lunes, 31 de mayo de 2021

La invocación y memorial de la plegaria "Emitte"

Recordemos el texto de la plegaria de bendición del óleo de enfermos, bella, teológica, y sigamos con el inicio (nuevo) de esta plegaria: la invocación y la anámnesis o memorial, donde se recuerdan las acciones de Dios en favor de su pueblo.





Señor Dios, Padre de todo consuelo,
                       que has querido sanar las dolencias de los enfermos por medio de tu Hijo:
escucha con amor la oración de nuestra fe
y derrama desde el cielo tu Espíritu Santo Defensor sobre este óleo.

Tú que has hecho que el leño verde del olivo
produzca aceite abundante para vigor de nuestro cuerpo,
enriquece con tu bendición + este óleo,
para que cuantos sean ungidos con él
sientan en el cuerpo y en el alma
tu divina protección
y experimenten alivio en sus enfermedades y dolores.

Que por tu acción, Señor,
este aceite sea para nosotros óleo santo,
en nombre de Jesucristo, nuestro Señor.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.





            2.2. Dios cura por medio de su Hijo

            Después de la aposición inicial, “Padre de todo consuelo”, una oración de relativo completa el memorial declarando que “has querido sanar las dolencias de los enfermos por medio de tu Hijo”, aspecto bajo el cual se muestra a Cristo como médico.

            En la Escritura, Dios mismo aparece como médico como una imagen apropiada para explicar su actuar en favor de los hombres, en favor de su pueblo Israel. Afirma Ex 15,26: “Si escuchas realmente la voz del Señor, tu Dios… no te inflingiré ninguna de las enfermedades que envié contra Egipto, porque yo, el Señor, soy el que te da la salud”, y en el mismo sentido Dt 32,39: “Yo doy la muerte y la vida, yo desgarro y yo curo”. Caso especial y revelador, el libro de Tobías y la intervención del arcángel Rafael, cuyo nombre hebreo significa “Medicina de Dios”: “Dios también me envió para curarte a ti y a tu nuera Sara” (Tb 12,14).

sábado, 29 de mayo de 2021

La casa, tipo de la unidad de la Iglesia (S. Cipriano)

Además de la túnica inconsútil de Cristo, figura de la unidad de la Iglesia, la imagen de la casa es otra importante figura para San Cipriano.



El símbolo de la casa representa la unidad de los que en ella viven en la concordia y el amor.  La casa es un tema muy repetido en la Sgda. Escritura. Cipriano parece apoyarse en el texto de Hch 1, 13-13: "[los apóstoles] cuando llegaron subieron a la estancia superior, donde vivían Pedro, Juan, Santiago y Andrés... Todos ellos perseveraban en la oración con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la Madre de Jesús y de sus hermanos." 

También S. Cipriano comenta la siguiente perícopa: "en la casa de mi Padre hay muchas estancias y voy a prepararos sitio. Cuando vaya y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré para que donde esté yo estéis también vosotros" (Jn 14, 2-3). 

Con estos textos de fondo, dice Cipriano: 

"¿crees tú que puede mantenerse en pie y seguir viviendo quien se aleja de la Iglesia y se construye otras moradas y otros habitáculos distintos, teniendo en cuenta lo que se le dijo a aquella (Rahab), en quien estaba prefigurada la Iglesia? Esto es: 'reunirás a tu padre y a tu madre, a tus hermanos y a toda la casa de tu padre junto a tí, en tu misma casa; y sucederá que quien se saliere fuera de la puerta de tu casa, se constituirá culpable por su cuenta" (De Unit. Eccl. 8), 
según lo narrado en Jos 2, 18s: el que se salga de la casa, rompiendo la unidad, se hará culpable.

jueves, 27 de mayo de 2021

Sentencias y pensamientos (XXII)

20. [Para contemplativas:] Sea tu rinconcito ante el Sagrario el baluarte para defender la Iglesia y santificarla. Las contemplativas deben adquirir un sentido grande de Iglesia, de vibrar y sentir la Iglesia, despreocupándose incluso de la propia perfección (en lo cual pudiera hasta existir orgullo y vanidad espiritual) para vivir totalmente para la Iglesia. Las luchas de la Iglesia, la evangelización, el sostener a los sacerdotes y santificar al pueblo cristiano, los éxitos de la pastoral, el despertar de nuevas vocaciones, etc., etc., tienen mucho que ver con la misión de una contemplativa ante el Sagrario.






21. Despierta, espabila, descubre el gran don del Señor. ¡Amado, amado muy profundamente por el Señor! Despierta, espabila, descubre el gran don del Señor. Reaviva el carisma que hay en ti por la Confirmación. Ahí Dios te dio su Amor, te dijo que te amaba y que eras suyo. ¿Te lo crees?




22.  La raíz de todo, ¿creemos o no creemos en Jesucristo? Si creemos, “¿quién nos podrá separar del amor de Jesucristo? Ni la muerte ni la vida, ni la altura ni la profundidad...”



martes, 25 de mayo de 2021

Leer las Escrituras - I




"La Palabra de Cristo habite
en vosotros en toda su
riqueza" (Col 3,16)




I. NECESIDAD DE LAS ESCRITURAS.


                        La Palabra de Dios es fundamental para la vida de la Iglesia, porque en ella el mismo Cristo nos sigue hablando hoy a la comunidad eclesial y hay que escucharle. Y lo mismo que comulgamos con su Cuerpo y con su Sangre, como Alimento de Vida (Cfr. Jn 6), hay que comulgar también con su Palabra, principalmente en la celebración eucarística que, ciertamente, consta de dos mesas: la mesa de la Palabra y la mesa de la Eucaristía (SC 10). La necesidad de las Escrituras para la vida del creyente ha sido siempre fundamental: la voz de los Padres de la Iglesia lo atestigua:

                                                 Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios, y el que no conoce las Escrituras no conoce el poder de Dios ni su sabiduría, de ahí se sigue que ignorar las Escrituras, es ignorar a Cristo                       (S. JERÓNIMO, Comentario al profeta Isaías, prólogo).



II. TESTIMONIO DE LAS ESCRITURAS.


                        La Sgda. Escritura da un testimonio de sí misma, y a ese testimonio vamos a acercarnos con la veneración que requiere siempre la Palabra del Señor.


                        "La Palabra del Señor es sincera" (Sal 32,4). Nunca en Ella hay error, sino que va alcanzando su pleno sentido y culmen en Jesús que viene a perfeccionar la ley, "no a abolirla" (Mt 5,17). No hay error en la teología que culmina en Jesús; no creamos que es cierto todo lo que dice desde un punto de vista histórico, puesto que hay muchas contradicciones, ya que el objetivo de la Palabra es la transmisión de una fe, elaborando una teología de la historia, y no un tratado histórico tal como lo entendemos hoy.

domingo, 23 de mayo de 2021

Cuando viene el Espíritu...

Cuando viene el Espíritu, cuando llega a la Iglesia, cuando desde el cielo es derramado por el Señor... ¡¡entonces nace la Iglesia!!, y, con ella, la obra del Redentor se prolonga en la historia de los hombres.

Viene el Espíritu Santo.


Sus acciones y dones dan vida y consistencia a la Iglesia. Por eso, las preces de Laudes y Vísperas, a lo largo de la séptima semana de Pascua, oraba suplicando su venida.




            e) Al servicio de Dios con ímpetu

“Oh Dios, que por la glorificación de Jesucristo y la venida del Espíritu Santo nos has abierto las puertas de tu reino, haz que la recepción de dones tan grandes nos mueva a dedicarnos con mayor empeño a tu servicio y a vivir con mayor plenitud las riquezas de nuestra fe”[1]. ¡Cómo cambiaron los apóstoles! La venida del Espíritu Santo supuso una transformación radical de todos ellos, en su corazón y en su inteligencia, en su obrar y sentir. El cambio fue impensable. 

Pocos días atrás, habían huido al detener al Señor en el huerto de los olivos; Pedro lo negó; al pie de la Cruz sólo estaban la Virgen María y Juan; se reúnen en el Cenáculo de nuevo pero, acobardados, tienen las puertas cerradas por miedo a los judíos... pero, en Pentecostés, recibiendo el Espíritu, salen a la plaza y anuncian a Jesucristo como Señor y Salvador y se convierten tres mil personas. La cobardía dió paso a la parresía (la audacia); la debilidad se hizo fuerte por la gracia. 

En ellos había fuego y una pasión: anunciar a Jesucristo. Incluso salen contentos del Sanedrín, una vez detenidos y azotados, por haber padecido aquel ultraje por Jesús.

viernes, 21 de mayo de 2021

Lo que hace el Espíritu en la Iglesia



Ésta es la acción del Espíritu Santo en la Iglesia, y, como una epíclesis constante, la séptima semana de Pascua, en sus preces de Laudes y de Vísperas, ora suplicando el descenso del Espíritu y recuerda sus acciones salvadoras.



            c) Convierte a la Iglesia en Templo vivo de Dios

A cada uno de nosotros, Dios nos ha convertido en templos de su Espíritu Santo; la misma Iglesia, en cuanto tal, es la morada de Dios con los hombres, el Templo de Dios vivo construido por piedras vivas: “para que, haciendo morada en nosotros, nos convierta en templos de su gloria”[1].

El Espíritu Santo, con sus gracias y carismas, edifica para el bien común, aglutinando a los miembros de la Iglesia en un solo Cuerpo, el Cuerpo de Cristo, donde el Espíritu es su alma, y cada bautizado un miembro diferente del Cristo total: “Concédenos vivir de tu Espíritu, para ser de verdad miembros vivos de tu cuerpo”[2].

La Iglesia, por el Espíritu Santo, saldrá de los cenáculos cerrados por medio a los judíos y de las sacristías, subiendo a las azoteas y predicando en las plazas, evangelizando. 

miércoles, 19 de mayo de 2021

La Iglesia invocando al Espíritu (epíclesis)



La Iglesia ora suplicando el envío del Espíritu Santo. Su liturgia es una gran, solemne y constante epíclesis. Las preces de la Liturgia de las Horas y las oraciones de la Misa desde la Ascensión hasta el mismo día de Pentecostés muestran claramente la acción del Espíritu Santo en la Iglesia y en las almas.



Siguiendo las oraciones de la Iglesia y, de un modo particular, las preces de Laudes y Vísperas, encontramos una pneumatología rica y sugerente, que no es conceptual, sino orante y contemplativa.


            a) Nos impulsa a dar testimonio y nos fortalece

Cristo confiere el Espíritu Santo para que seamos sus testigos ante el mundo, dando testimonio de Él como Él da testimonio el Padre. 

El testimonio que estamos llamados a dar, y que es posible por el Espíritu, está entralazado de palabras y obras: “Derrama, Señor, sobre nosotros la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos cumplir fielmente tu voluntad y demos testimonio de ti con nuestras obras”[1], “con la fuerza de este mismo Espíritu robustece también nuestro testimonio cristiano”[2].

El testimonio cristiano necesita la fortaleza del Espíritu Santo para no arredrarse ante dificultades o persecuciones, para no contaminarse con la mentalidad del mundo –la mundanidad-, sino poder confesar valientemente que Jesucristo es el Señor: “Envíanos, Señor, tu Espíritu Santo, para que ante los hombres te confesemos como Señor y rey nuestro”[3]. Así será un testimonio válido para el mundo, como los mártires, con su vida, confesaron a Cristo.

lunes, 17 de mayo de 2021

"Bendito seas por siempre, Señor " (I) (Respuestas - XXIV)



1. Una vez preparados los dones eucarísticos sobre el altar, el sacerdote se acerca toma la patena en su mano y recita en secreto una breve fórmula dirigida a Dios. Lo mismo hace a continuación con el cáliz. Si lo cree oportuno, y no hay canto, puede recitarla en voz alta y los fieles responden: “Bendito seas por siempre, Señor”.

            Por tanto, lo habitual sería hacerlo en silencio y, de vez en cuando, en voz alta, respondiendo a la plegaria. Así lo describe el Misal:



“El sacerdote, en el altar, recibe o toma la patena con el pan, y con ambas manos la tiene un poco elevada sobre el altar, diciendo en secreto: Bendito seas, Señor, Dios. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.
…Vuelto al medio del altar, toma el cáliz con ambas manos, lo tiene un poco elevado, diciendo en secreto: Bendito seas, Señor, Dios; y después coloca el cáliz sobre el corporal y, según las circunstancias, lo cubre con la palia.
Pero cuando no hay canto al ofertorio ni se toca el órgano, en la presentación del pan y del vino, está permitido al sacerdote decir en voz alta las fórmulas de bendición a las que el pueblo aclama: Bendito seas por siempre, Señor” (IGMR 141-142).


domingo, 16 de mayo de 2021

Partes de la plegaria Emitte (bendición del óleo de enfermos)

Toda plegaria litúrgica, de bendición o de consagración, tiene unas partes bien definidas y precisas, una estructura clara, según la tradición romana.





Señor Dios, Padre de todo consuelo,
                       que has querido sanar las dolencias de los enfermos por medio de tu Hijo:
escucha con amor la oración de nuestra fe
y derrama desde el cielo tu Espíritu Santo Defensor sobre este óleo.

Tú que has hecho que el leño verde del olivo
produzca aceite abundante para vigor de nuestro cuerpo,
enriquece con tu bendición + este óleo,
para que cuantos sean ungidos con él
sientan en el cuerpo y en el alma
tu divina protección
y experimenten alivio en sus enfermedades y dolores.

Que por tu acción, Señor,
este aceite sea para nosotros óleo santo,
en nombre de Jesucristo, nuestro Señor.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.





            Atendiendo a la división clásica de las grandes piezas eucológicas romanas (invocación, memorial-epíclesis, petición) veremos cómo esta plegaria, sin ser extensa ni prolija, se ajusta a ese esquema y ofrece una teología orante sobre el sacramento mismo de la Unción antes incluso de las definiciones dogmáticas del Magisterio.

            Deudora de contenido e inspirada en la oración “Emitte”, es la nueva plegaria en forma de triple bendición a Dios que el Ritual de la Unción (n. 141) ofrece si el sacerdote debe bendecir el Óleo dentro del rito “en caso de necesidad” (RU 21):

viernes, 14 de mayo de 2021

Celebración dominical sin sacerdote

Las celebraciones dominicales a la espera de sacerdote (o como se las llamaba: "en ausencia de presbítero") proliferan por pura necesidad.


Son un sustituto y deben tener sus límites y muy claro lo que se puede y no se puede hacer. Pero sobre todo, son una reflexión para valorar mucho más el ministerio sacerdotal y el sacramento de la Eucaristía -bien celebrado-. Cuando no se tienen estos dos sacramentos en un comunidad o parroquia, hay algo que falta y que es imprescindible para la vida misma de la Iglesia.



Lo anormal en la vida de la Iglesia, y que oscurece su apostolicidad, es la multitud de asambleas que en domingo no pueden celebrar la Eucaristía. Es una situación dolorosa que deja a la Iglesia local incompleta sin su Eucaristía dominical:

            Cuando por escasez de sacerdotes, se confía a fieles no ordenados una participación en el cuidado pastoral de una parroquia, estos han de tener presente que, como enseña el Concilio Vaticano II, “no se construye ninguna comunidad cristiana si ésta no tiene como raíz y centro la celebración de la Sagrada Eucaristía” (PO 6). Por tanto, considerarán como cometido suyo el mantener viva en la comunidad una verdadera “hambre” de la Eucaristía, que lleve a no perder ocasión alguna de tener la celebración de la Misa, incluso aprovechando la presencia ocasional de un sacerdote que no esté impedido por el derecho de la Iglesia para celebrarla (EE 33).

miércoles, 12 de mayo de 2021

"Jesucristo es Señor"



Jesucristo, verdadero Dios, es igualmente verdaderamente hombre. Una sola Persona divina con dos naturalezas, la naturaleza divina y la naturaleza humana, sin confusión, sin mezcla, sin separación y sin división. 



Para siempre y eternamente, Jesucristo es Dios y hombre, reconciliando en su Persona lo que por el pecado estaba separado: es constituido así Puente, Pontífice, entre Dios y el hombre. ¡Qué bien lo exalta líricamente, el pregón pascual de la solemne vigilia pascual!:

            “Quien se encuentra con Cristo en la co-humanidad de Jesús, accesible a él como co-hombre, encuentra también a Dios mismo, no una esencia bastarda que se metería de por medio. La preocupación de la Iglesia primitiva por afirmar su verdadera humanidad; sólo si Jesús es realmente hombre como nosotros, puede ser nuestro mediador; sólo si es realmente Dios como Dios, la mediación alcanza su término” (Ratzinger, Introducción al cristianismo, Salamanca 1987 (6ª), p. 136).

            Era de justicia que si por un hombre entró el pecado en el mundo, por un hombre viniese la salvación. Además, para que se lograse la redención, el Verbo de Dios tenía que ser plenamente hombre, asumir todo lo humano porque lo que no es asumido no es redimido. Así Jesucristo asume la carne humana, asume su voluntad, su inteligencia y su memoria –el alma humana-, asume la temporalidad y la mortalidad. Es plena y completamente hombre para salvar al hombre. La santa humanidad del Señor es instrumento de salvación.

            El Misterio se hace accesible y cercano porque el Verbo se ha hecho carne y habita entre nosotros (cf. Jn 1,14) cumpliéndose las profecías y la esperanza de Israel en la anunciación, porque el Salvador se ha hecho visible y apareció la bondad de nuestro Dios, porque nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor, que despierta la adoración de los pastores y de los magos y provoca la irrupción festiva y el canto gozoso de los ángeles: “Gloria a Dios en el cielo...”. Él es “imagen visible de Dios invisible” (cf. Col 1,15), y puede decir “quien me ha visto a mí ha visto al Padre” (Jn 14,9), “nadie va al Padre sino por mí” (Jn 14,6), “el Padre y yo somos uno” (Jn 10,30).

domingo, 9 de mayo de 2021

Belleza al celebrar (Sacralidad - XI)



La belleza es siempre manifestación de Dios, revelación de su Gloria y su Verdad, y, por tanto, lo que es realmente bello, es una vía de acceso a Dios: nos toca en lo más hondo, nos transciende, eleva el corazón a un gozo inexplicable. La belleza es una cualidad de Dios.

            La Iglesia cuidó siempre de las artes, cultivó la belleza, como un camino de evangelización por un parte, y, por otra, como una alabanza a Dios. La belleza siempre es un anhelo en el corazón del hombre aun cuando no sepa reconocerlo o verbalizarlo.



            La liturgia eclesial posee belleza en sí misma: es el Misterio de Dios dándose a través de los ritos sagrados, es la Presencia de Cristo glorificado que hace de la liturgia un nuevo monte Tabor de luz y transfiguración. Es la entrada de Cristo en nuestro espacio, en nuestro tiempo, en nuestra vida. En función de esto, la Iglesia preservó siempre la belleza en la liturgia, no admitiendo muchos elementos que podían desfigurarla, empobrecerla o afearla; empleó los mejores recursos (musicales, orfebrería, arquitectura, pintura, etc.) al servicio del culto divino; creó una atmósfera espiritual para la liturgia, con silencio y canto sagrado y espiritual, con incienso y cirios, con orden y decoro.

            Quien iba a la iglesia a vivir la liturgia entraba en otro ámbito, tremendamente simbólico, había una transición, un cambio, de lo cotidiano y profano en que vivía a lo sagrado y celestial. La liturgia –y el mismo templo- eran anticipo del cielo, la nueva ciudad de Jerusalén arreglada como una novia para su Esposo; eran una imagen de la liturgia del cielo que describe el Apocalipsis. Nada de vulgaridad, nada de improvisación, nada de música o ritmo profano, nada de ropas comunes para los ministros del altar, nada debía estorbar ni disminuir la belleza y santidad de la liturgia rebajándola a lo vulgar, asimilándola a lo profano.

            En el momento en que la liturgia se concibe sólo como discurso y didáctica, cuando se quiere asimilar e igualar a lo cotidiano (una mera comida de amigos o una reunión humana de los seguidores de Jesús de Nazaret), la liturgia pierde fuerza y se va banalizando; se hace insignificante, es decir, deja de ser signo de las realidades celestiales, se hace monótona y terrena. La necesaria sencillez (noble sencillez) se ha convertido en empobrecimiento de la liturgia. Se ha buscado sólo lo útil de la liturgia (en sentido secularizado) perdiendo la contemplación, la adoración, el silencio oyente, el canto noble que eleva.

viernes, 7 de mayo de 2021

¿Cómo se comulga en la mano?

La educación litúrgica requiere que, a veces, se recuerden cosas que se dan por sabidas.

La comunión en la mano está permitida para todo aquel que lo desee, a tenor de nuestra Conferencia episcopal, que lo solicitó a la Santa Sede.


¿Cómo se comulga en la mano? ¡Hemos de conocer las disposiciones de la Iglesia para quien desee comulgar así!, porque en muchísimas ocasiones se hace mal, de forma completamente irrespetuosa.

Debe cuidarse la dignidad de este gesto, sin que desdiga de la Presencia real de Jesucristo en la Eucaristía como si fuese un mero trozo de pan que se recibe de cualquier forma: al aire, agarrando la Forma de cualquier manera,  o con una sola mano... Actitudes que desdicen de la adoración debida.


Debe cuidarse la dignidad de este gesto, sin que desdiga de la Presencia real de Jesucristo en la Eucaristía como si fuese un mero trozo de pan que se recibe de cualquier forma:

“Sobre todo en esta forma de recibir la sagrada Comunión, se han de tener bien presentes algunas cosas que la misma experiencia aconseja. Cuando la Sagrada Especie se deposita en las manos del comulgante, tanto el ministro como el fiel pongan sumo cuidado y atención a las partículas que pueden desprenderse de las manos de los fieles, debe ir acompañada, necesariamente, de la oportuna instrucción o catequesis sobre la doctrina católica acerca de la presencia real y permanente de Jesucristo bajo las especies eucarísticas y del respeto debido al Sacramento”[1].

miércoles, 5 de mayo de 2021

Virtudes cristianas (II)



 3. El cristianismo es Gracia, porque es una Persona: Jesucristo, y no nos salvan las fórmulas o códigos, quien nos salva es la Persona de Jesucristo y la comunión de vida con Él. Es el mensaje kerygmático que proclama el Papa Juan Pablo II: 


“No nos satisface ciertamente la ingenua convicción de que haya una fórmula mágica para los grandes desafíos de nuestro tiempo. No, no será una fórmula lo que nos salve, pero sí una Persona y la certeza que ella nos infunde: ¡Yo estoy con vosotros!” (NMI 29). 




Reducir el catolicismo a una moral o una ética, es decir, un modo de comportarse y actuar en el mundo y del Evangelio un libro de conducta ejemplar, es reducir el cristianismo a la nada. El catolicismo es comunión de vida y destino con Jesucristo; ahora bien, fruto del encuentro con Cristo es la moral, el vivir, en Cristo y según Cristo, ya que quien ha descubierto la Persona del Señor queda afectado por Él: cambia su corazón, su modo de ver la realidad, de juzgar y discernir todo. Es una criatura nueva que vive de otra forma: ¡vive en Cristo! 


“Él mismo [Jesucristo] se hace Ley viviente y personal, que invita a su seguimiento, da, mediante el Espíritu, la gracia de compartir su misma vida y su amor, e infunde la fuerza para dar testimonio del amor en las decisiones y en las obras” (Veritatis Splendor 15).

  

martes, 4 de mayo de 2021

"Gritad jubilosos" (Is 12)

Precioso canto entonó la Iglesia la noche pascual, celebrando las fuentes de la salvación, el Bautismo, que Dios ofrecía.

¡Con qué gozo lo cantó la Iglesia en la Vigilia pascual!



"El Señor es mi Dios y salvador:
confiaré y no temeré
porque mi fuerza y mi poder es el Señor.
Él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación...
Gritad jubilosos, habitentes de Sión:
¡qué grande es, en medio de ti, el Santo de Israel!"





domingo, 2 de mayo de 2021

La oración "Emitte": visión de conjunto

Para valorar más aún la plegaria de bendición del óleo de enfermos, pronunciada por el Obispo en la santa Misa crismal, recordemos su texto y pasemos a una visión de conjunto.





Señor Dios, Padre de todo consuelo,
                       que has querido sanar las dolencias de los enfermos por medio de tu Hijo:
escucha con amor la oración de nuestra fe
y derrama desde el cielo tu Espíritu Santo Defensor sobre este óleo.

Tú que has hecho que el leño verde del olivo
produzca aceite abundante para vigor de nuestro cuerpo,
enriquece con tu bendición + este óleo,
para que cuantos sean ungidos con él
sientan en el cuerpo y en el alma
tu divina protección
y experimenten alivio en sus enfermedades y dolores.

Que por tu acción, Señor,
este aceite sea para nosotros óleo santo,
en nombre de Jesucristo, nuestro Señor.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.





            La plegaria de bendición del Óleo de enfermos tiene un marco muy concreto que sirve de interpretación teológica y espiritual: la Misa crismal o Missa chrismatis; en ella encontramos la bendición de los óleos y la consagración del crisma ya con certeza a partir de los ss. VII-VIII, con textos eucológicos anteriores (s. VI probablemente); entre ellos destaca la oración “Emitte”, la oración clásica del rito romano que figura tanto en el Gelasiano Vetus (GeV 382) como en el Gregoriano (con leves variantes: Gr-H 334), y que ha seguido en uso, tal cual, hasta 1971. Desde entonces, con la promulgación del nuevo Ordo, la oración “Emitte” se enriqueció con algunos retoques, añadiéndosele la invocación a Dios y la parte anamnética; antes comenzaba directamente por la epíclesis “Emitte, quaesumus, Domine, Spiritum sanctum tuum paraclitum de caelis”. La primera palabra da nombre a toda la plegaria.