Me parece, a riesgo de repetir, la necesidad de comprender el concepto de
MISTERIO. No es lo irracional, lo incomprensible, sino lo fascinador de Dios
siempre más grande, al que se llega “toda ciencia trascendiendo” (S. Juan de la Cruz). El Misterio es, ante
todo, CRISTO MISMO, su Misterio pascual.
a.1.) La
creación es el fundamento de todos los designios salvíficos de Dios, el
comienzo de la historia de la salvación que culmina en Cristo. Inversamente, el
Misterio de Cristo es la luz decisiva sobre el Misterio de la creación; revela
el fin... desde el principio preveía la gloria de la nueva creación en Cristo
(CAT 280).
a.2.) CAT 512-60: Toda la vida de
Cristo es Misterio; todas sus acciones son salvíficas siendo Dios y Hombre.
a.3.) El Misterio pascual
Hay
un doble aspecto en el misterio pascual: por su muerte nos libera del pecado,
por su Resurrección nos abre el acceso a una nueva vida. Ésta es, en primer
lugar, la justificación que nos devuelve a la gracia de Dios... Consiste en la
victoria sobre la muerte y el pecado y en la nueva participación en la gracia.
Realiza la adopción filial porque los hombres se convierten en hermanos de
Cristo... Hermanos no por naturaleza, sino por don de la gracia, porque esta filiación
adoptiva confiere una participación real en la vida del Hijo único, la que ha
revelado plenamente en su Resurrección (CAT 654)
b) Dios mismo es Misterio que se da
en Cristo. El Misterio sobrepasa todo e invita a la ADORACIÓN. ¡Qué difícil
hablar de Dios y al mismo tiempo, qué cercano, dándose!
b.1.) Dios
trasciende toda criatura. Es preciso, pues, purificar sin cesar nuestro
lenguaje de todo lo que tiene de limitado, de expresión, de imperfecto, para no
confundir al Dios que está por encima de todo nombre y más allá de todo entendimiento, el invisible y fuera
de todo alcance con nuestras representaciones humanas. Nuestras palabras
humanas quedan siempre más acá del Misterio de Dios (CAT 42).
b.2.) A causa de su
trascendencia, Dios no puede ser visto tal cual es más que cuando Él mismo abre
su Misterio a la contemplación inmediata del hombre y le dala capacidad
para ello. Esta contemplación de Dios en su gloria celestial es llamada por la Iglesia “la visión
beatífica” (CAT 1028).
b.3.) Orar es entrar en el
Misterio: “La humildad nos hace reconocer que nadie conoce al Padre, sino y
aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar (Mt 11,22), es decir, a los pequeños (Mt 11,25)... Orar al
Padre es entrar en su Misterio, tal como Él es, y tal como el Hijo nos lo
ha revelado (CAT 2779).
b.4.). La oración (personal o
litúrgica) es tocar el Misterio:
“Éste es el Misterio de la fe”. La
Iglesia lo profesa en el Símbolo de los Apóstoles y lo
celebra en la Liturgia
sacramental para que la vida de los fieles se conforme con Cristo en el
Espíritu Santo para gloria de Dios Padre. Por tanto, este misterio exige
que los fieles crean en él, lo celebren y vivan de él en una relación viva y
personal con Dios vivo y verdadero. Esta relación es la oración (CAT 2558).
¡Este es el Misterio de Dios!
Pero este Misterio –tal como leíamos
en la Carta
encíclica- este Misterio se nos da, palpable, cercano, Mysterium fidei, en el
Gran Sacramento de la
Eucaristía. Es un Misterio, realmente maravilloso que trae Cristo,
que se entrega de nuevo.
Cristo,
el Señor, realizó esta obra de la redención humana y de la perfecta
glorificación de Dios, preparada por las maravillas que Dios hizo en el pueblo
de la Antigua Alianza,
principalmente por el misterio pascual con su bienaventurada pasión, de su
resurrección de entre los muertos y de su gloriosa ascensión. Por este
misterio, “con su muerte destruyó nuestra muerte y con su resurrección restauró
nuestra vida”. “Pues del costado de Cristo dormido en la cruz nació el sacramento
admirable de la Iglesia”
(SC 5). Por eso, en la liturgia, la
Iglesia celebra principalmente el misterio pascual por el que
Cristo realizó la obra de nuestra redención (CAT 1067).
¿Qué es, pues, la liturgia?
Es
el Misterio de Cristo lo que la
Iglesia anuncia y celebra en su liturgia a fin de que los
fieles vivan de él y den testimonio del mismo en el mundo (CAT 1068).
Sigue así la profundidad del
Misterio que se da y se ofrece en la Eucaristía:
En efecto, la
liturgia, por medio de la cual se ejerce la obra de nuestra redención, sobre
todo en el divino sacrificio de la Eucaristía, contribuye mucho a que los fieles, en
su vida, expresen y manifiesten a los demás el misterio de Cristo y la
naturaleza genuina de la verdadera Iglesia (SC 2).
Acudamos, pues, a los textos mismos
de la liturgia:
Pues cada vez que celebramos este
memorial
de la muerte de tu Hijo,
se realiza la obra de nuestra
redención (OF Jueves Santo)
Te pedimos nos concedas venerar
de tal modo
los sagrados misterios de
tu Cuerpo y de tu Sangre,
que experimentemos constantemente
en nosotros
el fruto de tu redención (OC
Corpus Christi).