lunes, 30 de mayo de 2022

Valor litúrgico del rito de coronación de una imagen de la Virgen (II)



Cuando se corona una imagen de la Virgen María, de arraigada devoción, con culto permanente desde siglos, no nos limitamos al mero momento ceremonial, probablemente emotivo para una parroquia o una localidad. Hay algo más, debe ser algo más.



Este rito de coronación de la Virgen María para todos debe ser llamada fuerte y exigente a la santidad, al “alto compromiso de la vida cristiana ordinaria”. 

Todos estamos llamados a la santidad, cada cual en su estado de vida. Al levantar los ojos y ver a nuestra Madre coronada, imitemos su colaboración y disponibilidad a la gracia. Sólo así seremos santos. 

Una coronación canónica, tan deseada por todos los fieles que le tienen devoción a esa imagen de la Virgen María, ha de suponer un impulso en la renovación de la vida cristiana; que suscite un “anhelo de santidad” en todos los hijos e hijas de la Diócesis, de la localidad, de la parroquia. 

sábado, 28 de mayo de 2022

De la justicia, la virtud de la religión (I)



1. En torno a la virtud cardinal de la justicia giran algunas otras virtudes; estamos en el terreno de dar a cada uno lo que le corresponde, sin parcialidad, sin favoritismos, sino rectitud de vida. 




Como la justicia regula las relaciones, los derechos y los deberes, es la justicia una virtud que regirá para las relaciones y deberes con Dios y con el prójimo, siguiendo el precepto evangélico: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22,21).

2. Una primera referencia en torno a la justicia, es el grupo de virtudes en que no hay proporción entre lo que dan y lo que reciben, porque por mucho que se dé y se entregue, siempre es mayor lo que se recibe, tanto de Dios como de los demás. 

Este grupo de virtudes pertenece a la justicia pero no hay punto de comparación entre nosotros al practicarla y los beneficiarios; éstos son Dios, nuestros padres y nuestros superiores; por mucho que demos, siempre recibimos más de ellos. 

jueves, 26 de mayo de 2022

Liturgia terrena y liturgia celeste - I (SC - XII)



1. El cielo entra en la tierra mediante la liturgia y “la liturgia es el cielo en la tierra” (Juan Pablo II, Orientale lumen, n. 11).

            He aquí una dimensión de la liturgia olvidada, o, al menos, que no se suele poner de relieve: lo escatológico en la liturgia, la relación entre la liturgia terrena y la liturgia celestial, trascendente y elevadora, llena de belleza. Parecería que nuestras liturgias están encerradas en nuestro tiempo, sólo miran al grupo celebrante y su presente, se constituyen en un encuentro grupal del “nosotros” y, de hecho, se la llama “fiesta”, “reunión de amigos”, “celebración de la comunidad”. Todo muy excesivamente humano, social, temporal.


           Pero el cielo entra en la tierra mediante la liturgia y la liturgia de la Iglesia en la tierra nos abre al cielo, haciéndonos pregustar la adoración eterna del cielo.


            2. El libro del Apocalipsis es un libro litúrgico en cierto modo. Describe la solemne liturgia del cielo, de alabanza y adoración a Dios y al Cordero, Jesucristo. El cielo es una liturgia continua y hermosa. Hagamos un recorrido por este libro que cierra el Nuevo Testamento.

            -El vidente ve al Señor un domingo, “día del Señor” (Ap 1,10), vestido con larga túnica y cinturón de oro a la altura del pecho, rodeado por siete candelabros de oro. La gloria del Señor se revela un domingo porque el domingo es del Señor y fiesta primordial de los cristianos.

martes, 24 de mayo de 2022

¿Cómo se comulga en la mano?

La educación litúrgica requiere que, a veces, se recuerden cosas que se dan por sabidas.

La comunión en la mano está permitida para todo aquel que lo desee, a tenor de nuestra Conferencia episcopal, que lo solicitó a la Santa Sede.


¿Cómo se comulga en la mano? ¡Hemos de conocer las disposiciones de la Iglesia para quien desee comulgar así!, porque en muchísimas ocasiones se hace mal, de forma completamente irrespetuosa.

Debe cuidarse la dignidad de este gesto, sin que desdiga de la Presencia real de Jesucristo en la Eucaristía como si fuese un mero trozo de pan que se recibe de cualquier forma: al aire, agarrando la Forma de cualquier manera,  o con una sola mano... Actitudes que desdicen de la adoración debida.


Debe cuidarse la dignidad de este gesto, sin que desdiga de la Presencia real de Jesucristo en la Eucaristía como si fuese un mero trozo de pan que se recibe de cualquier forma:

“Sobre todo en esta forma de recibir la sagrada Comunión, se han de tener bien presentes algunas cosas que la misma experiencia aconseja. Cuando la Sagrada Especie se deposita en las manos del comulgante, tanto el ministro como el fiel pongan sumo cuidado y atención a las partículas que pueden desprenderse de las manos de los fieles, debe ir acompañada, necesariamente, de la oportuna instrucción o catequesis sobre la doctrina católica acerca de la presencia real y permanente de Jesucristo bajo las especies eucarísticas y del respeto debido al Sacramento”[1].

domingo, 22 de mayo de 2022

La redención por la cruz

El método de la redención fue la Cruz. Cristo asumió en su carne el pecado de toda la humanidad y clavó en la cruz todo nuestro pecado.


Lo que estaba anunciado en Is 53, fue cumplido con creces en Jesucristo: 'él cargó con nuestros dolores... sus heridas nos han curado'. El sufrimiento de Cristo en su pasión y cruz fue un sufrimiento redentor, lleno de amor, por nosotros y fue un sufrimiento vicarial, es decir, por otros, por nosotros. Se explique como se explique, y vengan las teorías teológicos que vengan, el dato de la fe es que el sufrimiento de Cristo fue redentor y vicarial.

Esta es la realidad de la redención: fue realizada mediante el sacrificio de Cristo. Su pasión y muerte en cruz no fue un accidente, ni un símbolo, ni una mera solidaridad "con los pobres del mundo". Incluso, a veces, provoca rechazo la misma palabra "sacrificio", que es oblación voluntaria a Dios como algo santo que se entrega. Estas son reducciones de la redención que jamás la explican en su totalidad.

viernes, 20 de mayo de 2022

Valor del rito litúrgico de coronación de una imagen de la Virgen



Es un rito litúrgico bello y, a la vez, expresión de fe y devoción sincera y honda.



La piedad popular ha meditado durante generaciones el quinto misterio glorioso del Rosario, contemplando “la coronación de la Virgen María como Reina y Señora de todo lo creado”. La carta apostólica de Juan Pablo II “Rosarium Virginis Mariae” nos introduce en su meditación: 


“A esta gloria [la vida de Cristo resucitado], que con la ascensión pone a Cristo a la derecha del Padre, sería elevada Ella misma con la asunción, anticipando así, por especialísimo privilegio, el destino reservado a todos los justos con la resurrección de la carne. Al fin, coronada de gloria –como aparece en el último misterio glorioso-, María resplandece como Reina de los ángeles y los santos, anticipación y culmen de la condición escatológica de la Iglesia” (n. 23). 


Considerar la coronación de María al rezar diariamente el Rosario, es elevar el corazón hacia las realidades últimas, felices y definitivas. Ella, la primera, participa de la gloria de su Hijo en cuerpo y alma. 

miércoles, 18 de mayo de 2022

Argumentos litúrgicos de S. Basilio

En el tratado sobre "El Espíritu Santo" de San Basilio, recomendable por su contenido y método, por su espiritualidad y hermosura, el autor argumenta desde la liturgia.



San Basilio argumenta mediante tres caminos: la sagrada Escritura con una correcta exégesis que él establece, la Tradición que se expresa en la liturgia, en las tradiciones no escritas y en la tradición de los Padres y, por último, en la tipología.



“En la polémica con los pneumatómacos alcanza una precisa puesta a punto de sus mismos criterios exegéticos.

Ante todo, extiende el número de los testimonios de la Escritura sobre los cuales puede basar sus propias afirmaciones. Precisa cómo se debe hacer una correcta lectura del texto. Considera fundamental el sentido literal de una palabra o de una expresión bíblica, que debe determinarse y verificarse en el contexto del uso litúrgico bíblico y del significado global del texto sagrado. Debe además convalidarse confrontándolo y concordándolo con la Tradición de los Padres.

Finalmente, defiende la interpretación tipológica como anticipación real de la plenitud del don de la vida divina por medio de Cristo en el Espíritu Santo, y como preparación gradual para la misma, actuada por la divina pedagogía”[1].


La argumentación litúrgica es especialmente interesante en este tratado. Para este Padre capadocio la liturgia, lejos de convertirse en un arsenal erudito para enumerar citas que fácilmente se agrupen en un capítulo más dentro del contexto, resulta ser el ámbito vital en que san Basilio respira, piensa y elabora su teología; la liturgia para san Basilio es una fuente de la Tradición que llega hasta su generación y en la conciencia de lo que se realiza, de lo que se cnata y se reza, puede elaborar una síntesis dogmática. La Tradición llega a san Basilio, entre otras formas, mediante la liturgia que celebra y ora, la liturgia  es un cauce de la Tradición misma.

martes, 17 de mayo de 2022

Silencio: reflexionar y comprender (Silencio - IV)



La rapidez, la inmediatez, de noticias e ideas en nuestro mundo global hacen que sea imposible analizarlas, ponderarlas, discernirlas. O se asumen acríticamente o se olvidan al instante. El silencio da hondura a todo, y el silencio permite la reflexión personal, poder analizar, comprender, estudiar.



            El silencio es el que logra pasar de la cantidad de información a la formación, como un paso nuevo y necesario:

            “Es motivo también para que no nos quedemos sólo en las noticias si queremos entender el mundo y la vida; debemos ser capaces de detenernos en el silencio, en la meditación, en la reflexión serena y prolongada; debemos saber pararnos a pensar. De este modo nuestro ánimo puede hallar curación a las inevitables heridas del día a día, puede profundizar en los hechos que ocurren en nuestra vida y en el mundo y llegar a esa sabiduría que permite valorar las cosas con ojos nuevos” (Benedicto XVI, Hom. en el Te Deum, 31-diciembre-2012).

lunes, 16 de mayo de 2022

Sentencias y pensamientos (XXIX)

21. "Para el que ama todo es suave, y al que no ama todo le es pesado. Para el amante es suave, porque Dios regaló la suavidad" (S. Agustín, Serm. 30,10).


El egoísta todo lo vive con cansancio, todo le pesa, todo le molesta, le estresa, le agobia. El amor no; para el amor nada le es pesado. ¡Soporta todo! Y es que Dios infunde amor y suavidad en el corazón.


 

22. "Ante todo, mantened un amor intenso entre vosotros, porque el amor tapa multitud de pecados" (1P 4,8).

¡Vaya! "¡Intenso!", no apagado, "intenso", es decir, presente, cercano, perseverante, fiel... Eso pide la Palabra de Dios: intensidad en el amor fraterno, no baja frecuencia.


Así que la intensidad no será mala... sino cualidad del amor mismo. Sólo quien carezca de madurez vivirá la intensidad como una pesadez en vez de como un don que se recibe.
 

sábado, 14 de mayo de 2022

Educados para cuando llegue el sufrimiento

Hay formas diversas de afrontar una realidad tan dura como es el sufrimiento, pero sólo hay una forma cristiana, sobrenatural: la de aceptar ofreciéndose, de manera que los propios sufrimientos se unan a los sufrimientos de Cristo que los vivifica, que los santifica, que los redime, que los ilumina. Ya sean sufrimientos físicos, o sean sufrimientos morales o espirituales, hemos de saber vivirlos en unión con Cristo.

La catequesis, la predicación, la espiritualidad, deben poner los cimientos de este Evangelio de la Cruz, fortaleciendo el alma para las pruebas y el sufrimiento, aun cuando esto no sea popular o, en principio, no parezca pastoral. Sin embargo, muchas situaciones de desesperanza, de incomprensión y oscuridad, de sinsentido, se ahorrarían si educamos -y nos autoeducamos- para comprender el valor redentor y espiritual del sufrimiento y saber vivirlo cuando llegue.


jueves, 12 de mayo de 2022

Belleza al celebrar - (11)



            La belleza es siempre manifestación de Dios, revelación de su Gloria y su Verdad, y, por tanto, lo que es realmente bello, es una vía de acceso a Dios: nos toca en lo más hondo, nos transciende, eleva el corazón a un gozo inexplicable. La belleza es una cualidad de Dios.

            La Iglesia cuidó siempre de las artes, cultivó la belleza, como un camino de evangelización por un parte, y, por otra, como una alabanza a Dios. La belleza siempre es un anhelo en el corazón del hombre aun cuando no sepa reconocerlo o verbalizarlo.



            La liturgia eclesial posee belleza en sí misma: es el Misterio de Dios dándose a través de los ritos sagrados, es la Presencia de Cristo glorificado que hace de la liturgia un nuevo monte Tabor de luz y transfiguración. Es la entrada de Cristo en nuestro espacio, en nuestro tiempo, en nuestra vida. En función de esto, la Iglesia preservó siempre la belleza en la liturgia, no admitiendo muchos elementos que podían desfigurarla, empobrecerla o afearla; empleó los mejores recursos (musicales, orfebrería, arquitectura, pintura, etc.) al servicio del culto divino; creó una atmósfera espiritual para la liturgia, con silencio y canto sagrado y espiritual, con incienso y cirios, con orden y decoro.

            Quien iba a la iglesia a vivir la liturgia entraba en otro ámbito, tremendamente simbólico, había una transición, un cambio, de lo cotidiano y profano en que vivía a lo sagrado y celestial. La liturgia –y el mismo templo- eran anticipo del cielo, la nueva ciudad de Jerusalén arreglada como una novia para su Esposo; eran una imagen de la liturgia del cielo que describe el Apocalipsis. Nada de vulgaridad, nada de improvisación, nada de música o ritmo profano, nada de ropas comunes para los ministros del altar, nada debía estorbar ni disminuir la belleza y santidad de la liturgia rebajándola a lo vulgar, asimilándola a lo profano.

martes, 10 de mayo de 2022

De la prudencia, el buen consejo (II)



3. La segunda virtud derivada de la prudencia, es la de buen consejo, y esto bajo un doble aspecto, saber buscar un buen consejo o dejarse aconsejar, y también saber aconsejar a otros.

No es hombre prudente quien cree que lo sabe todo y no necesita de nadie, porque cometerá muchos errores al no poder contrastar con nadie y tener una visión muy reducida. 




El que es prudente adquiere esta virtud del buen consejo. Se asesora, pregunta, consulta, antes de tomar ninguna decisión para no actuar torpemente. El autosuficiente no consulta, es orgulloso y como tal, imprudente; el humilde y prudente, por buscar y obrar el bien, consulta, pregunta, cuestiona lo que él haya pensado para que el Señor, por medio de otra persona, arroje luz.

Al pedir consejo uno expone la situación que hay que resolver, se buscan los medios más oportunos, se ponderan las consecuencias, se mira el modo y la ocasión de realizarlo y se reza pidiendo fruto al Señor y encomendando el camino al Señor (cf. Sal 36).

domingo, 8 de mayo de 2022

La nube en el NT: la Transfiguración



         Pasemos a otro texto clave del N.T. donde la nube aparece de forma manifiesta: el relato de la transfiguración del Salvador.

         El relato de la transfiguración aparece en los tres sinópticos, aunque, preferentemente, vamos a pararnos en el de Lucas (9,28-36). Éste juega con una simbología muy rica para presentarnos la gloria de Jesús, basándose en elementos que ya aparecen en las Escrituras, especialmente en el Éxodo.



Comienza situándonos la escena, no en un lugar cualquiera, sino en un monte: "Jesús tomó consigo a Pedro, a Juan y a Santiago y subió al monte para orar" (9,28b). El monte es el sitio por excelencia de las manifestaciones o teofanías del Señor. En un monte se presenta el Señor por medio de la zarza ardiente a Moisés (Ex 3), en un monte -el Sinaí- establece una alianza con su pueblo, en un monte, por medio de Elías, el Señor manifiesta su superioridad frente a Baal (1Re 18,19ss), en el monte Horeb Elías se encuentra con el Señor (1Re 19,9-13a),etc... De tal forma que el Señor se hace presente y revela su presencia y majestad en el monte. Esta simbología es recogida por Lucas.

                        "Mientras oraba, cambió el aspecto de su rostro y sus vestidos se volvieron de una blancura resplandeciente" (Lc 9,29). La doxa de Jesús se manifiesta en la luz, una luz que envuelve su figura, que manifiesta su transfiguración. Evoca esto el momento en que Moisés, tras el encuentro con el Señor, está resplandeciente su rostro, y tiene que cubrírselo: "Moisés no sabía, al bajar del monte, que su rostro irradiaba luminosidad por haber hablado con el Señor" (Ex 34,29). Es la presencia transfiguradora del Señor que nos va transformando. 

viernes, 6 de mayo de 2022

"Amén" - y III (Respuestas - XXXVI)



7. Igualmente importante, solemne y rotundo, que el “Amén” que rubrica la gran plegaria eucarística, es el “Amén” que se pronuncia antes de comulgar. Es confesión de fe y reconocimiento adorante de que Jesucristo está en el Sacramento real y sustancialmente presente.

            Primero veamos el rito de la distribución de la sagrada comunión, las rúbricas, ya que, para participar mejor, hemos de saber cómo se hace bien, y luego el sentido de la respuesta.



            El fiel que se acerca a comulgar, realiza primero un signo de adoración inclinándose. La postura corporal, por tanto, ha de ser sumamente respetuosa: “Los fieles comulgan estando de rodillas o de pie, según lo haya determinado la Conferencia de Obispos. Cuando comulgan estando de pie, se recomienda que antes de recibir el Sacramento, hagan la debida reverencia, la cual debe ser determinada por las mismas normas” (IGMR 160).

            El rito de la distribución de la sagrada comunión se desarrolla de la siguiente manera: “Si la Comunión se recibe sólo bajo la especie de pan, el sacerdote, teniendo la Hostia un poco elevada, la muestra a cada uno, diciendo: El Cuerpo de Cristo. El que comulga responde: Amén, y recibe el Sacramento, en la boca, o donde haya sido concedido, en la mano, según su deseo. Quien comulga, inmediatamente recibe la sagrada Hostia, la consume íntegramente” (IGMR 161).

lunes, 2 de mayo de 2022

Jesucristo, primer Paráclito

Él mismo se define como Paráclito al prometer que nos enviaría "otro Paráclito" que no nos dejase huérfanos, desamparados, entristecidos.


El primer Paráclito es Jesús, el primer Consolador es Jesús. Ya Simeón en la Presentación en el Templo lo aclamó como "Consuelo de Israel" y su vida entera fue un consolar y alentar a los afligidos y tristes. "Sanará los corazones quebratados, vendará sus heridas" (cf. Sal 146), "consolar a los afligidos" (Is 61,1ss). ¡Cuántas veces no ejerció ese consuelo! Era la eficacia de su palabra: "No llores". Era Él, manso y humilde de corazón, el que ofrece un consuelo infinito acompasado de serenidad y aliento.

Además, para consolar, Él mismo pasó por la aflicción y lloró, se siento solo y desamparado, y entiende perfectamente con su Corazón a quien ahora pueda pasar por la prueba del dolor, de la tristeza, de la decepción.


"Él lloró, para que tú, hombre, no llores más, y Él soportó las injurias, para que tú no sufrieras tu propia injuria. ¡Gran remedio es tener consuelo gracias a Cristo! Él soportó por nosotros estas cosas con gran paciencia, ¿y vamos a ser nosotros quienes no queramos llevar las cosas pacientemente por su nombre?" (S. Ambrosio, De fide II, 94-95).

¡Qué gran consuelo es mirar a Cristo, descansar en Cristo, hablar con Cristo!