miércoles, 30 de agosto de 2023

Glorificar y adorar a Dios

"El hombre está creado para alabar, servir, reverenciar y dar gloria a Dios"[1], y la glorificación de Dios es un elemento fundamental de la vida del cristiano. 



Contemplando las mirabilia Dei, lo que Dios ha hecho por su pueblo por amor, sólo puede responder mediante la adoración, la alabanza, la glorificación.

El Catecismo de la Iglesia Católica presenta así este elemento de adoración:

La adoración es la primera actitud del hombre que se reconoce criatura ante su Creador. Exalta la grandeza del Señor que nos ha hecho y la omnipotencia del Salvador que nos libra del mal. Es la acción de humillar el espíritu ante el "Rey de la gloria" y el silencio respetuoso en presencia de Dios "siempre mayor"[2].

sábado, 26 de agosto de 2023

La ceniza (Elementos materiales - VII)



            La ceniza se puede convertir en un gesto molesto, desagradable por su significado, sin embargo, nadie falta a la cita ese Miércoles y las iglesias se llenan totalmente.


            La ceniza siempre ha sido un gesto penitencial. En la Iglesia los que hacían penitencia se cubrían toda la cabeza con ceniza para decir que eran pecadores y que pidiesen por ellos. A principios del s. XI, cambiada la forma de la penitencia ("penitencia privada") se imponía la ceniza al principio de la Cuaresma a todos los cristianos. Toda la comunidad se reconocía así pecadora, y se veía ayudada por este gesto en su actitud de conversión cuaresmal-pascual.

            “El miércoles que precede al primer domingo de Cuaresma, los fieles cristianos inician con la imposición de la ceniza el tiempo establecido para la purificación del espíritu. Con este signo penitencial, que viene de la tradición bíblica y se ha mantenido hasta hoy en la costumbre de la Iglesia, se quiere significar la condición del hombre pecador, que confiesa externamente su culpa ante el Señor y expresa su voluntad interior de conversión, confiando en que el Señor se muestre compasivo para con él. Con este mismo signo comienza el camino de su conversión que culminará con la celebración del sacramento de la Penitencia, en los días que preceden a la Pascua.

            La bendición e imposición de la ceniza se puede hacer o durante la Misa o fuera de la misma. En este caso se inicia con la liturgia de la Palabra y se concluye en la oración de los fieles” (Carta sobre la preparación... n. 21).

viernes, 18 de agosto de 2023

La sencillez cristiana








2. La sencillez es una virtud cristiana que huye del ídolo de la vanidad y la ostentación, de querer aparecer como alguien poderoso delante del mundo. La sencillez cristiana es limpieza y transparencia en todo, sin presumir ni alardear. 




Esta sencillez se manifiesta en el vestir con dignidad, con pulcritud y limpieza, pero con pudor, modestia, sin llamar la atención, con decencia. Lo mismo en el vestir que en los adornos, la sencillez también en el hogar. Hay personas que sólo viven para su casa y la preparan ostentosamente para presumir de la calidad de los muebles y cortinas; en el fondo es un apego al dinero y a la vanidad. El hogar debe ser hogar, cómodo pero con sobriedad que es lo propio de cristianos. 

La sencillez también en la comida y bebida, conformándose con los suficiente y bien preparado, pero evitando vivir para comer, el lujo en los manjares y el derroche pues eso es hacer un ídolo del vientre, y de la gula el principal motor de la vida. “¡Válgame, Dios, qué vanidades son las de este mundo!” (Sta. Teresa de Jesús, Ep. 321,3). 

lunes, 14 de agosto de 2023

Silencio en la liturgia de la Palabra (Silencio - XXVI)



La liturgia de la Palabra necesita silencio para adquirir su tono meditativo y acoger las Escrituras con espíritu de fe y disponibilidad de corazón.

            Las normas de la Iglesia aconsejan el silencio en la liturgia de la Palabra para que sea fructífera su proclamación:



            “La liturgia de la palabra se ha de celebrar de manera que favorezca la meditación y, por esto, hay que evitar cualquier forma de apresuramiento que impida el recogimiento. El diálogo entre Dios y los hombres, con la ayuda del Espíritu Santo, requiere unos breves momentos de silencio, acomodados a la asamblea presente, para que en ellos la palabra de Dios sea acogida interiormente y se prepare la respuesta por medio de la oración.

            Pueden guardarse estos momentos de silencio, por ejemplo, antes de empezar dicha liturgia de la palabra, después de la primera y segunda lectura y, por último, al terminar la homilía” (OLM 28).

sábado, 12 de agosto de 2023

Dios manifiesta su Gloria en la Iglesia (III)



En medio del mundo, la Iglesia es signo de la unidad del género humano (cfr. LG 1). 

Como Templo vivo de Dios en medio de esta sociedad, tiene que reflejar la gloria del Señor. Y tendrá que reflejarla mostrando el poder de Dios, es decir, su salvación. 



La Iglesia tiene la ineludible misión de proclamar la salvación a todos los hombres, especialmente a los preferidos de Dios, los que sólo tienen al Señor; será signo de la gloria del Señor, mostrando el rostro misericordioso del Padre, acogiendo a los pecadores, no siendo juez, sino "abogado defensor".

Será reflejo de la gloria de Dios la celebración litúrgica que, en todo momento, deberá mostrar la santidad de Dios. 

jueves, 10 de agosto de 2023

Los santos en la liturgia (Palabras sobre la santidad - CXI)



            Pronto, muy pronto, la Iglesia incorporó los santos a la liturgia conmemorándolos y celebrándolos. Se comenzó por el culto a los mártires, celebrando la Eucaristía en su sepulcro en el día de su martirio y luego se extendió a los confesores de la fe. Así la Iglesia celebraba a sus hijos, a los que veía unidos al misterio pascual e su Señor y sus imágenes más acabadas y perfectas. Al celebrarlos, los tomaban como intercesores, esperando su ayuda fraterna desde el cielo, encomendándose a su intercesión eficaz: ¡pensemos en las letanías de los santos! Y por último, eran propuestos a los fieles como modelos del seguimiento cristiano, como “canon”, norma, válida para todos, referentes auténticos y válidos de lo que es la vida cristiana y la entrega absoluta al Señor.


            El culto a los santos en la liturgia muestra la importancia que la Iglesia le da a la santidad. Es un recordatorio perenne, una exhortación nunca interrumpida. Los santos, y más visiblemente todos los mártires, representan la ofrenda del cristianismo y son los testigos, entregados de generación en generación, que representan el tesoro más grande de un pueblo: la fe cristiana. La Iglesia presenta con legítimo orgullo y gozo sus santos a sus hijos fieles. El santo es un signo del cielo, es lucero de la mañana, es invitación a acoger el don de Dios que se manifiesta en Cristo.

            Es Cristo y su triunfo pascual lo que se manifiesta en sus santos. La Iglesia, unida en la celebración a los santos, unida a María, participa en la gracia que brota del Misterio Pascual de Cristo y que resplandece en el signo existencial de los santos, signos vivos de Jesucristo. Además de su día, los santos son recordados siempre en la plegaria eucarística de cada Misa, ya que celebramos en comunión con ellos. Incluso en el rito hispano-mozárabe se da el caso, en la fiesta de los santos, de una presencia muy grande del santo que se conmemora en la misma plegaria eucarística (compuesta por piezas variables y algunas fijas): se canta su vida, se exalta su martirio ampliamente, casi poéticamente, frente a la brevedad y concisión del rito romano. “La liturgia eucarística de esta fiesta, como suele ocurrir en la celebración de los santos en nuestro Rito, nos puede sorprender. La vida del santo invade la Plegaria Eucarística, que parece perder su identidad cristocéntrica. No es así más que superficialmente. María es gloria de su Hijo, obra de los méritos de Cristo; es Cristo y su triunfo pascual lo que se manifiesta en sus santos hasta el punto de aparecer como anámnesis la vida del santo y como epíclesis su santidad” (Ferrer Grenesche, J. M., Los santos del nuevo Misal Hispano-Mozárabe, Toledo 1995, 139).

domingo, 6 de agosto de 2023

Velas y cirios (Elementos materiales - VI)




Cirios en el altar

            Los cirios acompañaban la solemne entrada del pontífice –según el Ordo Romanus I-. Van siete cirios llevados por los acólitos; es una distinción que se tenía antiguamente para con los emperadores y los altos dignatarios (Jungmann, p. 106). Para el evangelio, en la Misa papal, va el diácono con el Evangeliario hacia el ambón precedido por dos acólitos con ciriales y dos subdiáconos, de los que uno lleva el incensario.


  
          Sobre el siglo X, para la Misa solemne del sacerdote con un diácono y clero, también se llevan 7 candelabros en la procesión de entrada, aunque ya una rúbrica ofrece una posibilidad: (autseptem) autduo… o siete o dos… (Jungmann, p. 271).

            Cuando en la Misa se suprime la procesión de entrada (Misa privada, un solo sacerdote; o Misa parroquial con la sacristía junto al presbiterio que ya no permite una procesión), los candelabros que antes iban en procesión y se colocaban sobre el altar, ahora ya se encuentran colocados antes de empezar la Misa.

            Las normas sobre el empleo de los cirios y su colocación en el presbiterio son explicadas por los comentaristas carolingios, p.e., Amalario y Remigio de Auxerre.

viernes, 4 de agosto de 2023

Nunc dimittis (Respuestas - LI)



1. Ha llegado la noche, es el tiempo del descanso nocturno. Una jornada más ha transcurrido, ofrecida a la gloria de Dios, santificada. Ahora, brevemente, la Iglesia reza las Completas para encomendar a Dios el descanso de la noche: “Las Completas son la última oración del día, que se ha de hacer antes del descanso nocturno, aunque haya pasado ya la media noche” (IGLH 84).



            2. Su breve estructura –examen de conciencia, himno, salmo, lectura breve y responsorio- realza más si cabe el cántico evangélico “Nunc dimittis”, el cántico de Simeón al ver a Cristo en su Presentación en el Templo de Jerusalén. “Con el cántico podemos decir que culmina esta Hora” (IGLH 89).

            El cántico va precedido por una antífona fija, invariable, dirigida a Dios como una súplica: “Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz”. Es un sueño confiado en las manos de Dios. Pero, como dice el Cantar, “mientras dormía, mi corazón velaba” (Cant 5,2) y se pide que velemos con Cristo incluso durante el sueño: “para que, despiertos o dormidos, vivamos con él” (1Ts 5,10). Es súplica esperanzada: “que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1Ts 5,23).


miércoles, 2 de agosto de 2023

La discreción cristiana



Las virtudes cristianas rigen y orientan la vida y el comportamiento para vivir, sentir y actuar según Cristo, viviendo en Él y transformándonos en Él por pura gracia, además de nuestro esfuerzo y combate, y adquiriendo las virtudes mediante actos repetidos hasta que formen parte de nuestro ser.



Son estas virtudes cristianas las que van desarrollando lo humano más verdadero, constituyéndonos en personas por encima de nuestras malas tendencias, vicios y pasiones. Así el cristiano en medio del mundo tiene un estilo en su vivir y comportarse, muy distinto a la mentalidad mundana. Entre estas virtudes que le van caracterizando se encuentran dos grupos de virtudes: la discreción y la sencillez.

1. La discreción es la virtud propia de una persona equilibrada que respeta profundamente la dignidad de las otras personas. 

Una persona discreta, en primer lugar, sabe guardar y no publicar lo que otras personas le comenten, o el problema que le consulten. Jamás se le va la lengua, sino que sabe guardar y callar en silencio; odia chismorrear o comentar lo ajeno. Prefiere callar por respeto a la persona que le ha confiado algo. ¿Quién se fiará de la persona que revela un secreto? ¿Quién se fiará de la persona que no sabe callar y todo lo va contando a todo el mundo? No avientes a cualquier viento, ni vayas por cualquier senda, (así hace el pecador de lengua doble) (Eclo 5,9).