viernes, 12 de abril de 2013

El evangelio de Jn en Cuaresma y Pascua (II)



I. La lectura de san Juan en la Cuaresma


3. Jn 4 y 5: El signo y la confrontación

            La lectura cuaresmal comienza con Jn 4, una curación, y Jn 5, es decir, la curación del paralítico en la piscina de Betesda. En el cuarto evangelio los milagros son propiamente “signos”, en número escaso, que provocan la fe y que son interpretados a continuación por discursos largos del Señor, de modo que el signo obrado le da pie para exponer su doctrina, aclarar el sentido del signo y darle todo su alcance salvífico. El milagro es la base del discurso. “Aunque Jn no llame explícitamente nuestra atención sobre ello, este relato continúa la serie de “signos” especiales que ponen de manifiesto el cometido de Jesús como vivificador. De nuevo la palabra de Jesús es suficiente para realizar aquello de que no eran capaces las “aguas del judaísmo””[1].


            En Jn 5, tras curar al paralítico, comienza la polémica: está en juego reconocer de dónde viene el poder salvador, si de la ley de Moisés y del sábado o de la persona misma de Jesús. El judaísmo se muestra agotado en su capacidad salvífica; la novedad salvadora es la Persona del Señor.

            Los judíos niegan el poder de la persona de Jesús y sus palabras: se desencadena –y así se lee en Cuaresma y por eso se lee en Cuaresma- una confrontación con Él, recalcando que es el Hijo (en sentido propio) con poder de juzgar, dar vida y resucitar. Hay en todo momento unidad de voluntad y acción del Hijo con el Padre. Atribuirse poder sobre la vida y la muerte es atribuirse el poder mismo de Dios –según Dt 32,39-. Y así, haber curado al paralítico es un signo de ese poder.


            Los judíos no lo quieren aceptar, rechazando así al Padre también y apartándose de la fuente de la vida. El conflicto radica en que Jesús afirma y pretende una filiación divina peculiar, eminente, única, real y no simbólica o figurada y reclama una autoridad que le hace ser igual a Dios. Cristo alude incluso al testimonio que las Escrituras dan de Él, pero “los judíos a los que aquí se reconviene, no caen en la cuenta de que son precisamente las Escrituras las que testifican en favor de Jesús, remitiendo a él. No se acomodan a la interpretación cristológica de la Escritura. Y ello es, en el sentir de Juan, la consecuencia última de que no quieren seguir el testimonio de la Escritura que señala a Jesús como el verdadero donador de la vida. No quieren llegarse a Jesús y creer”

            “La imposibilidad de creer se debe, según las palabras de Jesús (Jn 5,41-44), a que los judíos no buscaban a Dios, se buscaban a sí mismos. Hacían muchas cosas para ser vistos (Mt 6,1.5.16…), no por amor a Dios. La gloria de los hombres es el honor, el prestigio, el respeto, la posición social, los privilegios de clase o de profesión… que corren un grave riesgo cuando alguien se compromete y lucha por la gloria de Dios o por su manifestación entre los hombres”[2]. Es una incredulidad voluntaria por parte de los judíos.

            El leccionario cuaresmal, con el título (el resumen en rojo antes del evangelio) de cada evangelio, nos da la clave para este capítulo:


Lunes IV: Jn 4,43-54, “Anda, tu hijo está curado”

Martes IV: Jn 5, 1-3. 5-16, “Al momento aquel hombre quedó sano”.

Miércoles IV: Jn 5, 17-30, “Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere”.

Jueves IV: Jn 5, 31-47, “Hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza”.



[1] AA.VV., Comentario bíblico San Jerónimo (: CBSJ), Vol. IV, Herder, Barcelona 1972, p. 446.
[2] AA.VV., Comentario al Nuevo Testamento (: CNT), La Casa de la Biblia, Madrid 1995, p. 286.

6 comentarios:

  1. “Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua. Cuando yo voy, otro se ha metido antes”. (Juan 5,1-3.5-16)

    Si me permite, padre Javier, me gustaría hacer hincapié en el tema del agua y la piscina de las curaciones, llamada Betesda, el agua sanadora que es Jesucristo.
    No es el agua la que cura al paralítico, es la palabra de Jesús mismo. Él es quien le dice al paralítico: “levántate, toma tu camilla y camina". Fue una palabra de salvación: “aquel hombre quedó sano, tomó su camilla y comenzó a caminar”.
    Y encima, en sábado. “Por este motivo perseguían los judíos a Jesús, por hacer tales cosas en sábado”. ¡Cómo somos los hombres, siempre tan cortos de miras! (un tema de debate: ¿El hombre se debe a las leyes o las leyes al hombre?)
    PD: Perdone que no le haya escrito antes a sus solicitud de cómo se vive la Semana Santa en Malta. Decirle que en cada calle se respiraba el recogimiento propio del Viernes Santo: 7 visitas por la mañana a las iglesias y procesiones por la tarde, con bastantes menos nazarenos que en España, lo cual agradezco, y cinco pasos de bella factura recordando la Pasión, en medio de un silencio por las calles adornadas de cruces hechas con bombillas.
    Le confieso que cuando entré en una misa, me asusté. Por un momento pensé que habíamos llegado a Pentecostés porque la gente allí congregada hablaba lenguas extrañas…pero no, es que allí hablan en inglés.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La colmena:

      Gracias por escribir.

      Sí que somos cortos de miras los hombres. Juzgamos como hombres y no pensamos como Dios, que dijo Cristo a Pedro. Estamos en la tensión dramática, la leída durante las ferias cuaresmales.

      Y de paso:

      Que hablen en inglés no me sorprende mucho (claro que yo no tengo ni idea de ingles)... pero, ¿qué me cuenta de la asistencia, participación, canto, en las celebraciones del Triduo pascual y especialmente de la Vigilia pascual? ¿No me cuentas nada?????

      Eliminar
  2. San Juan narra únicamente 7 milagros de Jesús (algunos especialistas consideran que son 8, lo que incluiría “el octavo día”). En todo caso no es casualidad que el apóstol se limite a 7 u 8 signos (semeia), puesto que en la Biblia el número 7 significa perfección, culmen. Además, san Juan quiere que nos demos cuenta de este extremo y así al final del primer signo lo enumera, después del segundo lo significa como segundo signo. Parece como si quisiera que nosotros los enumeráramos.

    Y ¿por qué? Porque Juan tiene un concepto diferente de milagro al que tienen el resto de los evangelistas. Para él, Jesús no hace milagros por compasión de la gente como hacen ver los otros Evangelios a fin de enfatizar la proximidad del Reino de Dios, sino que Jesús al obrar el milagro en el cuarto Evangelio se revela a sí mismo, revela algún aspecto o faceta de su persona, de su intimidad. Juan quiere que miremos más allá, que miremos “detrás del milagro”. Jesús afirmó haber hecho “obras que ningún otro ha hecho”: 600 litros de agua convertidos en vino, una cantidad desorbitada para la fiesta de un pueblito, curación del hijo del funcionario real a gran distancia, curación de un hombre enfermo durante 38 años…

    O el milagro apunta a Jesús y la vida del creyente apunta a Él, o mejor apagamos la luz y cerramos la puerta.

    Ah... por lo que leo a la colmena se le ha pegado algo de la teoría sobre la naturaleza jurídica de las leyes. Por cierto y al hilo de su comentario, estaban impactados por la numerosa asistencia a las celebraciones litúrgicas del Triduo Pascual en Malta.

    En oración ¡Qué Dios les bendiga!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Julia María:

      Bien explicado la categoría "signo" en san Juan, más que la de milagros en los sinópticos o como entendemos, habitualmente, el término "milagro".

      Lo de las leyes, ¿vendrá de familia, supongo? ¡A ver dónde acaban!

      Pero el comentario de La Colmena, sus hijos, peca de brevedad, de concisión, de mutismo. ¡¡Qué poco cuentan de Malta!! Y mira que les pregunté claramente y les dije que luego lo describieran... Les falta locuacidad.

      Eliminar
  3. Evangelio de San Juan signo y confrontación. Los profetas ya lo habían anunciado así. La piedra que desecharon los arquitectos es la piedra angular. No me extraña que escribas y fariseos se quedaran descolocados. Supongo que habría que estar en su piel para saber hasta que punto se sintieron desubicados por CRISTO. Los cambios espirituales en el alma de cada criatura para pasar de la mentalidad del Antiguo Testamento al Nuevo Testamento, intuyo que debieron ser brutales. Realmente, no creo que me hubiera gustado estar en su pellejo. Me da por pensar que debió de ser muy duro para ellos.
    El caso, es que al fin y al cabo, CRISTO nos dejó lo único que importa. Amarnos los unos a los otros como EL nos amó. Se me pasa por la cabeza, que realmente esa es la verdadera Resurrección de cada instante de nuestras vidas. Alabado sea DIOS.
    Abrazos en CRISTO, Padre. DIOS le bendiga. Sigo rezando.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Antonio Sebastián:

      Estaban totalmente desubicados. La pretensión divina de Jesús los descoloca y no quieren creer, ni atender a los signos que les ofrece Jesús.

      Cristo nos dejó lo único que importa: más que un sentimiento de amor, nos dejó su redención, su santificación, el acceso a la vida divina y por tanto su Caridad, su Ágape, capaz de transformar nuestro corazón para amar de modo divino.

      Saludos!!!

      Eliminar