miércoles, 2 de marzo de 2022

Sentencias y pensamientos (XXVIII)

16. Para comprar el terreno donde está el tesoro escondido (Cristo mismo), antes hay que venderlo todo. En verdad, Cristo nos lo quita todo -y eso es doloroso- para luego darnos el Todo que es Él mismo.


No, la vida cristiana no es fácil, ni acaramelada. Es exigente, recia: para los que arriesgan.



17. He predicado sobre "Cristo Maestro". "Aprended de mí", de su Persona. Es un Maestro paciente y constante: ¡qué importancia le da a la predicación, a la enseñanza, a la formación!

Su lenguaje es semítico: parábolas, que suscitan el ejercicio de la imaginación en el oyente. Pero a los apóstoles, a los suyos, se lo explica todo en privado, una y otra vez, para forjarlos.

Seamos discípulos y alumnos en la escuela de Cristo. Dispongámonos a aprender siempre, desechando toda presunción de saberlo ya todo.


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18. "Dar razón de nuestra esperanza", dice el Apóstol en la lectura de hoy. De lo que se deduce: 1) que la fe es razonable, no opuesta a la razón, ni hay que anular la razón; 2) que para dar razón de la esperanza, hay que saber argumentar y mostrar con respeto: necesidad de la formación y del estudio. No basta con "nuestra experiencia" o "lo que yo creo", sino ofrecer razones.

Esa fue una de las líneas fundamentales del Magisterio de Benedicto XVI.





19. ¡El ciego de nacimiento! Una venda puesta le impide ver desde lo más profundo de su corazón; cree que ve pero sólo se da cuenta de la diferencia cuando Cristo le da la vista. Entonces es cuando calibra cuán ciego estaba.

Cristo es Luz, Cristo es Verdad y fuera de Él, no vale nada la pena. 





20. El hombre es grande y crece cuando ama y destierra el egoísmo inmaduro de sí. Es el amor el que ensancha el alma y hace crecer: perseverante, cercano, tierno, afectuoso, fiel, "intenso".

"La magnitud del alma se mide con la medida del amor que tiene. Así, por ejemplo, la que ama mucho es grande; la que ama poco es pequeña; la que no ama es nada, como dice el Apóstol: Si no tengo caridad, nada soy" (S. Bernardo, In Cant., Serm. 27,10).

¿Amas dándote, donándote a ti mismo, sin cansarte? ¡Está creciendo tu alma!

¿Te cansas, te estresas, te agobias al darte o ante la necesidad del otro? ¡Qué alma más pequeña aunque seas grande en mil cosas humanas!

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