sábado, 31 de marzo de 2012

La Vigilia pascual (II)

 La estructura de la Vigilia pascual más primitiva se centraba en una larga sucesión de lecturas bíblicas, con sus salmos (cantados, claro) y oraciones hasta que llegada la medianoche se rompía el ayuno pascual celebrando la Eucaristía ya que el Señor esa noche no había venido en gloria para juzgar a vivos y muertos. Vendría entonces, pero sacramentalmente. 


Una vigilia es una amplio espacio de tiempo nocturno para orar y escuchar las lecturas bíblicas que se proclaman y por las cuales "Dios sigue hablando a su pueblo" (SC 33). El pueblo cristiano aguardaba la resurrección de su Señor escuchando la Palabra, orando intensamente, cantando. No se limitaba a la ejecución de un rito, reduciendo lecturas para abreviar, sino que el carácter vigiliar se manifestaba en la amplia liturgia de la Palabra.
La Vigilia pascual se configura, en su primera parte celebrativa, con una amplia liturgia de la Palabra, con lecturas a cuál más hermosa para llegar al canto del Evangelio de la Resurrección del Señor, que esa noche santísima, sin lugar a dudas, el diácono debería cantarlo. 

Esta amplia liturgia de la Palabra (9 lecturas hoy, en la tradición romana antigua incluso 12) era la última instrucción a los electi (los que iban a ser bautizados) y, a la par, la proclamación en síntesis de la historia de la salvación para todos los fieles que van a ver que el Resucitado sigue presente y actuante porque comunica su vida por medio de los sacramentos pascuales. Toda la historia de la salvación, en sus momentos más importantes o significativos, va a avanzar un paso más comunicando la vida divina mediante los sacramentos por medio del Misterio pascual del Señor. Se podría decir que toda la historia de la salvación, desde su inicio en la creación, apuntaba ya a la noche de la Pascua de Jesucristo.

De tal importancia y antigüedad esta liturgia de la Palabra, que la mayor parte de las lecturas escogidas coinciden en todos los ritos y familias litúrgicas, desvelándonos un fondo primitivo, común, que luego fue desarrollado en cada Rito litúrgico occidental u oriental a su modo, con su genio propio.
 

viernes, 30 de marzo de 2012

La Vigilia pascual (I)

Comenzamos ya a ver la Vigilia pascual, con una serie de catequesis que desglosen su liturgia y su sentido, el modo de realizarla y cómo participar plena, consciente, activa, interiormente, fructuosamente también.


Es la celebración amadísima por la Iglesia, la "madre de todas las santas vigilias", el día en que actuó el Señor, el día nuevo, día octavo, día del Señor. Aquí la asistencia del pueblo cristiano entero revela el amor por Cristo y el trabajo realizado durante la Cuaresma. ¡Es el día de los días! Ha llegado: ésta es la noche testigo de Cristo que resucita, y nosotros velamos aguardando la Gloria de Cristo. ¿Se puede faltar? ¿O porque no sea de precepto ya nos dispensamos por comodidad, pereza, falta de costumbre? ¡Hemos esperado tanto hasta llegar a esta Noche!

El horario nocturno, propio de la Tradición, no puede impedirnos participar (en Navidad, con más frío, las familias acuden a la Misa de medianoche); cuánto le debemos a Pío XII que en 1955 restauró el horario nocturno y revisó la celebración pascual aun cuando no acaba de penetrar en la vida parroquial y pastoral, en la espiritualidad y fervor de los fieles. Pensemos que esta celebración nocturna, una vigilia para pasar la noche en vela, se fue adelantando progresivamente hasta terminar celebrándose -¡qué contradicción!- en la mañana del Sábado Santo. Amanecía y se estaba encendiendo el cirio pascual; la luz empezaba a entrar por las ventanas de la iglesia, y se cantaba "Ésta es la noche" en el Pregón pascual. Algunos reivindican hoy volver a ese horario extraño aduciendo un falso concepto de "tradición", así en minúsculas. Desde Pío XII, la Vigilia pascual volvió a su horario nocturno, tal como los textos litúrgicos rezan: "in nocte sanctissima" 

jueves, 29 de marzo de 2012

La acción litúrgica del Viernes Santo

La Misa en la Cena del Señor fue el oficio vespertino al iniciarse el Viernes Santo: Jesús, el Señor, va a vivir la Pascua, esta vez no ritual, sino que el verdadero Cordero va a ser Él, y será inmolado en el árbol de la cruz. La Iglesia se va a unir a Él con la liturgia celebrada el Viernes Santo, austera, sobria y a la vez solemne.

El Viernes Santo, la Iglesia-Esposa nace del costado abierto de Cristo, su Esposo, dormido en la cruz. Cristo, el nuevo Adán, con su costado perforado, permite que salga la nueva Eva, la Iglesia.


Es el primer gran Acto de la Pascua, el drama, la lucha entre Cristo y Satanás, entre Jesucristo y la fuerza del pecado. ¡Es Pascua!, la Pascua de nuestro Señor Crucificado. La Iglesia se recoge en silencio, contemplación y amor. No se reviste de luto, con tonos sentimentales, sino se viste de Pascua. El Cordero de Dios se entrega y su Sangre lava nuestros pecados. El luto, de color negro o morado, se reserva para los difuntos a los que hay que encomendar y orar por sus pecados; el Rey de la gloria no necesita del negro o morado, sino del rojo, aquel color púrpura que vestían los emperadores, el color también de la sangre del primer Mártir, el Testigo fiel.

 La celebración consta de tres momentos fundamentales: la Palabra proclamada, la Adoración de la Cruz, la sagrada comunión como alimento durante el ayuno pascual a la espera de poder celebrar la Eucaristía en la gran Vigilia pascual. Todos los fieles se reúnen, nadie se ausenta, para celebrar la Pascua del Señor en el primer gran acto de este drama supremo. Bien celebrada, con sus correspondientes cantos y la adoración de la Cruz realizada por todos, así como la Comunión, puede ser una celebración popular y devota; pero para eso hay que educar y enseñar qué se hace el Viernes Santo, en qué consiste este Oficio litúrgico.

miércoles, 28 de marzo de 2012

En la resurrección de la carne (Credo, VII)

Consoladora esperanza: contemplamos las realidades últimas, la escatología, y las profesamos en el Credo.

Así, tal cual: Creo en la resurrección de la carne.

Nuestro destino no es perdernos en el infinito, ni fundirnos en el universo, ni reencarnarnos en cuerpos distintos (como si el cuerpo fuera una cárcel o un préstamo en vez de ser parte de mi realidad personal)... ni hablamos del alma solamente sino que aguardamos la resurrección de la carne, de esta carne, de mi propia carne, en comunión con la Carne glorificada de Jesucristo resucitado.


Sin embargo, qué poco profesamos este artículo y cómo hablamos de la vida eterna como algo absolutamente etéreo y aburrido que afecta sólo al alma en todo caso. Es una inmortalidad sin cuerpo, una trascendencia vacía.

Por eso, con el Credo, y anclados en las palabras de Jesús y en su propia resurrección gloriosa, confesamos:

Creo en la resurrección de la carne

martes, 27 de marzo de 2012

Jueves Santo, Misa in Coena Domini (Actualizado)

El Jueves Santo por la tarde, como oficio vespertino, terminada la Cuaresma a la hora de Nona (sobre las tres de la tarde), una celebración litúrgica especial congrega al pueblo cristiano para abrir el tiempo santísimo del Triduo pascual. 



La Iglesia se reúne en una única Eucaristía en cada iglesia, para conmemorar la institución de la Eucaristía por el Señor en el marco de la Ultima Cena, la Cena pascual, la institución del sacerdocio (en virtud del “haced esto” dicho a los apóstoles) y el mandato del amor fraterno. 

 Esta Misa vespertina del Jueves Santo “en la Cena del Señor” es el oficio de Vísperas que nos permite entrar en el inicio del Triduo pascual, el gran prólogo a todo el Misterio pascual que viviremos el Viernes y Sábado Santos y el Domingo de Pascua. Ésta es la perspectiva justa para vivir espiritualmente la Misa in Coena Domini: una solemne introducción a los días grandes y santos. Y si es introducción, significa que el centro, el núcleo, es lo que viene después, la Acción litúrgica del Viernes Santo y la Eucaristía del Triduo pascual, aquella que es celebrada en la noche pascual.


De esta Misa del Jueves Santo poseemos testimonios de la Tradición, por ejemplo de san Agustín, o más cercano a nosotros, san Isidoro de Sevilla, quien escribe:

lunes, 26 de marzo de 2012

Domingo de Ramos en la Pasión del Señor

El pórtico de la Semana Santa, el domingo previo a la Pascua, celebramos el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, con ese aspecto doble: rememorar con la bendición y procesión de ramos y palmas la entrada de Jesús en Jerusalén para su Pasión, voluntariamente aceptada, y la memoria de la Pasión que luego, en el Triduo pascual, se comunicará mediante la gracia de la liturgia.

Ya esta celebración, festiva y dramática a un tiempo, popular, debe disponernos interiormente para el Triduo pascual y vivir con fervor la Pascua de Cristo, su paso de este mundo al Padre, su paso de la muerte a la vida. A la hora de preparar este Domingo, y catequizar a los fieles, hemos de mostrarles ese horizonte pascual al que apunta este Domingo de Ramos: que comprendan y vean cómo es una cita de amor a Cristo participar luego del Triduo pascual (Misa in Coena Domini, acción litúrgica en la Pasión, del Viernes Santo y la santísima Vigilia pascual).

Estos días de Semana Santa y luego el Triduo pascual, siguen un proceso de mímesis o imitación cronológica, repitiendo, incluso en coincidencia de horario, los misterios últimos de la vida de Jesucristo. Y el primer momento es su entrada en Jerusalén para sufrir la Pasión. Entra aclamado hoy quien luego será condenado a gritos. Entra como Rey aquel que muere ajusticiado como esclavo por nuestros pecados, por los pecados de la humanidad entera.

domingo, 25 de marzo de 2012

Ante el Triduo pascual

Cercano e inminente el Triduo pascual, dispongamos el corazón para sumirnos en ese gran Misterio que la liturgia visibiliza, actualiza, hace presente, con las convenientes actitudes interiores de amor, adoración, contemplación y escucha.


La mayor solemnidad del año litúrgico es el Triduo pascual; el momento decisivo de nuestra salvación y redención se opera en el Triduo pascual de Cristo, el Señor, y la participación plena, consciente, activa, fructuosa e interior, requiere una disposición de ánimo fiel, adorante y contemplativa.

La revelación del amor de Dios en acto se percibe con facilidad con la liturgia del Triduo pascual. Sumerjámonos en sus textos, en sus plegarias y en sus ritos, ofreciendo el corazón abierto al mayor amor de nuestro Redentor.

"Queridos hijos e hijas:

Os saludamos a todos y a todos os consideramos participantes con nosotros en la celebración de los sagrados ritos, que dan a estos días el nombre de “Semana Santa”. Es una celebración que estimamos muy importante. Renueva no sólo el recuerdo de la muerte y resurrección del Señor, sino también la eficacia de la obra redentora de Cristo. Actualiza en sus términos más genuinos el misterio pascual; lo refleja en sus ritos, lo reproduce con su divina virtud, lo hace accesible a los fieles que quieren vivir de los ejemplos y de la gracia de Cristo; marca en el curso de los tiempos el momento más sereno de la presencia de Cristo entre nosotros, y, a lo largo del año, el momento central al que tiende y del que parte toda la actividad litúrgica de la Iglesia. Considera a Cristo muerto y resucitado; pero también se refiere a cada uno de nosotros, porque cada uno debemos morir y resucitar con Cristo. Por nosotros, Cristo realizó el drama de la Redención; con nosotros lo quiere revivir. No dejemos pasar la Pascua sin entrar en el cuadro de sus realidades y exigencias.

sábado, 24 de marzo de 2012

Y en el perdón de los pecados (Credo, VI)

Sí, creemos en el perdón de los pecados. El hombre que vuelve a Dios, arrepentido, cambiando de vida, puede recibir el perdón del Señor.

Es necesario reconocerlo, confesarlo, dejar que Cristo lo redima.

El Bautismo se nos da para el perdón de los pecados, dejando a nuestro hombre viejo, Adán, en el agua bautismal, y saliendo un hombre nuevo, creado (recreado, mejor dicho) a imagen de Cristo.

Nuestros pecados no tienen la última palabra, sino la Misericordia divina y su gracia. No hay mayor blasfemia que pensar que Dios no puede perdonar, que Dios no puede hacer ya nada, que la Gracia no puede obrar en el alma, porque esa es la blasfemia contra el Espíritu Santo.

Así a los catecúmenos se les enseñaba este artículo de fe y a nosotros, ya fieles cristianos por el bautismo, nos viene bien recordar que:

Creo en el Espíritu Santo,
el perdón de los pecados...


viernes, 23 de marzo de 2012

Somnolencia en Getsemaní, sensibilidad embotada

La originalidad de esta interpretación merece ser destacada y pensada.

Para Ratzinger, en Jesús de Nazaret (vol. II), el sueño de los discípulos en el Huerto de los Olivos es algo más que el cansancio natural o las horas nocturnas agotadoras. Es la experiencia de la sensibilidad que no sufre, que queda anestesiada, embotada, insensible.


¡Tremendo! Podemos pasar ante el sufrimiento y no verlo ni sentir su desgarro. Cristo puede estar sufriendo y nosotros en nuestras cosas; pasamos ante el sufrimiento del hermano y no lo percibimos: ¡tan aturdidos estamos! ¡Tan cerrados a los demás, encerrados a nosotros mismos!

"Después del rezo ritual en común de los Salmos, Jesús oraba solo, como había hecho antes tantas otras noches. Pero deja cerca al grupo de los tres, conocido también en otras ocasiones, y particularmente en el relato de la Transfiguración: Pedro, Santiago y Juan. Así, aunque vencidos continuamente por el sueño, éstos se convierten en testigos de su lucha nocturna. Marcos nos dice que Jesús comenzó a "entristecerse y angustiarse". El Señor dice a sus discípulos: "Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo" (14,33s).

miércoles, 21 de marzo de 2012

Creo en la Iglesia (V)

Sólo Dios es objeto y merecedor de nuestra fe: Creo en Dios. Pero al decir "creo en la Iglesia" se está señalando no el objeto de la fe, sino el lugar en donde se cree. Creo en el ámbito de la Iglesia, creo dentro de la Iglesia, la Madre, que ha gestado la fe.

¿Quién es la Iglesia? 
¿Qué profesamos sobre la Iglesia?
¿Cómo nos comunica la fe, cómo vivimos en ella?

Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos...

martes, 20 de marzo de 2012

De ahora en adelante (Cuaresma)

Respondo hoy a una petición que formulasteis hace unas semanas, cuando exponiendo la idea central de la Palabra de cada día de Cuaresma (I-III semanas), por su carácter de catequesis, queríais lo mismo para las semanas siguientes.


Con la IV semana de Cuaresma, la Misa cotidiana toma un giro en el Leccionario. Ahora el Evangelio va a ser del apóstol San Juan, leyendo de forma semicontinua los capítulos 5-9, donde se va viendo el desenlace de la vida de Cristo, sus signos y la tensión en aumento con la incredulidad de los judíos. Se acerca el fin, la Gloria del Señor que se manifestará en la Cruz.

El ánimo del oyente de la Palabra, más que incidir en temas de catequesis cuaresmales, debe enfocarse a una suave contemplación del Misterio mismo del Señor que camina hacia su glorificación. 

lunes, 19 de marzo de 2012

Nos vamos de catequesis por ahí

Preciosa talla de san José, en la Reserva eucarística,  de la parroquia de Sto. Domingo de Lucena

Un buen amigo me pidió que escribiera hoy la entrada en su blog, dedicada a san José. El blog refleja, con clarísimo tono católico, la vida especialmente cofrade de la ciudad de Lucena (Córdoba), donde estuve 4 años ejerciendo el ministerio sacerdotal, feliz, muy feliz.

Y bien saben los amigos de Lucena que mi corazón está allí y que cuanto pidan, si puedo, lo tendrán.

Por eso la catequesis de hoy la leeréis en otro blog:

http://elparigolon.wordpress.com/2012/03/19/san-jose-o-quien-sabe-estar-articulo-de-don-javier-sanchez-martinez/

¡Feliz día de san José!

domingo, 18 de marzo de 2012

Nos referimos al Misterio pascual

"Misterio pascual" es una expresión muy rica de contenido, que constantemente se usa en liturgia para indicar la Muerte y Resurrección del Señor, su paso de la muerte a la vida.


Tal vez "misterio" lo relacionamos espontáneamente con lo oculto, lo que no sabemos; pero en el lenguaje bíblico y patrístico, el Misterio es el mismo Dios que en Cristo se revela y se da. Así, misterio pascual conlleva una idea clara de comunicación por parte de Dios y de revelación. Se revela comunicándonos la vida divina por la Pascua de Jesucristo.

¿Lo pasado entonces se puede hacer presente? Sí. Junto al concepto "Misterio pascual" hallaremos el concepto "anámnesis", "memorial", que significa no recuerdo o memoria psicológica, sino presencia, actualización. La Pascua de Cristo se hace presente mediante la liturgia sacramental y de esa manera continúa salvándonos a nosotros, aquí, hoy y ahora.

Necesitamos ir asimilando los conceptos propios del cristianismo, nuestro lenguaje cristiano, para hablar con propiedad, por eso comenzamos con una catequesis deliciosa de Pablo VI sobre el "misterio pascual".



                "¿De qué podemos hablaros en estos días que siguen a la celebración de la resurrección de Cristo sino del “misterio pascual”? No tratamos de aventurarnos en la delicada y erudita discusión que en estos últimos decenios ha sido objeto de estudio de doctos especialistas sobre el tema del misterio cristiano, sobre las relaciones afirmadas, negadas o puntualizadas entre el misterio cristiano y los misterios paganos. Nos basta enlazar con la conclusión, sacada ya por los especialistas –exegetas, historiadores o filósofos-, acerca de la originalidad bíblica de esta palabra y de su significado cristiano, cultural y teológico, aunque en la literatura cristiana de los primeros siglos fue usada con referencia puramente literaria y analógica con el lenguaje helenístico corriente (Cf. Bouyer, Le mystère pascale, págs. 453 ss; La vie de la liturgie, págs. 115 ss).

La palabra “misterio”

                Os hablamos del misterio pascual en los términos elementales y familiares de este nuestro acostumbrado coloquio con quienes nos visitan en las audiencias generales de cada semana, ante todo porque esta vez la audiencia cae en la octava de Pascua, y además porque esta denominación de “misterio pascual” ha entrado ya en el uso corriente: el Concilio la ha resaltado y la repite frecuentemente en sus documentos, especialmente en la Constitución sobre Sagrada Liturgia (cf. SC nn. 5, 6, 61, 106).
                ¿Qué se entiende por misterio? Hay que tener presente el doble significado escriturístico de esta palabra. El primer significado es el de nuestro lenguaje usual: el de cosa oculta, verdad escondida. “A vosotros se os ha concedido –dijo una vez el Señor- conocer el misterio del reino de Dios” (Mc 4,11), y san Pablo habla del misterio de Cristo, que no era conocido en otras edades, a los hijos de los hombres (Ef 3,5; Col 1,26).

sábado, 17 de marzo de 2012

La limosna del ayuno

El tiempo cuaresmal, para ser vivido santamente, fructuosamente, incluye el rigor del ayuno y de la abstinencia de carne. La ley eclesiástica determina que ayuno (una sola comida al día) es obligatorio el Miércoles de ceniza y el Viernes Santo, y que la abstinencia de carne se da, además de esos dos días de ayuno, todos los viernes cuaresmales sin posibilidad de conmutarlo por ningún ejercicio piadoso ni oración. Aquí, en Sentire cum Ecclesia, tenéis una buena presentación.





Pero una mirada atenta y amorosa verá que realmente es poco lo que nos prescribe, con carácter obligatorio, nuestra Madre Iglesia.


El tiempo cuaresmal es tiempo de voluntario -aquí es donde vamos a insistir- ayuno, de privaciones generosas, y por encima de todo, los viernes de Cuaresma, tan penitenciales. En esos días muy bien podríamos ayunar, es decir, hacer una sola comida al día; tampoco los viernes son días para ir de bares a tomar algo o convocar una comida de amigos. Además, toda la Cuaresma debería ir señalada con privaciones cotidianas de alimentos y bebidas que nos puedan gustar.

Estos días de privaciones, que realmente nos deberían costar, sirven para mucho:

viernes, 16 de marzo de 2012

La cruz gloriosa del Señor Jesucristo

"Este árbol es, para mí, salvación eterna;
de él me alimento, de él me sustento;
en sus raíces me arraigo,
con sus ramas me dilato,
con su aura (Espíritu) me refresco,
abanicando como por un viento,
bajo su sombra armo mi tienda
y huyendo del tórrido calor,
encuentro fresco refugio,
con sus flores me adorno
y con sus frutos me deleito sobremanera;
sin dificultad recojo los frutos
que desde un principio me fueron preservados.

Este árbol es para mí bocado exquisito
cuando estoy hambriento;
en la sed, una fuente;
en el desamparo, un refugio.
Sus hojas son aliento de vida.
Ya no necesito las hojas de la higuera.
Cuando temo a Dios, es para mí protección,
cuando vacilo es apoyo,
cuando lucho es premio,
cuando triunfo es trofeo.

Es para mí el sendero estrecho,
el camino dificultoso,
escala de Jacob,
ruta de ángeles
a cuyo extremo se encuentra realmente el Señor.

Este árbol altísimo sube de la tierra al cielo.
Es un árbol inmortal,
plantado entre el cielo y la tierra,
soporte del universo,
columna del universo,
base del mundo entero,
nudo del cosmos,
cohesión de la esencia múltiple del hombre,
cosido con clavos invisibles del Espíritu,
para que el hombre, una vez unido a las cosas divinas,
no se pierda más;
con la extremidad superior toca el cielo,
y con los pies se apoya en la tierra,
y abarca con inmensas manos 
el rico soplo de aire que se encuentra en medio"

(Pseudo-Hipólito, Hom. pascual).

miércoles, 14 de marzo de 2012

Creo en el Espíritu Santo (IV)

Ahora le toca al Espíritu Santo renovar la alianza en los corazones, llevarnos a la plenitud de la verdad, desvelarnos los misterios de la Redención, transformarnos, santificarnos y configurarnos con Cristo. 


El Espíritu Santo, Persona divina, es el Don que Cristo derrama desde el Padre. Sin Él, poco seríamos, poco podríamos hacer. Lo veremos actuar y derramarse abundantemente en la santa Pascua, en la noche de la Vigilia pascual, en los sacramentos de Cristo celebrados en la Iglesia.

Sí, creemos en el Espíritu Santo. Así dice el Credo que reciben los catecúmenos en Cuaresma y que, cada domingo, profesamos:

Creo en el Espíritu Santo.

martes, 13 de marzo de 2012

Tú eres nuestro refugio (Plegaria)

En los combates y en las luchas, el Señor es nuestro refugio.

En las adversidades y contradicciones, el Señor es nuestro refugio.


En los peligros y dificultades, el Señor es nuestro refugio.

En las debilidades y flaquezas, el Señor es nuestro refugio.

En las soledades y amarguras, el Señor es nuestro refugio.

En las búsquedas y tanteos, el Señor es nuestro refugio.

En las aflicciones y persecuciones, el Señor es nuestro refugio.

lunes, 12 de marzo de 2012

La labor del confesionario

El sacramento de la Penitencia es un medio de gracia, reconciliación con Dios y con la Iglesia, perdón de los pecados, ayuda en el discernimiento y aliento en el crecimiento de la vida cristiana.

No sólo para la santa Cuaresma, sino para todo el año, este sacramento merece ser predicado, expuesto en la catequesis y ofrecido por los sacerdotes cada día. Esta tarea pastoral en una parroquia, que es un martirio silencioso para el sacerdote confesor, renueva las almas y es un signo de vitalidad para una parroquia.

Nada más bueno ni agradable que saber que se puede ir a la parroquia y encontrar sacerdotes disponibles en sus confesionarios, esperando como el Padre de las misericordias, para acoger a quien necesita de la gracia del perdón divino. Esta labor del confesionario, cotidiana, es una siembra amorosa del Evangelio en las almas, pero a largo plazo y sin duda entra en la categoría "pastoral" más que otras acciones que expresan el "activismo" en el que vivimos.

Una pastoral sobre el sacramento de la Penitencia se hace necesaria, tanto para explicar bien el sacramento, de forma amable, en homilías, predicaciones, retiros y catequesis, como la posibilidad real de ver al sacerdote en el confesionario aguardando cada día. Esta sí es una lección sobre el valor de este sacramento más que muchas palabras pronunciadas y más de una vez será determinante para que alguien se decida a celebrar el sacramento.

sábado, 10 de marzo de 2012

El combate de la Cruz en nuestra debilidad

"San Pablo marcha delante de nosotros como el atleta y como el obrero de la viña del Señor (cf. 2Co 11,19; 12,9). Toda su vida fue lucha y esfuerzo, persecución y cuidados. ¡Cómo fue acosado este hombre! No encontró descanso en ninguna parte. Tan pronto como le dejaba un momento un enemigo, salía otro nuevo. Y lo peor de todo era que sus propios hermanos eran muchas veces sus peores y más enconados enemigos. Hay que añadir su mala salud, las persecuciones por parte de las autoridades y del Estado, la preocupación por sus hijos espirituales. Sin embargo, este hombre no se gloría de sus trabajos. Podía haberlo hecho, pues hizo del cristianismo una religión universal, él, el "maestro de los gentiles" (1Tm 2,7). Pero no dice más que "sólo me gloriaré en mis flaquezas" (2Co 12,5). Porque si él es débil, Cristo es fuerte en él. Y Cristo es su gloria, su vida y su amor. Quiere ser todo sólo para Cristo, que ha muerto por él. Es muy grande la revelación del poder de Dios en su fiel Pablo. No obstante, para que no se ensoberbeciera, Dios le envió un ángel de Satanás, que le martirizaba a puñetazos. Repetidas veces rogó al Señor que le librara de aquel azote. Pero el Señor le contesta: "Te basta mi gracia, que mi fuerza se realiza en la flaqueza" (2Co 12,9). Así, pues, San Pablo se gloriará de su debilidad, para que habite en él la fuerza de Cristo (cf. 2Co 12,9), la fuerza del Ágape. ¡Qué pequeño es el hombre que se apoya en sí mismo y qué grande, en cambio, el que se olvida de sí mismo!

Nosotros también tenemos que recorrer el camino de nuestra vida igual que San Pablo: tenemos que aceptar pacientemente la debilidad con que Dios ha cargado nuestras espaldas y confiar únicamente en Dios; aun los pecados que Dios ha tolerado, debemos llevarlos humildemente en penitencia, para que Cristo pueda mostrarse en nosotros como Redentor y Salvador. Si fallamos con tanta frecuencia y si nuestras fuerzas son tan exiguas y mezquinas, alegrémonos, porque de esa manera el hombre, en nosotros, se hace pequeño, y Dios, en cambio, grande. Muchas veces Dios nos hace llevar ciertas cargas a lo largo de toda la vida, para que seamos humildes y clamemos: "En ti, Señor, me cobijo, ¡nunca quede defraudado!" (Sal 30,2; Sal 70,1). Esto no quiere decir que no debamos combatir nuestras debilidades. El que no lucha, está ya perdido. No, la victoria está solamente en la lucha, primeramente una victoria oculta, y más tarde -cuando lo quiera Dios- una victoria manifiesta. Muchas veces Dios no nos concede saborear durante mucho tiempo la victoria, para que no le perdamos a Él, al Señor. ¿Para qué nos serviría una victoria externa, si quedáramos con ella separados de la verdadera fuente de energía? Pensaríamos al fin que habíamos alcanzado la meta por nuestros propios medios, siendo así que solamente la misericordia de Dios puede salvarnos. "El que se gloríe, gloríese en el Señor" (1Co 1,31). Solamente la paciencia consigue la corona".

(Odo Casel, Misterio de la Cruz, p. 166-167).

viernes, 9 de marzo de 2012

Desde allí ha de venir... (III)

Por una parte consoladora afirmación, por otra parte tremendamente seria y exigente: Cristo vendrá y aparecerá como Juez de vivos y muertos, Aquel que realiza el verdadero y último discernimiento. Entonces cada uno dará cuenta a Dios de sí mismo.


Tal vez el buenismo reinante, que ignora la realidad del pecado y cree en una salvación automática e inmediata siempre y para todos, le ha restado fuerza y valor a esta venida de Cristo y su juicio, y, sin embargo, eso es lo que aguardamos tal como el mismo Señor nos enseñó.

Nuestra vida ni es indiferente ante Dios ni es irresponsable: lo que hacemos tiene peso delante de Dios y hemos de asumir la responsabilidad de lo que hacemos y de lo que omitimos. Vivamos rectamente y no temeremos al Juez; amémoslo en esta vida y con amor lo recibiremos cuando llegue. Por eso confesamos:

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y a muertos.

miércoles, 7 de marzo de 2012

La Vigilia pascual es la meta de la Cuaresma

Tal vez pueda parecer cansino y repetitivo, en persona y aquí virtualmente, pero hemos de considerar las cosas rectamente y repetirlas tantas veces cuantas sean necesarias para integrar verdades sencillas que suponen un cambio de conducta.

En este caso concreto, la repetición es decir y reiterar, a tiempo y a destiempo, que la Cuaresma que vivimos está enfocada a la Pascua, a los cincuenta días de Pascua que se inauguran con la Santísima Vigilia pascual, la noche santa de la Resurrección del Señor, del Sábado Santo al Domingo de Resurrección.

No todo es la Cuaresma ni podemos detenernos en la Cuaresma ni remarcar pastoral y litúrgicamente tanto la Cuaresma que nos olvidemos que ésta es un camino bautismal y ascético para llegar a una realidad nueva: la santa Vigilia pascual con la que inauguramos los festivos cincuenta días de Pascua.

Retengamos los consejos sobre el camino que nos da san Agustín, porque realmente es esto lo que nos pasa en Cuaresma:

"Nadie llega sino quien está en el camino; mas no todo el que está en el camino llega... Quienes ya están en él no deben sentirse todavía seguros, no sea que, retenidos por los encantos del camino mismo, no tengan suficiente amor para sentirse arrastrados hacia aquella patria" (S. Agustín, Serm. 346B, 2).

lunes, 5 de marzo de 2012

Creo en Jesucristo (II)

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.

La fe es iluminada por la predicación, para que conociendo los misterios de nuestra salvación, nos adhiramos a Cristo y podamos renovar la gracia del bautismo en la santa Vigilia pascual.


Pongámonos al lado de los catecúmenos de la santa Iglesia y escuchemos la catequesis:

"n. 3. ¿Qué viene a continuación? Y en Jesucristo. Creo, dices, en Dios Padre todopoderoso, y en Jesucristo, su único Hijo, Señor nuestro. Si es hijo único, es igual al Padre; si es hijo único, tiene, por tanto, la misma sustancia que su Padre; si es hijo único, es coeterno con el Padre. Todo ello en sí, junto a sí y junto al Padre.

¿Qué hizo por nosotros? ¿Qué tiene que ver con nosotros? Que nació del Espíritu Santo y de la virgen María. Considera por qué medio, quién y a quiénes vino: vino por la virgen María, sobre la que actuó no un marido humano, sino el Espíritu Santo, quien fecundó a la casta y la dejó intacta. Así se revistió de carne Cristo el Señor, así se hizo hombre quien hizo al hombre: asumiendo lo que no era sin perder lo que era. Pues la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. No se convirtió en carne la Palabra, sino que, permaneciendo como Palabra, recibió la carne, pero permaneció siendo invisible; se hizo visible cuando quiso y habitó entre nosotros. ¿Qué significa entre nosotros? Entre los hombres, haciéndose numéricamente uno de ellos: uno y único, el único respecto al Padre. Y respecto a nosotros, ¿qué? Respecto a nosotros, único salvador, pues nadie, fuera de él, es nuestro salvador; y nuestro único redentor, pues nadie, fuera de él, es nuestro redentor; no a precio de oro o plata, sino a costa de su sangre.

n. 4. Veamos, pues, los contratos mediante los que fuimos comprados. Después de haber dicho en el símbolo: Nació del Espíritu Santo y de la virgen María, ¿qué sufrió por nosotros? Prosigue: Fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato y fue sepultado. ¿Qué decimos? ¿Que fue crucificado el Hijo único de Dios, nuestro Señor? ¿Que fue sepultado nuestro Señor, el Hijo único de Dios? 

domingo, 4 de marzo de 2012

2º Domingo, la Transfiguración del Señor

El contexto litúrgico da la clave de interpretación de la Palabra proclamada.

O sea, no es lo mismo la Fiesta de la Transfiguración del Señor el día 6 de agosto, que el 2º domingo de Cuaresma y, sin embargos, en ambos días se proclama el evangelio de la Transfiguración.

El 6 de agosto es una celebración en la que destaca la divinidad de Jesús que se muestra a los suyos y ofrece la posibilidad de la divinización a los que viven en Cristo.

El 2º domingo de Cuaresma, al leer la Transfiguración del Señor, se quiere subrayar cuál es la meta de la Cuaresma: llegar a la Pascua donde veremos la gloria del Señor resucitado, pero que, para ello, antes hay que ir a Jerusalén, sufrir la pasión, pasar del Tabor al Gólgota.

Son distintos enfoques o claves de interpretación del mismo evangelio según se proclame un día u otro de la santa liturgia.

Los mismos prefacios apuntan a esa perspectiva.

El prefacio de la Fiesta de la Transfiguración canta:

 Cristo nuestro Señor reveló su gloria ante los testigos que él escogió; y revistió con máximo esplendor su cuerpo, en todo semejante al nuestro, para quitar el corazón de sus discípulos del escándalo de la cruz y anunciar que toda la Iglesia, su cuerpo, habría de participar de la gloria que tan admirablemente resplandecía en Cristo, su cabeza.

sábado, 3 de marzo de 2012

Cantamos en Cuaresma

La liturgia cuaresmal, ciñéndonos a la Eucaristía, tiene también sus modalidades propias para el canto litúrgico, subrayando además algunos elementos que permiten vivir mejor la espiritualidad de este tiempo penitencial y bautismal.

Durante la Cuaresma, a excepción del IV domingo "Laetare", el órgano y los demás instrumentos sólo pueden emplearse para acompañar y sostener el canto, y si no guardarán silencio. La sobriedad, así pues, se guarda también con el uso del órgano.

Para este tiempo hemos de recordar las características del canto litúrgico y señalar también qué es conveniente cantar y qué es conveniente omitir, con cantos adecuados al tono de este tiempo, sin abusar de los cantos que ya solemos usar habitualmente en el Tiempo ordinario. Aquí un repertorio propio cuaresmal debe desempolvarse y resonar como una ayuda espiritual.

El Directorio "Canto y música en la celebración", del Secretariado Nacional de Liturgia, ofrece una visión panorámica que cualquier coro litúrgico debe, simplemente, adoptar y realizar, sin falsas creatividades: para ello estará siempre la ayuda de una formación litúrgica del coro parroquial y no sólo el ensayo.

viernes, 2 de marzo de 2012

Brilla el misterio de la Cruz (X)

"Extendí mis manos
y glorifiqué a mi Señor;
porque el extender de mis manos es un signo
y mi dilatación es el madero levantado"

(Oda de Salomón, 27).


"Extendí mis manos y me acerqué a mi Señor;
porque el extender de mis manos es su signo
y mi dilatación es el madero levantado
que fue instalado en el camino del ajusticiado"

(Oda de Salomón, 42).

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N.B. Las imágenes no están elegidas al azar. El orante de la pintura paleocristiana extiende los brazos y las palmas hacia adelante, al frente, al igual que el Señor crucificado. Es la forma de orar cristiana, la forma de orar del sacerdote, "in modum crucis", orando en el Crucificado. La gestualidad de la liturgia es importante, significativa y elocuente.

jueves, 1 de marzo de 2012

Creo en Dios (I)

Catequesis cuaresmal apropiada es profundizar en el Credo. Por eso..

Creo en Dios, Padre todopoderoso.

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"n. 2. (Después de recitado el símbolo). Al mismo tiempo, no es mucho y sí es mucho; no es preciso que contéis las palabras sino que las valoréis.

Creo en Dios Padre todopoderoso. Ved cuán pronto se dice y cuál es su valor. Es Dios y es Padre: Dios por la potestad, Padre porla bondad. ¡Qué dichosos somos los que hemos encontrado a Dios como nuestro padre! 

Creamos, pues, en él y esperémoslo todo de su misericordia, puesto que es todopoderoso; por eso creemos en Dios Padre todopoderoso.

Que nadie diga: "No puede perdonarme mis pecados". ¿Cómo no va a poderlo el todopoderoso? Pero insistes: "Es mucho lo que he pecado". Yo insisto también: "Pero él es todopoderoso". Y tú: "Son tales los pecados que he cometido, que no puedo ser librado ni purificado de ellos". Te respondo: "Pero él es todopoderoso". Ved lo que cantáis en el salmo: "Bendice, alma mía, al Señor y no olvides sus beneficios de quien es misericordioso con todas tus iniquidades y sana toda todas tus enfermedades". Para esto no es necesaria su omnipotencia.