Comienzo aconsejando un libro que me ha gustado especialmente y que he leido en estos días: Presente y futuro del Concilio Vaticano II, del cardenal Marc Ouellet, en la BAC popular Madrid 2013, 250 pp. Es un libro-entrevista con intuiciones muy buenas y una explicación de claves teológicas del Concilio Vaticano II muy asequibles para todos, a la vez que hondas, claras, certeras. Puede aportar mucho a quien lo tome serenamente entre sus manos.
En dicho libro, el cardenal Ouellet habla de la Presencia del Señor en la Eucaristía como una expresión máxima de amor y humildad en donde Cristo se "reduce" para hacerse cercano. Sigue en la Eucaristía el Misterio de Kénosis, humillación, anonadamiento, que comenzó haciéndose pequeño en su Encarnación.
La cercanía de Cristo en el Sagrario de cada parroquia, de cada iglesia, permite al fiel cristiano arrodillarse y orar tranquilamente. Mucho depende del tiempo y calidad de nuestra adoración eucarística. Mucho en nuestra existencia dependerá del tiempo real que saquemos para estar con el Señor en el Sagrario (o en la exposición del Santísimo en la custodia) y dejarnos amar por Él mientras le vamos abriendo los entresijos de nuestra alma, nuestros miedos y desconfianzas, nuestras luchas y las debilidades que nos superan.
Es así: la adoración eucarística es vital para nuestro ser cristiano; el tiempo de Sagrario es una inversión en calidad de vida, en forma cristiana para nuestra alma.
Aquí, en este blog, sabemos la importancia que le hemos de dar siempre. Hoy, en tiempo pascual, y con las palabras del cardenal Ouellet, volvemos a recordar lo evidente: necesitamos el Sagrario, necesitamos tiempo de adoración eucarística, de estar ante el Santísimo.
"...Le agradezco que aluda a esto para que podamos volver sobre el modo pasividad. ¿Por qué? Porque es el modo final de Cristo. Si tomamos su modo eucarístico, ¡qué modo tan pasivo! Se comprime, por así decirlo. Podríamos decir que el misterio de la pasión de Cristo se reduce al estado de una cosa, si bien la celebración eucarística es el acontecimiento escatológico de su muerte y resurrección que irrumpe en medio de nosotros, de nuestra asamblea, a través de signos, palabras y gestos. Pero es siempre ese mismo acontecimiento.Su presencia viva permanece en los signos que subsisten: su presencia en el sagrario. Allí está presente en modo pasivo, podríamos decir. Nos atrae, nos espera, experimentamos su presencia consoladora, reconfortante y vivificante. Nos permite asociar nuestras pasividades a su amor, en la certeza de que Cristo nos ha salvado más por su pasión que por su acción. Su pasión es la clave de la salvación. Dio su consentimiento a ser entregado, lo cual dirige nuestra mirada nuevamente al Padre, que es la fuente de la salvación y el punto de llegada de la salvación. El Padre permanece como un misterio, el misterio del Amor fontal del que no podemos dar una explicación última. ¿Por qué? Porque el amor es la razón última y no podemos remontarnos más allá del Padre. Lo entendemos a partir de nuestra condición de criaturas en el Hijo: el Hijo es el Logos del Amor, pero el Amor precede al Logos. No hay ninguna razón superior al amor, que es la explicación definitiva: todo debe ser comprendido a partir del amor y no explicado con otras razones" (pp. 161-162).
Muy inteligentemente se expresa el cardenal Ouellet.
ResponderEliminarMe gusta especialmente la forma de hablar, el modo pasivo de la reducción de Cristo a ser sujeto de la entrega eucarística.
Me han entrado ganas de leer el libro. Allá voy.
Saludos
A mí me pareció deliciosa esa forma de hablar del cardenal Ouellet.
EliminarEl libro es muy bueno a mi gusto.
Un abrazo grande!!!!
En algún momento, se me ha pasado por la cabeza, que si acudiéramos más al Sagrario, nuestros sacerdotes tendrían algo más de tiempo libre. Pero bueno, puede que solo sea una ocurrencia.
ResponderEliminarPor lo demás, intuyo que mi Fe, se debe sobre todo al Sagrario.
Muchas gracias por su sugerencia, Padre. La anterior (Audi Filia) que me hizo me resultó altamente disfrutable. Aún tengo pendiente a von Balthasar, aunque conservo el listado de obras "fáciles", aún siento algo de susto. Esta recomendación me resulta mucho más cercana. DIOS le bendiga.
Antonio Sebastián:
EliminarSin duda, todo iría mejor si dedicáramos mucho más tiempo a estar quietecitos con el Señor en el Sagario. Sí, mucho mejor.
Este libro del Cardenal Ouellet es muy fácil y accesible y vale la pena.
Saludos.
"La cercanía de Cristo en el Sagrario de cada parroquia, de cada iglesia, permite al fiel cristiano arrodillarse y orar tranquilamente".
ResponderEliminarPues yo discrepo del cardenal aunque sean muy hermosas sus palabras, comprenda su intención y coincida con él en otras de sus enseñanzas. Para mí, Jesús está totalmente activo en el Sagrario aunque el hombre hiperactivo de los últimos siglos no lo perciba así. No sé quien dijo algo parecido a esto: "si se dejase de celebrar el santo sacrificio de la Misa el mundo desaparecería", y el santo sacrificio nos da el Pan bendito, la Sagrada Forma de pan que no por permanecer en el Sagrario está pasivo como no está pasivo en la cruz. Él quiso quedarse con nosotros.
A veces se quiere restar importancia a su presencia en el Sagrario alegando que la reserva tiene origen en el deseo de llevar la Eucaristía a los mártires, como si esta piadosa actitud de los primeros cristianos pudiera justificar la falta de respeto y de amor de quienes así alegan. Lamentablemente lo que se muestra en la actitud externa de muchos fieles y de algún sacerdote no denota que Jesús está en el Sagrario de forma que, arrodillarse y orar tranquilamente o arrodillarse para recibir la Eucaristía, puede suscitar miradas y comentarios sarcásticos.
En oración ¡Qué Dios les bendiga!
Julia María:
Eliminar¡Qué bien!, hacía tiempo que no nos "peleábamos" y ya era hora. Tanta armonía y cordialidad me resultaba ya "aburrido".
A mí ese pasivo teológico de Cristo en la Eucaristía sí me gusta y más de una vez vd. lo ha leído en este blog al hablar de la adoración eucarística.
Cuando se encarnó, el Verbo se dejó hacer, se dejó... se anonadó... y así, analógicamente, permanece en la Eucaristía. Para mí es clarísimo: se expone, se despoja y se da.
Eso, desde luego, no es pasividad por parte de Cristo, sino la mayor actividad redentora.
Y no quito ni resto fuerza a su Presencia real en el Sagrario, a la importancia que tiene, etc., pero eso ya lo sabía vd...
Seguimos "peleando". Precisamente porque se expone, se despoja, se da, se entrega, no es pasivo Cristo para mí sino que su "acción" es diferente en cada una de "sus presencias". Desde la Modernidad unimos activo con movimiento al igual que vinculamos descanso con inactividad pero a mí me parece que activo-pasivo es una distinción que va más allá de la actividad de movimiento.
EliminarPor ejemplo, y salvando las distancias con Jesús, las personas en estado de coma no están en movimiento pero su mente puede no estar pasiva, su mente (con excepción de muerte cerebral) puede producir pensamientos; recuerdo una película que me impactó hasta hacerme llorar, un excombatiente, gravemente dañado, sin movimiento, sin vista, sin habla, que narra sus pensamientos.
Un saludo cordialísimo en la "pelea".
Julia María, ¿se trata de la película, "Johnny cogió su fusil" en inglés: "Johnny Got His Gun" de Dalton Trumbo?
ResponderEliminarPor favor, sigan peleándose. Si la sangre llega el río habría que intervenir.
Sigo rezando.