Imponente súplica, "venga a nosotros tu reino", de quienes aguardamos la salvación y la gloriosa venida de Jesucristo al final de los tiempos; petición cargada de sentido escatológico y esperanza sobrenatural; súplica de quien sabe que se necesita la salvación y el Reino porque vienen de Dios y no se identifican ni se confunden con ninguna realidad terrena ni ningún orden social o económico.
Clamamos desde la tierra "venga a nosotros tu Reino", igual que clamamos tantas veces "Maraná thá", "Ven, Señor Jesús", y estamos expectantes, como vírgenes prudentes con las lámparas encendidas y aceite en la reserva aguardando a que venga el Esposo.
Si pedimos que "venga" es que no procede de nosotros, sino de Dios, y por tanto es un Don, que cada día deseamos más y nuestro corazón crece más para poder acoger el Don. Todo es Don, nada logramos por nuestra parte y nuestros esfuerzos.
Decimos, pues, "venga a nosotros tu reino".
"n. 6. Venga tu reino. ¿A quién se lo decimos? ¿Acaso no ha de venir el reino de Dios si no lo pedimos?
Se habla del reino que llegará al fin del mundo. Dios, en efecto, siempre tiene reino, y nunca está sin reino aquel a quien sirve toda criatura.
¿Pero qué clase de reino deseas? Aquel del que está escrito en el Evangelio: Venid, benditos de mi Padre, recibid el reino que os ha sido preparado desde el principio del mundo. Pensando en él decimos: Venga a nosotros tu reino.
Deseamos que venga a nosotros; deseamos ser hallados en él. Que vendrá, es un hecho; pero ¿de qué te aprovechará si te encuentra a su izquierda? Luego también aquí deseas un bien para ti y oras por ti mismo.
Esto deseas, esto anhelas al orar: vivir de tal manera que formes parte del reino de Dios que se otorgará a los santos. Por tanto, oras para vivir bien, oras en beneficio tuyo, cuando dices: Venga tu reino.
Formemos parte de tu reino: llegue también para nosotros lo que ha de llegar para tus santos y justos".
(S. Agustín, Serm. 56, 6).
Esa curiosa mezcla de impaciencia y esperanza preserva las lámparas encendidas. Ese anhelo permanente, esas ansias constantes que mantienen siempre la provisión de aceite y la luz encendida. No es una ilusión, es una certeza y una convicción. No es humano, es Gracia sobrenatural que sale de DIOS UNO y TRINO. Es FE como DON de DIOS. Todo sale de DIOS, para volvernos a EL. Alabado sea DIOS. Muchas gracias, Padre. Sigo rezando.
ResponderEliminarImpaciencia y esperanza unidas siempre. Por eso clamamos "Venga a nosotros tu reino", y con nuestra oración creyente, ya estamos adelantando la venida, la llegada, de este Reino, que no es otro que el mismo Cristo Jesús.
EliminarEsta petición del Padre Nuestro, oración en pasivo teológico como la anterior y la siguiente, en la que el sujeto activo es Dios: el Padre es quien tiene que establecer su Reino. El Padre Nuestro, oración de la esperanza que nos remite al definitivo Reino de Dios; esperanza dinámica, esperanza puesta en marcha.
ResponderEliminarRezar el Padre Nuestro, conscientes de lo que dice nuestro corazón, puede ayudar a fortalecer nuestra fe en este Año especial, pues la falta de fe es también falta de esperanza: rezamos lo que esperamos, lo que deseamos ardientemente.
tetha malkuthak! ¡Venga a nosotros tu reino! ¡Qué Dios les bendiga!
¡Preciosa esperanza! ¡Pequeña esperanza! Para quien quiera le aconsejo que busque en este blog las entradas-catequesis sobre la Esperanza de Péguy.
EliminarSí, la falta de fe es falta de esperanza. Por eso este mundo anda tan triste en el fondo.
Gracias padre Javier por estas bellas catequesis sobre el Padre Nuestro. Estamos ante una oración bella y extremadamente profunda y siempre conviene recordar lo que Jesus quiso mostrarnos con ella.
ResponderEliminarSepa Padre que aunque no comente a diario no dejo de leerle y de tenerle a usted y al resto de los comentaristas en mis oraciones-
Que Dios les bemdiga a todos.
Me alegra que esté por aquí, Álvaro.
EliminarComo la Iglesia catequizaba con el Credo y el Padrenuestro a sus catecúmenos-elegidos en Cuaresma, y los fieles recordaban los grandes misterios de la fe y de la oración, así nosotros aquí recibimos la misma Tradición cuaresmal.