jueves, 19 de octubre de 2023

Nuevos modelos de santidad (Palabras sobre la santidad - CXIII)



            La santidad es muy diversa y plural, con muchas tonalidades y colores, jardín de muy bellas flores, bien lejos de la uniformidad del molde único, de una fabricación en serie que no admitiese otra forma o modelo, tentación ésta muy frecuente cuando alguien se cree que su carisma, su espiritualidad o su movimiento es el único, el mejor, el exclusivo. ¡Cuánta cerrazón hay en esto!, ¡y cuánto orgullo espiritual que crea división, separación entre católicos de primera clase y el resto como una masa amorfa!


            Es Dios el autor de la santidad, y Él crea “nuevos modelos de santidad”, dice la colecta de S. Alfonso Mª de Ligorio (1 de agosto). Con la santidad de los apóstoles y de los mártires, Dios nos dio un nuevo modelo de santidad, el de la virginidad consagrada, esponsalidad con Cristo, viviendo el mundo y señalando el único Amor absoluto.

            Otro modelo más fueron los anacoretas: abandonaron la ciudad para vivir en oración constante en el desierto; es la radicalidad del seguimiento de Cristo, ya sea solos o formando comunidades, cenobios.

            De aquí nacerá el modelo nuevo de santidad monacal, iglesia en pequeño, que reza y trabaja, lo transforma todo, situando al monje ante Dios a quien alaba con el Oficio divino, y se despoja de sí mismo en humildad y conversión.


            Nuevo modelo de santidad será la del fraile, las Órdenes mendicantes, que no huyen sino que se sitúan en la ciudad, con el testimonio de vida y la misión apostólica. ¡Cuánto bien hicieron!

            En épocas difíciles, naciendo el mundo moderno con el principio de subjetividad, Dios regaló un nuevo modelo: el de los santos reformadores, que buscan la pureza original de la Iglesia, el retorno a la fidelidad, sin romper la Iglesia sino creando nuevas corrientes de vida eclesial: san Cayetano, san Felipe Neri, santa Teresa, san Ignacio… Sus vidas son un canto de amor a la Iglesia.

            Pero también Dios regalará nuevos modelos de santidad en los diferentes estados cristianos: san Alfonso Mª de Ligorio o san Francisco de Sales son la santidad vivida en el episcopado, buscando edificar la Iglesia; san Juan de Ávila y san Juan Mª Vianney, aun con siglos de diferencia, la santidad del sacerdote viviendo plenamente el ministerio sacerdotal en todas sus facetas (como lo cotidiano de servir una parroquia o una capellanía, estar disponible en el confesionario, predicar, catequizar, visitar enfermos…); la santidad de las contemplativas, dedicadas a la oración y generosa penitencia: santa Mª Magdalena de Pazzi, santa Teresa de Lisieux…

            También Dios suscitó nuevos modelos de santidad en aquellos que se entregaron a la educación cristiana de niños y jóvenes: san Juan Bta. de la Salle, san José de Calasanz, san Juan Bosco… así como los santos de la caridad, entregados a los pobres y enfermos, o a los ancianos abandonados (como sta. Teresa de Jesús Jornet), o a los desheredados, indigentes, pobres entre los pobres, como hiciera santa Teresa de Calcuta… que sirven  Cristo en los necesitados, movidos por caridad sobrenatural heroica, sin discursos, sin propaganda, sin revoluciones ni lucha de clases, sin espíritu secularizado, sino con espíritu sobrenatural, sacrificio y mucha oración.

            Así, en cada época, en cada siglo, Dios ha creado nuevos modelos de santidad, y lo sigue haciendo. La santidad de muchos laicos revelan la dignidad del cristiano en el mundo y su misión, ya sean políticos, o médicos (como Moscati), o jóvenes con espíritu apostólico (Pier Giorgio Frassati), o matrimonios santos (el matrimonio Martin, padres de santa Teresa de Lisieux), o madres que anteponen la vida del hijo que se gesta a la suya propia (Gianna Beretta).

            ¡Y cuántos modelos más! Los caminos de la santidad no son ni programables ni previsibles ni manipulables. No dependen de los hombres, ni siquiera de la Iglesia, sino de la actividad creadora de Dios y de la multiforme sabiduría del Espíritu Santo. Su irrupción es novedosa y siempre sorprendente. Rompe los esquemas establecidos.

            Por eso, difícilmente se puede hacer un diseño previo de la santidad, ni un esbozo obligatorio para todos al que todos se deben ajustar y si no lo hacen, ser descalificados por tener una “fe infantil”, una religiosidad natural (hablando todos igual, haciendo todos las mismas prácticas de piedad y oración…). No es propio de Dios fabricar santos en serie, uniformados. A Él le agrada la inmensa variedad y también en nuestra época estará suscitando nuevos modelos de santidad para bien de la Iglesia y del mundo.

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