lunes, 13 de junio de 2022

De la justicia, la piedad y la obediencia (II)



2. La segunda  virtud de este grupo es la virtud de la piedad, que regula los deberes con los padres. 

Por mucho que les demos, de ellos hemos recibido siempre más, comenzando porque ellos nos transmitieron la vida y, muchas veces, la fe; por eso no hay proporción entre lo que se da y lo que ya hemos recibido. 




A los padres hay que “honrarlos” (Ex 20,12) según el cuarto mandamiento. 

Eso incluye amarlos, respetarlos, cuidarlos con cariño, aprender de su sabiduría de vida, pero sin ser acaparados por los padres, pues antes que los propios padres está el Señor. 


Respetarlos y honrarlos con piedad nunca significa convertirse en un esclavo, siempre controlado. 

La Palabra de Dios en el libro del Eclesiástico enseña:

“Dios hace al padre más respetable que a los hijos,
y afirma la autoridad de la madre sobre la prole.
El que honra a su padre expía sus pecados,
el que respeta a su madre acumula tesoros;
el que honra a su padre se alegrará de sus hijos
y cuando rece, será escuchado;
el que respeta a su padre tendrá larga vida,
al que honra a su madre, el Señor los escucha.
Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre,
no lo abandones mientras vivas;
aunque flaquee su mente, ten indulgencia,
no lo abochornes mientras vivas” (Eclo 3,3-7. 14-15a).




3. La virtud de la obediencia y la observancia, regula los deberes con los superiores, pues ellos nos orientan, guían y gobiernan y contribuyen a nuestra santificación; además del respeto y obediencia a las autoridades legítimamente constituidas (cf. Rm 13, 17: “sométanse todos a las autoridades constituidas... Dad a cada cual lo que se le debe: a quien impuestos, impuestos; a quien tributo, tributo; a quien respeto, respeto; a quien honor, honor”) está la obediencia a los pastores, a los sacerdotes –sin entrar en discusiones, queriendo manipular o imponer nuestro criterio- sino obedecer libremente por nuestro bien y porque son los sacerdotes los que gobiernan en la unidad y comunión al pueblo cristiano; lo mismo los religiosos y consagrados a su superior o superiora y, de modo absoluto, la obediencia monacal al Abad o Abadesa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario