Termina el Padrenuestro con dos peticiones íntimamente relacionadas, apuntando a la acción del pecado y del Maligno y rogando a Dios su fortaleza y su gracia: "no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal".
El demonio, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar y hemos de resistirle firmes en la fe. Busca perdernos, arruinarnos, condenarnos, apartándonos de Dios.
La tentación acecha poniendo trampas, muchas veces sutiles. Nuestra concupiscencia se deja seducir y nos lleva a donde no queremos. Solicitar el auxilio divino es una necesidad cotidiana de primer orden. Miramos a nuestra salvación.
"n. 18. No nos dejes caer en la tentación. Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores lo decimos pensando en nuestros pecados pasados que no podemos evitar que hayan sido cometidos. Puedes lograr no repetir lo que hiciste, pero ¿qué vas a hacer para que no exista lo que existió? Considerando lo ya hecho, viene en tu ayuda esta petición: Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.
Pensando en aquellos pecados en que puedes caer, ¿qué hacer? No nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. No nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal, es decir, de la tentación.
n. 19. Santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Estas tres peticiones se refieren a la vida eterna. Siempre debe ser santificado el nombre de Dios en nosotros, siempre debemos estar en su reino, siempre debemos hacer su voluntad. Esto durará por siempre, siempre debemos hacer su voluntad. Esto durará por siempre.
El pan de cada día es de necesidad en esta vida; es de necesidad también en esta vida que se nos perdonen nuestras deudas, pues una vez que lleguemos a la otra ya no existirán. En esta tierra existe la tentación; en esta tierra se navega entre peligros; en esta tierra y a través de las rendijas de la fragilidad entra algo que debe ser achicado.
Cuando hayamos sido hechos iguales a los ángeles de Dios, en modo alguno lo diremos, en modo alguno rogaremos a Dios que nos perdone nuestras deudas, porque no existirán. Pidamos aquí el pan de cada día, pidamos que se nos perdonen nuestras deudas, pidamos que no entremos en tentación, puesto que en aquella vida ninguna tentación entrará; pidamos aquí ser librados del mal, puesto que en aquella vida ningún mal habrá; al contrario, permanecerá el bien sempiterno".
(S. Agustín, Serm. 56, 18-19).
"No nos dejes caer en la tentación y líbranos del maligno". Hay un aspecto subjetivo de la tentación que son nuestras malas inclinaciones, nuestra concupiscencia, que debemos rechazar suplicando a Dios que nos cure de ella, y un aspecto externo, el de la prueba que purifica nuestra fe, que no hay que pedir pero tampoco rechazar.
ResponderEliminarRogamos a Dios que nos libere de nuestras malas inclinaciones y que con su Providencia gobierne las pruebas que sufrimos en nuestra vida terrena, en especial aquellas que, procedentes directa o indirectamente del maligno, quieren separarnos de la voluntad divina.
Satanás tenía un único propósito: destruir la verdad del Padre Nuestro porque Jesús realmente habita en el Padre Nuestro. El demonio quiso separar a Jesús de la voluntad del Padre y no lo logró ni con la tentación más cruel de todas: “baja de la cruz y creeremos”; nada podía ser más doloroso para el corazón de Cristo pues Él había empeñado toda la santidad de su vida para que nosotros llegáramos a creer verdaderamente en Dios y el demonio le viene a decir: si quieres que la finalidad de tu vida se realice rechaza la voluntad del que tu llamas padre. Es escalofriante.
Recemos el Padre Nuestro con una veneración y gratitud infinita, porque en él tocamos lo más profundo de nuestro Salvador.
En oración ¡Qué Dios les bendiga!
Así es, amiga mía.
EliminarMás que liberarnos de las malas inclinaciones (concupiscencia), que es imposible como herencia del pecado original, que la Gracia las someta y ordene.
Y de las tentaciones exteriores, más que pruebas, prefiero llamarlas propiamente tentaciones y señalar con el dedo al autor: el demonio. No estoy obsesionado con el demonio, pero hay que nombrarlo porque está dando guerra. Ya sé que no está de moda, pero yo nunca he ido a la moda....
Un abrazo!!!!!!!
Correcciones aceptadas. Cuando me refiero al maligno hablo del demonio en su actuación directa o indirecta a través de nuestra complicidad y de la de los demás hombres con sus malévolos planes. No estar de moda siempre ha sido muy importante.
Eliminar¡Qué contento debe estar el demonio al no estar de moda! Creo que es un gran logro por su parte. Pero no prevalecerá. Alabado sea DIOS.
ResponderEliminarMuchas gracias, Padre. Sigo rezando