jueves, 30 de noviembre de 2023

Soberana libertad (Palabras sobre la santidad - CXV)



            Nunca se aferraron ni se ataron a nada como algo propio. Su corazón estaba tan por completo en Dios, que fueron total y absolutamente libres en su corazón. Por eso los santos nada querían ni nada buscaban sino que su voluntad estaba completamente identificada con la voluntad de Dios. Eso los hizo libres.



            Incluso sus propias obras apostólicas, o sus fundaciones, no retuvieron su corazón ni les quitó libertad alguna. Porque vieron sus obras no como algo suyo propio que tuvieran que defender a rajatabla, sino como obra de Dios, y eso era más importante que considerarla un producto de ellos que custodiar y legar a la posteridad. Dios se encargaría si le era grato, Dios la sacaría adelante si era su voluntad.

            San Ignacio declaraba que si el Papa suprimiera la Compañía de Jesús, le bastaría un cuarto de hora para recobrarse y vivir en paz. ¿Acaso no amaba la Compañía y las excelentes obras y misiones que la Compañía llevaba adelante? No ciertamente. Pero no puso su corazón ni su vida en su obra, la Compañía, sino en Dios. La Compañía la amaba en cuanto que era de Dios, pero si Dios permitía su supresión, su corazón era libre y no se derrumbaría. No estimaba la Compañía como algo suyo, aferrándose a ella como fin propio de su vida. Era más libre, era libre en Dios.

domingo, 26 de noviembre de 2023

Inclinaciones y genuflexiones (Ritos y gestos - I)



            La inclinación y la genuflexión son signos que entraron en la liturgia porque expresaban con mayor plasticidad la entrega y adoración a Dios.


            El hombre es cuerpo, y el cuerpo también forma parte de la liturgia, y tiene que expresar la fe, también corporalmente. Las posturas corporales, por una parte, expresan la actitud de fe de cada persona, y por otra alimentan y favorecen esa misma actitud. Y lo mismo sucede a nivel comunitario:

           “Los gestos y posturas corporales, tanto del sacerdote, del diácono y de los ministros, como del pueblo, deben tender a que toda la celebración resplandezca por el noble decoro y por la sencillez, a que se comprenda el significado verdadero y pleno de cada una de sus diversas partes y a que se favorezca la participación de todos. Así, pues, se tendrá que prestar atención a aquellas cosas que se establecen por esta Instrucción general y por la praxis tradicional del Rito romano, y a aquellas que contribuyan al bien común espiritual del pueblo de Dios, más que al deseo o a las inclinaciones privadas.
           La uniformidad de las posturas, que debe ser observada por todos participantes, es signo de la unidad de los miembros de la comunidad cristiana congregados para la sagrada Liturgia: expresa y promueve, en efecto, la intención y los sentimientos de los participantes” (IGMR 42).

viernes, 24 de noviembre de 2023

Para crecer: virtud de la docilidad, fortaleza



3. La docilidad es una virtud muy cuestionada, porque va vinculada al sometimiento libre y obediente a otra persona. Eso cuesta, tanto más que hoy se pretende una libertad que es libertad salvaje sin referencias a la Verdad y al Bien.



La docilidad es una virtud que se constituye en gran herramienta de trabajo interior para el desarrollo de lo humano, porque la docilidad acepta –sin rebelarse- las indicaciones y correcciones de las personas que tienen en la Iglesia la misión de forjar nuestra alma. 

martes, 14 de noviembre de 2023

Silencio al comulgar (Silencio - XXXI)



Hay que evitar la precipitación, o incluso los modos desenfadados: el sacerdote comulga con reverencia el Cuerpo y luego la Sangre del Señor, pronunciando en silencio una plegaria: “El Cuerpo de Cristo (o: la Sangre de Cristo) me guarde para la vida eterna”.



“El sacerdote dice en secreto:
El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna.
Y comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo.
Después toma el cáliz y dice en secreto:
La Sangre de Cristo me guarde para la vida eterna.
Y bebe reverentemente la Sangre de Cristo” (Ordo Missae, 147).

            No puede ser un acto mecánico, rápido, para bajar a distribuir la comunión lo antes posible. Es el encuentro sacramental del sacerdote con el Señor.

viernes, 10 de noviembre de 2023

Caminantes dóciles (Palabras sobre la santidad - CXIV)



            Hay un rasgo que es muy común en los santos, que se suele repetir con variaciones distintas: fueron caminantes. Lo cual significa que siguieron a Cristo y que Cristo les iba marcando el camino por el que transitar. Ellos fueron dóciles, obedientes, e iban caminando sin rechistar.



            Tal vez, en un momento dado, al principio, soñaron con un modo de vida, un proyecto, una tarea, y dieron los primeros pasos. Pero Dios irrumpió de mil formas distintas y hubieron de abandonar el proyecto inicial, el camino que ellos habían decidido, por otro, tal vez muy distinto, pero que era el plan concretísimo de Dios.

            Santa Ángela de la Cruz pensó que su vocación era ser carmelita descalza y vivió como tal en su vida seglar, pero no fue admitida. Tampoco cuajó su experiencia de postulantado en las Hijas de la Caridad. Dios quería otro camino para ella: el servicio de la caridad de los pobres fundando la Compañía de la Cruz.

miércoles, 8 de noviembre de 2023

Para crecer: virtud de la humildad, la oración...



Nuestra alma creada, nuestro ser personal, nace con muchas posibilidades y riquezas interiores para desarrollar y vivir; nunca una persona está acabada o plenamente desarrollada en todo su ser, sino que, como peregrinos, el hombre es un caminante, un peregrino hacia la meta de su propia plenitud. 



Quien cree que ya lo sabe todo, que ya lo ha visto todo, que ya ha dado todo de su ser, está paralizado, está muerto. Siempre en crecimiento, siempre avanzando, ¿hasta dónde? “hasta la medida de Cristo en su plenitud” (Ef 4,13), o, lo que es lo mismo, hasta plasmar en nosotros “la imagen del Hijo” (Rm 8,29). 

Todo lo humano, todas las posibilidades del alma se desarrollan para ser cristificados, para tomar la forma plena de Cristo en las almas porque es Cristo la verdadera medida de lo humano. Quedarse estancado es frenar el proyecto de Dios en nosotros; detenerse no es tan sólo pararse, quien se detiene en verdad está retrocediendo.

En este proceso de cristificación –crecimiento de lo humano- una serie de virtudes orientan y ayudan al propio progreso del alma. Todo vivido con la sencillez de quien quiere alcanzar la plenitud en Cristo ya que el mismo Cristo es quien llama a esa plenitud de lo humano, transformándonos con su Gracia. Cristo con su Gracia suscita el deseo de plenitud y nos hace ponernos en camino, y su Gracia –que se realiza en nuestra naturaleza y no la suple- auxilia nuestro trabajo interior (ascesis) y corona el trabajo espiritual dando toda plenitud.

lunes, 6 de noviembre de 2023

El velo/los velos en la liturgia (Elementos materiales - XI)



            Los paños tienen también un uso ritual y litúrgico. Se les llama velos. Cubren respetuosamente hasta que algo sea desvelado-mostrado, son signos del Espíritu Santo descendiendo y haciendo sombra –como sobre la Virgen María en la Encarnación-, son una muestra de respeto hacia algo.




El velo en el sacramento del Matrimonio


            La costumbre romana presentaba al rito sagrado a la esposa ya velada con el flammeum, entre los cristianos era el sacerdote quien lo imponía con una bendición (Righetti, II, p. 1008). Pero la velación no entró nunca en los ritos orientales, quedó en el ámbito litúrgico romano y en el hispano.

            En Occidente, en la Edad Media, el velo se imponía a la esposa, y más tarde, a ambos. El velo solía ser blanco y se colocaba sobre la cabeza de los dos esposos, o bien era suspendido sobre ellos, por sus cuatro esquinas, por cuatro personas. Terminada la bendición sobre la esposa, se retiraba (Righetti, II, 1014).

            En el rito hispano se mantuvo. Según su tradición, el velo es rojo y blanco, rojo de caridad (y Espíritu Santo), y blanco de pureza.

sábado, 4 de noviembre de 2023

Te Deum - I (Respuestas - LIV)



1. En el siglo V se comienza a emplear en la Iglesia un himno festivo de acción de gracias, el Te Deum. Se emplea en solemnes ocasiones de acción de gracias a Dios convocando al pueblo cristiano al canto del Te Deum.



            En la actual Liturgia de las Horas, el Te Deum se canta o se recita al final del Oficio de lecturas, antes de la oración conclusiva, en los domingos, fiestas y solemnidades (exceptuando los domingos de Cuaresma). Así dicen las rúbricas de la IGLH:

            “En los domingos, excepto los de Cuaresma, en los días de la Octava de Pascua y de Navidad, en las solemnidades y fiestas, después de la segunda lectura, seguida de su responsorio, se recita el Te Deum, el cual se omite en las memorias y en las ferias. La última parte de este himno, desde el versículo “Salva a tu pueblo, Señor” (Salvum fac populum tuum) hasta el fin, puede omitirse libremente” (IGLH 68).

            Es costumbre además en Monasterios, comunidades cristianas, Asociaciones, Adoración Nocturna, etc., terminar el año civil recitando el Te Deum como acción de gracias por el año transcurrido. Esta piadosa costumbre está enriquecida con indulgencia plenaria: “Al fiel cristiano que rece en acción de gracias “A ti, oh Dios, te alabamos” se le concede indulgencia parcial. La indulgencia será plenaria el día uno de enero y en la solemnidad de Pentecostés, si este himno se reza públicamente” (Enchiridion, 2).

            En el rito de ordenación episcopal, terminado la comunión y la oración de postcomunión, se entona el Te Deum, mientras el nuevo obispo con mitra y báculo, acompañado de otros obispos, va por la nave del templo bendiciendo a los fieles presentes antes de dirigir una alocución final (PR 61-62).