2.
Puntualidad. La puntualidad es el orden en tiempo. ¡Parece imposible!
Nuestro tiempo está desordenado, vivimos improvisando, a la carrera, y siempre
pensando que la otra persona va a llegar tarde, por lo que uno se permite
retrasarse.
La puntualidad favorece el encuentro
y la armonía entre las personas. No somos quiénes para dejar a los demás
esperándonos, perdiendo su tiempo.
La puntualidad es una virtud cristiana;
algunos dirán que eso es ser “esclavos del reloj” y que los cristianos somos
libres, sin embargo, es la caridad cristiana, que es delicadeza, la que pide la
puntualidad para no impacientar al prójimo ni hacerle perder su tiempo.
La exquisitez en la puntualidad es
cualidad de la caridad, y revela mucho del respeto que se tiene a los demás.
Quien es puntual lo es siempre y con todos; no llegará con mucho tiempo antes,
sino minutos antes del tiempo fijado; pero tampoco es delicadeza de caridad
llegar siempre tarde cinco o diez minutos.
Es un vicio el llegar tarde, y hay
personas que siempre llegan tarde a todo, casi por costumbre, a una reunión, a
una cita o a las mismas celebraciones litúrgicas; siempre tienen excusa para
llegar tarde... pero es una falta de caridad y de respeto. Hay que vigilar muy
mucho y ser constante para evitar las faltas de puntualidad. Es una virtud que
también se puede ir adquiriendo si se quiere.
3.
Dignidad. La dignidad de los hijos de Dios, es libertad, sencillez y
transparencia, pero también es educación, saber estar, la cortesía. Valores y
virtudes que el mundo paganizado ha perdido, pero que los creyentes viviendo
una vida de resucitados, saben estimar y por tanto tienen una dignidad, un
sello de hijos de Dios, en medio del mundo y su saber estar es diferente y
nuevo.
Esta dignidad se expresa en
múltiples cosas; un filósofo católico (CARLOS DÍAZ, Manifiesto para los humildes, p.
221) reseñaba así:
“rigor en el ir limpios, cuidando pequeños detalles como manchas,
desbotonaduras, desaliño... sobre todo por respeto a uno mismo y también por
convicción social... Dirigirse al otro respetando su estar-ahí, con los buenos
modales que todo el mundo dice que tiene... Ser grandes en lo pequeño para ser
grandes en lo grande: ceder el paso, no empujar antes de entrar dejen salir,
silencio por favor... usted primero, no colarse... ceder el asiento al
necesitado, cuidar lo que es de todos, lo público, tirar papeles en la papelera
aunque no esté cerca, procurar no torturar con nuestra televisión o radio al
vecino, especialmente a horas intempestivas, ser agradables”.
Estas pequeñas cosas facilitan el
convivir fraterno. ¿No será un modo de ir plantando en nuestra tierra el Reino
de Dios?
En
esta dignidad de los hijos de Dios se inscriben muchísimos detalles y modos de
comportamiento, pero un área muy principal es la educación, ser educados.
Por
educación, uno saluda al llegar a un sitio y se despide al marcharse; se piden
las cosas “por favor” y se dan las gracias; se llama a la puerta antes de
entrar –sin golpearla ni derribarla- y ese espera a que de permiso para entrar;
por educación se cierran puertas y ventanas suavemente, sin brusquedad ni
ruido; por educación no se insiste exigiendo al pedir algo, ni se llama por
teléfono a horas inoportunas, de descanso.
Por educación no se repiten las
cosas muchas veces como si el interlocutor fuera tonto; por educación no se
exige nada de manera impetuosa y con falta de respeto.
Por educación, no se
forma ruido ni se llama la atención al llegar a un sitio; por educación no se
habla en lugares que piden silencio y respeto (la iglesia, el cine, el teatro o
la sala de espera de un médico para no aturdir a otros enfermos).
Por educación
no se habla alto ni se grita a nadie ni en ninguna reunión ya que no por gritar
más se tiene más razón.
Se podría seguir enumerando cosas y
momentos; en el fondo las normas clásicas de educación que se nos enseñaron de
pequeños pero que ahora no se enseñan y
se olvidan porque parece que la educación es reprimir a la persona, quitarle
libertad y las actitudes que hoy se ven son casi salvajes, crean malestar e
incomodan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario