"Debemos comprender, o mejor reconocer, el arte misterioso con que Dios se ha revelado al mundo, y con el que el Hijo de Dios hecho hombre se dio a conocer a los hombres. Todo el Evangelio nos dice que el rostro de Cristo no fue nunca oscuro ni insignificante; pero no fue reconocido por todos como lo que era. “Los suyos –dice el prólogo del evangelio de San Juan- no le recibieron” (Jn 1,11).
Es un tema frecuente en el Nuevo Testamento; la revelación cristiana no se presenta con aspectos perfectamente cognoscibles y directamente proporcionados a nuestros sentidos y a nuestra razón; se presenta, en un grado superior, en la persona de Cristo, en su palabra, y hay que aceptarla por fe, hay que creerla; no sólo hay que conocerla, sino aceptarla con un acto vital y total de la mente y del corazón, porque es Él, Cristo, quien la anuncia, porque sólo Él, como exclamó San Pedro tras el incomprensible discurso de Cafarnaún, en donde se anunció la Eucaristía, sólo Él tiene “palabras de vida eterna” (Jn 6,68). Lo cual significa que la fe, para el que se pone en plan de razonamiento lógico, de ciencia demostrada, resulta oscura.
Nosotros los modernos debemos darnos cuenta de este aspecto de la fe, del que nacen tantos problemas. Se comprende porqué la fe tiene que presentar al hombre razonador la objeción de la oscuridad; a la fe le falta evidencia; presenta verdades veladas y ocultas, como las imágenes sagradas en este tiempo litúrgico.
“Nosotros ahora vemos –dice San Pablo- como reflejamente en un espejo, en forma enigmática” (1Co 13,12); y san Agustín no duda en afirmar que la fe consiste en “creer lo que no ves” (In Io. Ev., 40,9; PL 35, 1690). Y esto se explica bien por los límites de la mente humana (cf. S. Th., I, II, 47,3), bien por el modo con que las verdades de fe se nos presentan, no directamente ni bajo la luz de la evidencia, o también por la profundidad inaccesible de las realidades divinas a que nos permite llegar la fe. Y tenemos que recordar que entre la venida de Cristo a la escena evangélica y la última al fin del mundo nuestra vida religiosa se realiza por vía sacramental, no por vía de experiencia directa.
Voluntad y gracia en el acto de fe
¿Pero por qué esta oscuridad? Este es el secreto del designio de Dios; sus caminos no los podemos descubrir (Rm 11,33); Dios quiere así ejercitarnos, durante esta vida, en la fe; nuestra salvación depende de aceptar este plan religioso suyo.
Por lo demás, este aspecto oscuro de la fe tiene relación con algunas consecuencias en extremo importantes de nuestra vida religiosa. La primera es que estamos obligados a indagar. El Señor ha venido cerca de nosotros, sin manifestarse comúnmente a aquellos que no lo aman: “En medio de vosotros hay Uno –dirá el precursor- que vosotros no conocéis” (Jn 1,26). En segundo lugar, si la fe es oscura, la fe es libre. También es éste uno de los grandes problemas referentes a la fe; la voluntad, con la gracia, contribuye al acto de fe. Y si es libre, la fe es meritoria (cf. II, II, 2,9 ad 2; cf. Pascal, Pensèes, 564).
Y no decimos más por ahora. Luego tenemos que indagar cómo esta forma de conocimiento, más débil que la ciencia con respecto a nuestra forma normal de conocer, más fuerte y más elevada con respecto a la certeza que crea en el espíritu, es fuente de luz, de esa luz que orienta la vida e ilumina la visión del mundo. Probad en la Pascua, cuando el rostro crucificado del Redentor vuelva a polarizar nuestras miradas, a pedirle que haga verdaderamente de la fe la antorcha de vuestra peregrinación por la tierra”
(Pablo VI, Audiencia general, 15-marzo-1967).
¡Soberbio el texto de Pablo VI! Gracias D. Javier, que Dios le bendiga :D
ResponderEliminarNéstor:
EliminarPablo VI es un genio no sólo doctrinalmente, sino también estilísticamente. ¡Qué bien hablaba y escribía!
Alguna vez se le reconocerá su gran aportación a la Iglesia.
Doy gloria a Dios, por haberme mostrado estas realidades, por eso, nuestro corazón debe estar libre de todo apego mundano, porque estando tan cerca de nosotros el Señor, no podemos optar por un ceguera y sordera que el mundo constantemente está ofreciendo a sus propios seguidores a fin de que la luz del Señor, sea molesto para los que no quieren convertirse, pero luz del Señor, que sana a los que quieren ser sanados en el espíritu.
ResponderEliminarTambién agradezco a D. Javier, por esta meditación espiritual, del Papa Pablo XVI. Pues con permiso, lo compartiré en mi blog.
Bienvenido al blog y, por supuesto, puede compartir en su blog cuanto desee.
EliminarEl Señor Dios se reveló mostrándose a Sí mismo, por tanto, desvelando la Verdad y, además, dándose a Sí para que viviéramos su Vida divina. Esta es la perspectiva que ofrece en los primeros números la Constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II.
Un saludo cordial
Es cierto, la persona de Cristo ha de ser aceptada “con un acto vital y total de la mente y del corazón”, pero tiene tanto sentido común todo lo que hace y dice Cristo, tanta lógica, que sólo es posible empeñarse en no creer a causa de nuestros intereses oscuros (éstos sí) o superficiales ¿Cómo van a creer en Cristo aquellos de mis amigos para los que la vida humana consiste en producir, consumir y distraerse?
ResponderEliminarA estos amigos que me interpelan suelo devolverles la interpelación con otra pregunta: ¿quién es más crédulo, ¿yo, que creo en un Dios creador o tú, que crees en una nada o azar creadores? ¿yo, que creo que la vida humana, con toda su grandeza y dolor, tiene un sentido o tú, que sólo crees en la rutina de tener (lo que sea y poco o mucho) para disfrutar? Y si nos centramos en los acontecimientos salvíficos ¿se le pueden resistir las leyes que rigen la creación a su creador?
En oración ¡Qué Dios les bendiga!
Julia María:
EliminarLa revelación, sí, tiene su lógica... porque es el Logos (Inteligencia, Razón) de Dios quien revela. El azar y la casualidad no dan razón de ser de lo que existe. ¡Es absurdo! ¡Ah!, pero Dios es más lógico porque es Logos.
Un gran abrazo si me lo permite, señora mía (jejeje)
Excelente texto de Pablo VI, muchas gracias. Le sigo con mi nick de " Flavia Valeria ". Ya pronto en Córdoba. ¡ Dios nos bendiga a todos !
ResponderEliminarFlavia Valeria:
EliminarLe agradezco sus palabras y le doy la bienvenida a esta comunidad católica-virtual.
Pablo VI es un gran maestro. Aquí solemos traer sus palabras y reflexiones por la agudeza que mostró.
Ya sabe: no sé si podré saludarla en Córdoba..., pero desde aquí sea bienvenida.
Un saludo cordial
Me da por pensar que la esencia del ser humano es el AMOR. Es algo muy claro, con escasas oscuridades. Quien se aparte del AMOR se aparte del ser humano y se aparta de DIOS. Tal vez sea todo tan simple, que el maligno aproveche para oscurecerlo. He encontrado personas que todo lo que no sea sesudas reflexiones y artificios intelectuales, no lo encuentran racional. DIOS es AMOR, simple. Yo que creo que el diablo es una compañía poco recomendable, procuro alejarme de sus sesudas oscuridades. En ocasiones lo simple y lo obvio, es tan natural tan inmediato, que yo no necesito nada más. Por otra parte, la Fe es un don de DIOS, un regalo de su Gracia. No me extraña que el maligno se entretenga en oscurecerla.
ResponderEliminarPadre, muchas gracias por enseñarnos por aquí, a pesar de su poco tiempo. A mi particularmente, me hace mucho bien leerle. Muchas gracias por todo. DIOS le bendiga.
Antonio Sebastián:
EliminarDepende de lo que entendamos por "Amor", porque éste, en Dios que es Amor, no anula ni contradice su Logos.
Por eso lo intelectual, la reflexión, el pensamiento, ni se contraponen al Amor ni se contraponen a Dios. Sería imposible entender entonces la Revelación y bastaría aludir a un simple sentimiento de amor, lo afectivo y emotivo... ¡pero no es eso!
Dios es sumamente inteligente -el que más- y la inteligencia hay que usarla y emplearse a fondo en ella, que Dios da su gracia para ello.
Un saludo in Domino.
Padre Javier:
ResponderEliminarSolo manifiesto que he encontrado algunas personas en las que se da lo que he escrito.
Eso es muy diferente a que yo piense que el AMOR pueda contradecir o anular el LOGOS.
Me muevo en un entorno de personas indiferentes, o realmente combativos contra la Fe. En ese entorno, he encontrado encontrado personas para las que todo lo que no sea sesudas reflexiones y artificios intelectuales, no lo encuentran racional. Si, noto el aliento del maligno en algunas cosas. Nihilistas, ateos recalcitrantes, y blasfemos varios. Dentro de ese entorno, he tenido ocasión de tener más de un debate y las armas dialécticas son esas sesudas reflexiones y artificios intelectuales, desde la ideología de género, hasta los más trasnochados coletazos del mayo del 68. Ahí he encontrado esas posturas. En ningún momento, y de ninguna manera yo pienso que el LOGOS pueda ser incompatible con el AMOR. Yo soy de los que piensa que son la misma cosa, en el sentido en el que tanto el LOGOS, como el AMOR proceden de DIOS.
Respecto al AMOR, con lo que llevo a las espaldas, no creo que tenga mucho que ver con nada de eso, del emotivismo y demás. El AMOR de CRISTO, es algo a lo que están ciegos determinadas personas y determinadas posturas "intelectuales", y fíjese padre, que lo pongo entre comillas.
Una vez más, le pido perdón Padre, por no haberme sabido explicar mejor. A veces, lo que escribo es un pensamiento en voz alta, en relación a un contexto muy concreto y a unas personas determinadas.
Desgraciadamente, el contexto en el que me muevo, "no es muy afín a la Fe". Lo escribo entre comillas por que la expresión la escribo como eufemismo.
Abrazos en CRISTO, Padre, DIOS le bendiga.
Antonio, me permito reflexionar con vd y con don Javier en este salón parroquial sobre el tema que expone en sus comentarios desde mi experiencia. La mayor parte de los católicos españoles vivimos en ambientes secularizados e indiferentes; en nuestros ambientes encontramos personas con una seria formación intelectual así como personas meramente “informadas “por los medios de comunicación y algún “dudoso libro” y/o conferencia.
EliminarBien, ante los primeros (los menos), creo que es importante escucharles con serenidad pues, aún siendo cierto que la Verdad es Cristo, ni la vida de los católicos laicos ni nuestros argumentos suelen testimoniar la fe. Y es importante escucharles por varios motivos: porque cuando parecen atacar a la Iglesia, a quienes están atacando realmente es a nosotros y nuestro comportamiento; porque no todo lo que dicen es falso, es más, nos revelan a veces lo que hacemos mal, nuestra infidelidad a Cristo; porque podemos plantar la semilla de la fe y porque es bueno conocer al “enemigo” para poder prevenir y repeler los ataques así como para defender a Cristo y a su Iglesia; sería diferente la situación en Europa si los ataques del siglo pasado se hubieran previsto. Escuchar su razonamiento, rebatirlo serenamente pero con firmeza, darles la razón cuando la tienen, refutarles cuando se equivocan, ofrecer soluciones, hacerles preguntas; normalmente se gana un amigo, se le hace pensar, se siembra una semilla y se reflexiona sobre uno mismo. En todo caso, para evangelizarlos debemos acceder desde nuestra Fe y nuestra razón a su mundo intelectual.
En cuanto a los meramente “informados” suele bastar, para cortar sus desvaríos ignorantes, con la “pregunta y repregunta”, aunque tampoco con éstos servirán para evangelizarlos palabras de nuestras catequesis y homilías si no las vertebramos con nuestra razón, con nuestros conocimientos sobre el ser humano y sobre el mundo. Y muchas veces, ni volcando razón y fe tendremos resultados pues, sin argumentos, se batirán en retirada pero se lo pensarán dos veces antes de hablar sin fundamento alguno.
Un saludo
Julia María, agradezco profundamente tu comentario. Y creo que tienes toda la razón.
ResponderEliminarEn realidad yo estoy hablando de determinadas personas que como argumento utilizan directamente un insulto, una blasfemia o una descalificación directa. Ante un exabrupto, un improperio o una blasfemia, no hay lugar para escuchar, ni para mantener un debate. En estos casos concretos, que no son la mayoría, yo me limito a escuchar y rezar por ellos. Solo a esos casos hacía referencia en el comentario anterior. Y créame Julia María, no se piensan ninguna vez antes de hablar sin fundamento alguno.
En realidad, me gustaría mucho contar con Usted, Julia María y con don Javier, en esas situaciones y con esas personas concretas. Aprendería muchísimo y me proporcionaría mucha paz.
Saludos. Sigo rezando. DIOS la bendiga.
Gracias por su amabilidad, Antonio.
ResponderEliminarY ¿por qué no ha lugar el debate en los casos que señala? Al que pronuncia un exabrupto, blasfemia o improperio es posible interpelarle formulándole preguntas, precisamente por amor a Cristo y por amor a ese prójimo que se encuentra tan perdido como para ofender al Dios en el que quizá dice no creer o creer a su modo.
Dice vd que no piensan antes de hablar sin fundamento alguno. La primera vez es así, la segunda y puede que algunas más, hasta que la solidez y serenidad de nuestros argumentos les convence de, al menos, la inutilidad de su ataque. Además, nuestros argumentos no sólo pueden beneficiar a aquel a quien se dirigen sino tambien a todos aquellos que nos puedan escuchar.
Mucha culpa del envalentonamiento de los no creyentes "atacantes", e incluso de los que llamándose a sí mismos católicos mantienen públicamente argumentos insostenibles en pura fe y razón, la tenemos los católicos laicos que decimos querer ser fieles a causa de nuestro silencio, larguísimo en el tiempo, y a nuestra falta de recursos a la hora de rebatir la falsedad y el error.
Un saludo.
Si, Julia María, tiene Usted mucha razón. Yo hablo por ejemplo, de los núcleos duros de los grupos de presión gays y demás. Supongo que alguna vez habrá podido ver los insultos, blasfemias y demás de ciertas celebraciones del orgullo gay. Por ejemplo, como también a las manifestaciones ateas, por ejemplo en la JMJ en Madrid, en plena Puerta del Sol Madrid. Recuerdo la actitud de los peregrinos en la plaza del Sol, aguantar y rezar con la cruz en la mano; cuando no, soportar junto a los insultos, empujones y demás. Si, Julia María, los católicos somos responsables de algunas cosas. De otras no. Los católicos no somos culpables de todo.
ResponderEliminarEn ningún caso he hecho referencia los demás.
Lamento mucho y pido disculpas por no haberme expresado con mayor claridad en mi primer mensaje relativo a esta cuestión. Sinceramente, creí que me expresaba con más corrección.
En realidad intuyo, que estamos totalmente de acuerdo en esta cuestión.
Sigo rezando. DIOS la bendiga
Se expresa vd perfectamente, Antonio. Menciona vd dos situaciones especiales. Sí, he visto y oído los insultos en la JMJ en los medios de comunicación, aunque no se produjeron delante de mí. Los chiquillos (habría podido ser uno de los míos), que aguantaron rezando, hicieron bien porque hubieran sido agredidos fisicamente al intentar hablar; sobre los adultos que lo presenciaron (creyentes o no creyentes) no tengo la misma opinión.
EliminarYo no he dicho que los católicos seamos culpables de todo; sí, que pecamos por omisión cuando, pudiendo hablar, callamos.
Solamente intervengo para saludar en medio del diálogo que habéis entablado; saludar, que no moderar, porque no hace falta.
EliminarPax!!!
Si, María Julia, pudiendo hablar callamos, y pudiendo callar hablamos. De todo hay. Pero ante todo, escribo para agradecerle todas sus observaciones, tan lúcidas como llenas de sensatez. Abrazos en CRISTO. DIOS la bendiga. Sigo rezando
ResponderEliminarPor otra parte, Julia María, sigo terco y recalcitrante. En algunos contextos concretos, y con algunas personas concretas, intuyo que lo mejor es callar y orar.
EliminarSigo rezando. DIOS les bendiga.