Como ya hicimos otros años y en cada
ciclo litúrgico, vamos a entrar hoy en algunas anotaciones o sugerencias
para la liturgia pascual. Ésta debe mostrar su esplendor no únicamente
el Domingo de Pascua, y ni siquiera sólo durante la Octava pascual, sino
que debe extenderse en ese laetissimum spatium, tiempo gozoso a más no
poder, de los cincuenta días de Pascua, hasta Pentecostés inclusive.
Para ello, es bueno seguir unas
mismas fórmulas litúrgicas en saludos y moniciones, en el realce de
determinados cantos, etc., cada día, cada domingo, para subrayar
precisamente esa unidad festiva y solemne de la Pascua entera.
La liturgia, incluso la Misa
diaria, debe distinguirse claramente de una Misa ferial del tiempo
ordinario o de una Misa celebrada en Adviento. Estamos en la Fiesta de
las Fiestas, no lo olvidemos nunca, pese a que nuestra espiritualidad
pascual es deficiente, centrando el esfuerzo y el interés en Cuaresma,
pero decayendo en Pascua.
Las anotaciones y sugerencias
siguientes pueden interesarnos de distinto modo: a los sacerdotes y
diáconos, ministros del altar, coros, Monasterios, etc., para saber qué
hacer, qué subrayar, etc., pero a todos los fieles que participamos en
la santísima liturgia para estar atentos, participar más conscientemente
sabiendo qué es lo nuevo, porqué se hace este o aquel rito, cuál es el
sentido de tal fórmula repetida durante cincuenta días. Y es que para
participar plena, consciente, activa, fructuosamente, hemos de ir
penetrando en la liturgia misma, sus ritos y oraciones.
El saludo inicial del sacerdote, para
los cincuenta días de Pascua, debería ser, tal como lo ofrece el Ordo
Missae en la edición castellana, el siguiente:
"El Dios de la vida, que ha resucitado a Jesucristo, rompiendo las ataduras de la muerte, esté con todos vosotros".
Los domingos, en lugar del acto
penitencial, se podría realizar la aspersión con el agua bendecida y un
canto bautismal. Si el agua está ya bendecida desde la liturgia pascual,
se recita una oración de acción de gracias (y todos respondemos:
"Bendito seas por siempre, Señor".
Si se hace el acto penitencial, la invitación para los domingos y los días de la octava de Pascua sería ésta:
"En el día en que celebramos la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, reconozcamos que estamos necesitados de la misericordia del Padre para morir al pecado y resucitar a la vida nueva".
Fuera de la Octava de Pascua, por
ejemplo la siguiente fórmula que recalca cómo Jesucristo es el Justo, a
quien Dios resucitó, y ahora es el Gran Intercesor, el único Mediador:
"Jesucristo, el justo, intercede por nosotros y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro espíritu al arrepentimiento, para acercarnos a la mesa del Señor".
Y la fórmula 3ª del acto penitencial: "Tú, el Primogénito de entre los muertos: Señor, ten piedad...", Se advertirá entonces una diferencia: mientras durante toda la Cuaresma rezábamos según la 1ª fórmula del acto penitencial ("Yo confieso..."), ahora se aclama a Cristo y se pide su perdón a la vez: "Tú que..."
Mejor que el acto penitencial
se recite, no se cante, para que tenga más fuerza e importancia el
canto del Gloria todos los domingos pascuales. El Gloria es un canto
pascual y merece que, como tal, se cante (con su letra, claro, sin
paráfrasis, ni algo parecido porque diga la palabra "gloria", sino el
himno "Gloria a Dios en el cielo").
Es un himno que ha estado mudo -recordémoslo- durante los domingos
cuaresmales, y que ahora se convierte en canto pascual, alegre, a
Jesucristo, "Cordero de Dios, Hijo del Padre".
Afinando más aún, si todos los domingos o solemnidades solemos cantar
un Gloria (en España, p.e., el de Palazón), un buen coro debería tener
un Gloria más solemne sólo para los 7 domingos pascuales (alguna versión
de Marco Frisina, o el Gloria de la Misa de la JMJ).
El salmo responsorial, como cada domingo, cantado, con la antífona propia, por ejemplo, "Dad gracias al Señor porque es bueno" o cantando un "Aleluya" como respuesta a cada estrofa.
En las misas feriales, si no se canta el salmo, se podría añadir la palabra "Aleluya" a la respuesta. Por ejemplo hoy, la respuesta: "Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti", sería "Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti. Aleluya".
Así los fieles todos estaríamos repitiendo la palabra "Aleluya" en la
respuesta al salmo durante los 50 días, dando un tono distinto.
Los domingos, cántese la oración de los fieles, es decir, cántese "Te rogamos, óyenos", "Señor, escucha y ten piedad", "Señor, ten piedad", "Kyrie eleison"
(por ejemplo, hay melodías de Taizé para el Kyrie que son alegres,
pascuales). Un pueblo de redimidos, de hijos ya por el Bautismo, que han
recibido el Espíritu de adopción, clama al Padre por las necesidades
del mundo entero y de la Iglesia, y lo hace cantando, realzando su
oración ante la propuesta -la intención- que nos señala un diácono o un lector.
La plegaria eucarística, para cada día de la cincuentena pascual, el Canon romano.
Emplear una misma plegaria eucarística cada día de un tiempo litúrgico
da unidad de sentido. Es verdad que no es obligatorio, pero es razonable
que los dos tiempos litúrgicos más importantes (Cincuenta pascual y
Tiempo de Navidad) sean destacados por el uso diario del Canon romano.
Y, si se puede, cantando los domingos el diálogo del prefacio ("Levantemos el corazón", "Demos gracias..."), el Santo, las palabras de la consagración, la aclamación ("Este es el Sacramento de nuestra fe", "Anunciamos tu muerte..."), la doxología ("Por Cristo, con él y en él") con su "Amén" solemne. Simplemente, porque es Pascua.
Un detalle para todos. Durante la octava de Pascua se dice en el prefacio "glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en ESTE DÍA en que Cristo nuestra Pascua ha sido inmolado", y en el Canon "reunidos en comunión... para celebrar el día santo de la resurrección...", porque la Octava de pascua se considera un único DÍA, un gran Día en 8 días. Pasada la octava de Pascua, se dirá entonces "pero más que nunca en ESTE TIEMPO en que Cristo..."
La monición al Padrenuestro podría ser la que subraya nuestra dignidad de hijos de Dios, que es un fruto de la Pascua:
"Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos confiadamente la oración que Cristo nos enseñó: Padre nuestro..."
La monición diaconal para el beso de paz, la más pascual durante los cincuenta días:
"En el Espíritu de Cristo resucitado, daos fraternalmente la paz".
Por último, la despedida durante la Octava de Pascua tiene doble Aleluya: "Podéis ir en paz. Aleluya, aleluya. R/ Demos gracias a Dios. Aleluya, aleluya". La fórmula de despedida más apropiada es:
"Anunciad a todos la alegría del Señor resucitado. Podéis ir en paz".
Los
domingos es habitual cantar la Misa; pero en las ferias (es decir, la
Misa de días laborables) de la Pascua, habría que intentar cantar
siempre, al menos, el "Aleluya" antes del Evangelio y el "Santo". Así se notaría la fuerza y la belleza de este tiempo pascual incluso en las Misas feriales.
Son pequeñas o grandes cosas,
según se miren, que dan una tonalidad a los cincuenta días de Pascua,
que debemos conocer para saborear mejor la liturgia santa de estos días
(y para los sacerdotes, recordar los elementos que ofrece el Misal y
que pocas veces se recuerdan).
Por cierto, un pequeño
recordatorio: el cirio pascual brilla encendido al lado del ambón
(Cristo-Luz da la clave de interpretación definitiva de las Escrituras,
la Escritura se lee a la luz del Cirio-el Señor resucitado), brilla
encendido al lado del ambón, repetimos, en cada celebración de los
cincuenta días de Pascua, Misa, Laudes y Vísperas. Encenderlo sólo los
domingos, además de cicatería, es un contrasigno: se consumirá como
ofrenda en honor del Señor.
Buenos dias don Javier. Preparar la Cuaresma y seguir la Semana Santa con las entradas de su blog me ha sido de gran ayuda para enraizarme mejor en Dios y caminar más ligero. Muchas gracias pater.Un abrazo.
ResponderEliminarxtobefree:
Eliminargracias por sus palabras.
Quiera Dios que su experiencia sea común a la de todos los lectores y miembros del blog -y añado también: y la de todos los fieles de mi parroquia-, porque para eso se ofrece esta formación (y la predicación en vivo y directo).
Las madres de familia reservamos los mejores símbolos para acontecimientos especiales, noticias extraordinarias que dan lugar a una alegría familiar especialísima. También lo hace nuestra madre la Iglesia que vive en la cincuentena pascual un anticipo de la felicidad que encontraremos cada uno de sus hijos cuando compartamos visiblemente la vida y victoria de Cristo resucitado: “ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar”.
ResponderEliminar“Anesti”, se levantó glorioso del sepulcro, rompió los límites que el hombre conoce porque no puede ser retenido por la muerte. Él ha vencido al demonio, al pecado y a la muerte; sólo Cristo podía vencerlos. Esta es la noticia sin par que da unidad a la cincuentena pascual; noticia fuera de las expectativas humanas, demasiado grande, inédita, que el mundo incrédulo, escéptico, reducido a sus propios límites, es incapaz de aceptar y que nos aleja de todo sincretismo y falso ecumenismo.
Debemos valorar los signos litúrgicos, vivirlos intensamente, no despreciarlos porque somos la familia de Dios y la liturgia no es en modo alguno marginal en la Iglesia, sino que se encuentra en el corazón mismo de la fe cristiana.
¡Que el Señor Resucitado nos bendiga!
Julia María:
EliminarLa liturgia despliega todo su poderío simbólico, expresivo, orante, musical, etc., para vivir y festejar el Acontecimiento de la Pascua del Señor. Se durmió entre los muertos y reina entre los Vivos. Él tiene las llaves de la muerte y del abismo.
Por eso cantamos más (ojalá el Aleluya todos los días), los ornamentos son más nobles, el Canon romano cincuenta días seguidos, el exorno floral abundante, fresco... y el cirio pascual destellando rayos de luz.
¡Es la Pascua! ¡Santa Pascua!
La Caridad infinita de Nuestro Creador hacia sus criaturas se ve (si se pudiera ver, y si la finitud pudiera acercarse de alguna manera a lo infinito) en el Señor Resucitado.
ResponderEliminarGracias, Padre. Abrazos en CRISTO. DIOS le bendiga.
He escuchado el kyrie de Taizé. Perdone la frivolidad Padre, pero escuchar la música de Tomás Luis de Victoria, Cristobal de Morales, Francisco Guerrero, Mateo Flecha y algunos más, tiene una entidad musical que me apabulla más. Hace algún tiempo, en la entrada de la sacristía de La Trinidad, entrando a mano izquierda había a unos dos metros y pico del suelo, un libro con pentagramas y texto, ahora hay un cuadro religioso. Yo, cada vez que esperaba me quedaba disfrutando de las notas escritas y leyendo el texto. Reflexionaba sobre las músicas de la Liturgia. En mi opinión, lo grandioso de la polifonía renacentista no se ha vuelto a repetir. Afortunadamente, lo grandioso de Nuestro Creador, lo tenemos en cada misa, por modesta que sea. Alabado sea DIOS.
ResponderEliminarLos Kyries que cita son exactamente eso, los Kyries de la Misa, antes del Gloria. Nada que ver en este caso con lo que yo decía en la catequesis: que la oración de los fieles sea cantada con un "Kyrie", y como es de los fieles, propongo una música sencilla para que el coro y todos los fieles respondan cantando-orando a cada petición.
EliminarLos cantorales de la parroquia están en fase de restauración. Los he quitado y en su lugar he colgado dos cuadros que también restauraremos.
Muchas gracias por las aclaraciones, tan pertinentes y exactas como siempre.
EliminarMuchas gracias por su artículo don Javier. Como siempre sus catequesis resultan muy útiles para poder vivir fondo cada una de las etapas de años litúrgico.
ResponderEliminarExiste alguna oración, además del Regina Caeli que pueda hacerse particularmente dentro de el tiempo Pascual.
Gracias de antemano por su contestación y por su trabajo y que Dios le bendiga y ayude a usted y a todos los lectores del blog
Gracias, Álvaro.
EliminarEl Regina Coeli es la antífona mariana por excelencia para los cincuenta días pascuales, y con el Regina Coeli cerramos el día como canto final de Completas.
Muy pascual, y digna de saberse de memoria, sería la Secuencia del día de Pascua:
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?
A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
Perdón por el doble comentario cosas de la informática. Gracias por el video del Gloria de la JMJ es especialmente bonito. ¿Existe un credo especifico de la JMJ?
ResponderEliminarGracias de nuevo y que Dios les bendiga a todos
Álvaro:
EliminarLas partituras que me facilitó el Coro y Orquesta de la JMJ incluye como propios el Kyrie, Gloria, Sanctus y Agnus Dei. No recuerdo que se compusiera un Credo.
Gracias, gracias, gracias.
ResponderEliminarNo comento mucho, pero te leo.
Qué bien haces.
Un fortísimo abrazo.