viernes, 30 de marzo de 2018

El bien de la paciencia (San Cipriano, IV)

No olvida san Cipriano, para exhortar a la paciencia cristiana, detenerse en la pasión de Jesús. En su pasión, Cristo nos dio un ejemplo para que sigamos sus huellas.

¿Podría ser de otro modo? En la pasión, Él se muestra modelo y ejemplo de todas las virtudes, y la paciencia aquí ocupa un lugar destacado.


El cristiano, con su paciencia, imita la paciencia de su Señor en la pasión y en la cruz.

"7. Aun durante la Pasión y la cruz, antes de derramar su sangre y de su cruel muerte, qué oprobios no escuchó con toda paciencia, qué burlas y afrentas no toleró, hasta recibir los salivazos Él, que había dado luz a los ojos de un ciego con su saliva; no mucho antes Él, en cuyo nombre son azotados el diablo y sus demonios por sus servidores, consiente en ser azotado, y en ser coronado de espinas Él, que corona a los mártires con flores que no se marchitan; en ser abofeteado con palmadas Él, que otorga la palma verdadera a los vencedores; en ser despojado de sus vestidos Él, que viste a los demás con la vestidura de la inmortalidad; en ser abrevado con hiel Él, que nos dio un manjar celestial; en beber vinagre Él, que nos brindó el cáliz de salud.

martes, 20 de marzo de 2018

La Pascua que libera (textos)

El Misterio pascual es la acción salvadora de Cristo a través de su cruz, muerte, descenso a los infiernos y santísima resurrección. En el Misterio Pascual se cifra y se contiene nuestra vida.

Una vez al año el Misterio pascual es celebrado de forma solemne, convocando a todo el pueblo cristiano, a las liturgias solemnísimas del Triduo pascual (viernes santo, sábado santo, vigilia pascual y domingo de resurrección). Es la fiesta de las fiestas, tan importante y decisiva para nuestra vida que la prolongamos durante cincuenta días.


En el Misterio pascual, Jesucristo ha realizado una obra perfecta: a través del Sacrificio en la cruz y de su santísima resurrección nos salva, nos libera y nos reconcilia con el Padre abriéndonos las puertas del cielo que Adán cerró con su pecado.

La liturgia actualiza ese Misterio pascual y nos lo da mediante el velo de los ritos y oraciones. No todo termina con la Cuaresma, ni siquiera termina en el Viernes santo, sino que desemboca en la última parte del Misterio pascual, su resurrección, vivida en la noche en vela en honor del Señor que es la vigilia pascual, la fiesta más amada y preciosa.

Necesitamos, para vivir la santísima Pascua, una teología clara y una espiritualidad bien fundamentada, que nos ayude a penetrar en el Misterio pascual del Señor. 

viernes, 16 de marzo de 2018

Espiritualidad de la adoración (XXXI)

La adoración eucarística la realizarán y vivirán hombres y mujeres de recia fe, apostólicos, entregados, que descubren la Presencia de Cristo y la necesidad de estar con Él. A su vez, la misma adoración eucarística, sosegada y amorosa, va robusteciendo y acrecentando nuestra fe, para pasar de la debilidad, o el temor, o la rutina, al ardor y la entrega a la Persona del Señor.




Con la adoración eucarística, las aspiraciones y deseos del hombre, su corazón y todo su ser, se orientan cada vez más perfectamente a Dios, sin desviaciones, ni se permite que el corazón se ate a otros objetos u otros afectos legítimos pero desordenados. La adoración eucarística realiza en nosotros el gran lema: "¡Sólo Dios!"


"Os dije en España que la Eucaristía es la fuente de toda vuestra vitalidad espiritual y apostólica; porque con vuestra actitud de adoración, profundizáis en la fe, la esperanza y la caridad. De esta manera, orientáis toda vuestra vida hacia Dios y, por tanto, hacia el misterio del hombre y de la historia humana concreta" (Juan Pablo II, Disc. a la Adoración Nocturna española, 31-octubre-1983).

La interioridad y la contemplación piden un silencio interior y exterior. Entonces el alma se hace disponible para amar y para saber reconocer el Amor de Cristo, escuchando interiormente sus palabras, sus indicaciones, los suspiros y gemidos del Espíritu Santo en nuestro interior.

La vida cristiana posee como nota constante y definitoria la oración y la contemplación; por eso la adoración eucarística es un modo privilegiado de "estar" con el Señor, amándole y escuchándole.

miércoles, 14 de marzo de 2018

El bien de la paciencia (San Cipriano, III)

Ser pacientes y ser mansos es, en último término, imitar la paciencia de Dios.

¡Seamos imitadores de Dios!

Recibimos los ejemplos de paciencia de Dios para que nos conformemos al estilo divino.



"5. Y para mejor comprender, hermanos amadísimos, que la paciencia es virtud propia de Dios y que el paciente y manso es imitador de Dios Padre, cuando en su Evangelio el Señor daba saludables máximas y avisos espirituales para instruir a sus discípulos, habló así: “habéis oído lo que se publicó: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo declaro: amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos, el cual hace salir su sol sobre los buenos y malos y llueve sobre los justos e injustos. Pues si amareis a los que os aman, ¿qué recompensa tendríais? ¿Acaso no obran así también los publicanos? Y si saludareis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿Acaso no hacen esto también los gentiles? Debéis ser, pues, perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5,43-48).

domingo, 11 de marzo de 2018

La gloria, la cruz y el amor

Los evangelios de Cuaresma en el ciclo B están todos referidos a la Gloria de Jesús que se va a manifestar, se va a desplegar, en su Hora, la de la Cruz, cuando Él se levantado sobre todo y atraiga a todos hacia Sí.


Es una obra de amor y es el amor el contenido de la Cruz. Todo el Triduo pascual -Viernes Santo, Sábado Santo, Domingo de Pascua- es el despliegue ya incontenido e incontenible del amor de Dios y por eso acudimos a las iglesias esos tres días santísimos para vivir ese amor y responder a ese amor.

"Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único... para que el mundo se salve por él".

jueves, 8 de marzo de 2018

Miserere - Misericordia, Dios mío, por tu bondad



            Cada viernes se canta el Miserere. 

           
            ¿Qué le decimos a Dios en el Miserere?
             
             ¿Qué es, en definitiva, el Miserere que cada viernes la Liturgia canta y en muchos lugares se entona delante de alguna imagen del Señor con la cruz o Crucificado?



            Es un salmo, el salmo 50 del libro de los Salmos, y que entra dentro del grupo de los siete salmos penitenciales, aquellos salmos en que reconociéndonos pecadores, con pecados concretos nos acercamos en la oración a Dios implorando su perdón y misericordia. Es el hombre pecador que se acerca a Dios, su Padre compasivo y misericordioso, cual hijo pródigo. En efecto; la verdad es que, juntamente con la parábola del hijo pródigo, es la más grandiosa meditación que se haya escrito sobre el pecado y la misericordia de Dios. Y si hiciéramos un estudio comparativo, hallaríamos versículos muy parecidos en los dos textos. Jesús y sus oyentes tendrían como melodía de fondo el Miserere al exponer a los fariseos arrogantes la parábola del hijo pródigo.

            Este salmo lo escribió el rey David, en el s. IX a.C., confesando su pecado, el adulterio cometido con Betsabé y el asesinato de Urías, el esposo deshonrado, cuando el profeta Natán le hizo caer en la cuenta de la abominación en la que había incurrido; y siglos después se le añadieron otros versículos, la última parte del salmo, cuando el pueblo de Israel vuelve a su tierra tras el exilio de Babilonia y todo lo encuentra derruido y asolado: “Benigne fac, Domine, in bona voluntate tua Sion, ut aedificentur muri Jerusalem”, “Señor, por tu bondad, favorece a Sión, reconstruye las murallas de Jerusalén” (Sal 50,20).

            ¿De qué habla el Miserere?

            El salmo 50 repite en sus estrofas iniciales la realidad del pecado, su maldad, su perversidad que está patente a los ojos de Dios y que provoca arrepentimiento y dolor en el alma del pecador. El pecado es un mal esencial, es la muerte del alma que se aleja de Dios, es una infidelidad a Dios de quien uno se aparta para ir por senderos torcidos y tortuosos. Entonces se apela al corazón de Dios: “Miserere mei, Deus, secundum magnam misericordiam tuam; et secundum multitudinem miserationum tuarum, dele iniquitatem meam”, “misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión obra mi culpa”.

martes, 6 de marzo de 2018

La vida eucarística - II





Es mi Cuerpo,
            quebrantado y roto,
            entregado por amor,
            sacrificado hasta el extremo.


Es mi cuerpo,
            comedlo, saciaos de él: ¡tenéis la vida con vosotros!

Esto es mi Cuerpo.

Nos dejaste a Ti mismo, te diste a Ti mismo, Señor Jesucristo.
            Entregaste tu Cuerpo a la Iglesia, hecho Eucaristía,
            oblación,
            sacramento,
            hecho alimento, Presencia entregada.

Dejaste este gran Don a tu Iglesia,
            para que se nutra de Ti,
            y se edifique y crezca cimentada en la Eucaristía.
            Tu Iglesia, desde entonces, celebra y vive la Eucaristía como el gran Sacramento, el gran regalo, el gran Don.


domingo, 4 de marzo de 2018

La Pascua redime (textos de Melitón de Sardes)

La grandeza de la Pascua que anualmente conmemoramos, y a la que nos disponemos en Cuaresma con ayuno (mucho ayuno), oraciones, mortificaciones y limosna, es que nos redime y nos re-crea.

La situación del hombre es una situación dramática; no es bueno el hombre; en su situación ahora vive el desgarro interior producido por el pecado de los orígenes, una humanidad debilitada y desordenada por el pecado original que le ha provocado la concupiscencia. Ésta lo arrastra al mal aunque no lo quiera, y cuando quiere hacer el bien lo deja pasar.

A esta humanidad caída, que por sí sola es incapaz de salvarse ni de restaurarse, ni de hacerse buena, responde la Pascua del Señor Jesucristo, que por su pasión, cruz, y resurrección, redime y recrea, hace una humanidad nueva. Por eso es tan importante para nosotros prepararnos a la Pascua, iniciada en la santísima Vigilia pascual, y captar la obra de Cristo que festejaremos durante cincuenta días.

Es la Tradición de los Padres la que nos permite el acceso a estas riquezas y por eso hemos de empaparnos de la Tradición.

Melitón de Sardes, en el siglo II, un autor del Asia Menor, subraya el contenido salvífico de la Pascua. La herencia del pecado es la muerte y la debilidad de la humanidad, con un destino sombrío y dramático.

Dejó Adán a sus hijos esta herencia:
No la pureza, sino la lujuria;
No la incorruptibilidad, sino la corrupción;
No el honor, sino la deshonra;
No la libertad, sino la esclavitud;
No la realeza, sino la tiranía;
No la vida, sino la muerte;
No la salvación, sino la perdición (Melitón de Sardes, Peri Pascha 49).

Si ésta es la herencia, podemos entender entonces el caos que el pecado ha producido tanto en el cosmos, el mundo y la naturaleza, como en el mismo hombre:

Inaudita y terrible vino a ser efectivamente la perdición de los hombres sobre la tierra. Pues he aquí lo que les ocurrió: eran arrastrados por el despotismo del pecado y empujados al mundo de las pasiones donde quedaban inundados por los placeres insaciables:

jueves, 1 de marzo de 2018

El bien de la paciencia (San Cipriano, II)

¿Cómo argumenta san Cipriano?

Nos sitúa ante la paciencia de Dios.


Dios es paciente con malos y buenos. Más: Dios espera pacientemente la conversión del pecador, no quiere su muerte sino que viva y aguarda al hijo que se ha ido de la casa a que regrese.

Esta virtud moral, la paciencia, la vemos de manera excelsa en Dios mismo.



"4. Cuál y cuánta es la paciencia de Dios se ve en que aguanta con toda calma la afrenta que hacen a su soberanía y dignidad los hombres, levantando templos idolátricos, fabricando estatuas, practicando sacrificios sacrílegos; se ve en que hace nacer el día y el sol lo mismo sobre buenos que sobre malos y riega la tierra con lluvias, sin quedar nadie excluido de sus beneficios, porque no discrimina entre justos y malvados.