El ejercicio del ministerio sacerdotal es objetivo, es decir, independientemente de la santidad personal del sacerdote, la gracia fluye por sus manos en favor de los cristianos. La gracia de los sacramentos no está supeditada a la dignidad y santidad personal del ministro, sino a la objetividad de la acción de Cristo a través del ministro ordenado.
En ese sentido siempre hay que tener claro aquello que escribiera y predicara san Agustín frente a la herejía donatista: "Si bautiza Pedro, es Cristo quien bautiza; si bautiza Pablo, es Cristo quien bautiza; y si bautiza Judas, siempre es Cristo quien bautiza" (In Ioh. ev. 6,7). Por eso el Catecismo explica:
"Puesto que en último término es Cristo quien actúa
y realiza la salvación a través del ministro ordenado, la indignidad de éste
no impide a Cristo actuar (cf Concilio de Trento: DS 1612; 1154). San Agustín lo
dice con firmeza:
«En cuanto al ministro orgulloso, hay que colocarlo con el
diablo. Sin embargo, el don de Cristo no por ello es profanado: lo que llega
a través de él conserva su pureza, lo que pasa por él permanece limpio y
llega a la tierra fértil [...] En efecto, la virtud espiritual del sacramento es
semejante a la luz: los que deben ser iluminados la reciben en su pureza y,
si atraviesa seres manchados, no se mancha» (In Iohannis evangelium
tractatus 5, 15)" (CAT 1584).
Sin embargo, evidentemente, siempre será mejor y más deseable la santidad personal del ministro ordenado: "la santidad de los presbíteros contribuye poderosamente al
cumplimiento fructuoso del propio ministerio, porque aunque la gracia de
Dios puede realizar la obra de la salvación, también por medio de ministros
indignos, sin embargo, Dios prefiere, por ley ordinaria, manifestar sus
maravillas por medio de quienes, hechos más dóciles al impulso y guía del
Espíritu Santo, por su íntima unión con Cristo y su santidad de vida, pueden
decir con el apóstol: "Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí" (Gal.,
2, 20)" (PO 12), enseña el Concilio Vaticano II.
¿Cómo es santo un sacerdote o un obispo?
¿En qué consistirá su santidad?
¿Debe copiar modos específicos de los monjes, o de los religiosos, o tal vez parecerse al laicado inserto en el mundo secular?