miércoles, 22 de junio de 2022

Sentencias y pensamientos (XXX)


28. Dice Cristo: "amaos... COMO YO os he amado"; es decir, con intensidad, con entrega, donándose, dándose... Es amor de hermano que se preocupa de su hermano, que hace suyo lo del hermano, que vive en comunión con el hermano. ¡¡Así nos ama Cristo!! Esa es la medida del amor verdadero y esa es la medida para amar a los hermanos.


 



29. El "amad a los enemigos y rezad por los que os persiguen", siempre difícil, es poner muchas veces cara de tonto, de "no pasa nada", y tragar, disimulando, los feos, los desprecios y menosprecios..., mientras se intenta sonreír con bondad -sin hipocresía-.

Y si los demás creen que somos tontos, ¡que crean lo que quieran!, es que seguimos al Maestro, obedecemos su Palabra, aunque de tontos no tengamos ni un pelo.




30. "Quien no ama a su hermano, a quien ve, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ve?" (1Jn 4).

El hermano es el criterio y la medida, no las palabras grandilocuentes, los discursos entusiasmantes...; el hermano y sólo el hermano es el criterio y medida del amor de Dios que no son palabras, sino verdades, que implican, que exigen...

Añado más: amar, lo que se dice amar, es obrar el bien; es tener detalles, cercanía, presencia, preocupación por el otro, caminar con él, aceptarle, animarle, exhortarle, escucharle... compartir la vida.

 

31. [Sobre el sacerdocio:] La paternidad sacerdotal es durísima. Ninguno son tus hijos biólogicos, no son de tu sangre, pero los amas intensamente. Sufres con quien sufre, lloras con quien llora (y no es llanto hipócrita, sino sincero) y ríes -si puedes- con quien ríe y es feliz. El corazón se te deshace, se te parte. Vas caminando. El Señor sabra el porqué de muchas cosas que ahora no se entienden. Y uno sólo espera su Gracia para seguir siendo padre y hermano..., y que alguien también te sostenga a ti, que no puedes más con el peso y el dolor de tantos hijos. "Me he hecho todo a todos" -dice san Pablo.



32. Cristo, "grábame como un sello en tu corazón, como tatuaje en tu brazo" (Cant 8); Cristo sé todo para mí. Nada ni nadie se te puede comparar. ¡Cristo! Sólo Tú. Haz que te ame, que te quiera. Sabes mi debilidad, mis carencias. Te quiero cuanto puedo. ¡Cristo!, que yo te ame, que te quiera. Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero.


33. "Es necesario que Cristo lo posea todo..." (S. Bernardo, Oficio de lecturas de hoy, 5 de diciembre). Llevo con esa frase toda la mañana. Es necesario que Cristo lo posea todo: el cielo y también la tierra, nuestra humanidad, y también nuestra memoria, nuestra inteligencia, nuestros afectos, nuestro trabajo... lo que somos, tenemos y soñamos. ¡Todo! Así se lo pido...
 


34. Dejémonos amar, sin oponer resistencias, y que su Amor venza todo mal en nosotros.

El Corazón de Cristo se da, se entrega, se ofrece. Quien es capaz de recibirlo y acogerlo, será transformado


 
 
35. ¡Qué suerte que conocemos a Cristo! No hemos necesitado una larga peregrinación interior ni una búsqueda exhaustiva. Se nos dio desde el principio de nuestra vida y es lo mejor que tenemos: ¡¡Jesucristo!!

 


36. Santa Encarnación del Señor, amor infinito de Dios que se hace hombre y nos busca, encuentro impactante en nuestra existencia que marca un antes y un después. Es el acontecimiento que nos cambia, y hoy es posible que se repita la gracia del encuentro.

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