Es el momento de escuchar la lectura semicontinua del evangelio de san Juan en Cuaresma y que continuará a lo largo de los cincuenta días pascuales.
Lunes
IV – 11 de marzo:
El leccionario va a presentarnos a
partir de ahora, siguiendo el evangelio de san Juan, los signos salvadores de
Jesús y la creciente tensión con los Judíos que desembocará en su Pasión. Son
catequesis cristológicas.
Cristo es el Salvador, el que cura,
el que da vida. A nosotros nos da la vida por los sacramentos pascuales
(Bautismo, Confirmación, Eucaristía) en la Vigilia pascual.
Martes
IV – 12 de marzo:
En las aguas, santificadas por el
Espíritu está la Vida. Por
eso, en la Vigilia
pascual se bendice el agua del Bautismo introduciendo incluso el cirio pascual
en las aguas para que den vida a los que se van a bautizar.
Miércoles
IV – 13 de marzo:
“El Padre resucita a los muertos”:
esto se cumplirá primero en su Hijo, a quien resucitará. La Iglesia entera festejará
esta Resurrección en la
Vigilia pascual y toda la cincuentena. Así Cristo se
convierte en Señor de la Vida
y resucitará a los que están unidos a Él.
Jueves
IV – 14 de marzo:
Todas las Escrituras apuntaban a
Cristo, hablaban de Él. El Nuevo Testamento estaba latente en el Antiguo (S.
Agustín). Pero la incredulidad de los Judíos no les permitía encontrar el
verdadero sentido de las Escrituras.
Viernes
IV – 15 de marzo:
La Hora de Jesús es la glorificación por su Cruz.
Aún no ha llegado esa Hora. Nosotros viviremos esa Hora el Viernes Santo cuando
en la Liturgia
escuchemos la Pasión
según san Juan, se nos muestre la
Cruz (árbol de salvación) y la adoremos cada uno besándola.
Sábado
IV – 16 de marzo:
Aumenta la tensión dramática. Van
rechazando a Jesús y conspiran contra Él y callan la boca de quienes descubren
algo más en Jesús. Es un pueblo endurecido, de corazón de piedra.
Isaías había proclamado: Sí, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva; siglos después se dijo de Cristo: nadie habló jamás como este hombre. Y Él nos dijo: escrutad las Escrituras... ellas dan testimonio de mí; lo que yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió.
ResponderEliminarComo nos recuerda la Constitución Dei Verbum, todas las Escrituras son testimonio del designio salvífico de Dios para su pueblo. Sumergidos en el manantial que es Cristo, lavados en su sangre, obedientes a su conminación “has sido curado; no vuelvas a pecar” y, totalmente conscientes de que hacer la voluntad de Aquél que a nosotros nos ha enviado es rechazado por el mundo, nos acercamos al Triduo Pascual.
En oración ¡Qué Dios les bendiga!
Muchas gracias por esta nueva guía semanal, Padre. Sigo rezando.
ResponderEliminar