jueves, 18 de agosto de 2022

La Gloria del Señor en Ez 43 (I)



Este pasaje (Ez 43,1-12) se inscribe en la última sección del libro de Ezequiel (40-48), que constituye la llamada "Torá de Ezequiel", por cuanto que es un código de alianza para el pueblo que va a volver a su tierra y porque tiene un carácter legislativo en referencia a los elementos cultuales. 



El Señor va a hacer de ellos un pueblo nuevo, ya que Él "arrancará de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne" (Ez 36,27), para que "vosotros seáis mi pueblo y yo sea vuestro Dios" (Ez 36,28). Será una situación radicalmente distinta.

A este retorno y alianza, responde esta última sección del profeta en que nos va a ir presentando un plan detallado de reconstrucción religiosa y política en Palestina. Conoce bien el pasado, pero intenta adaptar la legislación a nuevas circunstancias, ya que la restauración y alianza espiritual que el Señor quiere establecer requieren una nueva organización de la comunidad y una reforma en su culto.

 
         Con este contexto de fondo, podremos ir comprendiendo la riqueza del pasaje 43,1-12.

Me llevó luego hacia el pórtico, el pórtico que miraba a oriente, y he aquí que la gloria del Dios de Israel llegaba de la parte de oriente, con un ruido como el ruido de grandes aguas y la tierra resplandecía de su gloria. Esta visión era como la visión que yo había visto cuando vine para la destrucción de la ciudad, y también como la que había visto junto al río Kebar. Entonces caí rostro en tierra (43,1-3)


El pasaje tiene sentido a la luz de Ez 10,18-19 y 11,22-23; en ellos describe el profeta cómo abandona el templo la gloria del Señor, saliendo por la puerta de oriente. El Señor deja el templo, porque el pueblo ha sido infiel y tiene el corazón de piedra. Es en 43,1ss donde vuelve la gloria del Señor desde oriente y penetra en el templo para entablar una nueva alianza y establecer allí su morada para siempre.

Oriente es toda una clave teológica que indica siempre de dónde viene el Señor y de dónde viene la salvación. También aparece esta clave en otros profetas, especialmente en Habacuc: "El Señor viene de Temán, el Santo del monte Farán" (Hab 3,3). 

Oriente es el lugar del nacimiento del sol, de la aurora, signo siempre de la vida y del nacimiento en todas las religiones. El sol señal de salvación y vida es aplicado a Dios mismo que viene a salvar a su pueblo. Es como el sol que va creciendo hasta el mediodía y cuya luz lo abarca todo.

Es evidente que la gloria del Señor designa al mismo Yahvé, haciendo un giro para no nombrar directamente su nombre santo.

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