lunes, 30 de abril de 2012

Resurrección es término corporal

Centro de nuestra fe es la resurrección de Cristo. Sin ella, todo sería vano, la vida estaría vacía, y viviríamos en un engaño. Por esa razón tenían tanta fuerza los Apóstoles proclamando el kerygma y llamando a la conversión: porque ellos habían visto las obras de Jesús, lo habían visto crucificado y muerto, lo habían visto enterrar... y lo habían visto resucitado, glorioso, transformado, hablando con Él, tocándolo, comiéndolo. ¡Aquél que murió ahora estaba Vivo! 

Una vida nueva, gloriosa y distinta: se hace presente en medio de una sala cerrada y vuelve a desaparecer, y casi a la misma hora está caminando con los de Emaús; conserva sus llagas gloriosas, pero ya no es la materialidad de este cuerpo nuestro tan limitado, sino que, siendo su cuerpo, ha sido tan llenado del Espíritu Santo, que es un "cuerpo espiritualizado", una "materia espiritualizada".

Creemos en la resurrección de Cristo no simplemente porque experimentemos subjetiva o afectivamente su presencia y su acción, sino porque hubo unos testigos cualificados, testigos veraces, que lo vieron y nos transmitieron lo que habían visto y oído, lo que sus manos tocaron. Ellos fueron testigos y creemos por el testimonio apostólico.

domingo, 29 de abril de 2012

Las celebraciones de la palabra (III)

Ya sabemos de la antigüedad y del uso litúrgico de estas celebraciones de la palabra de Dios. Ahora, hoy, para nosotros, se proponen igualmente para especiales momentos según orienta la Iglesia: ferias de Adviento y Cuaresma, vigilias de fiestas, peregrinaciones, etc.


Conocemos, asimismo, su utilidad y beneficio espiritual en el catecumenado según el Ritual de la Iniciación cristiana de adultos, extensivas por tanto para otros procesos formativos de adultos, y las ventajas que contienen cuando se celebran con niños, educándolos en la escucha, el silencio, el canto y la liturgia misma, según el Directorio para las Misas con niños.

Pero hay más libros litúrgicos que señalan su utilidad y, sin ser exhaustivos ya que todo sacramento tiene realmente una celebración de la palabra, continuamos nuestro recorrido. Éste nos permitirá tener ideas exactas sobre las celebraciones de la palabra, pero también, según cada uno su ámbito y responsabilidad, enriquecer la vida litúrgica y catequética de su parroquia (o Monasterio o comunidad, etc.).

 

sábado, 28 de abril de 2012

La experiencia de ser ungidos

Ser ungidos constituye una hermosa experiencia espiritual. Junto a la belleza del rito en sí, con el aceite perfumado (santo crisma), el hecho de sentir el aceite santo en la piel, el olor que se difunde, está la vivencia de ser consagrado, y, desde ese momento, pertenecer al Señor y saber que el Señor mismo va a dirigir, guiar nuestra vida, enviarnos a lo que Él quiera.


El santo crisma sella nuestra cabeza en el Bautismo y marca nuestro ser en la frente en el sacramento de la Confirmación, otorgándonos el Espíritu Santo. Tertuliano lo explicaba así:

"La carne es ungida, para que el alma quede consagrada. La carne es sellada para que el alma quede protegida" (De resurrectione mortuorum VIII,3).

viernes, 27 de abril de 2012

El león y el Cordero

Ambas son imágenes de Jesucristo y como tal se emplean en nuestro rito hispano-mozárabe.

En el tiempo de Pascua, la antífona que se canta durante la fracción de la Hostia en los nueve trozos, que se disponen en forma de cruz sobre la patena, está tomada del libro del Apocalipsis: "Ha vencido el león de la tribu de Judá, la raíz de David. Aleluya".


Jesucristo es el León fuerte que agazapado en su sepulcro, ha saltado, ha hecho presa de la muerte y la ha devorado. Él es el vencedor.

La Illatio (equivalente al prefacio) del domingo VI de Pascua canta así de Jesucristo:


Éste es pues el león de la tribu de Judá, valeroso en la lucha.
Éste es el cachorro de león que surge victorioso de la muerte.
Éste es el Cordero inmaculado
desde mucho tiempo necesario para ser inmolado.

jueves, 26 de abril de 2012

La Comunión con las dos especies

"Tomad y bebed todos de él..."

Así fue el mandato del Señor al instituir el Sacrificio eucarístico. Tanto su Cuerpo como su Sangre son ofrecidas por el Señor para ser recibidas "todos" en comunión.


¿O acaso dijo sobre el pan "Tomad y comed todos de él" y sobre el cáliz dijo: "tomad pero no bebáis todos de él..."?

La práctica de la Iglesia en su disciplina sacramental siempre distribuyó la santísima Eucaristía con las dos especies, la especie del Pan y la especie del Vino: durante siglos ofreciendo el diácono el cáliz al fiel que iba a comulgar para que bebiese reverentemente sólo un poco de la Sangre del Señor, casi mojarse los labios simplemente. De manera que primero recibían del obispo la Comunión con el Cuerpo del Señor y a continuación se llegaban al diácono que les ofrecía el cáliz con la Sangre de Cristo.

"21. No te acerques, pues, con las palmas de las manos extendidas ni con los dedos separados, sino que, poniendo la mano izquierda bajo la derecha a modo de trono que ha de recibir al Rey, recibe en la concavidad de la mano el cuerpo de Cristo diciendo: «Amén». Súmelo a continuación con ojos de santidad cuidando de que nada se te pierda de él. Pues todo lo que se te caiga considéralo como quitado a tus propios miembros. Pues, dime, si alguien te hubiese dado limaduras de oro, ¿no las cogerías con sumo cuidado y diligencia, con cuidado de que nada se te perdiese y resultases perjudicado? ¿No procurarás con mucho más cuidado y vigilancia que no se te caiga ni siquiera una miga, que es mucho más valiosa que el oro y que las piedras preciosas?

22. Y después de la comunión del cuerpo de Cristo, acércate también al cáliz de la sangre: sin extender las manos, sino inclinándote hacia adelante, expresando así adoración y veneración, mientras dices «Amén», serás santificado al tomar también de la sangre de Cristo. Y cuando todavía tienes húmedos los labios, tocándolos con las manos, santifica tus ojos y tu frente y los demás sentidos. Por último, en oración expectante, da gracias a Dios, que te ha concedido hacerte partícipe de tan grandes misterios" (S. Cirilo de Jerusalén, Cat. Mist. V).
O también:

miércoles, 25 de abril de 2012

El deseo del corazón

"Los dones y la llamada de Dios son irrevocables" (Rm11,29).

Una catequesis, a mi entender necesaria, es la del deseo del corazón, porque nos permitirá discernir y entender muchas cosas de la propia vida cristiana.


Cuando nos referimos al deseo del corazón, nos referimos a aquello más último, más importante, que siempre palpita en nuestro interior y que nada humano logra apagar. Los caprichos no son, en sentido estricto, deseos, sino veleidades, algo que se nos antoja fuertemente en un momento dado pero que pasado el tiempo el objeto del afecto ha cambiado en otra dirección y entonces nacen nuevos caprichos. Al final, el tiempo es un lenguaje divino que extingue caprichos.

Los deseos verdaderos son perdurables; se mantienen en el corazón y el tiempo no los debilita, sino que los aumenta. Así vamos reconociendo que es Dios quien los ha inspirado en el corazón. Son deseos de cosas grandes y elevadas: el deseo de Cristo, la santidad como participación en la santidad de Cristo, la vida eterna, plenitud, felicidad serena... y también son deseos santos en el corazón las llamadas particulares de Dios: una vocación particular (sacerdocio o alguna forma de vida consagrada), un carisma, un apostolado que determina la vida, una inclinación santa acorde a nuestra propia naturaleza, carácter y psicología, etc. 

martes, 24 de abril de 2012

Alabad al Señor con la belleza de la música

El canto litúrgico, es decir, aquel que forma parte de la naturaleza de la liturgia, aquel que debe responder y convenir a una acción sagrada litúrgica, debe poseer, santidad, belleza en las formas, tanto en música como en texto.

El canto litúrgico, lejos de ser un añadido superficial, es connatural al culto litúrgico; de ahí que debe ser cuidado, educado, potenciado; tal vez hoy pulido, es decir, purificado de tantas canciones y ritmos ajenos a la liturgia pero que se han introducido con tal de 'cantar' y 'entretener' en la liturgia.

"El canto sagrado, unido a las palabras constituye una parte necesaria o integral de la liturgia solemne" (SC 112).

Música, instrumentos y voces se unen elevando al Señor la plegaria y la alabanza, la adoración y la acción de gracias, la contemplación y la respuesta.

Ya dice el salmo 150:
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.

domingo, 22 de abril de 2012

El Kyrios que abarca el universo: ¡Oh Pascua!

"Él (Cristo) estaba todo en todo y en todas partes, y llenaba el universo por sí solo. Mas se desnudó para el combate con las potencias del aire. Por breve tiempo clama que pase el cáliz, para mostrar de verdad que también era hombre. Mas cuando pensó en por qué había sido enviado y queriendo realizar el plan redentor por cuya causa había sido enviado, exclamó de nuevo: "No se haga mi voluntad, sino la tuya. El espíritu está pronto, pero la carne es flaca". Como tenía que combatir el combate victorioso en favor del alma, su sagrada cabeza fue primeramente coronada de espinas, arrancando de la tierra toda la maldición y descuajando de nuevo con su cabeza el zarzal que proliferaba a causa del pecado. Apuró la hiel amarga y agria del dragón y de ese modo suavizó por sí mismo para nosotros sus dulces fuentes. Como quería deshacer la obra de la mujer y poner un dique a la muerte que fluía del costado, hizo de su costado una fuente, de la que manaban agua y sangre sacrosantas, símbolos perfectos de las místicas y espirituales nupcias y de la adopción filial y de la regeneración...

Cuando terminó el combate cósmico y Él salió totalmente vencedor, sin levantarse como Dios ni dejarse vencer como hombre, quedó en la línea divisoria del universo, afincado como un trofeo de victoria, porque en su propia persona triunfó sobre el enemigo. Entonces el universo quedó estupefacto ante la tenaz paciencia; los cielos se estremecieron, las potencias ultramundanas, los tronos y los legisladores se sobrecogieron, al ver suspendido al jefe del gran poder. Poco faltó para que cayeran del cielo las estrellas, cuando contemplaron extendido en una cruz al que existe antes del lucero; casi se apagó el fuego del sol cuando vio oscurecida la gran luz del mundo... Poco faltó para que todo el mundo quedara disuelto en caos y descomposición por el terror de la Pasión; gracias a que el gran Jesús le insufló el Espíritu divino, cuando dijo: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Mientras el universo temblaba y era agitado por el terremoto, y cuando ya todo se estremecía de susto, el universo se afianzó, animado, vivificado y fortalecido, al salir de nuevo el Espíritu divino, como si la crucifixión, que se extendiera a todo, fuera una extensión de Dios a todas las cosas y a todas partes...

Como Él (Cristo) se había revestido de toda la imagen, llevándola en persona, transformó también en hombre celeste al hombre viejo de que se había revestido. De esta manera la imagen, mezclada con Él, subió también con Él al cielo. Los poderes angélicos, que contemplaban el gran Misterio: un hombre que ascendía juntamente con Dios, gritaron con gran alegría a los ejércitos superiores, enardeciéndolos: "¡Alzad, príncipes vuestras puertas! Alzaos más, oh antiguas puertas, que va a entrar el Rey de la gloria". Y cuando aquéllos vieron esta nueva maravilla: un hombre unido a Dios, respondieron exclamando: "¡Es el Señor, el Fuerte! ¡Es el Rey de la gloria; el Fuerte, el Poderoso, que es poderoso en la batalla!"

¡Oh qué místico regalo! 
¡Oh qué fiesta más espiritual! 
¡Oh Pascua divina, que del cielo se extiende a la tierra, y de la tierra sube de nuevo al cielo! 
¡Oh, nueva fiesta del universo, fiesta en el orbe entero! 
¡Oh, gozo, gloria, alimento y delicia del universo! 

sábado, 21 de abril de 2012

Las abejas, ¿qué hacen en el pregón pascual?

Sí, es que están las abejas laboriosas mencionadas en el canto del pregón pascual, aunque algunas versiones cantadas omiten dicho párrafo.

"En esta noche de gracia, 
acepta, Padre santo, este sacrificio vespertino de alabanza 
que la santa Iglesia te ofrece por medio de sus ministros 
en la solemne ofrenda de este cirio, hecho con cera de abejas.

Sabernos ya lo que anuncia esta columna de fuego,
ardiendo en llama viva para gloria de Dios. Y aunque distribuye su luz,
no mengua al repartirla, porque se alimenta de esta cera fundida,
que elaboró la abeja fecunda para hacer esta lámpara preciosa.

¡Que noche tan dichosa
en que se une el cielo con la tierra,
lo humano y lo divino!"


Es simpático el párrafo, y es antiguo. La cera pura la ha elaborado la abeja laboriosa, símbolo de la virginidad, y son recordadas en el pregón pascual. 

viernes, 20 de abril de 2012

Las celebraciones de la palabra (II)

Recientemente, sobre el sentido que tienen estas celebraciones de la Palabra de Dios, se pronunciaba el Papa Benedicto XVI en la exhortación "Verbum Domini", recogiendo lo tratado por los Padres sinodales y dándole su matiz y orientación.


Escribía el Santo Padre:

"65. Los Padres sinodales han exhortado a todos los pastores a promover momentos de celebración de la Palabra en las comunidades a ellos confiadas:[227] son ocasiones privilegiadas de encuentro con el Señor. Por eso, dicha práctica comportará grandes beneficios para los fieles, y se ha de considerar un elemento relevante de la pastoral litúrgica. Estas celebraciones adquieren una relevancia especial en la preparación de la Eucaristía dominical, de modo que los creyentes tengan la posibilidad de adentrarse más en la riqueza del Leccionario para orar y meditar la Sagrada Escritura, sobre todo en los tiempos litúrgicos más destacados, Adviento y Navidad, Cuaresma y Pascua. Además, se recomienda encarecidamente la celebración de la Palabra de Dios en aquellas comunidades en las que, por la escasez de sacerdotes, no es posible celebrar el sacrificio eucarístico en los días festivos de precepto. Teniendo en cuenta las indicaciones ya expuestas en la Exhortación apostólica postsinodal Sacramentum caritatis sobre las asambleas dominicales en ausencia de sacerdote, recomiendo que las autoridades competentes confeccionen directorios rituales, valorizando la experiencia de las Iglesias particulares. De este modo, se favorecerá en estos casos la celebración de la Palabra que alimente la fe de los creyentes, evitando, sin embargo, que ésta se confunda con las celebraciones eucarísticas; es más, «deberían ser ocasiones privilegiadas para pedir a Dios que mande sacerdotes santos según su corazón».

jueves, 19 de abril de 2012

Los efectos de la Unción de enfermos

Considerando el sacramento de la Unción de enfermos, a la luz de la Pascua, vemos que la acción del Señor resucitado se prolonga hoy para los enfermos graves, aquellos que se ven en peligro, mermadas sus fuerzas, con sufrimientos morales y espirituales desencadenados por la precariedad de su situación.

Al enfermo grave y al anciano muy debilitado se destina el sacramento de la Unción de enfermos (no es sacramento de la tercera edad, no es simplemente para quienes hayan cumplido 65 años): Cristo va a obrar en ellos, para ayuda, alivio, consuelo y fortaleza.

Desterremos la imagen tenebrosa de la Unción de enfermos, imaginándola triste y extrema, en plena agonía, y recuperemos la alegría del Espíritu Santo que por medio del óleo bendecido va a actuar, santificar, pacificar. Para los enfermos, una vez preparados para el sacramento, con deseos de recibirlo y oración previa, vivirlo supondrá una gracia inmensa como un momento importante, un Paso del Señor, en esa situación de enfermedad grave (pierde su fuerza y su impacto cuando, saltándonos la disciplina sacramental, lo repetimos todos los años al enfermo, porque sí, sin mayor gravedad ni recaída):

"¡Cuánta fortaleza encontraréis en él! Esa unción os ayudará a sobrellevar el dolor; os animará para no caer en la angustia que acompaña muchas veces a la enfermedad; si es conforme a los designios de Dios, os dará la salud corporal, pero sobre todo, os dará la salud del alma, haciéndoos sentir la presencia del Señor y disponiéndoos -cuando Él lo quiera- para ir a la casa del Padre, con la serenidad y la alegría que caracterizan a los buenos hijos" (Juan Pablo II, Disc. a los enfermos, Córdoba (Argentina), 8-abril-1987).

miércoles, 18 de abril de 2012

La Iglesia para el mundo

La Iglesia nacida en la Pascua de su Señor, es la Esposa muy amada de Jesucristo, es su Cuerpo vivo y real entre los hombres, en la historia, entre las naciones, en el tiempo.


¿Cómo se presenta?

¿Qué anuncia?

¿Con qué tono abrir los brazos y el corazón a los hombres?

Por la Pascua de su Señor, la Iglesia anuncia a los hombres una vida nueva, eterna y sobrenatural, puro don de la gracia. Sus palabras son palabras de comprensión, misericordia y esperanza, porque estos hombres a los que Ella se dirige son los hombres por los cuales Cristo ha muerto y ha resucitado.

Los hombres pueden desconocer hasta qué punto esto es importante; incluso pueden estar cerrados pese al instinto creado que busca la Verdad, el descanso del alma.

martes, 17 de abril de 2012

Pensamientos de San Agustín (IX)

Frases y textos de san Agustín siguen aquí, como luminarias que nos orienten en el camino cristiano de nuestra santificación, en el conocimiento de Dios, en la educación de la propia conciencia, en saborear una teología sana que unió, admirablemente, razón y fe.

Por eso nos disponemos a escuchar a san Agustín, algunos pensamientos, intentando almacenarlos en la memoria y desentrañarlos con la inteligencia para que el corazón se llene de Dios.

La virtud teologal menos ejercida, o más desconocida, es la esperanza. Y sin ella, ¿qué hacemos y adónde nos dirigimos? Sin la esperanza, ¿qué color tiñe la vida? Sin esperanza, nos olvidamos de Dios.
"También la esperanza es necesaria durante la peregrinación; es ella la que nos consuela en el camino. El viandante que se fatiga en el camino, soporta la fatiga porque espera llegar a la meta. Quítale la esperanza de llegar, y al instante se quebrantarán sus fuerzas" (San Agustín, Sermón 158,8).
Trigo y cizaña se encuentran mezclados; justos y malvados se hallan unos al lado de los otros. Pero Dios irá realizando su obra.

domingo, 15 de abril de 2012

Un pregón pascual...

La gloria de la Pascua inunda el mundo. La Iglesia cuidó y cultivó amorosamente su celebración, y son muchos los textos litúrgicos de la Pascua.

Traemos hoy la bendición del cirio pascual, la alabanza del cirio cantada por el diácono, en un antiguo Sacramentario, el Gelasiano Vetus (nn. 425-430). Son modulaciones poéticas sobre la gloria de la resurrección del Señor que vale la pena conocer para contemplar la Pascua, enriqueciendo nuestra espiritualidad con los textos litúrgicos.

"Oh Dios, creador del mundo, autor de la luz, artífice de los astros. Oh Dios, que con una luz rutilante renovaste el mundo que yacía en las tinieblas. Oh Dios, cuyo inefable poder dio origen al resplandor de todas las cosas. Al contemplar tus obras, te invocamos, en esta santísima vigilia nocturna, y, de los dones que de ti hemos recibido, ofrecemos humildemente a tu majestad este cirio, que no ha sido mancillado por la grasa corporal, ni contaminado por ungüento profano alguno ni ha estado en contacto con el fuego sacrilego. Ha sido elaborado con cera, con aceite y con papiro. Lo hemos encendido en honor de tu nombre y te lo ofrecemos como homenaje de nuestra devota majestad.

Es tan grande el misterio y tan admirable el sacramento de esta noche que debe gozar de dignas alabanzas.

viernes, 13 de abril de 2012

Las celebraciones de la palabra (I)

La liturgia de la Iglesia es riquísima, muy variada, con una excepcional variedad que se acomoda a distintas circunstancias, personas, momentos de vida cristiana. Los libros litúrgicos ofrecen celebraciones diversas. Pero muchos de sus libros y muchas de sus posibilidades se desconocen y normalmente todo se suple con la celebración de la Misa, la Misa para todo, empobreciéndose en mucho la vida litúrgica.


Por ejemplo, un quinario, un encuentro de niños, una reunión o asamblea "de zona", el envío de catequistas o de unos peregrinos, la inauguración de curso, la bendición de una imagen, una celebración cuaresmal en un colegio, etc, etc. Todo se reduce a celebrar la Misa cuando, tal vez, ni se dan las condiciones para ello, ni quizás sea el momento oportuno o los asistentes ni siquiera están bien preparados para la celebración eucarística y otros mil factores que razonablemente inducen a no multiplicar las misas sin más. 

En muchos de esos casos se podría realizar la oración de una parte de la Liturgia de las Horas (Hora Intermedia o Vísperas solemnes), o las celebraciones del Bendicional para niños, envío de catequistas, peregrinos, bendición de enfermos, etc., o la adoración eucarística según su ritual, con lecturas, preces, silencio contemplativo... o, finalmente, una buena y bien preparada celebración de la Palabra de Dios.

jueves, 12 de abril de 2012

¿Qué leemos en Pascua?

Claro está que no me refiero a la pila de libros, al lado del sillón o del sofá, pendientes de ser devorados por un ánimo de mayor conocimiento; tampoco me refiero a los libros piadosos o espirituales que pueden ser una ayuda para la meditación personal; ni siquiera es una alusión a los periódicos impresos o digitales a los que acudimos tanto para informarnos como para leer artículos de opinión. 


¿Qué leemos en Pascua? Es decir, ¿qué lee la Iglesia en Pascua en sus celebraciones santísimas?


Lee el Nuevo Testamento.

¿Eso resulta llamativo? Sí. Es que sólo lee el Nuevo Testamento.

El Antiguo Testamento ha pasado y la Iglesia subraya la novedad del Señor resucitado y el cumplimiento de las profecías y figuras de Israel leyendo de manera exclusiva en su liturgia el Nuevo Testamento. Ser consciente de ello nos ayudará a entender la fuerza de la Palabra de Dios durante el tiempo pascual.

miércoles, 11 de abril de 2012

Catequesis sobre el triduo pascual

Celebrada ya la Semana Santa, con su cumbre maravillosa, el Triduo pascual, nos ponemos a la escucha de la catequesis del Papa Benedicto.

Siendo críticos, veremos que dedica poco espacio, apenas unas líneas, al Sábado Santo y a la Vigilia pascual. Pero ofrece una visión de conjunto que nos puede ayudar para recapitular y valorar lo vivido en la liturgia del Triduo santo de la Pascua.

"Os exhorto por tanto a acoger este misterio de salvación, a participar intensamente en el Triduo pascual, culmen de todo el año litúrgico y momento de gracia particular para cada cristiano; os invito a buscar en estos días el recogimiento y la oración, para poder acceder más profundamente a esta fuente de gracia. A propósito de esto, ante las inminentes festividades, cada cristiano es invitado a celebrar el sacramento de la Reconciliación, momento de especial adhesión a la muerte y resurrección de Cristo, para poder participar con mayor fruto en la Santa Pascua.

El Jueves Santo es el día en el que se hace memoria de la institución de la Eucaristía y del Sacerdocio ministerial. Por la mañana, cada comunidad diocesana, reunida en la iglesia catedral en torno al obispo, celebra la Misa crismal, en la que se bendicen el sacro Crisma, el Óleo de los catecúmenos y el Óleo de los enfermos. A partir del Triduo pascual y durante todo el año litúrgico, estos Óleos serán utilizados para los Sacramentos del Bautismo, de la Confirmación, de las Ordenaciones sacerdotal y episcopal y de la Unción de Enfermos; en esto se pone de manifiesto cómo la salvación, transmitida por los signos sacramentales, brota precisamente del Misterio pascual de Cristo; de hecho, somos redimidos con su muerte y resurrección y, mediante los Sacramentos, acudimos a esa misma fuente salvífica. Durante la Misa crismal, mañana, tiene lugar la renovación de las promesas sacerdotales. En todo el mundo, cada sacerdote renueva los compromisos que asumió el día de la Ordenación, para ser totalmente consagrado a Cristo en el ejercicio del sagrado ministerio al servicio de los hermanos. Acompañemos a nuestros sacerdotes con nuestra oración.

martes, 10 de abril de 2012

Todo es nuevo por la Pascua

¡Qué gozo y qué esplendor por la Pascua! Si el ciclo cósmico nos trae la primavera que ve renacer toda la naturaleza, en esta primavera nueva que es la Pascua, todo renace. 


No sólo -en este hemisferio- renace todo, la naturaleza despierta del letargo del invierno y florece el campo, la luz crece, la vida bulle... es que, en el orden último de las cosas, el orden sobrenatural, la Pascua del Señor permite el nacimiento de la nueva creación, del cielo nuevo, de la vida nueva, del hombre nuevo, de los elementos materiales transformados por el Espíritu Santo al servicio de la salvación (agua, aceite, pan y vino).

Florece la vida con su fuerza y su impulso. Aquí, ahora, en esta Pascua anual, con la primera luna llena de la primavera, el Señor resucita inaugurando la plenitud de lo que antes era imperfecto y caduco. 

"En estos días, durante la octava, celebramos el misterio de la nueva creación. Este misterio se expresa en la persona de Cristo resucitado. Él mismo es ya este misterio y constituye para nosotros su anuncio, la invitación a él... En virtud de esta invitación y de esta levadura somos todos en Jesucristo la "nueva creatura"" (Juan Pablo II, Audiencia general, 18-abril-1979).

lunes, 9 de abril de 2012

Anotaciones y sugerencias para la liturgia pascual

Como ya hicimos otros años y en cada ciclo litúrgico, vamos a entrar hoy en algunas anotaciones o sugerencias para la liturgia pascual. Ésta debe mostrar su esplendor no únicamente el Domingo de Pascua, y ni siquiera sólo durante la Octava pascual, sino que debe extenderse en ese laetissimum spatium, tiempo gozoso a más no poder, de los cincuenta días de Pascua, hasta Pentecostés inclusive.


Para ello, es bueno seguir unas mismas fórmulas litúrgicas en saludos y moniciones, en el realce de determinados cantos, etc., cada día, cada domingo, para subrayar precisamente esa unidad festiva y solemne de la Pascua entera.

La liturgia, incluso la Misa diaria, debe distinguirse claramente de una Misa ferial del tiempo ordinario o de una Misa celebrada en Adviento. Estamos en la Fiesta de las Fiestas, no lo olvidemos nunca, pese a que nuestra espiritualidad pascual es deficiente, centrando el esfuerzo y el interés en Cuaresma, pero decayendo en Pascua.

domingo, 8 de abril de 2012

Ha llegado la Pascua


"Cuando yo llamo a la Pascua el día natalicio del mundo renovado, quiero decir con eso nuestro día natalicio; pues hemos vuelto a nacer en Cristo los que anteriormente vivíamos para el pecado, pero estábamos muertos para la justicia. ahora hemos muerto a la malicia de los pecados anteriores y hemos empezado a vivir para Dios, al ser conformados primero a la muerte y después a la resurrección de Cristo. Fuimos sepultados con Él por el bautismo en la muerte, para que, así como Cristo resucitó de entre los muertos, así también nosotros vivamos una vida nueva, celebrando la fiesta y gloriándonos en la Cruz del Señor Jesucristo"

(S. Gaudencio de Brescia, Trat. pasch. III, 7).

A todos vosotros, que anoche celebrasteis la santa Vigilia, ¡Feliz Pascua!

A todos, ¡Feliz Pascua!

A todos, ¡santa Pascua, feliz Fiesta!

¡Cristo ha resucitado! Aleluya, aleluya

viernes, 6 de abril de 2012

Brilla el misterio de la Cruz (XI)


"Aun cuando se lave todos los días en todos sus miembros, Israel nunca está limpio. Sus manos están siempre sucias, indudablemente; manchadas para siempre con la sangre de los profetas y con la del mismo Señor. Por eso, con la conciencia de la culpa heredada de los padres, no se atreve tampoco a levantar sus manos al Señor, para que no deje oír su voz algún Isaías (cf. Is 1,15) ni se horrorice Cristo.

Nosotros, en cambio, no solamente elevamos nuestras manos, sino aun las extendemos;
de esa manera adoptamos la figura del Señor paciente
y, cuando oramos, confesamos a Cristo (Crucificado)...

miércoles, 4 de abril de 2012

La Vigilia pascual (y IV)

La Vigilia pascual posee un matiz escatológico muy acusado, es decir, miraba -¿seguirá mirando?- a la Vida eterna, al retorno del Señor como Juez de vivos y muertos, su Parusía y la resurrección de la carne. Así fue desde el principio. 


Pensemos, por ejemplo, en su carácter nocturno y las lámparas encendidas, que recuerdan la espera de las vírgenes aguardando a que su Señor vuelva de la boda (cf. Mt 25,1-13). “Los primeros cristianos, igual que los judíos, esperaban la venida o vuelta del Mesías en la noche, en la noche pascual (1Pe 2,9; Mt 24, 32-50; Rm 13,11; 1Tes 5,2; Ap 3,3; 16,15; Lc 17,20). Cada Pascua esperaban la venida de Jesús. Al no acaecer ésta, se unían a Él por la Eucaristía... una prenda de la parusía”, dice Luis Maldonado (La plegaria eucarística, Madrid 1967, p. 266). Era una tradición muy arraigada en el corazón de los cristianos. Era la noche en la que esperaban la Parusía del Señor.

Pero, llegada la medianoche, como el Señor no había vuelto en Gloria, pasaban a celebrar la Eucaristía pascual que era el modo en que volvía Cristo, no en Gloria, sino sacramentalmente. El rito eucarístico comenzaba en la medianoche. San Jerónimo, comentando la parábola de las diez vírgenes y la llegada del esposo a medianoche, escribe: “Es una tradición judía que el Cristo debe venir a medianoche, según el modelo de la salida de Egipto, cuando la Pascua es celebrada. De ahí que yo opine que debe conservarse la tradición apostólica de no despedir al pueblo expectante de la venida de Cristo antes de la medianoche de la vigilia pascual” (PL 26, 184).

La Santísima Eucaristía, esta noche de Pascua, recobra su matiz escatológico: seguimos aguardando la Venida gloriosa del Señor Resucitado, donde todo lo hará definitivamente nuevo, el nuevo cielo y la nueva tierra, la vida nueva de los bautizados y la resurrección de los muertos junto con Cristo.

martes, 3 de abril de 2012

La Vigilia pascual (III)

"¡Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación!", cantábamos en la liturgia de la Palabra. Ahora, ya, el Misterio pascual va a actuar eficazmente con las aguas del Bautismo, fuente de la salvación. Es la tercera parte de la santísima Vigilia pascual: la liturgia bautismal.

Pero hagamos memoria para situar este momento. La Cuaresma vive ante un gran deseo: llegar a los sacramentos pascuales y ser regenerados por el agua y el espíritu; por eso en Cuaresma no es ni mucho menos apropiado bautizar, sino esperar a la Pascua. Antes la fuente bautismal se ha cerrado y sellado (como en el rito hispano-mozárabe) y en la Vigilia pascual la abre el Obispo. Los catecúmenos ansían recibir el don de la Vida; los ya bautizados renovar las promesas bautismales tras las mortificaciones y penitenciales cuaresmales y ser renovados y confirmados en la Gracia. 

Aquel que, Resucitado, todo lo hace nuevo, va a renovar la creación por las aguas del Bautismo: hombres nuevos serán engendrados en la fuente bautismal, novedad de vida para aquellos que por el Bautismo mueren y resucitan con Cristo.
¡Ha llegado el momento! Del costado de Cristo traspasado brotan el agua y la sangre, el Bautismo y la Eucaristía, ríos de agua viva que fecundan y alegran la Ciudad de Dios, que es la Iglesia. La fuente bautismal está iluminada, incluso adornada con flores. La Iglesia, unida a su Esposo Jesucristo, se va a mostrar una Madre fecunda y santa.

Tras la homilía comienza la liturgia bautismal en la Vigilia pascual, que se realiza de tres maneras, según convenga:

lunes, 2 de abril de 2012

Fiesta del Espíritu Santo y de Cristo

Cada año, la mañana del Jueves Santo o un día cercano a él, la Iglesia bendice los nuevos óleos que serán utilizados en la Pascua. Cristo resucitado todo lo hace nuevo, y nuevos serán los óleos para comunicar su vida nueva en la vigilia pascual.


Se bendecirá el óleo de los enfermos para el sacramento de la Unción de enfermos; se bendecirá el óleo de los catecúmenos para aquellos que se prepararán para la Iniciación cristiana y deben ser fortalecidos para luchar contra ellos mismos, incluso, en la medida en que necesitan convertirse, cambiar, modelar su vida según el Evangelio. Se consagrará el santo crisma: primero se mezclará bálsamo con aromas en la vasija del aceite, el obispo soplará sobre ella, como soplo de Cristo comunicando el Espíritu, y recitará la solemne plegaria de consagración del Crisma.

Este antiguo rito, junto con las oraciones de la Misa y las lecturas bíblicas, constituyen la Misa crismal como una fiesta del Espíritu Santo, que será comunicado mediante los distintos óleos, y una fiesta de Cristo en cuanto tal, en cuanto Ungido, que sigue haciendo partícipes a sus hermanos de su Unción.

Preciosa liturgia -cuando se realiza bien, sin clericalismos- y precioso contenido espiritual.


domingo, 1 de abril de 2012

Jesucristo hoy, el Mesías, Rey

                "¿Sabéis lo que estamos haciendo? Queremos renovar la memoria y, en ciertos aspectos, la escena, más aún que la escena, el acontecimiento popular y modesto, pero clamoroso, muy importante y decisivo, de la entrada mesiánica de Cristo en Jerusalén, la ciudad santa, hervidero de gentes en aquellos días por la afluencia de público de todas partes de Palestina, por causa de la celebración anual de la Pascua judía. Esta era la fiesta histórica de los hebreos, recordaba el pasado, la liberación del pueblo elegido de la esclavitud egipcia; renovaba la conciencia de su destino teocrático, y confirmaba la esperanza profética de futuros acontecimientos gloriosos, inherentes a la promesa divina que el pueblo guardaba con la antigua fe de Abraham.



                Una tensión espiritual nacía siempre de aquella celebración; pero aquel año esa tensión pascual pareció alcanzar un grado elevadísimo de intensidad; la predicación de Cristo, a continuación de la de Juan el Precursor, había hecho fermentar los ánimos; las polémicas cada vez más ásperas entre Cristo y los judíos, y cada vez más encaminadas a dar una respuesta decisiva sobre la persona de Cristo y sobre su misión, el milagro estrepitoso de la resurrección de Lázaro, realizado aquellos días a poca distancia de Jerusalén, todo contribuía a producir una excitación singular, tanto en el grupo que se reunía en torno a Cristo, como entre la gente que se había enterado de su aproximación a la ciudad santa. Entonces se verificó el gran acontecimiento, Cristo que se había mostrado hasta entonces remiso a permitir en torno a sí manifestaciones solemnes del pueblo, Él mismo, aquel día (el domingo anterior a la tragedia del Calvario), la quiso y la preparó; y vosotros recordáis cómo se desarrolló la humilde y gloriosa cabalgata desde Betania a Jerusalén. La aparición de Cristo en la cima del monte de los olivos, sobre el pollino, fue como una chispa que provocó un incendio de entusiasmo, de gozo, de aclamaciones, de vivas, de hosannas; e inmediatamente el improvisado triunfo popular adquirió un significado sagrado, religioso, extraordinario; el significado de la venida del Mesías, aquel era el Mesías, esperado desde hacía siglos; 
aquel era el Mesías, el era el Cristo, el enviado y el ungido de Dios, 
Aquel en el que se resumía toda la historia pasada del pueblo hebreo a la espera de la venida del Cristo;
Aquel en el que se sintetizaban las esperanzas y se cumplían las promesas. 
Aquel que por fin inauguraba el nuevo reino de David, el maravilloso reino de Dios. 

Jesús, en aquel momento decisivo fue reconocido, fue proclamado, con su asentimiento, como el Cristo.


                Cristo: ¿Comprendemos nosotros el ilimitado valor de este título? Lo empleamos con tanta frecuencia, y quizá no medimos la importancia que reviste, por su extraordinario significado; Cristo quiere decir Rey consagrado, lleno del Espíritu Santo, lugarteniente de Dios en el mundo; un significado universal y central para toda la humanidad; un significado que no se limita a los confines de la historia hebrea, sino que abarca y se extiende al mundo, a todos los tiempos y a todos los hombres; llega hasta nosotros.

                Hoy nosotros estamos invitados a reconocer en Cristo el centro de nuestros destinos, al Maestro, al Salvador, al Dios hecho hombre, a Aquel que es principio y fin de nuestra historia temporal; a Aquel que es presente, y que para nuestra fortuna y nuestro gozo podemos reconocerlo, como él mismo dijo de sí, como camino, verdad y vida.