jueves, 4 de abril de 2013

El óleo de los enfermos (Óleos - II)

El segundo óleo en importancia que se bendice en la Misa Crismal, es el óleo de los enfermos, y será la materia sacramental para ungir a los enfermos.



Con una antigua y venerable fórmula, que la hallamos en los antiguos Sacramentarios, el obispo bendice aceite diciendo:

Señor Dios, Padre de todo consuelo,
que has querido sanar las dolencias de los enfermos por medio de tu Hijo:
escucha con amor la oración de nuestra fe
y derrama desde el cielo tu Espíritu Santo Defensor sobre este óleo.

Tú que has hecho que el leño verde del olivo
produzca aceite abundante para vigor de nuestro cuerpo,
enriquece con tu bendición + este óleo,
para que cuantos sean ungidos con él
sientan en el cuerpo y en el alma
tu divina protección
y experimenten alivio en sus enfermedades y dolores.

Que por tu acción, Señor,
este aceite sea para nosotros óleo santo,
en nombre de Jesucristo, nuestro Señor.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Vayamos a la mistagogia, al sentido profundo, de este óleo siguiendo la predicación homilética del papa Benedicto XVI:

"Después está el óleo de los enfermos. Tenemos ante nosotros la multitud de las personas que sufren: los hambrientos y los sedientos, las víctimas de la violencia en todos los continentes, los enfermos con todos sus dolores, sus esperanzas y desalientos, los perseguidos y los oprimidos, las personas con el corazón desgarrado. A propósito de los primeros discípulos enviados por Jesús, san Lucas nos dice: “Los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos” (9, 2). El curar es un encargo primordial que Jesús ha confiado a la Iglesia, según el ejemplo que Él mismo nos ha dado, al ir por los caminos sanando a los enfermos.

Cierto, la tarea principal de la Iglesia es el anuncio del Reino de Dios. Pero precisamente este mismo anuncio debe ser un proceso de curación: “…para curar los corazones desgarrados”, nos dice hoy la primera lectura del profeta Isaías (61,1). El anuncio del Reino de Dios, de la infinita bondad de Dios, debe suscitar ante todo esto: curar el corazón herido de los hombres. El hombre por su misma esencia es un ser en relación. Pero, si se trastorna la relación fundamental, la relación con Dios, también se trastorna todo lo demás. Si se deteriora nuestra relación con Dios, si la orientación fundamental de nuestro ser está equivocada, tampoco podemos curarnos de verdad ni en el cuerpo ni en el alma. Por eso, la primera y fundamental curación sucede en el encuentro con Cristo que nos reconcilia con Dios y sana nuestro corazón desgarrado. Pero además de esta tarea central, también forma parte de la misión esencial de la Iglesia la curación concreta de la enfermedad y del sufrimiento. 

El óleo para la Unción de los enfermos es expresión sacramental visible de esta misión. Desde los inicios maduró en la Iglesia la llamada a curar, maduró el amor cuidadoso a quien está afligido en el cuerpo y en el alma. Ésta es también una ocasión para agradecer al menos una vez a las hermanas y hermanos que llevan este amor curativo a los hombres por todo el mundo, sin mirar a su condición o confesión religiosa. Desde Isabel de Turingia, Vicente de Paúl, Luisa de Marillac, Camilo de Lellis hasta la Madre Teresa –por recordar sólo algunos nombres– atraviesa el mundo una estela luminosa de personas, que tiene origen en el amor de Jesús por los que sufren y los enfermos. Demos gracias ahora por esto al Señor. Demos gracias por esto a todos aquellos que, en virtud de la fe y del amor, se ponen al lado de los que sufren, dando así, en definitiva, un testimonio de la bondad de Dios. 

El óleo para la Unción de los enfermos es signo de este óleo de la bondad del corazón, que estas personas –junto con su competencia profesional– llevan a los que sufren. Sin hablar de Cristo, lo manifiestan" (Hom. en la Misa Crismal, 21-abril-2011).

7 comentarios:

  1. Algunos pueden interpretar de las palabras del Papa emérito Benedicto XVI: “... sin hablar de Cristo, lo manifiestan “ en el sentido de que, cuando cuidamos a enfermos y a otros “necesitados”, no es necesario manifestar en razón de Quién lo hacemos. Creo que esta interpretación no se adecua al pensamiento de Benedicto XVI ni, en general, al Magisterio de la Iglesia.

    Amigos y conocidos, buenas personas, solidarias, que atienden solícitamente a enfermos y marginados e incluso dedican su vida profesional a actuaciones de este género, me han interpelado a veces así: “podemos hacer lo mismo que hacéis vosotros sin necesidad de creer en Dios ni en Jesucristo”. Y esto es real, lo hacen y bien, ya sea porque Dios les ha concedido un corazón bondadoso, ya sea por reflexión filosófica o porque sigue inserto de algún modo en la sociedad el principio cristiano de la dignidad del hombre. Además, en el estado moderno europeo tanto el mismo estado como asociaciones civiles se ocupan de la educación así como de la asistencia sanitaria y social, y seguirán haciéndolo a menos que el sistema económico y social que hemos creado termine de estallar por los aires. Y si sucediera, va a ser durísimo y nos van a necesitar, y mucho.

    En consecuencia, tanto para manifestar la gloria de Dios en Cristo (estamos en Pascua) como de cara a la nueva evangelización, creo que debemos rechazar esas interpretaciones; es necesario, a mi juicio, que toda actividad de asistencia o cuidado de los más débiles responda a lo que respondió la exclamación de Pedro: “no tengo oro ni plata, lo que tengo eso te doy, en nombre de Jesús el nazareno echa a andar”. Los hombres se engañan al pensar que puede existir verdadera fraternidad (no selectiva) sin nuestra fe.

    Seguimos en la Octava de Pascua ¡Qué el Señor resucitado nos bendiga!

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    1. De nuevo, Julia María, no puedo estar más de acuerdo. Lo hacemos en el nombre del Señor, para que se refleje la Gloria del Señor y por una caridad-Ágape que es más duradera que los meros sentimientos filantrópicos o compasivos.

      Feliz Pascua.

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  2. Pudiera ser que podamos hacer la Voluntad de DIOS, sin enterarnos, o sin ser conscientes de ello. Solo DIOS ve en el interior del alma humana, por eso los que creemos en CRISTO, tenemos una enorme responsabilidad en el mundo. Dar testimonio de la necesidad de CRISTO.
    Muchas gracias, Padre, abrazos en CRISTO.

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    1. No estoy muy seguro de lo que afirma; será que no lo entiendo.

      Cada día pedimos hacer la voluntad del Padre en la tierra como se ejecuta de inmediato en el cielo. ¿Somos conscientes de hacer su voluntad? Espero que sí y espero que seamos llevados por la Gracia que nos impulsa al bien.

      Saludos.

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  3. Tendremos que hablarlo la próxima vez que nos veamos. Lamento mi poca habilidad para expresarme.

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  4. De todas formas, Padre, intentaré explicarlo ahora un poco mejor. Mi comentario iba en el sentido de un texto evangélico. Cuando CRISTO llama a los benditos del Padre, estos preguntan algo así como: " ¿Señor, cuando te vimos con hambre y te dimos de comer? ..... " Me da por pensar, que estos estaban haciendo la Voluntad del Padre, sin ser muy conscientes de ello. La Gracia de DIOS, impulsa a actuar y con la sencillez de lo natural, se hace sin más. Sin preguntas, ni reflexiones.
    Posiblemente sea una interpretación errónea de ese pasaje, e incluso herética. Pero bueno, por aquí me asomo para aprender, y Usted Padre, enseña muy bien. Feliz sábado, Padre. Abrazos en CRISTO. DIOS le bendiga.

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    1. Intervengo sólo para reflexionar conjuntamente, sin entrar en interpretaciones del Apocalipsis. La opinión mundana generalizada (y se ha ido extendiendo entre los católicos) sustenta que es indiferente creer en Jesús, en Buda, en Confucio... ser animista o creer sólo en la realidad terrenal pues el hombre se convertirá en un manso corderito mediante acciones de solidaridad y desarrollo social.

      Si no levantamos la voz para decir que no es lo mismo ser un católico fiel que no serlo, para afirmar que la caridad que hace posible la fraternidad consiste en primer lugar en amar a Dios, que nos amó primero, como creador, padre, aliento y espíritu del hombre ¿para qué van a escuchar nuestro anuncio de la buena nueva y creer en Jesús de Nazaret?

      Tan es así que estamos viendo como se interpretan en medios de comunicación en ese sentido los discursos del Santo Padre y no es eso lo que está enseñando el Papa Francisco.

      Un saludo

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