domingo, 28 de abril de 2024

Silencio en los ritos exequiales (Silencio - XXXIX)



El rito exequial, solemne y austero, introduce un momento de silencio sagrado en el rito de la despedida del cadáver, en los últimos ritos exequiales, donde todos oran en silencio encomendando al difunto.



            Las rúbricas explican así todo este conjunto de elementos para la última recomendación del cadáver y el sentido que tiene:

            “Este rito no significa una purificación, que se realiza principalmente por el sacrificio eucarístico, sino el último saludo de la comunidad cristiana a uno de sus miembros, antes de que se lleven el cuerpo o de que sea sepultado. Pues, si bien en la muerte hay siempre una separación, a los cristianos, que como miembros de Cristo son una sola cosa en Cristo, ni siquiera la muerte puede separarlos.

            El celebrante introduce y explica este rito con una monición; siguen unos momentos de silencio, la aspersión e incensación y el canto de despedida. Este canto, compuesto de texto y melodía adecuados, debe ser cantado por todos y, a la vez, todos han de ver en él la culminación del rito.

            También la aspersión, que recuerda la inscripción en la vida eterna realizada por el bautismo, y la incensación, con la que se honra el cuerpo del difunto, templo del Espíritu Santo, pueden ser consideradas como gestos de despedida” (RE 10).

sábado, 20 de abril de 2024

El discernimiento, virtud (I)

1. El discernimiento es una gran virtud, casi imprescindible, pero que, a la vez, es un don de Dios y hay que suplicarle constantemente el saber discernir. Si S. Pablo señalaba: “Examinadlo todo y quedaos con lo bueno” (1Ts 5,21), el discernimiento viene a ser la cima de muchas virtudes y lo propio de los hombres y mujeres de Dios al saber examinarlo todo, quedarse con lo bueno, y lo bueno siempre es la voluntad de Dios, la Presencia de Dios.



Este discernimiento es un examen, un juicio que divide y separa, para hallar en todo la voluntad de Dios, o interpretar los acontecimientos, o conocer qué es de Dios, y esto sólo lo realizan los hombres espirituales, esto es, aquellos que viven sumergidos en el Misterio de Dios, en profunda comunión con Cristo y siempre dóciles al Espíritu Santo por la oración. 

El que es espiritual reconoce –en el espíritu- los signos de la Presencia de Dios y de su voluntad. Lejos de convertir el proceso de discernimiento en una técnica de examen, o en una disciplina que se “pudiese comprar” de algún modo, su premisa es el trato y la familiaridad íntima con Cristo para saber entender el lenguaje de Dios, descubrir su voz en todo.

jueves, 18 de abril de 2024

El effetá (Ritos y gestos - VIII)



            Es un rito litúrgico que reproduce el gesto mismo del Señor con el sordomudo y la liturgia lo empleó gustosamente en los ritos catecumenales.



            En el RICA, el effetá se sitúa en la mañana del Sábado Santo junto con otros ritos que preparan para los sacramentos en la Vigilia pascual (cf. RICA 26).

            “Con este rito en virtud del propio simbolismo, se inculca la necesidad de la gracia, para que se pueda escuchar la palabra de Dios con provecho sobrenatural para la salvación” (RICA 200).

            Se proclama el evangelio del effetá (Mc 7, 31-37), tras lo cual “el celebrante toca con el pulgar los oídos derecho e izquierdo de cada uno de los elegidos, y la boca, sobre los labios cerrados, mientras dice:

Effetá, que significa: ábrete,
para que profeses la fe, que has escuchado,
para alabanza y gloria de Dios” (RICA 202).

jueves, 4 de abril de 2024

Silencio en las celebraciones penitenciales (Silencio - XXXVIII)



En el Ritual de la Penitencia se hallan las celebraciones penitenciales, estructuradas a modo de celebraciones de la Palabra de Dios que disponen a la penitencia interior y a la contrición.



            Así, no sólo en la celebración del sacramento en la forma B, sino las mismas celebraciones penitenciales, o celebraciones de la Palabra de Dios con tono penitencial, el silencio es un elemento más de la liturgia que envuelve las lecturas de la Palabra de Dios para orar personalmente y poder meditar pausadamente:

            “Es conveniente que después del rito inicial (canto, salutación y oración) se proclamen una o más lecturas –intercalando cantos o salmos, o momentos de silencio- y que en la homilía se expliquen y apliquen a los fieles reunidos… Después de la homilía y la meditación de la palabra de Dios, es conveniente que la asamblea de los fieles ore formando un solo corazón y una sola voz, mediante alguna plegaria titánica u otro medio apto para favorecer la participación de los fieles…” (RP 36).

martes, 2 de abril de 2024

Conocimiento propio (virtud - y III)

El conocimiento propio es una herramienta del itinerario espiritual de crecimiento, una preciosa virtud que favorece que vayamos adquiriendo la “imagen de Cristo” (Rm 8,29). No es un simple examen o repaso de faltas en un catálogo moral externo a nosotros, es conocernos –de nuevo- como Dios nos conoce, (cf. 1Co 13,12), en una tarea que siempre va a abarcar toda la vida. ¿No era el grito de San Agustín: Que me conozca, que te conozca?   


Una experiencia espiritual honda incluye un verdadero conocimiento de sí mismo, de las virtudes y cualidades personales, y también de los propios límites, reconocidos en la verdad y aceptados para ser integrados y no ser fuente de conflictos al no aceptarse uno tal cual es. Esta madurez del conocimiento propio se adquiere mirándose con una cierta distancia crítica de uno mismo, estando abierto para aprender, saber aceptar las correcciones que nos hagan y estar dispuesto a corregirse para crecer.

 Si la experiencia espiritual cristiana es verdadera y no meramente sensible o afectiva, uno de los signos más claros es la necesidad de andar en verdad. La fe engendra el andar en verdad y el conocimiento propio es tarea de cada hombre y obra de Dios con su gracia. Sólo Dios nos muestra la verdad de nuestro ser totalmente con entrañas de misericordia. “Jamás nos acabamos de conocer si no procuramos conocer a Dios” (Sta. Teresa, 1M 2,9): ¡conocernos en Dios, sabiéndonos amados por Él tal cual somos!, ya que sólo quien se sabe amado es capaz de crecer y caminar.