2. Con
los demás
a) Talante espiritual
-La corrección fraterna pide una delicadeza sobrenatural, y se realiza
una vez que se ha rezado por la otra persona y se ha pedido al Espíritu que
ponga sus palabras en nuestra boca. Realizar la corrección en privado, estando
calmados y con un tono de voz amable intentando más convencer que imponer o
recriminar, sin humillar, firmes en aquello que decimos, pero muy suaves en el
modo para no provocar rechazo en la corrección y que el otro, por rebeldía se
haga fuerte en su error, sino suscitando aceptación y ganas de mejorar.
-La finura con los demás invita a esperar y confiar en el ritmo de
crecimiento del otro, y tiene paciencia. Instruye, excita el deseo al mostrar
el camino de la virtud y no acelera el crecimiento, pues puede ser perjudicial
y aparente, sin que el fondo se haya tocado, las instancias psíquicas no hayan sido
afectadas. Tener paciencia sin desanimarse, esperar sin imponer el propio ritmo
de crecimiento a los demás.
-La delicadeza lleva a expresar y demostrar ternura y afecto, sin
sentimentalismo falso, pero, según S. Pablo, “siendo cariñosos unos con otros”: una sonrisa, un gesto de cariño
o ternura, una pequeña atención o detalle con alguien, un animar con una broma
a quien está decaído, una palabra agradable y dulce que destruya un clima
enrarecido, triste; ser instrumento de reconciliación en los pequeños y
normales roces diarios. En esta delicadeza se procura que la caída del sol no
nos sorprenda en nuestro enojo, sino que se sea capaz de pedir perdón antes de
que acabe el día para que las heridas no sean profundas, sino que pronto, por
el perdón, la reconciliación, se cicatricen lo antes posible. El modo de pedir
perdón debe responder y adaptarse a la gravedad de la ofensa; muchas veces con
una pequeña sonrisa está todo dicho, o un pequeño detalle.