domingo, 22 de octubre de 2023

Otras virtudes en la relación con el prójimo

4. Virtudes para la comunicación. Ser persona es vivir en relación, comunicarse y abrirse a los demás, viendo el icono que encontramos en la Santa Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu, en Amor y continua relación personal.



Se facilita y se le da fluidez a la relación con los demás si quitamos algunos obstáculos, entre ellos, la tozudez en querer llevar la razón siempre, discutiendo siempre e imponiéndose. ¿Qué provocará sino que esa persona quede aislada, jamás se le diga nada? Personas que siempre quieren imponer sus criterios, de forma violenta, sin escuchar a nadie, destruyen la concordia.

Otro obstáculo, también se puede superar, es la incapacidad de escuchar; no se sabe escuchar atentamente la vida y las circunstancias de la otra persona, falta capacidad de escuchar porque saltamos inmediatamente, no dejamos hablar sino que ponemos siempre nuestros problemas y circunstancias antes que acoger y escuchar el corazón de los demás.

Un obstáculo grave es no aceptarse a uno mismo y, por tanto, no aceptar a los demás tal como son. Amar al otro y poder entrar en comunión con otro requiere primero aceptarse a uno mismo para luego poder aceptar a los demás, aunque no se coincidan en gustos, opiniones o caracteres, pero a pesar de las diferencias, se puede entrar en comunicación y que brote en algo la concordia y la paz.

 
Si éstos son los obstáculos, se pueden vencer con oración, vigilancia del corazón para evitar la caída y corresponder a la gracia con nuestra ascesis, nuestro esfuerzo.

La comunicación con los demás se ve favorecida por la virtud de saber escuchar acogiendo con el corazón a la otra persona. Saber escuchar comprendiendo y amando como si el tiempo no existiera, lo más importante es esa persona y nada más.

 Ayuda al trato cordial con los demás el conocerse a uno mismo, sus fallos y debilidades, su carácter, sus dones, sus posibilidades, porque quien no se autoconoce, no podrá corregirse, ni ayudar a los demás, a los que tratará de inculpar de sus propios fallos, generando inestabilidad y molestia, por ejemplo, no se ven los propios fallos y se acusa a la otra persona de que es muy recta, un ogro, es que me tiene manía, etc.

Algo muy sencillo al alcance de todos es reír, o al menos, sonreír, porque reír y sonreír es propio de personas, los animales no sonríen, es cualidad humana, y hasta el humor, la sonrisa, es cualidad de la santidad. Esforzarse por sonreír es ser amable, capaz de hacer agradable y fraterna la vida de los demás.

Igualmente favorece la comunicación y la hace ágil el saber expresar lo que hay en el propio corazón, con sencillez y modestia, con confianza y discreción. Porque, si no dices lo que te pasa, ¿quién estará obligado a entenderte? No se puede ser inexpresivo emocionalmente, siempre cerrado. Es bueno expresar y compartir lo interior (pasiones, miedos, proyectos) con quienes se tenga confianza y sepan escuchar, acoger y ser discretos. Y es que confiar es ir abriéndose, saber descansar en otro, no agobiarse descansando sólo en uno mismo.


5. Virtudes  para convivir. Una serie de pequeñas virtudes pueden hacer la vida más agradable y gozar más de la convivencia con los otros. Son pequeñas virtudes que podemos ejercitar y revisar si no las practicamos.

-Saber co-responder, con amabilidad, así se mantienen las relaciones ya que lo que no se cultiva muere. Si el saludo decae tres días seguidos, al cuarto no hay salutación. Esto es crear una red amplia de relaciones personales para no estar solo, engendrar humanidad. E incluso antes de co-responder, mejor tomar uno la iniciativa de estar atento y cercano a los otros: una llamada, un saludo, un detalle de cortesía, un interesarse por el otro; siempre atento a corresponder si lo hacen con nosotros.
             
            -Regalar: no se tratará tanto de la calidad del regalo o del detalle cuanto de la cantidad de afecto expresado. Son miles de detalles que alegran el alma y expresan el afecto, pero lejos de la obligación, del calendario, de que ahora toque regalar porque lo dicen los grandes comercios; mejor el regalo sencillo, espontáneo. Son las cosas pequeñas que pueden hacer mucho bien. Se tratará de estar atento y tener en el corazón a las personas a las que se le profese afecto y ser detallistas. No hace falta mucho, el amor siempre busca expresarse.

            -Agradecer, hacerlo con sencillez y de corazón. Nunca busquemos que nos den las gracias ni nos molestemos si no lo hacen, pero, en lo que de nosotros depende, ser agradecidos por cualquier cosa buena que nos hagan o nos ofrezcan, porque nada nos merecemos ni nadie tiene obligación de hacernos nada o darnos nada. Ser agradecidos y saber dar las gracias siempre es un paso importante en la convivencia. En este clima recibir con sencillez lo que nos regalen, expresar nuestra gratitud y alegría. De vez en cuando estar con aquellos a quienes se amen festejando nada, sólo la alegría de estar juntos. Agradecer y agradecer en vida a las personas no cuando ya se han muerto, lo que hayan hecho por nosotros. ¡Pequeñas cosas, pero qué importantes!


Todo este conjunto tan variado de virtudes permiten que el tejido de lo humano sea fuerte en la convivencia matrimonial y familiar, en el trabajo, en las relaciones de amistad, en la parroquia, en la comunidad cristiana. Dejemos de soñar en las cosas grandes, o en los grandes problemas en que todo el mundo se vuelca y quiere ayudar; comencemos por lo pequeño y sin descuidarlo, estaremos cuidando y acrecentando la virtud de la caridad en lo pequeño, realizando las máximas evangélicas: “amarás al prójimo como a ti mismo”, “no hagas a otro lo que a ti no te agrada” y “tratad a los demás como queráis que ellos os traten”.

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