sábado, 14 de mayo de 2022

Educados para cuando llegue el sufrimiento

Hay formas diversas de afrontar una realidad tan dura como es el sufrimiento, pero sólo hay una forma cristiana, sobrenatural: la de aceptar ofreciéndose, de manera que los propios sufrimientos se unan a los sufrimientos de Cristo que los vivifica, que los santifica, que los redime, que los ilumina. Ya sean sufrimientos físicos, o sean sufrimientos morales o espirituales, hemos de saber vivirlos en unión con Cristo.

La catequesis, la predicación, la espiritualidad, deben poner los cimientos de este Evangelio de la Cruz, fortaleciendo el alma para las pruebas y el sufrimiento, aun cuando esto no sea popular o, en principio, no parezca pastoral. Sin embargo, muchas situaciones de desesperanza, de incomprensión y oscuridad, de sinsentido, se ahorrarían si educamos -y nos autoeducamos- para comprender el valor redentor y espiritual del sufrimiento y saber vivirlo cuando llegue.


¿Cuál es la enseñanza de la cruz?
¿Cuál es "este evangelio superior, el evangelio del sufrimiento" que decía Juan Pablo II (Ángelus, 29-mayo-1994)?
¿Cómo vivir una realidad tan dramática?

"La cruz ha desempeñado un papel esencial en la misión salvífica de Cristo...
 Así, pues, ¿por qué asombrarnos de que la ley de la cruz, tan íntimamente relacionada con la vida y la actividad salvífica de Jesús, se aplique también a nuestra vida? A todos los que, aún hoy, se encuentran trágicamente inmersos en el misterio del sufrimiento, y podrían caer en la tentación del desaliento y la desesperación, conviene recordarles la verdad que enseñó y vivió Cristo: la cruz es necesaria en nuestra vida, pero como un camino que conduce a la victoria del amor. Todos estamos llamados a unirnos a la ofrenda redentora de Cristo, a fin de compartir con él la alegría de la resurrección" (Juan Pablo II, Audiencia general, 22-abril-1992).

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