lunes, 26 de diciembre de 2011

Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres...

Y una legión del ejército celestial, cantaba diciendo: "gloria a Dios en el cielo..."

La Iglesia, pronto, muy pronto, siglo II-III cantó la alabanza divina con un himno profundamente trinitario: al Padre, a Jesucristo Rey celestial, Hijo del Padre y al Espíritu Santo. Lo hizo comenzando por las palabras de los ángeles en la noche de Navidad y la liturgia lo incorporó pronto primero a la Navidad y luego por extensión a la Pascua -por su carácter de alabanza al Kyrios Resucitado-. Esto en apretada síntesis, ya que la historia es un poco más amplia de explicar.

¿Qué dice, qué significa ese inicio angélico?

"El Evangelio de Navidad nos relata al final que una multitud de ángeles del ejército celestial alababa a Dios diciendo: "Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que Dios ama" (Lc2,14). La Iglesia ha amplificado en el Gloria esta alabanza, que los ángeles entonaron ante el acontecimiento de la Noche Santa, haciéndola un himno de alegría sobre la gloria de Dios. "Por tu gloria inmensa, te damos gracias". Te damos gracias por la belleza, por la grandeza, por tu bondad, que en esta noche se nos manifiestan. La aparición de la belleza, de lo hermoso, nos hace alegres sin tener que preguntarnos por su utilidad. La gloria de Dios, de la que proviene toda belleza, hace saltar en nosotros el asombro y la alegría. Quien vislumbra a Dios siente alegría, y en esta noche vemos algo de su luz.

Pero el mensaje de los ángeles en la Noche Santa habla también de los hombres: "Paz a los hombres que Dios ama". La traducción latina de estas palabras, que usamos en la liturgia y que se remonta a Jerónimo, suena de otra manera: "Paz a los hombres de buena voluntad". La expresión "hombres de buena voluntad" ha entrado en el vocabulario de la Iglesia de un modo particular precisamente en los últimos decenios. Pero, ¿cuál es la traducción correcta? Debemos leer ambos textos juntos; sólo así entenderemos la palabra de los ángeles del modo justo. Sería equivocada una interpretación que reconociera solamente el obrar exclusivo de Dios, como si Él no hubiera llamado al hombre a una libre respuesta de amor. Pero sería también errónea una interpretación moralizadora, según la cual, por decirlo así, el hombre podría con su buena voluntad redimirse a sí mismo. Ambas cosas van juntas: gracia y libertad; el amor de Dios, que nos precede, y sin el cual no podríamos amarlo, y nuestra respuesta, que Él espera y que incluso nos ruega en el nacimiento de su Hijo.

El entramado de gracia y libertad, de llamada y respuesta, no lo podemos dividir en partes separadas una de otra. Las dos están indisolublemente entretejidas entre sí. Así, esta palabra es promesa y llamada a la vez. Dios nos ha precedido con el don de su Hijo. Una y otra vez, nos precede de manera inesperada. No deja de buscarnos, de levantarnos cada vez que lo necesitamos. No abandona a la oveja extraviada en el desierto en que se ha perdido. Dios no se deja confundir por nuestro pecado. Él siempre vuelve a comenzar con nosotros. No obstante, espera que amemos con Él. Él nos ama para que nosotros podamos convertirnos en personas que aman junto con Él y así haya paz en la tierra.

Lucas no dice que los ángeles cantaran. Él escribe muy sobriamente: el ejército celestial alababa a Dios diciendo: "Gloria a Dios en el cielo... " (Lc 2,13s). Pero los hombres siempre han sabido que el hablar de los ángeles es diferente al de los hombres; que precisamente esta noche del mensaje gozoso ha sido un canto en el que ha brillado la gloria sublime de Dios. Por eso, este canto de los ángeles ha sido percibido desde el principio como música que viene de Dios, más aún, como invitación a unirse al canto, a la alegría del corazón por ser amados por Dios. Cantare amantis est, dice san Agustín: cantar es propio de quien ama. Así, a lo largo de los siglos, el canto de los ángeles se ha convertido siempre en un nuevo canto de amor y alegría, un canto de los que aman.

En esta hora, nosotros nos asociamos llenos de gratitud a este cantar de todos los siglos, que une cielo y tierra, ángeles y hombres. Sí, te damos gracias por tu gloria inmensa. Te damos gracias por tu amor. Haz que seamos cada vez más personas que aman contigo y, por tanto, personas de paz. Amén". (Benedicto XVI, Misa en la Misa de medianoche, 25-diciembre-2010).

Cantemos y gocemos. Dios es el protagonista de la Navidad -no los sentimientos, ni la puerilidad, ni la emotividad-. ¡Dios, Dios es el protagonista!

Y el gran canto de Navidad, es el himno del "Gloria". Todos unidos vemos que la Gloria del Señor amanece y se concreta en el Niño que se nos entrega.

¡Gloria, gloria sólo a Él!

10 comentarios:

  1. Buenos días don Javier. "Una y otra vez, nos precede de manera inesperada." Una entrada muy rica para meditar hoy.La música también excelente.Un abrazo

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  2. Qué bonito lo que dice san Agustín: cantar es propio de quien ama.
    Ojalá comencemos aquí a cantar la gloria del Señor para continuarla en el cielo.

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  3. Nos invita a unirnos con los ángeles para cantar al Dios Nacido. Aquí mi humilde aportación de este día( ya veo que ha notado mi presencia, enumerándola, estoy de vacaciones, ja, ja, ja)les dejo este enlace de cantantes venezolanos y El Gloria.
    http://www.youtube.com/watch?v=VctWgknESn4&feature=related

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  4. En esta Navidad en una época en la que se pretende convencernos que el hombre y su satisfacción es la medida de todas las cosas ¡Gloria y alabanza sólo a Él! y su gloria será la nuestra.

    ¡Qué el Niño Jesús les bendiga!

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  5. D.Javier que maravilla lo que escribes y que bello vídeo ; sabes a veces lo único del dia que tengo como ayuda para seguir es , lo que tu escribes ( aparte de Dios )¡¡¡si el hablar de los angeles es diferente al de los hombres !!!!me uno a ellos en gratitud ahora y siempre a DIOS,me silencio en estas palabras ...Muchas gracias ,mis saludos con afecto Maria

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  6. NIP:

    Si es que la música evangeliza también; hay que convencerse de ello. Eso intento aquí, en este blog de formación.

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  7. Aprendiz 2:

    Esta es una cita de san Agustín que incluso recoge la Ordenación general del Misal romano: "De ahí que San Agustín dice con razón: “Cantar es propio del que ama”,[48] mientras que ya de tiempos muy antiguos viene el proverbio: “Quien canta bien, ora dos veces”." (IGMR 39).

    Lo de quien canta, reza dos veces, no es de san Agustín, sino un dicho antiguo.

    Cantamos aquí para cantar en el cielo; y lo que en el cielo se canta, entra ya aquí y ahora en la liturgia resonando: "con los ángeles y arcángeles, cantamos sin cesar".

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  8. María Auxiliadora:

    ¡Claro que noto su presencia!, como noto las presencias de los amigos cuando escriben y sus ausencias. ¿O no vamos siendo una comunidad católica virtual?

    Ahora miraré el enlace.

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  9. Julia María:

    al final, a ver si nos convencemos todos y lo reconocemos, no es el hombre (criaturita al fin y al cabo) la medida de todas las cosas, sino Cristo, el que da la medida de todo porque como rezamos estos días en Vísperas: "todo fue creado por él y para él... Todo se mantiene en él".

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  10. María:

    Gracias por sus palabras, sin duda alentadoras, para quien, por servicio sacerdotal, lleva este blog buscando únicamente ayudar en la formación del laicado.

    Además, sus palabras, son un acicate para la responsabilidad y seriedad de este blog ya que vd. escribe que es su única ayuda cristiana.

    Ya ve: aquí tiene para formarse mucho, tiene hermanos y un compromiso de oración (por todos los miembros) cada día. Ojalá yo esté a la altura de la responsabilidad de formar y ayudar.

    a todos, pax!!

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