miércoles, 4 de julio de 2018

Lo que sirve la Comunión de los Santos (León Bloy)

Indudablemente, por nuestra inserción en el Cuerpo eclesial, santificados por la gracia de Cristo que nos regenera, unos y otros estamos unidos incluso -en el plan de Dios- con los cristianos que vendrán en generaciones sucesivas.

Los vínculos son grandes y fuertes; un torrente de caridad, y hasta de generosidad al ofrecer, recorre el Organismo sobrenatural que es la Iglesia. 


Cada gesto insertado en la comunión de los santos alcanza su grandeza a través del tiempo, con valor de infinito. 

“Cada uno de los actos que realizamos en la caridad tiene repercusiones ilimitadas. En el último día nos será dado el comprender las resonancias incalculables que han podido tener en la historia espiritual del mundo, las palabras, o las acciones, o las instituciones de un santo”[1].

Para León Bloy, la Comunión de los santos es una realidad muy marcada en su alma, sobre la que reflexiona y en la que vive.
 

Por ejemplo, decía León Bloy en Méditation dun solitaire:

            “Este movimiento de la gracia que me ha salvado de un peligro grave, ha podido ser determinado por este concreto acto de amor realizado esta mañana o hace quinientos años por un hombre oscuro cuya alma correspondía misteriosamente a la mía, y que de esta manera recibe su galardón…”



 Es una gracia vivir el don de la Comunión de los santos, saberse miembro y participar, recibiendo de no sabemos quiénes ni de qué época siquiera, pero también ofertando nosotros todo, absolutamente todo, en favor de uno o de  la multitud.

Sigue Bloy:

"Estoy sumamente triste. Esta mañana, en misa, en la comunión, desfilaron ante mí todos los sufrimientos de mi vida. Recé a la Virgen para que convierta esa masa inmensa en una bendición maravillosa para nuestros hijos, y en particular para Verónica" (Diarios, 21-abril-1902).

Los sufrimientos del pasado, o los presentes, o un ejercicio concreto de entrega o sacrificio, se pueden convertir en bendiciones, gracias, para otros. 

¿Ofrecemos así? 

¿Aportamos con generosidad a la Comunión de los santos o acaso sólo somos receptores de lo que otras almas generosas entregan?

 


[1] Card. JOURNET, Teología…, p. 253.

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