viernes, 29 de marzo de 2013

Vigilia pascual - II (Catequesis y ritos)

Ya estamos en el primer día del Santísimo Triduo pascual. Hoy celebraremos la Cruz santa de Cristo, su Pasión y Redención. Ya vimos hace unos días la catequesis sobre esta Liturgia austera y solemne a la vez.

Pero ya el Viernes Santo, entrando en el Triduo pascual, mira a su Corazón, que es la Vigilia pascual. Nuestros templos hoy, formando una sola y gran comunidad católica, deberán estar atestados de fieles, y los mismos fieles mañana por la noche se reunirán para vivir el "desenlace". 
 
Vamos a repetirlo: debe ser la Gran celebración, de todos y cada uno de los fieles, que no dejarán de participar bajo ningún concepto ni excusa, sino integrándose en el Cuerpo eclesial para celebrar a su divina Cabeza. 
 
¿Para qué si no recibir la ceniza el Miércoles de Ceniza? 
¿A qué los ayunos y mortificaciones y penitencias si luego no subimos con Cristo al monte de la santa Pascua? 
¿De qué servirían tantos ejercicios piadosos cuaresmales, buenísimos y santísimos, si después nos ausentamos de la santa Vigilia pascual que durante siglos fue el manantial de gozo cristiano y fuente de vida para tantas generaciones de cristianos? 

Toca recuperar el sentido y la conciencia de la Vigilia pascual para todos en nuestras parroquias, comunidades, asociaciones, movimientos, cofradías y hermandades. Todos unidos, formando una amalgama de granos de trigo -que diría san Agustín en sus sermones pascuales- para ser amasados en un solo Cuerpo de Cristo, Pan de vida.

Seguimos donde nos quedamos en la catequesis sobre la Vigilia pascual.


miércoles, 27 de marzo de 2013

La Vigilia pascual - I (catequesis y ritos)

Un poco ajustados de fecha, pero llegamos a las dos catequesis de la Vigilia pascual. Tras toda una Cuaresma, llegamos a la cumbe, la santa Pascua del Señor con su vigilia nocturna en la noche del sábado santo al Domingo.
 
Hemos tenido ocasión, seguro, en retiros y homilías, de desear la Vigilia pascual porque nos habrán hablado de ella, nos la habrán predicado exhortando a nuestra asistencia fiel y devota. Ahora hay que profundizar un poco en ella. Tal vez lleguen muchos a estas entradas buscando simplemente "moniciones para la Vigilia pascual", pero estas catequesis deben ser -anualmente- mistagogias, introducciones teológicas y espirituales a lo contenido en los ritos sagrados.
 
Dos catequesis breves sobre la Vigilia pascual deben orientarnos en su celebración y alentarnos a su vivencia, tanto más espiritual cuanto más solemne es este sagrado rito, centro de todo el año litúrgico.

Así que hoy, acomodaos en este salón virtual de catequesis, tomad el cuaderno para escribir algunas "notas", añadid la ilusión de una preparación inmediata a algo importante, y nos lanzamos. Haya expectación.

¡Llega la Santa Pascua del Señor!
 
La estructura clásica de la Vigilia pascual consta de cuatro partes:


1) Lucernario (es una introducción, un prólogo al rito, y no es lo más importante)

2) Liturgia de la Palabra (última catequesis a los "electi", los catecúmenos que después van a ser bautizados y a todos los fieles situándolos ante la gran perspectiva de la Historia de la salvación)

3) Liturgia bautismal: bautismo de niños y adultos, Crismación-Confirmación de éstos, renovación de las promesas bautismales de todos los fieles y aspersión con el agua bautismal, terminando con la oración de los fieles (la respuesta cantada a la intención que se nos proponga).

4) Liturgia eucarística: el sacrificio pascual del Señor se hace presente en el altar; el banquete de bodas del Cordero se anticipa en la Eucaristía de la Pascua.


martes, 26 de marzo de 2013

Acción litúrgica de la Pasión del Señor - Viernes Santo

Entramos en el primer y Gran día de la Pascua: Cristo, el Señor, el Cordero de Dios, va a ser inmolado. El centro de todo el Viernes Santo es la acción litúrgica de este día: en ella participamos, en ella contemplamos su Amor, en ella se nos da la Cruz de Cristo, en ella oramos por la redención de toda la humanidad.

No puede decrecer la participación en esta acción litúrgica porque es el primer día de Pascua; al contrario, de la Misa vespertina del Jueves Santo a la celebración de hoy se debería notar un aumento en el número de fieles y para eso -imagino, espero, supongo- se habrá predicado durante la Cuaresma en homilías, catequesis, retiros parroquiales, charlas cuaresmales, incluso de manera cansina, repitiendo una y otra vez, no dando por supuesto que todos saben la importancia de estas celebraciones y asisten.

Día de ayuno y abstinencia de carne: comienza el ayuno pascual hasta la Vigilia. Nuestro alimento es ya otro: Cristo mismo en la Eucaristía pascual. 

La Cruz, elevada sobre la tierra, atrae a todos hacia Cristo.

La Cruz permanece, mientras que el mundo gira y gira, cambiante, inestable.


La celebración consta de tres momentos fundamentales: 
* la Palabra proclamada, 
* la Adoración de la Cruz, 
* la sagrada comunión como alimento durante el ayuno pascual a la espera de poder celebrar la Eucaristía en la gran Vigilia pascual.  

lunes, 25 de marzo de 2013

Un testimonio antiguo sobre la Vigilia pascual

Es alegórico y difícil, pero no deja de ser interesante el texto de hoy: es la Epistola Apostolorum, de mitad del siglo II, por la zona de Asia Menor.

Pensemos que por allí cunde el gnosticismo, doctrinas esotéricas y muy espirituales, con la que tuvo que enfrentarse el cristianismo; un espiritualismo sin carne, un desprecio a la materia creada y una doctrina reservada sólo para los muy espirituales y avanzados en el conocimiento.

Fruto de ese ambiente, y empleando un lenguaje común a ese ambiente espiritual y gnóstico, la Epistola Apostolorum hablará de la Vigilia pascual. Ésta transcurre en la noche de la Pascua, siendo convocado todo el pueblo cristiano para velar, vigilar, con las lecturas y salmos y con la Eucaristía celebrada.

Y lo importante, además, es el clima de expectación, de vigilancia, de tensión, el tono espiritual de la comunidad cristiana durante esta Vigilia pascual, tal como lo muestra este documento.

"Vosotros haréis memoria de mi muerte. Cuando llegue la Pascua (versión etiópica: 'vosotros haced memoria de mi muerte, esto es, celebrad la Pascua, entonces uno...'), uno de vosotros estará recluido en la cárcel a causa de mi nombre; estará triste y lleno de aflicción porque, mientras vosotros celebráis la Pascua, él estará ausente en la cárcel. Mi poder se manifestará en forma de ángel Gabriel, las puertas de la cárcel se abrirán, y entonces podrá salir e ir a vosotros.

Permanecerá en vuestra compañía durante la vigilia nocturna hasta el canto del gallo. Terminado el memorial y el ágape, nuevamente será encerrado en la cárcel para testimonio, hasta que pueda salir para predicar lo que yo os he transmitido.

domingo, 24 de marzo de 2013

MIsa en la Cena del Señor - Jueves Santo

Cada año, el Santísimo Triduo pascual convoca a toda la Iglesia. Sí, sé bien que en el lenguaje más popular se habla sólo de "Semana Santa", que se piensa que ésta acaba el Sábado Santo y que la palabra "Pascua" o "Vigilia pascual" o "Triduo pascual" aún no forman parte de nuestro lenguaje, ni siquiera entre los mismos católicos, catequistas, miembros de nuestra parroquia. 

Sin embargo el Triduo pascual es el corazón del año litúrgico y su cumbre máxima la Vigilia pascual. Cada año, una y otra vez, a todos se debe ofrecer la catequesis de preparación al Triduo pascual explicando los ritos, su sentido y su vivencia espiritual.

El Triduo pascual se comienza la víspera del Viernes Santo: su oficio de vísperas no es el rezo de la Liturgia de las Horas, sino la celebración de la Eucaristía vespertina, la que se llama "Misa en la Cena del Señor".

El Jueves Santo por la tarde, la Iglesia se reúne en una única Eucaristía en cada iglesia, para conmemorar la institución de la Eucaristía por el Señor en el marco de la Ultima Cena, la Cena pascual, la institución del sacerdocio (en virtud del “haced esto” dicho a los apóstoles) y el mandato del amor fraterno. Esta Misa vespertina del Jueves Santo “en la Cena del Señor” es el oficio de Vísperas que nos permite entrar en el inicio del Triduo pascual, el gran prólogo a todo el Misterio pascual que viviremos el Viernes y Sábado Santos y el Domingo de Pascua. Ésta es la perspectiva justa para vivir espiritualmente la Misa in Coena Domini: una solemne introducción a los días grandes y santos. Su carácter de prólogo e introducción ya debe situarnos espiritualmente: lo más importante viene después, el Viernes Santo y la noche de Pascua. Quien se detiene en un prólogo, no lee la obra completa. Esta Misa del Jueves Santo nos ayuda a sumergirnos ya en la profundidad del Misterio que la liturgia hará presente los tres días siguientes.

S

sábado, 23 de marzo de 2013

No nos dejes caer en la tentación... (X)

Termina el Padrenuestro con dos peticiones íntimamente relacionadas, apuntando a la acción del pecado y del Maligno y rogando a Dios su fortaleza y su gracia: "no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal".

El demonio, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar y hemos de resistirle firmes en la fe. Busca perdernos, arruinarnos, condenarnos, apartándonos de Dios.

La tentación acecha poniendo trampas, muchas veces sutiles. Nuestra concupiscencia se deja seducir y nos lleva a donde no queremos. Solicitar el auxilio divino es una necesidad cotidiana de primer orden. Miramos a nuestra salvación.

"n. 18. No nos dejes caer en la tentación. Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores lo decimos pensando en nuestros pecados pasados que no podemos evitar que hayan sido cometidos. Puedes lograr no repetir lo que hiciste, pero ¿qué vas a hacer para que no exista lo que existió? Considerando lo ya hecho, viene en tu ayuda esta petición: Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.

Pensando en aquellos pecados en que puedes caer, ¿qué hacer? No nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. No nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal, es decir, de la tentación.

viernes, 22 de marzo de 2013

Creación que se renueva

Un mundo nuevo se abre ante nuestros ojos. El Señor anuncia un cielo nuevo y una tierra nueva y Él mismo lo renueva todo por su Pascua. Su resurrección desencadena el dinamismo de un nuevo inicio potente y glorioso.


Todo fue creado por el Verbo, todo fue hecho por Él y para Él; el Verbo es el mediador de la creación, incluso llega a plantar su tienda -su gloria, presencia, shekiná- en medio de su pueblo: "la palabra se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn 1,15). Es por medio de Cristo, en sus misterios salvadores, como la creación llega a su plenitud a través de la idea de salvación.

No hay oposición entre el mundo creado y el orden sobrenatural, ni tampoco con la plenitud del Reino, ni hay oposición con la creación nueva prometida. Hay una línea de continuidad que implica a su vez progresión, transformación y la gloria de Dios transformándolo todo.

Es éste un tema teológico apasionante ya que es el desenlace final del drama de la redención.

La nueva creación recibe su plenitud al final de los tiempos, desde luego, pero ya ahora se iniciado con Jesucristo. En Cristo resucitado, la nueva creación ha comenzado. San Pablo mismo llama a Cristo el "nuevo Adán", porque es el Primogénito, el Hombre nuevo de la nueva creación. Y desde entonces, el que está en Cristo es una criatura nueva. Más aún, no es sólo el hombre el que espera la plenitud redentora, sino que la misma creación gime con dolores de parto aguardando la redención (cf. Rm 8).

Veamos primero al hombre nuevo, creado (recreado) a imagen de Cristo:

jueves, 21 de marzo de 2013

Domingo de Ramos en la Pasión del Señor (liturgia)

El pórtico de la Semana Santa, el domingo previo a la Pascua, celebramos el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, con ese aspecto doble: rememorar con la bendición y procesión de ramos y palmas la entrada de Jesús en Jerusalén para su Pasión, voluntariamente aceptada, y la memoria de la Pasión que luego, en el Triduo pascual, se comunicará mediante la gracia de la liturgia. Entramos en las catequesis estrictamente litúrgicas, es decir, teología, liturgia y espiritualidad de las grandes celebraciones del año litúrgico. Una vez más, repitiendo lo mismo a la par que actualizándolo, para refrescar lo que ya sabemos.


Ya esta celebración, festiva y dramática a un tiempo, popular, debe disponernos interiormente para el Triduo pascual y vivir con fervor la Pascua de Cristo, su paso de este mundo al Padre, su paso de la muerte a la vida. A la hora de preparar este Domingo, y catequizar a los fieles, hemos de mostrarles ese horizonte pascual al que apunta este Domingo de Ramos: que comprendan y vean cómo es una cita de amor a Cristo participar luego del Triduo pascual (Misa in Coena Domini, acción litúrgica en la Pasión, del Viernes Santo y la santísima Vigilia pascual).

Estos días de Semana Santa y luego el Triduo pascual, siguen un proceso de mímesis o imitación cronológica, repitiendo, incluso en coincidencia de horario, los misterios últimos de la vida de Jesucristo. Y el primer momento es su entrada en Jerusalén para sufrir la Pasión. Entra aclamado hoy quien luego será condenado a gritos. Entra como Rey aquel que muere ajusticiado como esclavo por nuestros pecados, por los pecados de la humanidad entera.

La entrada de Jesús en Jerusalén se conmemora en la primera parte de la liturgia con la lectura del Evangelio, la bendición de los ramos y palmas (que todos tienen ya en sus manos y no se hace ninguna presunta entrega ritual uno a uno) y la procesión alegre y festiva hasta el interior del templo (por cierto, sin ningún canto con “Aleluya”).

miércoles, 20 de marzo de 2013

Perdónanos... como nosotros perdonamos (IX)

Como vamos viendo -e interiorizando- la petición sobre el perdón suscita en san Agustín el comentario más amplio y extenso, comparado con las restantes peticiones.

De por sí, esto es un dato relevante. Aquí se juega el sentido mismo de la redención, que es el perdón de los pecados, y de la fraternidad eclesial, edificada sobre el perdón mutuo.


La amplitud, el relieve y el contenido mismo de la catequesis sobre el perdón en el Padrenuestro debían, sin duda, impactar a los "competentes", a los catecúmenos elegidos para el Bautismo, así como a los fieles que asistían a estas instrucciones catequéticas que cada año imprimían la doctrina de nuevo en sus almas.

"n. 15. Aún decís: "¿Quién puede hacerlo? ¿Quién lo ha hecho?" Hágalo Dios en vuestros corazones. También yo sé que son pocos quienes lo hacen, que son grandes quienes lo hacen; que lo hacen los espirituales. ¿Acaso son tales todos los fieles que en la Iglesia se acercan al altar a recibir el cuerpo y la sangre del Señor? ¿Lo son todos? Y, sin embargo, todos dicen: Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.

martes, 19 de marzo de 2013

Las cuatro noches (mirando a la Pascua)

Hay tradiciones bíblicas y junto a ellas, además, tradiciones rabínicas, que influyeron decisivamente en la teología cristiana y en la forma de vivir el año litúrgico que se iba formando.

De cara a la Pascua, el Poema de las cuatro noches señala la acción de Dios en cuatro noches salvíficas, en cuatro noches de especiales intervenciones de Dios.

1. La primera noche es la de la creación: "pasó una tarde, pasó una noche... el día primero", que siendo el inicio de la salvación, es proclamada en la Vigilia pascual. Se recuerda la creación primera viendo la nueva creación que el Resucitado va a realizar, que ya comienza, y cuyo signo y anticipación son los sacramentos.

2. La segunda noche es aquella en la que Dios se revela a Abraham con una promesa.

3. La tercera noche es la noche de la salvación, de la liberación de Egipto, la noche de Pascua. Ésta será recordada en la tercera de las lecturas de la Vigilia pascual.

4. Pero la cuarta noche, que Israel espera aún porque no ha creído, es la noche de la venida del Mesías. Esta cuarta noche se produce en varios momentos: 
* la noche de su Nacimiento virginal, adorado por pastores;
* la noche de su Resurrección;
* la noche de su Parusía, su venida última y definitiva.

Esa cuarta noche de la venida del Mesías, liberadora y santísima, es relacionada con la Vigilia pascual. En la noche de su resurrección los cristianos aguardaban ese cumplimiento, su venida definitiva. Cuando va a llegar la Vigilia pascual, en la noche santísima de la Resurrección, esperamos el cumplimiento absoluto de la Historia de la Salvación y la venida gloriosa del Señor desde los cielos. Ya lo explicaba así san Jerónimo aludiendo a una tradición.

lunes, 18 de marzo de 2013

La Palabra en la V semana de Cuaresma

Ya estamos centrados, con mirada contemplativa, en la lectura evangélica de san Juan que nos ofrece la tensión y los enfrentamientos de Cristo con los judíos, con el mundo de la Ley incrédula, con la ceguera.

Todo apunta ya a su Hora, va llegando la Hora en que va a ser glorificado el Hijo del hombre.




Lunes V – 18 de marzo:

            Los Judíos buscan cualquier palabra o acción de Cristo para condenarlo, por si se saltaba la ley tal como ellos la interpretaban. Pero Jesús sale airoso (“el que esté sin pecado…”) descubriéndoles cómo también ellos han pecado aunque se crean justos.


Martes V – 19 de marzo:

            El gran signo que cura de las mordeduras del pecado es Jesús elevado en la Cruz. Ahí muestra su Amor y Misericordia. Con razón en la liturgia del Viernes Santo se nos mostrará la Cruz, diciendo: “Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo – Venid a adorarlo”.



domingo, 17 de marzo de 2013

El óleo de catecúmenos (Óleos - I)

Una homilía, realmente memorable, del papa Benedicto XVI, contiene una mistagogia completa de los santos óleos. 

En general, las homilías de la Misa crismal suelen ser -lo siento mucho- una exhortación moral y espiritual a los sacerdotes para que renueven sus promesas de ordenación, nombrando sólo de pasada, como un inciso de obligado cumplimiento, los óleos.


Sin embargo, son los óleos, y no la renovación de las promesas sacerdotales, el centro de la Misa crismal. Por esta razón, parece casi paradigmática la homilía pronunciada en la Misa crismal de Roma en 2011. Tres óleos para tres unciones distintas y de distinto valor.

El óleo de los catecúmenos, ¿qué significa y para qué se aplica? ¿Qué se le pide a Dios al ungir así a un catecúmeno?

sábado, 16 de marzo de 2013

Perdónanos... (VIII)

Cada día hemos de pedir perdón a Dios, cada día hemos de ser perdonados por Él y cada día habremos de perdonar lo que nos hagan a nosotros.

Esta petición del perdón introducida en la Oración dominical revela la propia realidad de nuestro ser humano, caído y pecador, con la concupiscencia por dentro que nos arrastra al mal (ya sea un pequeño mal, ya sean grandes males y pecados). Y porque somos así, pero redimidos, habremos de recurrir a Dios misericordioso con la humilde petición del perdón y la esperanza de su Gracia.


Ahora bien, Dios quiere perdonarnos si antes somos capaces de vivir el dinamismo del perdón, otorgándolo a los demás, sin guardar ira ni rencor, ni albergar venganza, ni dejarnos consumir por el resentimiento o alegrarnos por el mal ajeno.

"n. 13. Digamos, pues, cada día: Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; digámoslo con corazón sincero y hagamos lo que decimos. Es una promesa que hacemos a Dios; un pacto y un convenio. El Señor tu Dios te dice: "Perdona y te perdono. ¿No has perdonado? Eres tú quien fallas contra ti mismo, no yo". Así es, amadísimos hijos míos; porque sé lo que os conviene de esta oración del Señor, sobre todo de esta petición: Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, escuchadme. Vais a ser bautizados; perdonad a todos. Perdone cada cual de corazón lo que tenga en su interior contra quienquiera que sea. 

jueves, 14 de marzo de 2013

¡Bienvenido, Santidad!




Tan simple y a la vez tan grande, como que el Señor nos ha concedido un nuevo Sucesor de Pedro, un nuevo Papa, un Obispo de Roma, cabeza visible de la Iglesia.
 
880 Cristo, al instituir a los Doce, "formó una especie de colegio o grupo estable y eligiendo de entre ellos a Pedro lo puso al frente de él" (LG 19). "Así como, por disposición del Señor, san Pedro y los demás apóstoles forman un único Colegio apostólico, por análogas razones están unidos entre sí el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los obispos, sucesores de los Apóstoles"(LG 22; cf. CIC, can 330).

881 El Señor hizo de Simón, al que dio el nombre de Pedro, y solamente de él, la piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves de ella (cf. Mt 16, 18-19); lo instituyó pastor de todo el rebaño (cf. Jn 21, 15-17). "Consta que también el colegio de los apóstoles, unido a su cabeza, recibió la función de atar y desatar dada a Pedro" (LG 22). Este oficio pastoral de Pedro y de los demás Apóstoles pertenece a los cimientos de la Iglesia. Se continúa por los obispos bajo el primado del Papa.
 882 El Sumo Pontífice, obispo de Roma y sucesor de san Pedro, "es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles "(LG 23). "El Pontífice Romano, en efecto, tiene en la Iglesia, en virtud de su función de Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia, la potestad plena, suprema y universal, que puede ejercer siempre con entera libertad" (LG 22; cf. CD 2. 9). (Catecismo de la Iglesia Católica).

Desde ya, ahora mismo, todos y cada uno hemos de expresar nuestra comunión con el Papa. 

Cáliz de pasión, nuestros sufrimientos

La oración de Jesús en Getsemaní es una agonía, una lucha.

Ve lo que se le avecina y su voluntad humana se resiste, tiene miedo, se angustia, hasta poder unirse a su voluntad divina de Hijo y rendirse, abandonándose al Padre, entregándose libremente.


¡Cáliz de pasión!

"Aparta de mí este cáliz..."

Por una parte, el terror ante la muerte violenta que sabe que se le acerca ya, que es inminente, le provoca pavor. Jesús es plenamente hombre por su Encarnación, su cuerpo no es aparente y los sufrimientos y dolores van a ser muy reales. ¿Quién quiere una muerte así? A gritos y con lágrimas -dirá la carta a los Hebreos- suplicó al que podía librarlo de la muerte cuando en su angustia fue escuchado (sí, escuchado: no conoció la corrupción, la muerte eterna, sino que triunfó su Vida).

miércoles, 13 de marzo de 2013

Perdónanos (VII)

El criterio máximo de verificación para saber si el Evangelio lo hemos interiorizado suficientemente, es siempre la capacidad de perdonar y el perdón ofrecido.

El perdón es la nota distintiva y casi última de todo el Evangelio; quien perdona, es que vive el Evangelio y lo entiende, quien no perdona, se ha quedado en la periferia del cristianismo.


Un perdón, lo sabemos, sin límites porque la caridad perdona sin límites, disculpa sin límites, aguanta sin límites. Un perdón, lo recordamos, hasta el extremo como el que Cristo dio a sus propios verdugos.

Pedimos el perdón a Dios porque perdonamos, pedimos el perdón a Dios porque antes hemos perdonado. Y si la Iglesia es signo e instrumento de la comunión con Dios y de la reconciliación entre sí, viviremos eclesiamente si potenciamos la capacidad de reconciliar perdonando generosamente y sin condiciones ni reservas mentales.

martes, 12 de marzo de 2013

Magisterio: sobre la evangelización (IV)

Salvando las particularidades de un discurso que se pronuncia en un lugar concreto, y que tal vez no se pueden generalizar, las palabras de Juan Pablo II en Santo Domingo, en 1984, marcan el camino y presentan una mirada panorámica.

Primero, los retos que en aquel momento veía el Papa que la nueva evangelización debe afrontar:

"Los retos del momento: Al contemplar el panorama que se abre a la nueva evangelización, no es posible desconocer los desafíos que esa labor ha de enfrentar. 
 
La escasez de ministros cualificados para tal misión, pone el primero y quizá mayor obstáculo. 

La secularización de la sociedad, ante la necesidad de vivir los valores radicalmente cristianos, plantea otra seria limitación. 

Las cortapisas puestas a veces a la libre profesión de la fe son, por desgracia, hechos comprobables en diversos lugares. 

El antitestimonio de ciertos cristianos incoherentes o las divisiones eclesiales crean evidente escándalo en la comunidad cristiana. 

El clamor por una urgente justicia, demasiado largamente esperada, se eleva desde una sociedad que busca la debida dignidad. 

La corrupción en la vida pública, los conflictos armados, los ingentes gastos para preparar muerte y no progreso, la falta de sentido ético en tantos campos, siembran cansancio y rompen ilusiones de un mejor futuro. 

A todo ello se añaden las insolidaridades entre naciones, un comportamiento no correcto en las relaciones internacionales y en los intercambios comerciales, que crean nuevos desequilibrios... 

Ante estos retos, hay muchos problemas que escapan a la posibilidad de acción y a la misión de la Iglesia. Es, sin embargo, necesario que ella redoble su esfuerzo, para hacer presente a Cristo Salvador, para cambiar corazones mediante una evangelización renovada, que sea fuente de vitalidad cristiana y de esperanza". 

(Juan Pablo II, Homilía en la celebración de la Palabra, 
Santo Domingo, 12-octubre-1984).


lunes, 11 de marzo de 2013

La Palabra en la IV semana de Cuaresma

En el centro ya de la Cuaresma, la Palabra de Dios nos ayuda a iniciar un largo camino que desemboca en la Pasión y Glorificación del Señor.

Es el momento de escuchar la lectura semicontinua del evangelio de san Juan en Cuaresma y que continuará a lo largo de los cincuenta días pascuales.




Lunes IV – 11 de marzo:

            El leccionario va a presentarnos a partir de ahora, siguiendo el evangelio de san Juan, los signos salvadores de Jesús y la creciente tensión con los Judíos que desembocará en su Pasión. Son catequesis cristológicas.
            Cristo es el Salvador, el que cura, el que da vida. A nosotros nos da la vida por los sacramentos pascuales (Bautismo, Confirmación, Eucaristía) en la Vigilia pascual.



Martes IV – 12 de marzo:

            En las aguas, santificadas por el Espíritu está la Vida. Por eso, en la Vigilia pascual se bendice el agua del Bautismo introduciendo incluso el cirio pascual en las aguas para que den vida a los que se van a bautizar.

           

domingo, 10 de marzo de 2013

Danos hoy... (VI)

Múltiples sentidos, complementarios y enriquecedores, tiene la siguiente petición de la Oración dominical: "danos hoy nuestro pan de cada día". La Tradición se complacía en desglosar esta petición señalando la confianza en la Providencia para lo cotidiano, el pan material y también el pan espiritual, es decir, la Eucaristía. Tal cual suena: con esta petición suplicamos el Pan cotidiano, por eso la rezamos cerca de la comunión, en el rito de preparación, porque el Señor siempre nos da este Pan eucarístico como alimento de peregrinos (viático).


Dios, que es providente, cuida tanto del orden material de nuestra vida como del orden espiritual, sobrenatural. Nada nos va a faltar que sea realmente necesario. 

La oración dominical incluye todas y cada una de las necesidades del hombre en sus siete peticiones.

"n. 9. Nuestro pan de cada día dánosle hoy. Aquí aparece ya claro que oramos por nosotros. Es necesario explicar que oras por ti y no por Dios cuando dices: Santificado sea tu nombre. Es preciso exponerlo también cuando dices: Hágase tu voluntad, para que no pienses que deseas un bien a Dios y no que más bien oras por ti. También necesitas aclaración cuando pides: Venga tu reino, no vayas a pensar que deseas un bien a Dios, es decir, que reine.

viernes, 8 de marzo de 2013

Tutelar la fe (el Magisterio de la Iglesia)

Como bien sabemos, la Iglesia es "columna y fundamento de la verdad", que establecida sobre la roca de la fe apostólica, recibe el mandato del Señor de "conservar la fe", de cuidar el "depósito de la fe", para exponerlo íntegro y limpio, sin manchas ni añadiduras ni tergiversaciones.


La fe no admite el libre arbitrio que desfigura el depositum fidei a gusto del consumidor, de sus juicios previos y de las lentes que cada cual se ponga para mirar; el deseo feliz del Apóstol se vio cumplido: "he conservado la fe". Para eso el Señor instituye el Magisterio de la Iglesia, que enseña, profundiza y vigila. Se preserva así el depósito de la fe de la subjetividad de cada cual y de cada época, ajustándose siempre a la Verdad revelada.

En la Iglesia el Magisterio de la Iglesia es necesario y vertebra la fidelidad, uniéndonos en una cadena intemporal al mismo Señor, al origen de su predicación, a la Revelación libre y graciosa de Dios. Así, junto al asentimiento racional y adhesión a las enseñanzas del Magisterio (Concilios, Papas), también debería surgir un elemento de gratitud por esta guía segura, que presta un gran servicio, insertándonos en la Tradición siempre viva de la Iglesia.

Pasó, en ciertos aspectos, la moda de disentir sistemáticamente de todo y por todo del Magisterio de la Iglesia; es el momento -Año de la Fe- de recobrar la adhesión, la confianza y el agradecimiento al Magisterio eclesial como órgano de la Tradición y vehículo de transmisión fiel de la Verdad revelada.

Nadie puede aducir sensatamente que el Magisterio es cosa del pasado y que el espíritu del Concilio ha ofrecido una libertad salvaje, no a la inteligencia, sino a la imaginación deseosa de novedades. Nadie puede basarse en los documentos del Concilio Vaticano II para establecer una "eclesiología popular", donde la jerarquía aparezca como tremendamente opresora de la fe, y ésta deba vivirse libremente, improvisadamente, cambiando la Verdad por la ética árida. Nadie, arropado en la capa del "carisma" o de ser "profeta" puede erigirse a sí mismo en un nuevo magisterio, siempre contestatario.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Hágase tu voluntad... (V)

El cristiano, sostenido por la gracia y las virtudes teologales, es el hijo que conforma su vida y su voluntad a la voluntad del Padre. Hay aquí una inversión. Quien sólo siente una lejana trascendencia, impersonal, vive a Dios de manera tan lejana y casi supersticiosa, que pretende someter a Dios a su propia voluntad y capricho. El cristiano es quien adquiere tal docilidad por el Espíritu Santo que se abre a la voluntad de Dios, la busca, la ama, la procura realizar.


Esa vida teologal le sostiene incluso cuando la voluntad de Dios en la propia vida incluye la cruz -como a su propio Hijo- por un fin mayor y salvífico, con una fecundidad nueva y renovada. La vida cristiana participa de la obediencia del Hijo a la voluntad del Padre y de la forma mariana, la disponibilidad incondicional, que dice "Hágase en mí".

Cada día rezamos "hágase tu voluntad..." porque cada día hemos de reorientar el corazón, convertirlo, es decir, volverlo al Señor para que su voluntad, siempre buena, sea el norte orientador y no se desvíe ni a derecha ni a izquierda por las tendencias del corazón, la concupiscencia, el miedo.

El Padrenuestro es una catequesis diaria del corazón, una evangelización interior, hasta que podamos decirle al Padre que nos dejamos hacer, que nos sitúe donde quiera, que nos confíe lo que quiera y mande que vayamos al lugar que Él vea mejor. Es aquello de "dame lo que mandas y manda lo que quieras"; sí, dame la gracia de poder realizarlo, y teniendo tu gracia, seguro que puedo realizar lo que sea, todo lo que ordenes. Envíame.

lunes, 4 de marzo de 2013

La Palabra en la III semana de Cuaresma

Avanza la santa Cuaresma y la riqueza del leccionario cuaresmal nos ayuda en nuestro proceso de interiorización, de evangelización del corazón, de conversión y anhelo de la Pascua. Para ello, nos encontraremos estas líneas de fuerza:




Lunes III – 4 de marzo:

            La Cuaresma surgió como la gran preparación intensiva a los catecúmenos que serían bautizados en la Vigilia pascual, como también ahora se bautizan y nosotros renovamos nuestras promesas bautismales y somos asperjados. El bautismo borra los pecados como borró la lepra de este general pagano.


Martes III – 5 de marzo:

            El sacrificio auténtico que Dios quiere es un corazón humilde, quebrantado, capaz de perdonar y pedir perdón: eso cuesta más que rezar unas oraciones o abstenerse de carne. ¡Ahora es tiempo de perdonar!


domingo, 3 de marzo de 2013

Pensamientos de San Agustín (XVII)

Asumamos hoy pensamientos de san Agustín, frases cortas, máximas, de gran elegancia pero, al mismo tiempo, llenas de sabiduría que a nosotros, hoy, nos pueden iluminar. 

Te desagrade en ti lo que desagrada a Dios, y entonces ya te conformaste a la voluntad de Dios, y en ti mismo odiaste, no lo que El hizo, sino lo que odia (San Agustín, Comentario al Salmo 140,14).

Lo que viene de Dios y está en nosotros, es pura gracia, es bueno y digno de ser apreciado. Pero lo que desagrada a Dios es esa parte que nosotros añadimos, nuestro propio pecado. En algo habremos de coincidir con Dios: en odiar lo que Él odia, el pecado, que a nosotros nos desfigura y nos destruye.
La buena conciencia lleva consigo la esperanza. A modo que la mala conciencia se resuelve toda ella en desesperación, así la buena conciencia se traduce toda en esperanza (San Agustín, Comentario al Salmo 31,2,5).

sábado, 2 de marzo de 2013

Venga a nosotros tu Reino (IV)

Imponente súplica, "venga a nosotros tu reino", de quienes aguardamos la salvación y la gloriosa venida de Jesucristo al final de los tiempos; petición cargada de sentido escatológico y esperanza sobrenatural; súplica de quien sabe que se necesita la salvación y el Reino porque vienen de Dios y no se identifican ni se confunden con ninguna realidad terrena ni ningún orden social o económico.


Clamamos desde la tierra "venga a nosotros tu Reino", igual que clamamos tantas veces "Maraná thá", "Ven, Señor Jesús", y estamos expectantes, como vírgenes prudentes con las lámparas encendidas y aceite en la reserva aguardando a que venga el Esposo.

Si pedimos que "venga" es que no procede de nosotros, sino de Dios, y por tanto es un Don, que cada día deseamos más y nuestro corazón crece más para poder acoger el Don. Todo es Don, nada logramos por nuestra parte y nuestros esfuerzos.

Decimos, pues, "venga a nosotros tu reino".

viernes, 1 de marzo de 2013

La fe ilumina la vida

La gama de grises que presenta lo cotidiano de nuestra existencia, la monotonía y el esfuerzo constante, la rutina, etc., se transforma en una gama de colores espléndida cuando la fe, de pronto, irrumpe e ilumina todo de una manera distinta y sobrenatural.


Cuando la fe ilumina, lo que vivimos y nos rodea logran mostrar su verdad más profunda, aquella que dificilmente percibimos con una mirada fugaz. Sale a la luz el sentido de la realidad, los vivos colores con que Dios ha trazado la vida y su vocación última. La esperanza entonces sostendrá la vida de quien creía que todo era gris.

Para el hombre de fe, para quien la fe lo es todo y está firmemente arraigada en su corazón y en su mente, la vida no es de color gris, apagada y mortecina: posee los vivos colores de Dios mismo.

"La fe. Este es el recuerdo que os dejamos de esta audiencia para que os acompañe siempre, y especialmente cuando, una vez vueltos a vuestras casas, reanudéis el trabajo ordinario, la carga de vuestro sudor diario. Que la fe sea la luz que brille en vuestros ojos, el consuelo de vuestra jornada, el motor secreto que mueve a la generosidad y al heroísmo.