21. "Para
el que ama todo es suave, y al que no ama todo le es pesado. Para el
amante es suave, porque Dios regaló la suavidad" (S. Agustín, Serm.
30,10).
El egoísta todo lo vive con cansancio, todo le pesa,
todo le molesta, le estresa, le agobia. El amor no; para el amor nada le
es pesado. ¡Soporta todo! Y es que Dios infunde amor y suavidad en el
corazón.
22. "Ante todo, mantened un amor intenso entre vosotros, porque el amor tapa multitud de pecados" (1P 4,8).
¡Vaya! "¡Intenso!", no apagado, "intenso", es decir, presente, cercano, perseverante, fiel... Eso pide la Palabra de Dios: intensidad en el amor fraterno, no baja frecuencia.
Así que la intensidad no será mala... sino cualidad del amor mismo. Sólo quien carezca de madurez vivirá la intensidad como una pesadez en vez de como un don que se recibe.
23. -Pedro: ¿me quieres? -Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero. ¡Precioso este diálogo del evangelio!. -Pedro, ¿me quieres? Y hay que saber decir: "Te quiero". ¡¡Cristo, te quiero!! Con locura, te quiero, Señor; con mil debilidades, con mi insistencia e intensidad... ¡te quiero!
24. Comenzamos...
continuamos... fija la mirada en Cristo porque si la mirada no se fija
en Cristo, sino en las olas del mar, nos hundimos como Pedro, imposible
ya el caminar por encima de las aguas. ¡Sálvanos, Señor, que nos
hundimos! Sólo mirar a Cristo para caminar atravesando el mar. En
definitiva, lo que cuenta, es el encuentro con esa mirada... que, en
este caso concreto, ofrece seguridad y posibilidad de remontar sobre el
caos que nos rodea o el mal que nos hunde
25. El egoísmo es: no preocuparse de más nadie que de uno mismo, ser insensible a los demás, no tener en cuenta lo que es bueno para los otros (lo que los otros necesitan y yo podría darles...). Es lo propio de la inmadurez -da igual la edad-, de un eterno adolescente egocéntrico.
26. "Sobrellevaos mutuamente con amor cuando alguno tenga quejas contra otro". Los roces, y hasta los conflictos por caracteres, son inevitables, pero la caridad -amor sobrenatural, divino- sabe sobrellevarse, encajar, sin poner condiciones para poder amar.
Así, la moral cristiana, es una moral de la Gracia -Dios actuando y cambiándonos por dentro- y una moral de la caridad -de un amor sin límites, sin condiciones- lleno de Amor de Dios... porque lo otro es egoísmo disfrazado de 'amistad' o de lo que sea.
27. "La medida del amor es el amor sin medida". También dice san Agustín: "Cuanto más amas, más alto subes".
Es el amor de Dios en nosotros, que nos enseña a amar:
humillándose, dándose, entregándose, perdonando, disculpando sin
límites, aguantando sin límites... Amor cercano, sencillo, humilde y
fiel. Esto
del amor, así, aplíquese a nuestro amor a Dios y a Cristo; aplíquese al
amor entre esposos, entre hermanos, entre amigos... que el amor no son
sólo sentimientos, estados afectivos pasajeros, sino entrega sin medida.
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