martes, 26 de septiembre de 2023

Silencio en el ofertorio (Silencio - XXVIII)



Si no hay canto, está la posibilidad, muy aconsejable, de que el sacerdote recite en silencio la oración sobre la patena y el cáliz al depositarlas en el altar, sin que sea ni mucho menos obligatorio decir en voz alta "Bendito seas, Señor, Dios del universo..." Es un momento de reposo interior para todos, de silencio que se podría calificar de "oferente".



"141. El sacerdote, en el altar, recibe o toma la patena con el pan, y con ambas manos la tiene un poco elevada sobre el altar, diciendo en secreto: Bendito seas, Señor, Dios. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.

142. En seguida, el sacerdote de pie a un lado del altar, ayudado por el ministro que le presenta las vinajeras, vierte en el cáliz vino y un poco de agua, diciendo en secreto: Por el misterio de esta agua. Vuelto al medio del altar, toma el cáliz con ambas manos, lo tiene un poco elevado, diciendo en secreto: Bendito seas, Señor, Dios; y después coloca el cáliz sobre el corporal y, según las circunstancias, lo cubre con la palia.

Pero cuando no hay canto al ofertorio ni se toca el órgano, en la presentación del pan y del vino, está permitido al sacerdote decir en voz alta las fórmulas de bendición a las que el pueblo aclama: Bendito seas por siempre, Señor."

viernes, 22 de septiembre de 2023

Palmas y ramos (Elementos materiales - IX)



            Ceremonia popular y muy expresiva, arraigada en el sentir del pueblo cristiano, es la conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén, al inicio de la Semana Santa, en el llamado “Domingo de Ramos en la Pasión del Señor”.



            El origen hay que buscarlo en Jerusalén en el siglo IV. Allí la liturgia se desarrolla en los mismos lugares en los que Cristo vivió y se procura visualizar, desarrollar dramáticamente, en cada sitio concreto. Por eso, se comienza la Semana Santa entrando procesionalmente en Jerusalén con ramos y palmas, cantando a Cristo, reuniéndose obispo y pueblo en el monte de los olivos.

            Influyó esto mucho en Occidente por medio del relato de la peregrina Egeria. No sabemos cuándo se comenzó esta procesión en Occidente. Aparece en el rito hispano (LiberOrdinum). Beda el Venerable (+ 735) conoce la fiesta ya “In Dominica Palmarum” y parece conocer la procesión. En ámbito franco-carolingio (s. IX) se desarrolló más y se compuso el himno “Gloria, laus et honor”. En Roma no tenemos vestigio hasta el siglo X, donde encontramos, en el Pontifical romano-germánico, el ritual de la procesión de las palmas y las oraciones de bendición.

            La entrada de Jesús en Jerusalén se conmemora en la primera parte de la liturgia con la lectura del Evangelio, la bendición de los ramos y palmas (que todos tienen ya en sus manos) y la procesión alegre y festiva hasta el templo (por cierto, sin ningún canto con “Aleluya”). 

miércoles, 20 de septiembre de 2023

Otras virtudes: el orden (I)



A veces lo más sencillo se nos olvida; lo normal de vivir lo pasamos por alto. Estamos atentos a las grandes cosas, los grandes acontecimientos, queremos ser fieles en lo importante, sin embargo, las cosas pequeñas, lo de cada día, la caridad en la vida ordinaria, se nos pasa por alto muchas veces. 



En las relaciones personales, en el trato con los demás, en la convivencia fraterna o familiar, fallamos muchas veces en las pequeñas cosas que pueden hacer la vida más agradable y fraterna. Las relaciones personales entretejen nuestra vida y la misma caridad pide el ejercicio de una serie de virtudes que faciliten el vivir juntos en concordia.

Si observamos atentamente, hay muchas virtudes que hoy están mal vistas y se entienden mal. Se confunde la libertad y que no hay que ser esclavo de nada con ir por libre y no tener delicadeza con nadie. La sinceridad y transparencia con la brusquedad, arrojando la verdad en la cara; la educación y el saber estar se miran como etiquetas pasadas de moda. 

Para no ser “esclavos de la hora” se está perdiendo la puntualidad, retrasando a todos y provocando distracción si se llega tarde. Parece que espontaneidad y naturalidad es hablar alto, llamar la atención, hablar cuando no se debe pero parece eso más simpático, y preguntarlo todo. Estas confusiones en el orden de la convivencia crean malestar, incomprensiones e incomodidad.

lunes, 18 de septiembre de 2023

Orar glorificando a Dios



Según la espiritualidad más clásica de la Iglesia, la oración de mayor excelencia es la de alabanza; se glorifica a Dios por su amor misericordioso y entrañable. Y esto está mucho antes que una oración de petición o meditación. Impregnar nuestra vida de esta oración de alabanza es reconocer que todo nos viene del Señor, que sigue dándonos sus bienes.



Una alabanza -glorificación- que se traduce también por anuncio kerygmático: "anunciad a toda la tierra que el Señor hizo proezas. Gritad, exultad, habitantes de Sión: ¡Qué grande es en medio de ti, el Santo de Israel" (Is 12,1-6). Así se hace partícipes a los hombres de la salvación de Dios. No es tanto el cristianismo una ortopraxis, una moral o ética, cuanto un "cantar eternamente las misericordias del Señor" (Sal 88,2).

Una oración por excelencia de alabanza es la Liturgia de las Horas[1], puesto que ella es "principalmente oración de alabanza y de súplica, y, ciertamente, oración de la Iglesia con Cristo y a Cristo" (IGLH 2). Este sacrificium laudis es el oficio clave que marca la sucesión de las horas y los días, en que la Iglesia, asociada a Cristo, alaba constantemente la gloria de Dios. Es una glorificación eclesial por excelencia en unión con Cristo y por Cristo, sujeto y objeto de esta alabanza litúrgica.

sábado, 16 de septiembre de 2023

La respuesta son los santos (Palabras sobre la santidad - CXII)



            La santidad es profundamente provocadora, a nadie deja indiferente la presencia de un santo que nos remite a Dios y cuestiona sin palabras un modo de vivir cristiano anodino, mediocre, rutinario.



            La santidad es creativa porque están muy atentos los santos a las mociones del Señor, a las inspiraciones del Espíritu Santo para entregarse, para darse, para ofrecer respuestas originales a las necesidades de su tiempo, sin temor ante la reacción de desconfianza o prejuicio de los hombres.

            Ellos son entonces la respuesta de Dios a las necesidades y desafíos de la Iglesia. Son la respuesta más completa que puede dar la Iglesia.

            La Iglesia, su organismo sacramental, su magisterio vivo, su gobierno pastoral, su forma de vivir en comunidad, está por completo al servicio de suscitar y acompañar la santidad de sus hijos: ¡sólo para eso!, ¡nada más y nada menos que para eso!