Entre
los posturas y gestos corporales, los hay más sencillos y tal vez más
discretos, pero igualmente son cauces de participación de los fieles en la
liturgia de una manera activa, viva. Los gestos exteriores ayudan a vivir lo
interior, y lo que vivimos interiormente, a su vez, requieren la expresión, su
manifestación externa. Así es como se vive la liturgia.
f) Golpearse
el pecho
Un
gesto sencillo es el golpe en el pecho, golpearse en el pecho, durante el acto
penitencial, tanto en la Misa como en la celebración comunitaria de la
Penitencia con confesión y absolución individual (llamada Forma B del
Sacramento de la Penitencia).
Actualmente,
en el Ordinario de la Misa, se dice que a las palabras del “Yo confieso” “por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa”, todos se golpean en el pecho. El
Misal de san Pío V señalaba que se hacía por tres veces; actualmente sólo se dice
que “golpeándose el pecho, dicen…”, sin indicar una o tres veces. El “Yo
confieso” pertenecía a los ritos preparatorios que rezaba el sacerdote y el
acólito al pie del altar y que se incorporó poco a poco en el siglo XI en el
ámbito germano; tenía un carácter privado. Se le añadió a esta confesión
general de los pecados el gesto antiguo de golpearse el pecho.