romano. El diálogo inicia la gran plegaria eucarística: “En este momento comienza el centro y la cumbre de toda la celebración, esto es, la Plegaria Eucarística, que ciertamente es una oración de acción de gracias y de santificación. El sacerdote invita al pueblo a elevar los corazones hacia el Señor, en oración y en acción de gracias, y lo asocia a sí mismo en la oración que él dirige en nombre de toda la comunidad a Dios Padre, por Jesucristo, en el Espíritu Santo. El sentido de esta oración es que toda la asamblea de los fieles se una con Cristo en la confesión de las maravillas de Dios y en la ofrenda del sacrificio” (IGMR 78).

miércoles, 1 de septiembre de 2021

La fe engendra cultura



“Ese profundo estupor respecto al valor y a la dignidad del hombre se llama Evangelio, es decir, Buena Nueva. Se llama también cristianismo” (Juan Pablo II, RH 10). Sin embargo, y no se puede olvidar, ya Pablo VI denunciaba con claridad que “la ruptura entre evangelio y cultura es, sin duda alguna, el drama de nuestro tiempo, como lo fue también en otras épocas” (Pablo VI, EN 20). 




Lo cual significa, con claridad, “¡Mar adentro!”, que hay que buscar iniciativas culturales y estéticas que elevan y muestran la Belleza que es Cristo –la ya tan citada frase “sólo la belleza salvará al mundo”-.

La base, el principio teológico, debe quedar bien sentado; luego vendrán las aplicaciones prácticas. El sentir cristiano, desde antiguo, ha buscado múltiples cauces para expresarse y vivir, de la forma más profunda posible, el Misterio de Cristo. Celebrando la liturgia, la piedad popular, el arte, la poesía, la pintura, la escultura, el teatro, la arquitectura, expresaban, vivían  y conducían al amor del Misterio de Cristo. Ése es el verdadero humanismo cristiano, “pues nada de lo humano nos es ajeno”. 

Lo verdaderamente artístico y bello, eleva el hombre, le va permitiendo entrar de rodillas en el Misterio que se nos ha dado en Cristo. Su motor de inspiración es la fe, y es que la fe engendra cultura, un modo de relacionarse y de vivir, de mirar el mundo, de quererse, de expresarse mediante las diversas artes –arquitectura, pintura, música, teatro, etc.-. 

La fe se hace cultura –distinto a que la fe se la quiera reducir a un producto cultural-, la fe engendra cultura, crea verdadera Belleza. Mediante este humanismo, mediante este engendrar cultura estamos rectamente evangelizando, según marcaba Pablo VI en la maravillosa Evangelii Nuntiandi: