Ya estamos en el primer día del
Santísimo Triduo pascual. Hoy celebraremos la Cruz santa de Cristo, su
Pasión y Redención. Ya vimos hace unos días la catequesis sobre esta
Liturgia austera y solemne a la vez.
Pero
ya el Viernes Santo, entrando en el Triduo pascual, mira a su Corazón,
que es la Vigilia pascual. Nuestros templos hoy, formando una sola y
gran comunidad católica, deberán estar atestados de fieles, y los mismos
fieles mañana por la noche se reunirán para vivir el "desenlace".
Vamos a repetirlo: debe ser la Gran celebración, de todos y cada uno de los fieles, que no dejarán de participar bajo ningún concepto ni excusa, sino integrándose en el Cuerpo eclesial para celebrar a su divina Cabeza.
¿Para qué si no recibir la ceniza el Miércoles de Ceniza?
¿A qué los ayunos y mortificaciones y penitencias si luego no subimos con Cristo al monte de la santa Pascua?
¿De qué servirían tantos ejercicios piadosos cuaresmales, buenísimos y santísimos, si después nos ausentamos de la santa Vigilia pascual que durante siglos fue el manantial de gozo cristiano y fuente de vida para tantas generaciones de cristianos?
Toca recuperar el sentido y la conciencia de la Vigilia pascual para todos en nuestras parroquias, comunidades, asociaciones, movimientos, cofradías y hermandades. Todos unidos, formando una amalgama de granos de trigo -que diría san Agustín en sus sermones pascuales- para ser amasados en un solo Cuerpo de Cristo, Pan de vida.
Seguimos donde nos quedamos en la catequesis sobre la Vigilia pascual.