II. La lectura en la
Pascua
Llegados
a la Pascua,
el evangelista san Juan nos va a acompañar con los textos más sacramentales de
su evangelio y con la revelación plena de Jesús en los discursos de la última
Cena. Ya es otra perspectiva, otra clave, otra dinámica. Es un sentido
diferente.
Éste es el
tono del leccionario ferial de la
Pascua:
“El tono pascual de la palabra de Dios viene dado por la selección de las lecturas de los Hechos de los Apóstoles, del evangelio de Juan y de otros textos que se pueden considerar bautismales, con una referencia a la vida nueva o con una proyección a la vida escatológica (1 de Pedro, 1 de Juan, Apocalipsis)… Se leen los textos evangélicos de Juan porque se trata del evangelio espiritual y el evangelio de los signos y de los sacramentos, con lecturas sacramentales y simbólicas para las ferias y los domingos”[1].
6. Lectura sacramental del evangelio
El
cuarto evangelio posee una lectura sacramental muy marcada: el agua, nuevo
nacimiento, el pan de vida, la luz… realidades que son ocasión de equívocos al
oyente, pero que Jesús mismo va llevando a una comprensión nueva y renovada. Él
va a dar la vida abundante y lo hará mediante los sacramentos de la Iglesia.
Más
que unas palabras específicas, son discursos simbólicos que se refieren a la
vida sacramental, a la acción salvadora de Cristo mediante signos.
“Un
aspecto importante es la doctrina sacramental de Juan. En los sinópticos se
alude al bautismo (Mt 28,19) y a la institución de la eucaristía (Mt 26,26ss
par.). Jn no tiene estas alusiones “corporales” a los sacramentos, pero el
evangelio está lleno de doctrina sacramental. Ninguno de los “signos” de Jesús
es tan significativo como aquellos que apuntan a la vida sacramental de la Iglesia: el vino de Caná
que sustituye al agua de las purificaciones de los judíos (2,1-11), el agua
vivificadora que procede de Cristo (3,5-7; 4,10-14; 7,37-38), el pan celestial
que es su carne (6,51): todos ellos representan a los sacramentos, que derivan
su eficacia de la obra redentora de Cristo y confieren el Espíritu Santo, el
cual es la vida de la Iglesia
(19,34; 1Jn 5,6.8). El don del mismo Espíritu explica que la Iglesia tenga poder para
perdonar los pecados (20,22s). Paralelamente, Juan presta una gran atención a
los ritos y al calendario litúrgico del judaísmo –puede decirse que su
evangelio gira en torno a las principales festividades judías- sólo para
demostrar que han sido sustituidos en el cuerpo resucitado de Cristo, la Iglesia, que ha sustituido
al templo judío (2,20) y en la que se rinde culto a Dios en espíritu y en
verdad (4,23)”[2].
Esa
lectura sacramental propia del cuarto evangelio, es la que el leccionario va a
ofrecer durante los cincuenta días pascuales, una vez cerrada la Octava.
Para Juan, Jesús es la luz que nos ilumina, la vida que nos vivifica y resucita, la verdad que nos enseña, el camino al Padre, el pastor que nos guía, el pan vivo que nos alimenta, el agua viva que nos sacia, el vino nuevo que nos embriaga.
ResponderEliminarLa Santa Madre Iglesia, sabiamente, nos sumerge en el agua y la sangre del costado de Cristo, nos hace renacer en el agua y en el espíritu, un nuevo nacimiento, y de su mano maternal recibimos el verdadero pan.
En esta colmena, además de miel, podemos encontrar al economista-escritor, a la economista-artista, a la jurista que estrena su flamante bufete, al economista solidario y trotamundos, a la senderista que quiere ser políglota y al jurista tranquilón; los de la ciencia experimental se encuentran en colmena hermana anexa; de momento ganan "los números" Todos y cada uno tienen muy entretenida a la ”obrera-reina”.
En oración¡Qué Dios les bendiga!
Mi querida amiga Julia María: ¿pueda llamarla así, amiga, aunque no nos conozcamos?
EliminarO muestra vd. más discrepancia y debatimos, o esto es aburridísimo porque al final estamos de acuerdo en un 98 % de los días y de los temas. Pero me alegra que haya sintonía.
Veo que la colmena es multiforme y variada. ¿Quién escribe aquí? ¿El economista entonces? Yo, dada mi relación personalísima con un abogado que para mí es mi hermano (un hermano), me tira más el Derecho que la economía, pero, ¡bendito sea Dios!, recibo aquí a las abejas obreras y a la abeja-reina con todo afecto.
No oculto que me tiran más las letras...
Saludos.
Abundan en la historia ejemplos de amistad epistolar de personas que nunca se conocieron personalmente. Y sólo con papel, pluma, sello y correo a caballo ¡No había nacido Internet! Ahora es más fácil que la amistad no dependa del espacio sino de la sintonía de los pensamientos y sentimientos sobre las cosas humanas y divinas, unido a la bondad y al mutuo afecto, a salvo la peculiaridad específica de cada uno de los amigos. Actualmente está infladísima la valoración del concepto conocer en razón únicamente de la cercanía espacial.
EliminarPero no me bostece..., seguiremos divirtiéndonos compartiendo en la discrepancia.
Escriben los economistas por delegación, sobre todo el escritor; ya sabe, su amor a “juntar letras”.
Un abrazo.
Julia María:
EliminarEs capaz de argumentar vd. hasta la saciedad con variedad de recursos. ¡Me rindo! Tenéis la razón con esa exposición de la amistad epistolar. Claudico, me retiro, no presento recurso.
Espero realmente seguir divirtiéndonos juntos también con las discrepancias.
O sea, ¿un grupo de abejas-obreras que son economistas y escribe uno de ellos, el más "literato"? ¡Qué peligro de Colmena! ¡Socorrooooo!
Podría ser que no haya ninguna diferencia entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. DIOS es AMOR, simple. Parece que la Gracia del Espíritu Santo ha incendiado el alma humana para comprenderlo, después del sacrificio del Cordero.
ResponderEliminarSigo rezando. DIOS les bendiga.
antonio Sebastián:
EliminarHay diferencias y continuidad, porque del Antiguo al Nuevo transcurre una línea ascendente cuya cumbre es Cristo, que lo revela todo, quitando el velo que impedía hallar su verdadero sentido.
Saludos.
Gracias por sus saludos, Padre. Si, Padre, habrá diferencias entre ambos. Sin embargo, me da por pensar que DIOS es AMOR en el Antiguo Testamento, y DIOS es AMOR en el Nuevo Testamento.
ResponderEliminarMi nula formación hace que esas diferencias no sean tan evidentes. Tanto en los salmos, (en algunos) DIOS es AMOR, y en las profecías de los profetas también aparece ese DIOS que es AMOR.
Evidentemente, no voy a entrar en controversias con Usted en esta cuestión, por razones obvias. El desequilibrio es apabullante.
Solo expreso mi percepción pobre y personal sobre la idea, que me parece esencial, de que DIOS es AMOR, desde el origen de la Alianza con Abraham hasta la Pasión de CRISTO, como Cordero del Sacrificio. Sin de ningún modo, entrar en esas diferencias entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Y me da por pensar que las diferencias no estriban en DIOS, Nuestro Creador, sino en la dureza de corazón de sus criaturas.
Sigo rezando. Abrazos en CRISTO, Padre. DIOS le bendiga.