Para
conocer la liturgia, incluso para decir que se sabe de liturgia, hay que
conocer bien su teología, alcanzar una visión panorámica, una perspectiva
completa. De verdad, es urgente que desterremos la idea de que conocer la
liturgia es escribir o leer unas moniciones o inventar un ofertorio lleno de
“ofrendas simbólicas”[1]… o
que saber de liturgia es conocer únicamente rúbricas, sin saber ni su sentido,
ni su historia, ni el porqué.
1. Hay que ir más allá, más adentro de
la liturgia. A la hora de plantear, por ejemplo, la asignatura de Liturgia, o
un plan de formación en catequesis de adultos, o un Curso formativo, etc., lo primero es ahondar en la teología de la
liturgia. Eso evitará muchos despropósitos después… y los despropósitos que
padecemos no son sino resultado de esa crasa ignorancia.
Los
documentos de la Iglesia,
al abordar el estudio de la liturgia, señalan como primer punto la teología de
la liturgia. Ya sabemos que el Concilio Vaticano II señaló esta asignatura de
liturgia “entre las materias principales, y debe ser enseñada ya bajo el
aspecto teológico e histórico, ya bajo el aspecto espiritual, pastoral y
jurídico” (SC 16).
El
aspecto teológico de la liturgia debe conducir a “mostrar la estrecha relación
existente entre la liturgia y la doctrina de la fe; esta relación debe ser
puesta de relieve en la enseñanza”[2].
2. La liturgia, en sus textos así como
en sus ritos, en sus acciones sacramentales, en todo, refleja perfectamente lo que la Iglesia cree, ¡la fe de la Iglesia!, por ello
muchos cambios que aquí o allí cada cual se permite introducir, desfigura la fe
de la Iglesia,
o la vuelve opaca, o no la deja brillar en su plenitud.
Los
textos litúrgicos, todos, aprobados por la Iglesia antes de su edición oficial, expresan,
profesan, proclaman, la fe de la Iglesia.
Quien los asimile, día a día, año litúrgico tras otro, bebe
de la mejor fuente el espíritu cristiano y es educado por la Iglesia en la escuela de
la liturgia: ¡no hay mejor catequesis, mejor enseñanza! Recordemos una frase
muy repetida entre los ortodoxos: “El coro de nuestras iglesias es una cátedra
de teología”, por sus textos, himnos, troparios, antífonas… Una teología hecha
oración, canto, plegaria, en el marco de la liturgia.
“La Iglesia, en efecto,
expresa la propia fe principalmente orando, hasta el punto de que ‘la ley de la
oración estableció la ley de la fe’” (FLS, 44).
[1] “Simbólicas”, o sea, que
no son realmente ofrendas que se entregan a Dios para el servicio de la Iglesia y de los pobres:
un balón, un mapamundi, unas alpargatas, un cartel… acompañado de una monición
que explica lo que queremos decir. ¡Con lo fácil que es ofrendar pan y vino
para la Eucaristía
y ofrendas reales para la
Iglesia y para los pobres, en especie o en dinero!
[2] Cong. para la Educación Católica,
Instr. sobre la Formación
litúrgica en los Seminarios (: FLS), n. 44.
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