jueves, 28 de julio de 2022

Jesucristo el verdadero Médico

Un capítulo fascinante de la cristología se abre cuando se empieza a tratar la imagen de "Médico" aplicada a Cristo. Ya no nos suena novedosa, porque en muchas ocasiones hemos trabajado textos patrísticos que nos lo presentaban así, sintetizando la acción redentora que Cristo realiza en el hombre.


Él mismo dio pie a esa interpretación cuando se aplicó la imagen de médico justificando que él se dirigía a los pecadores y no a los justos, porque son aquéllos los enfermos que necesitan curación. ¡Y con qué urgencia!

Viene Cristo del cielo para curar las heridas que el pecado ha dejado en el hombre.

"No necesitan médico los santos, sino los que padecen un mal. en esto muestra que Él es el médico verdadero y celeste, que había venido a sanar las heridas del género humano" (Cromacio de Aquileya, Com. Ev. San Mateo, trat. 45,2).

La gran medicina, superior a todas, será su Cruz por la que obtenemos todos los remedios a los males, germen de vida, antídoto de inmortalidad, bálsamo reconfortante.


"Sabemos, según lo que sucede en la naturaleza, que la resina no procede sino de la madera. Y según esta consideración vemos claramente que en ella se representa la medicina de la cruz, por la que verdaderamente se le ha dado la salud de la salvación eterna al género humano. Puesto que el pueblo judío no quiso recibir la medicina de esta resina, permaneció en la enfermedad perpetua del pecado" (Id., trat. 45,3).

La medicina de la Cruz y la presencia del Médico, Cristo, serán eficaces si uno reconoce la propia enfermedad y la muestra al Redentor. Reconociendo la propia enfermedad y mostrándola, creerá firmemente, estará convencido, movido por la fe, de que el Señor sí es capaz de curar, el único capaz de curar y sanar.

"El poder del Señor está siempre preparado para sanar, a condición de que no falte la fe de los creyentes. Así, ya que esta mujer creía con todo el corazón, tocó al Señor no sólo con el tacto corporal sino también con la fe, y por esto consiguió al momento la salud que buscaba... Por esto, la mujer, al reconocer al Señor de la ley y autor de la medicina celeste, creyendo al punto con toda la virtud de la fe, fue por detrás y le toca la orla del vestido. Había encontrado por fin al médico verdadero que venía del cielo, sabía que sólo Él podía curar su enfermedad... A este médico bueno, que daba largamente la salud a todos con su palabra, esta mujer le entregó no su dinero, que había gastado en médicos, sino solamente el pago de su fe. En efecto, este médico nos pide solamente este pago para darnos su gracia con generosidad" (id., trat. 47,2).

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