viernes, 22 de marzo de 2013

Creación que se renueva

Un mundo nuevo se abre ante nuestros ojos. El Señor anuncia un cielo nuevo y una tierra nueva y Él mismo lo renueva todo por su Pascua. Su resurrección desencadena el dinamismo de un nuevo inicio potente y glorioso.


Todo fue creado por el Verbo, todo fue hecho por Él y para Él; el Verbo es el mediador de la creación, incluso llega a plantar su tienda -su gloria, presencia, shekiná- en medio de su pueblo: "la palabra se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn 1,15). Es por medio de Cristo, en sus misterios salvadores, como la creación llega a su plenitud a través de la idea de salvación.

No hay oposición entre el mundo creado y el orden sobrenatural, ni tampoco con la plenitud del Reino, ni hay oposición con la creación nueva prometida. Hay una línea de continuidad que implica a su vez progresión, transformación y la gloria de Dios transformándolo todo.

Es éste un tema teológico apasionante ya que es el desenlace final del drama de la redención.

La nueva creación recibe su plenitud al final de los tiempos, desde luego, pero ya ahora se iniciado con Jesucristo. En Cristo resucitado, la nueva creación ha comenzado. San Pablo mismo llama a Cristo el "nuevo Adán", porque es el Primogénito, el Hombre nuevo de la nueva creación. Y desde entonces, el que está en Cristo es una criatura nueva. Más aún, no es sólo el hombre el que espera la plenitud redentora, sino que la misma creación gime con dolores de parto aguardando la redención (cf. Rm 8).

Veamos primero al hombre nuevo, creado (recreado) a imagen de Cristo:

"Ese ser y estar en la nueva creación exige del hombre una vida que responda a semejante proceso de transformación creadora. El cristiano es requerido a despojarse del hombre viejo, que con sus placeres engañosos va por el camino de la perdición, y se le invita a renovarse en su espíritu y mente revistiéndose del hombre nuevo, que ha sido creado según Dios en la verdadera justicia y santidad... Así, pues, vivir en esta situación escatológica equivale a vivir en Cristo" (AUER, J., El mundo, creación de Dios. Curso de Teología Dogmática, t. III, Barcelona 1979, p. 44).

Y en segundo lugar, la creación entera, que va a ser transformada en Cristo y por Cristo.

"Desde esta comprensión de la creación y conservación mundanas hay que ver también todo cuanto la fe cristiana expresa mediante el concepto "transformación" (conversio, consecratio). El contenido objetivo se encuentra por vez primera en la transfiguración de Cristo, especialmente después de resucitado..., como elemento de revelación, y después en la afirmación bíblica de lo nuevo (kainón) en la consumación escatológica, y desde luego tanto como realidad de gracia (un hombre nuevo: Ef 2,15; 4,24) como en lo que se dice sobre la nueva creación (2Co 5,17), que encuentra su expresión cósmica en el discurso sobre "los cielos nuevos y la tierra nueva" (Is 66,22; Ap 21,1). Las palabras del Señor en el Apocalipsis: "He aquí que todo lo hago nuevo" (Ap 21,5; cf. Is 43,19), corresponden a la primera palabra de la Escritura: "Al principio creó Dios el cielo y la tierra" (Gn 1,1). Esta nueva creación no se funda sobre la aniquilación de la vieja tierra, sino que se presenta como una transformación al modo que en el gran poema histórico-salvífico nos lo encontramos siempre en el 'acontecimiento eucarístico del santo sacrificio de la misa', que al principio se interpretó -como en la gran defensa del Tridentino- simplemente con el misterio de la encarnación de Cristo ('Y la Palabra se hizo carne' = Jn 1,14). El misterio de la creación como el de la redención encuentra su correspondencia en la frase de san Pablo sobre el final de los tiempos: 'Y cuando se le hayan sometido todas las cosas, entonces [también] se someterá el mismo Hijo al que se lo sometió todo, para que Dios sea todo en todos' (1Co 15,28).


Desde aquí vuelve a entenderse que también la sentencia sobre la creación del mundo al principio revela un misterio absoluto: el misterio de la distancia absoluta entre creador y criatura, distancia que, sin embargo, fue superada por la omnipotencia, sabiduría y amor infinitos de Dios al crear, de tal modo que por su benevolencia gratificante esa distancia ontológica aparece generosamente eliminada de continuo en una comunicación de Dios mismo" (ib., pp. 160-161).

La creación, obra buena de Dios, obra bellísima de Dios, ni se opone al Creador ni será destruida: en Cristo todo será transformado para alcanzar la verdad de su ser.

Entonces Dios lo será todo en todos.

¿No se ensancha la esperanza al recordar estas verdades?

8 comentarios:

  1. “… todo será transformado para alcanzar la verdad de su ser. Entonces Dios lo será todo en todos.”

    Y nos pregunta si se ensancha la esperanza… “He aquí que todo lo hago nuevo". Únicamente Él hace nuevas todas las cosas. Se ensancha el corazón hasta el punto que parece querer explotar de alegría (es fácil entender el alborozo que da lugar al baile del rey David).

    Ser quien realmente he debido ser, quien Él quiso que fuera, abandonadas las tonterías (y más que tonterías) propias y ajenas, los cansancios, los desánimos…, sin ser ya capaz de resistirme a la luz divina ya que, tal y como lo expresa mucho mejor que yo san Agustín en su Sermón 194: “Pues ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es… Si no podemos contemplar todavía al que fue engendrado por el Padre antes que el lucero de la mañana, tratemos de acercarnos al que nació de la Virgen en medio de la noche. No comprendemos aún que su nombre dura como el sol; reconozcamos que su tienda ha sido puesta en el sol. Todavía no podemos contemplar al Único que permanece en su Padre; recordemos al Esposo que sale de su alcoba…”

    En oración ¡Qué Dios les bendiga!

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    1. Gracias, querida Julia, por sus palabras y el texto del Magister, Agustín.

      Verá -verán todos- que tardo días en responder los comentarios. Ya no voy como antes... pero siempre hay más encargos en mi vida ministerial, esto es un "suma y sigue", a veces algo estresante.

      No dejo el blog porque creo que realmente puede servir a la formación católica. Pero lo atiendo como puedo.

      Un gran abrazo. ¿¿¿Y sus hijos??? ¿Ya no escriben?

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    2. Querido don Javier, aunque sea muy agradable el contacto personal, el compartir pensamientos y opiniones con vd, siempre está presente mediante el post diario a pesar de que no pueda responder a los comentarios.

      Es de agradecer su atención al blog y, por supuesto, lamentaríamos que la carga de las ocupaciones de su vida ministerial le obligaran a cerrarlo pues se interumpiría la reflexión conjunta y la relación personal.

      No obstante, como no se puede "estar en la procesión y repicando", lo importante para nosotros es su tranquilidad, estamos aquí para ayudarle, compartir con vd nuestra fe y recibir su enseñanza y en ningún caso para estresarle. En consecuencia, seguiremos aquí mientras decida mantener el blog pueda o no responder a los comentarios, y... no nos eche por "pesados". (Risas).

      Mis hijos están como vd liadísimos, me recuerdan la época en la que yo no podía ni "mirarme al espejo", pero don Javier y el blog sigue estando presente en esta familia.

      Ah! ah! "Vamos a perder las amistades" si me cambia el nombre. Como en uno de sus primeros comentarios bromearon mis hijos respecto a mi nombre y "mi ficha de identificación": soy mujer, soy católica, me llamo Julia María, soy madre... (Risas)


      Un fuerte abrazo ¡Qué Dios le bendiga!

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    3. Miraba y remiraba hasta que dí con la errata o lapsus: ¡Julia, no! ¡Julia María!

      Mil perdones por rebautizarla.

      El blog tiene entradas programadas para varios años..., pero lo que es la atención personal respondiendo comentarios o escribiendo más entradas, está siendo muy difícil. Y como el blog lo vivo como una extensión más del ministerio sacerdotal, un apostolado, me preocupa no hacerlo mejor.

      No puedo explicar aquí los trabajos nuevos y los que ya tenía, solo sé que me veo como si me pegaran tirones en distintas direcciones sin saber adónde acudir, ni poder distinguir lo urgente de lo importante.

      Saludos a todos.

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    4. Por cierto, me preocupa un dato. Las visitas van en aumento, muy estimable, de unos meses para acá. Sin embargo, en casi la misma proporción, los comentarios han disminuido. Y eso es grave en algo que está concebido como catequesis de adultos y formación, con relaciones personales, preguntas y experiencias.Un blog está vivo no solamente por las entradas publicadas y número de lectores (que aquí está muy bien para ser un simple lugar de formación), sino que está vivo por el número de comentaristas y comentarios.

      ¿Pasa algo? ¿Por qué no se comenta más?

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  2. A veces, fugazmente se me pasa por la cabeza una idea por la cabeza: "Estos sacerdotes nuestros son a veces, un poco irresponsables. Nos hacen tanta falta y se cuidan tan poco. Y lo peor es que nosotros, no los cuidamos y los mimamos lo suficiente". Bueno, supongo que será una ocurrencia mía. No creo que de para más.
    En cualquier caso, que todo sea para mayor Gloria y alabanza del Nuestro Creador.
    DIOS lo renueva todo, su Gracia es un regalo permanente a nuestro alcance. Si eso es ahora, al final de los Tiempos, en esos tiempos de plenitud, sobrepasa toda imaginación. Alabado sea DIOS.
    Una vez más, muchas gracias por sus desvelos y su generosidad, Padre.
    Sigo rezando.

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    1. Antonio Sebastián:


      Hombre, no es que no me cuide... pero tampoco me puedo estar todo el día "cuidando" y mirándome a mí. Llego adonde puedo y a veces más de lo que puedo.

      Seguimos en el blog y seguimos con el blog.

      Saludos.

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  3. Padre, en realidad era una ocurrencia más genérica. Estaba pensando en varias personas, varios sacerdotes. Hace algo más de un mes, al párroco de El Salvador, de Santa Cruz de la Palma, estuvo ingresado una semana en el hospital. También pensé en Usted claro, al escribirlo. También conozco a algún que otro más, que no se cuida como debería. Pero claro, es una percepción subjetiva, desde fuera. Solamente eso. Como Usted comentó atrás, ciertamente hay sacerdotes santos, en el más completo anonimato. Solo DIOS ve el interior del alma humana.
    Lo que si he constatado en más de una ocasión, es que los fieles no cuidamos lo suficiente a nuestros sacerdotes.
    Sigo rezando.

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