lunes, 12 de agosto de 2019

Historia de salvación del orante

                La oración, ¡qué fácil y qué difícil hablar de ella! 

Se da por supuesto su necesidad, su importancia radical y fontal en la vida del cristiano. Incluso se crean escuelas de oración, y se enseñan métodos y técnicas de oración y es justo reconocer el gran avance que en este campo se ha ido produciendo. 



Se comienza a redescubrir la necesidad de la escucha de la Palabra, de la oración sálmica y de los procesos de oración contemplativa.

                Hemos de dar gracias a Dios porque, afortunadamente, la oración se está convirtiendo en el humus cristiano, en la base existencial del peregrinar histórico. Aunque aún queda un gran recorrido por hacer, muchos avances, muchos tanteos y, también, ciertos fracasos. Pero orar y enseñar a orar será el gran reto de un cristianismo vivo para que la mentalidad del pragmatismo y de lo fáctico, que penetra por las fibras del tejido social e impregna la forma de pensar y vivir de muchos católicos, entre en la dinámica cristiana de la contemplación, de lo gratuito y festivo, de lo “inútil” como la cruz, pero que a la larga es lo más necesario, lo más eficaz y lo más útil en nuestro agitado y turbulento siglo, época de contrastes y de búsquedas de nuevos terrenos y expresiones culturales.

                ¿De dónde venimos y adónde nos dirigimos con la oración? 

Esto es, el núcleo y fundamento de la oración es un proceso teológico en el que cada persona y cada comunidad se inserta. La oración es un proceso, en cierta forma, una personal e intransferible historia de salvación que Dios realiza, que Dios conduce, orienta y anima. Ver las claves dinámicas y teológicas del proceso orante no sólo resulta estimulador, sino impulso para seguir caminando. Es el desarrollo principal que queremos realizar. Contemplar la historia de salvación que se realiza en la oración, identificar los elementos del proceso orante, saber la meta hacia la que el Espíritu va llevando al bautizado que entra en la oración. Cada uno se verá reflejado: ¡Ánimo, pues! 

Igual que la vida misma tiene diversas fases evolutivas, necesarias, para crecer y ser personas adultas, la oración avanza por sus diversas fases evolutivas para crecer, desarrollarse y ser una oración más pura, más madura, más perfecta, desde luego, por obra y gracia del Espíritu Santo.

Con este proceso, la historia de salvación del orante, sus fases, sus etapas, sus caminos, iremos avanzando en vivir de la oración, en adquirir "el arte de la oración", que decía Juan Pablo II en la Novo millennio ineunte, y que debe ser accesible para todos los bautizados.

1 comentario:

  1. Este blog es magnífica oración, los temas, su delicadeza Padre, sus hermosas fotos, todo, ¡todo! es oración.Abrazos fraternos.

    ResponderEliminar