Tal
vez incluso alguien se sorprenda al identificar estos dos verbos, participar =
orar, y sin embargo no hay participación verdadera sin oración y la oración
(personal y común en la liturgia) es un modo importantísimo de participación.
La
liturgia es, ante todo, oración, la gran oración de la Iglesia que se une a
Jesucristo y participar, por tanto, será orar en la liturgia, orar la liturgia.
“La liturgia es también participación en la oración de Cristo, dirigida al Padre en el Espíritu Santo. En ella toda oración cristiana encuentra su fuente y su término. Por la liturgia el hombre interior es enraizado y fundado (cf Ef 3,16-17) en "el gran amor con que el Padre nos amó" (Ef 2,4) en su Hijo Amado. Es la misma "maravilla de Dios" que es vivida e interiorizada por toda oración, "en todo tiempo, en el Espíritu" (Ef 6,18)” (CAT 1073).
Y también enseña el Catecismo cómo la liturgia es una de las
fuentes de la oración, durante la liturgia misma y después de la liturgia, a
modo de prolongación e interiorización:
“La misión de Cristo y del Espíritu Santo que, en la liturgia sacramental de la Iglesia, anuncia, actualiza y comunica el Misterio de la salvación, se continúa en el corazón que ora. Los Padres espirituales comparan a veces el corazón a un altar. La oración interioriza y asimila la liturgia durante y después de la misma. Incluso cuando la oración se vive “en lo secreto” (Mt 6, 6), siempre es oración de la Iglesia, comunión con la Trinidad Santísima (cf Institución general de la Liturgia de las Horas, 9)” (CAT 2655).
Durante
la liturgia, se participa orando. El sacerdote pronuncia las distintas
oraciones en nombre de todos, de manera clara y con unción: “El sacerdote
invita al pueblo a elevar los corazones hacia el Señor, en oración y en acción
de gracias, y lo asocia a sí mismo en la oración que él dirige en nombre de
toda la comunidad a Dios Padre, por Jesucristo, en el Espíritu Santo” (IGMR
78).
Los fieles se adhieren y prestan su consentimiento a las oraciones que el
sacerdote recita en su nombre con la respuesta “Amén”: “El pueblo uniéndose a
la súplica, con la aclamación Amén la hace suya la oración” (IGMR 54;
77; 89); “Doxología final: por la cual se expresa la glorificación de Dios, que
es afirmada y concluida con la aclamación Amén del pueblo” (IGMR 79).
Ora
el pueblo (y eso es participar) en la confesión común del acto penitencial (“Yo
confieso”), ora también recibiendo la Palabra de Dios leída dirigiéndose a Dios
en acción de gracias (“Te alabamos, Señor”, “Gloria a ti, Señor Jesús”). Ora e
intercede en la llamada “Oración de los fieles”, porque son los fieles los que
oran a cada intención que se les propone: “Señor, escucha y ten piedad”, “Te rogamos,
óyenos”, “Kyrie eleison”. Esa es su oración, la de los fieles, intercediendo
como pueblo sacerdotal: “En la oración universal, u oración de los fieles, el
pueblo responde en cierto modo a la Palabra de Dios recibida en la fe y,
ejercitando el oficio de su sacerdocio bautismal, ofrece súplicas a Dios por la
salvación de todos” (IGMR 69). Los fieles participan rezando juntos, a una voz,
el Padrenuestro con sentimientos filiales (“El sacerdote hace la invitación a
la oración y todos los fieles, juntamente con el sacerdote, dicen la oración”,
IGMR 81) y aclaman a Dios: “tuyo es el reino, tuyo el poder”.
Esa
oración en común, a una sola voz y con un solo corazón, es verdadera y santa
participación en la liturgia.
“La liturgia es, ante todo, oración.” Me basta con esa frase. Dejemos ‘otras manifestaciones’ que no sean oración para el club de tenis, de hípica, de…
ResponderEliminarY si la oración es en común, a una sola voz que se adhiera al ritmo de la del sacerdote, abandonando el propio ritmo; eso es humildad.
Hay algo que no termina de encajar en el Novus Ordo: el rezo de la antífona de los salmos por parte de los fieles. Me pregunto: si en la liturgia de las horas rezamos la antífona al principio y al final del salmo ¿Por qué en el salmo en la Santa Misa la intercalamos repetidamente entre las estrofas? ¿Un fracasado intento "participativo"? Fracasado porque qué sentido tiene repetirla tantas veces si los fieles suelen tener mala memoria o poco interés y no suelen memorizar la antífona por muchas veces que se repita, ni siquiera los que participan en la Santa Misa los días laborables (que deberían saberlas de memoria).
Cuando antes de leer la antífona, el lector dice “todos”, sufro un "ataque de nervios” ¿ Han visto vds alguna película sobre realización de programas de televisión en los que el regidor, en determinados momentos, hace un signo para que el público aplauda o se ría? Pues esa es mi sensación cuando oigo “todos”; la Santa Misa no es un espectáculo.
¡Me voy de vacaciones! Las necesito "como el comer". Diez días de alejamiento del mundanal ruido, luego la bullanguería familiar. Normalmente las madres de familia no disfrutamos de vacaciones sino que vemos como los demás disfrutan de las vacaciones.
¡Ojalá tenga yo una íntima experiencia de Cristo, del poder de su resurrección y de la comunión con sus padecimientos (de la antífona del Cántico de Laudes)
Julia María:
EliminarFelices vacaciones en primer lugar.
Me duele la boca de repetir, pero creo que es predicar en el desierto, que participar es orar y también orar en común, recitando a una respuestas y oraciones. Pero parece que me quedo solo predicando y enseñando esto.
¡¡Tengo una sensación de fracaso absoluta!!
Referente al salmo: "es responsorial", en forma de respuesta a cada estrofa. Eso es lo tradicional. Pero esto tiene sentido cuando se canta. Hoy en día, puede haber un coro o coral magníficos y, sin embargo, incapaces -por pereza, por ignorancia, por un sacerdote que nunca les ha enseñado, etc.- incapaces, digo, de cantar el salmo responsorial.
Hay una rúbrica en el Ordo lectionum Missae que sí permite repetir la antífona solo al principio y al final del salmo, recitando o cantando este "en directo". Pero eso es más pobre.
Se haría un gran servicio a la liturgia y a la oración si tuviéramos realmente salmistas en las parroquias para que en las Misas donde se puede cantar algo, el salmo fuera lo habitual y no lo excepcional.
Un abrazo inmenso. Y sabe que es muy sincero.
Para mí ir a Misa me causa un verdadero malestar por cómo se celebra, cómo se hacen las cosas y por el rito reformado en sí mismo.
ResponderEliminarSólo la objetividad de Su Presencia y su Sacrificio Real me mantienen yendo todos los domingos.
Firmo:S.C.
ResponderEliminar