En nuestra formación moral, que de una manera u otra retomamos aquí habitualmente, vamos a conocer con rasgos claros y descripciones muy vivas el pecado de ira y la cólera.
Será san Basilio Magno en su Sermón "Contra los iracundos" quien nos enseñe y forje, de manera que descubramos tal pecado y podamos examinarlo, extirparlo si lo hay o prevenirlo.
"1. Lo mismo que las
prescripciones de los médicos, cuando son acertadas y de acuerdo a la lógica
del oficio, manifiestan su beneficio precisamente después de haberlas probado,
así también en las exhortaciones espirituales es exactamente después que los
consejos obtienen un resultado que lo atestigua, cuando manifiestan su
sabiduría y utilidad para la enmienda de la vida y el perfeccionamiento de los
que [los] obedecen.
Efectivamente,
aunque escuchamos a los Proverbios expresar abiertamente que la ira pierde incluso a los prudentes, y
también escuchamos las advertencias apostólicas: Apartad de vosotros toda cólera, ira, gritos y cualquier otra maldad,
incluso al Señor, cuando dice que el que irrita a su hermano a propósito es reo
de juicio, es ahora cuando hemos experimentado ese sentimiento, que no nace
dentro de nosotros, sino que nos llega de fuera como una tempestad inesperada,
y reconocemos exactamente lo admirable de los consejos divinos.