No olvida san Cipriano, para exhortar a la paciencia cristiana, detenerse en la pasión de Jesús. En su pasión, Cristo nos dio un ejemplo para que sigamos sus huellas.
¿Podría ser de otro modo? En la pasión, Él se muestra modelo y ejemplo de todas las virtudes, y la paciencia aquí ocupa un lugar destacado.
El cristiano, con su paciencia, imita la paciencia de su Señor en la pasión y en la cruz.
"7. Aun durante la Pasión y la cruz, antes de derramar su sangre y de su cruel muerte, qué oprobios no escuchó con toda paciencia, qué burlas y afrentas no toleró, hasta recibir los salivazos Él, que había dado luz a los ojos de un ciego con su saliva; no mucho antes Él, en cuyo nombre son azotados el diablo y sus demonios por sus servidores, consiente en ser azotado, y en ser coronado de espinas Él, que corona a los mártires con flores que no se marchitan; en ser abofeteado con palmadas Él, que otorga la palma verdadera a los vencedores; en ser despojado de sus vestidos Él, que viste a los demás con la vestidura de la inmortalidad; en ser abrevado con hiel Él, que nos dio un manjar celestial; en beber vinagre Él, que nos brindó el cáliz de salud.