miércoles, 30 de marzo de 2022

El sacrificio de Isaac, la fe (V)



Llegando a la lectura propiamente teológica del sacrificio de Isaac (Gn 22), lo primero que cabe destacar es la fe. 



                      La fe vivida en oscuridad, soledad:

Esta es la primera lectura que se puede hacer del texto, tal vez la más evidente. Soledad y contradicción de Abraham frente a Dios, porque parece que el Señor mismo se contradice. Pero, pese a todo, Abraham "creyó contra toda esperanza", se fió del Señor hasta el límite, y, amparado en su fe, le obedece, hasta el punto de sacrificar lo que más quería: su único hijo, su descendencia, su linaje...

Nadie podía ponerse en el lugar de Abraham, ni los siervos ni Sara, su esposa; sólo él tenía que responder al Señor con disponibilidad y acatar la voluntad -¡tan extraña!- del Señor. 

Era fiarse no de las promesas de Dios, sino del Dios de las promesas.

 
                        Fe en oscuridad que se traduce por confianza en el Señor, por paciencia y obediencia:

Una esperanza, como veíamos en el análisis anterior, de que Dios se podría echar para atrás en el último momento, aunque esto no quita que Abraham le obedezca. 

El confía en el Señor, se pone en sus manos y es capaz de sacrificar a su hijo. Así es todo un modelo para el creyente.

                        La fe exige de cada individuo la disponibilidad que obliga a sacrificarse y, más aún, a sacrificar lo más valioso que uno tiene en aras de la obediencia del Señor.


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